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Conociendo la Iglesia de Sudáfrica: Daniel Comboni

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13.07.2010 - Conociendo la Iglesia en Sudáfrica: Daniel Comboni





Daniel Comboni nació en Limone sul Garda, Brescia, el 15 de marzo de 1831, en el seno de una familia de agricultores empleados de uno de los terratenientes locales. Siendo el cuarto de ocho hijos, y el único en sobrevivir a la infancia. Luego de un viaje de cuatro meses de duración, la expedición llegó a Jartún, capital de Sudán. Los misioneros se establecieron inmediatamente en medio de la selva, iniciando así su ardua labor. La tragedia no tardó en ocurrir: el Padre Oliboni contrajo una fiebre mortal y falleció. Fue durante el entierro de su compañero, primera víctima de la inhóspita atmósfera de la selva africana, que Comboni pronunció su célebre frase: "El África o la muerte". Poco después volvió a Italia, para trazar un nuevo plan para las misiones en África. En 1864, mientras rezaba frente a la tumba de San Pedro en Roma, Comboni se sintió inspirado para trazar su "Plan para el Renacimiento de África".

Comboni sostenía que la sociedad Europea y la Iglesia debían tomar un mayor interés por las misiones de África Central, por lo que se dio a la tarea de emprender numerosas giras por Europa, visitando a monarcas y a altos jerarcas de la iglesia, pidiendo ayuda material y espiritual para los misioneros en el continente africano. Entró en 1867 y 1872 estableció dos institutos para misioneros, uno para hombres y otro para mujeres, que más tarde fueron conocidos como los misioneros y hermanas Combonianas. Daniel Comboni participó en el Concilio Vaticano I, como el teólogo del obispo de Verona, y fue capaz de convencer a 70 obispos de firmar una petición para la evangelización de África Central: Postulatum pro Nigris Africæ Centralis. El 2 de julio de 1877, Comboni fue nombrado Vicario Apostólico de África Central, y fue nombrado obispo en agosto de 1877.

En los años siguientes, una serie de catástrofes naturales, seguidas por hambrunas sin precedentes en África, llevaron a las misiones al borde del fracaso, y en 1880, Comboni emprendió su octavo y último viaje al continente africano, para motivar a los misioneros supervivientes. En 1881, fue sorprendido por una fuerte tormenta en medio de la selva y contrajo una seria enfermedad, que lo llevó a la muerte el 10 de octubre de 1881. El padre Daniel Comboni fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 17 de marzo de 1996 y fue posteriormente canonizado por el mismo pontífice el 5 de octubre de 2003.

Tres palabras podrían dibujarnos su vida, más bien breve: misionero, padre, profeta.

1- Misionero: En la vida de Daniel Comboni hay una idea globalizante que le roba mente y corazón, que da sentido a todo su ser y quehacer: la misión, y, más concretamente, la evangelización de África Central, un sueño que rayaba por aquel entonces en la utopía. A tal proyecto y vocación dedicará todas sus energías hasta el último aliento, exhalado precisamente en el mismo corazón del África profunda.

2- Padre: Como misionero, Daniel Comboni se siente sobre todo hermano; de los africanos, en primer lugar, a quienes ve como pertenecientes a su misma familia, hijos de un mismo Padre; y de los europeos, a quienes corresponsabiliza fraternalmente en la evangelización de los mismos africanos. Sin embargo, la misión lo hará también, y sobre todo, padre: de las primeras comunidades cristianas, Iglesias, de África Central, y de dos Institutos exclusivamente misioneros fundados en la ciudad italiana de Verona. A distancia de una ya larga centuria, su figura carismática sigue suscitando fervor entre los jóvenes y engendrando nuevas familias al servicio de la Iglesia misionera: Seculares y Laicos Misioneros Combonianos.

3- Profeta: El profetismo en Daniel Comboni toma rasgos diferenciados y complementarios a un mismo tiempo. Entre ellos cabe destacar tres altamente significativos:

Testigo: Ante todo, del amor misericordioso del Padre, que en Cristo salva a todos los pueblos, también a los africanos. Testigo con la palabra (lo gritó a todas las clases sociales y eclesiales de la Europa de su tiempo), y con las obras (trabajó y murió con África en los labios y en el corazón).

Precursor: Daniel Comboni no sólo fue en el tiempo uno de los pioneros de la misión en África Central, sino también un precursor, un adelantado a su propia época. Su "Plan para la Regeneración de África", el "Mensaje a los padres del Concilio Vaticano I en favor de los africanos", la incorporación de los laicos y de la mujer consagrada a la misión directa, la confianza total en los africanos (su "salvar África por medio de África"), su visión eclesial e internacional de la tarea misionera, la idea globalizante de la misión (evangelización, animación misionera, formación de futuros misioneros)... son elementos típicamente Combonianos y misioneros de gran actualidad.

Mártir: Sin duda es el aspecto más profundo del profetismo de Comboni. Mártir en su cuerpo y en su espíritu. Aunque no dio físicamente su sangre, su vida está místicamente estigmatizada por la cruz y caída cual grano de trigo en el surco de su tierra africana. Martirio que lo hace profundamente contemplativo y maestro de espiritualidad misionera.

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