PROGRAMA Nº 1166 | 10.04.2024

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Domingo Faustino Sarmiento

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Sarmiento nació el 15 de febrero de 1811 en el Carrascal, un barrio pobres de de San Juan. Aprendió sus primeras letras de su padre, José Clemente Sarmiento y su tío José Eufrasio Quiroga Sarmiento. En 1816 ingresó a una de las llamadas "Escuelas de la Patria", fundadas por los gobiernos de la Revolución. Allí conoció a los educadores Ignacio y José Rodríguez, hermanos que fueron sus primeros maestros profesionales.

Doña Paula Albarracín, su madre, quiso que Domingo estudiara para sacerdote en Córdoba. Pero Sarmiento se negó y tramitó una beca para estudiar en Buenos Aires. No la obtuvo y tuvo que quedarse en San Juan donde comenzó a convivir con el clima tenso de las guerras civiles que asolaban la provincia. Marchó al exilio en San Francisco del Monte, San Luis, junto a su tío, José de Oro. Allí fundaron una escuela que será el primer contacto de Sarmiento con la educación. De regreso en San Juan, pudo trabajar como dependiente en la tienda de su tía. En sus memorias recuerda de estas épocas lo siguiente de sus horas libres:

"La Historia de Grecia la estudié de memoria, y la de Roma enseguida…; y esto mientras vendía yerba y azúcar, y ponía mala cara a los que me venían a sacar de aquel mundo que yo había descubierto para vivir en él. Por las mañanas, después de barrida la tienda, yo estaba leyendo, y una señora pasaba para la Iglesia y volvía de ella, y sus ojos tropezaban siempre, día a día, mes a mes, con este niño inmóvil insensible a toda perturbación, sus ojos fijos sobre un libro, por lo que, meneando la cabeza, decía en su casa: ‘¡Este mocito no debe ser bueno! ¡Si fueran buenos los libros no los leería con tanto ahínco!’"

En 1827 los montoneros de Facundo Quiroga invaden la provincia. Esto marcará su vida. Una intuición muy personal le llevó a oponerse al caudillo riojano, y se incorporó al ejército unitario del General Paz. Llegó al grado de teniente y participó en varias batallas. Sin embargo esta era la época de oro de Facundo, quien parecía imparable. El caudillo tomó San Juan y, Sarmiento tuvo que exiliarse en Chile nuevamente en 1831. Allí se empleó como maestro en una escuelita de la localidad de Los Andes. Innovador innato, sus ideas lo enemistaron con el gobernador. Se mudó a Pocura y fundó su propia escuela. Allí se enamoró de una alumna con quien tendrá su primera hija, Ana Faustina.

Cuando vio la oportunidad, en 1836 regresó a San Juan y fundó el periódico, El Zonda. Su pluma clara y encendida le puso en contra al gobierno sanjuanino, que le aplicó al diario un impuesto exorbitante que le llevó a cerrar el diario. Buscó nuevamente suerte en Chile, donde obtuvo éxito como periodista tratando temas de educación y fue convocado como consejero educativo de los sucesivos gobiernos. La libertad de prensa, en vistas de sus vivencias, se convirtió en un valor sagrado para el sanjuanino. Recordó, años después, lo siguiente:

"¿Que es pues un periódico? Una mezquina hoja de papel, llena de retazos, obra sin capítulos, sin prólogo, atestada de bagatelas del momento. Se vende una casa. Se compra un criado. Se ha perdido un perro, y otras mil frioleras, que al día siguiente a nadie interesan. ¿Qué es un periódico? Examinadlo mejor. ¿Qué más contiene? Noticias de países desconocidos, lejanos, cuyos sucesos no pueden interesarnos. (...) Trozos de literatura, retazos de novelas. Decretos de gobierno. (...) Un periódico es el hombre. El ciudadano, la civilización, el cielo, la tierra, lo pasado, lo presente, los crímenes, las grandes acciones, la buena o la mala administración, las necesidades del individuo, la misión del gobierno, la historia contemporánea, la historia de todos los tiempos, el siglo presente, la humanidad en general, la medida de la civilización de un pueblo."

Llevó una vida tranquila en Chile. Se casó con Benita, viuda de Don Castro y Calvo, adoptó a su hijo Dominguito y publicó su obra más importante: Facundo, Civilización y Barbarie. Hizo del periodismo su trinchera para luchar contra Rosas desde detrás de los Andes, donde fundó dos nuevos periódicos: La Tribuna y La Crónica para atacar a quien consideró siempre un tirano. El gobierno chileno le encargo, entre 1845 y 1847, visitar Uruguay, Brasil, Francia, España, Argelia, Italia, Alemania, Suiza, Inglaterra, EEUU, Canadá y Cuba. Las vivencias de un mundo afectado por la revolución industrial, el ferrocarril, los avances incesantes de la ciencia y el progreso social profundizaron su pesar por el atraso argentino, que él sintetizaba con la frase "civilización y la barbarie".

En cada uno de estos países se interesó por el sistema educativo, el nivel de la enseñanza y las comunicaciones. Todas estas impresiones las volcó en su libro Viajes por Europa, África y América. En 1845 conoció en Montevideo a Esteban Echeverría, uno de los fundadores de la generación del ’37 y como él, opositor a Rosas y exiliado. Estando en Francia, en 1846, conoció personalmente al general San Martín en su casa de Grand Bourg, con quien mantuvo una larga entrevista. En Argentina, Rosas pedía su cabeza, y solicitó dos veces la extradición a Chile, pero allí se negaron.

Sarmiento quería civilizar, es decir, desarrollar el país. Como muchos en su época, entendía que la civilización se identificaba con la ciudad, con lo urbano, con lo que estaba en contacto con lo europeo. La barbarie era el campo, lo rural, el atraso, el indio y el gaucho. Lamentablemente el progreso no llegó para todos y muchos "salvajes y bárbaros" pagaron con su vida o su libertad el "delito" de haber nacido indios o de ser gauchos y no tener un empleo fijo, debido a esta forma prejuiciosa de entender el desarrollo. Su visión sudamericana la marcó en su libro Argirópolis (1850) dedicado a Urquiza, donde postuló crear una confederación en la cuenca del Plata, compuesta por las actuales Argentina, Uruguay y Paraguay, cuya capital estaría en la Isla Martín García. El modelo de organización era la Constitución norteamericana y proponía fomentar la inmigración, la agricultura y la inversión de capitales extranjeros.

Polemizó mucho con otro gran intelectual de su tiempo, Juan Bautista Alberdi, con quien no coincidía en apoyar a Urquiza. Alberdi escribió Complicidad de la prensa en las guerras civiles de la República Argentina y Cartas Quillotanas y Sarmiento le respondió con Las ciento y una y Época preconstitucional y Comentarios a la Constitución de la Nación Argentina. Cuando en 1862 el general Bartolomé Mitre asumió la presidencia, y se propuso unificar al país, Sarmiento accedió la gobernación de San Juan. Dictó una Ley Orgánica de Educación Pública que imponía la enseñanza primaria obligatoria y creaba escuelas para los diferentes niveles de educación, entre ellas una con capacidad para mil alumnos, el Colegio Preparatorio, más tarde llamado Colegio Nacional de San Juan, y la Escuela de Señoritas, destinada a la formación de maestras

En dos años cambió la fisonomía de su provincia. Abrió caminos, ensanchó calles, construyó nuevos edificios públicos, hospitales, fomentó la agricultura y apoyó la fundación de empresas mineras. Y como para no aburrirse, volvió a editar el diario El Zonda. Como no muchos en Argentina, lo que había escrito y prometído, podían verlo sus votantes y ciudadanos. En 1863 se produjo en la zona el levantamiento del Chacho Peñaloza y Sarmiento decretó el estado de sitio y como coronel que era, asumió personalmente la guerra contra el caudillo riojano hasta derrotarlo. El ministro del interior de Mitre, Guillermo Rawson, criticó la actitud de Sarmiento de decretar el estado de sitio por considerar que era una decisión exclusiva del poder ejecutivo nacional. Sarmiento, según su estilo, renunció. Corría 1864 y en ese mismo año viajó a los EE.UU. como ministro plenipotenciario de la Argentina. De paso por Perú, donde se hallaba reunido el Congreso Americano, condenó el ataque español contra Perú, a pesar de las advertencias de Mitre para que no lo hiciera. Este era Sarmiento, librepensador e independiente, pese a todo.

Sarmiento quedó muy impresionado por el Asesinato de Abraham Lincoln y escribió la Vida de Lincoln. Frecuentó los círculos académicos norteamericanos y fue distinguido con los doctorados "Honoris Causa" de las Universidades de Michigan y Brown. Esto no siempre se recuerda del padre de la educación Argentina, su enorme prestigio internacional. Estando en los Estados Unidos, un grupo de políticos argentinos los postuló para la candidatura presidencial. Los comicios se realizaron en abril de 1868 y el 16 de agosto, mientras estaba de viaje hacia Buenos Aires, el Congreso lo consagró presidente de los argentinos. Asumió el 12 de octubre de ese año.

En la presidencia anterior, se había suscitado la Guerra con el Paraguay, y Sarmiento toma las riendas del país a pleno combate. La guerra se llevó la vida de su querido hijo Dominguito. El sanjuanino no volvería a ser el mismo. Siguió impulsando la educación fundando en todo el país unas 800 escuelas y los institutos militares: como Liceo Naval y el Colegio Militar que sentaron las bases de nuestras fuerzas armadas modernas. Como había visto en sus viajes, consideró fundamental desarrollar las comunicaciones, por lo que impulsó el tendido de 5.000 kilómetros de cables telegráficos. En 1874, poco antes de dejar la presidencia, inauguró la primera línea telegráfica con Europa. Modernizó el correo y se enfocó también en la extensión de las líneas férreas, con la idea de impulsar el mercado interno como sucedía en Estados Unidos, para unir las regiones entre sí y fomentar el comercio nacional.

Sin embargo, éstos no eran los planes de las compañías británicas inglesas, cuyo único interés era traer los productos del interior al puerto de Buenos Aires para poder exportarlos a Londres, los que además eran los viajes más rentables. En lugar de un modelo ferroviario en forma de telaraña e interconectado, surgió un modelo con forma de abanico impuesto por los inversores ingleses, sin conexiones en el interior. Propició el primer censo nacional en 1869, que arrojó una población de más 1.800 millón de habitantes, de los cuales el 31% habitaba en la provincia de Buenos Aires y el 71% era analfabeto, 5% eran indígenas y 8% europeos. El 75% de las familias vivía en la pobreza, en ranchos de barro y paja. Los profesionales sólo representaban el 1% de la población.

Sarmiento fomentó la llegada al país de inmigrantes ingleses y de la Europa del Norte y desalentó la de los de la Europa del Sur. Creía que los del norte eran más laboriosos y cultos, y que eso aceleraría el desarrollo industrial y la cultura. Pero los sajones preferieron emigrar hacia los EE.UU. donde había puestos de trabajo en las industrias. La argentina de entonces era un país rural, por lo que lógicamente tentaba a campesinos sin tierras, y analfabetos. Entre otras labores presidenciales de Sarmiento hay que mencionar la organización de la contaduría nacional y el Boletín Oficial, la creación el primer servicio de tranvías a caballo, el diseñó de los Jardines Zoológico y Botánico. Y, al terminar su presidencia, más de 100.000 niños cursaban la escuela primaria.

En agosto de 1873 sufrió un atentado mientras se dirigía hacía la casa de Vélez Sarsfield, mientras caminaba la esquina de Corrientes y Maipú. El sanjuanino no escuchó la explosión porque ya padecía una profunda sordera. Intentaron su asesinato dos anarquistas italianos, los hermanos Francisco y Pedro Guerra, contratados por hombres de López Jordán, el caudillo que el sanjuanino había sometido. Salió ileso y se enteró porque se lo contaron después. Una vez terminado su período presidencial en 1874, asumió en 1875 como Director General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, y retomó el periodismo en el diario La Tribuna. Poco después fue electo senador por San Juan. Vivió entonces con su hermana, su hija y sus nietos en la calle Cuyo, actual Sarmiento 1251.

Fue ministro del Interior de Nicolás Avellaneda, aunque se distanció al mes de éste por su política agresiva contra el gobernador de Buenos Aires Carlos Tejedor, en el proyecto de hacer capital federal a la ciudad que actualmente lo es. Con Julio Argentino Roca como presidente, el indomable Sarmiento ejerció el cargo de Superintendente General de Escuelas del Consejo Nacional de Educación, donde siguió supervisando la construcción, el desarrollo de contenidos, la formación y prácticas de los maestros. Encontró un límite casi insalvable en el campo, pues la mayoría de los estancieros no tenían ningún interés en que los peones y sus hijos estudiaran.

Trató de hacerles entender que la educación no pondría en peligro sus intereses. Pero no pudo. Recién en 1882, con la sanción de su viejo proyecto de ley de educación gratuita, laica y obligatoria, que llevó el número 1420, comenzarán a aparecer las escuelas rurales. Data de 1885 una de sus últimas actuaciones públicas. Roca prohibió a los militares emitir opiniones políticas. Sarmiento, que no podía ser él mismo con una mordaza, pidió su baja como militar, y opinó libremente en su diario El Censor.

En 1888 se trasladó a Paraguay para ver si el clima le asentaba. Le acompañó Aurelia Vélez, hija de Dalmacio Vélez Sarsfiled, autor del Código Civil. La mujer fue compañera de Sarmiento durante los últimos años de su vida. El sanjuanino murió el 11 de septiembre de ese año, en Paraguay, como su hijo Dominguito. En una suerte de testamento político que había escrito unos años antes, dijo lo siguiente:

"Nacido en la pobreza, criado en la lucha por la existencia, más que mía de mi patria, endurecido a todas las fatigas, acometiendo todo lo que creí bueno, y coronada la perseverancia con el éxito, he recorrido todo lo que hay de civilizado en la tierra y toda la escala de los honores humanos, en la modesta proporción de mi país y de mi tiempo; he sido favorecido con la estimación de muchos de los grandes hombres de la Tierra; he escrito algo bueno entre mucho indiferente; y sin fortuna que nunca codicié, porque ere bagaje pesado para la incesante pugna, espero una buena muerte corporal, pues la que me vendrá en política es la que yo esperé y no deseé mejor que dejar por herencia millones en mejores condiciones intelectuales, tranquilizado nuestro país, aseguradas las instituciones y surcado de vías férreas el territorio, como cubierto de vapores los ríos, para que todos participen del festín de la vida, de que yo gocé sólo a hurtadillas".

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