PROGRAMA Nº 1167 | 17.04.2024

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GRAN ALERTA POR DEBILITAMIENTO DE LAS OSTRAS

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La agencia de noticias AFP, desde la localidad de Concale, Francia, informó que ya no hay estaciones y estas son indispensables en el desarrollo de la ostra. Así lo dijo Mathieu Le Moal, ostricultor Francés abrumado por los efectos del cambio climático, agregando que hace unos 20 años se congelaban en su taller por las bajas temperaturas, y hoy, la diferencia es notoria al registrarse temperaturas de 15 grados centígrados.

La ostra en el invierno descansa, duerme, hiberna, por lo que gasta menos energía y esto prolonga y mejora su vida. En Bretaña y en la costa de Normandía los ostricultores lamentan la larga sequía del verano. No hay lluvia que transporte las sales minerales hasta el mar “no hay plancton, alimento básico de las ostras, y no crecen”, dice Bertrand Racine, de 59 años.

Todo esto hace que las ostras no crezcan. Según el Comité Nacional de Conquicultura, las 4500 empresas ostrícolas francesas comercializaron 100.000 toneladas de ostras en el año 2017. Los ostricultores tuvieron entre 20 y 30 por ciento menos de volumen en el 2018, según afirmó el presidente del CNC, Philippe Le Gal. “El calentamiento global comienza a notarse”.

Es muy bueno tomar conciencia del impacto sobre el medio ambiente de la ostra, filtra 10 litros de agua por hora, es incapaz de controlar su temperatura interna. Es extremadamente sensible al entorno, que influye en su desarrollo y reproducción, afirmó Fabrice Pernet, un investigador Francés. El aumento de la temperatura, favorece las enfermedades de la ostra.

Desde el año 2008 se ha registrado una alta tasa de mortalidad en larvas y pequeñas ostras. Algunos años se ha perdido el 75%. Los estudios culpan al virus herpes OsH-1, este patógeno es muy mortal en aguas con temperaturas entre los 16 y 24 grados, que se dan de 4 a 6 meses al año en el oeste de Francia. También pueden surgir nuevos patógenos arrastrados por las especies originarias del sur que emigran al norte.

La acidificación del océano obliga a las ostras a gastar más energía para fabricar su caparazón, contribuye a debilitarlas al igual que la erosión de la biodiversidad. Las ostras adultas tampoco se salvan, ya que desde 1990 se han visto varias veces golpeadas por otro virus que las mata. El porcentaje de los episodios de mortalidad es de un 25%, que se producen luego de un invierno suave y lluvioso, indicó Yoann Thomas, del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo (IRD). “Sin el frío, que permite un descanso biológico, y con fuertes lluvias, que modifican la salinidad del agua y su contenido en plancton, su actividad cambia y empiezan el año debilitadas y vulnerables”.

Esta es la realidad que vive una de las miles de especies que comparten el planeta con nosotros. Como vemos es todo un drama existencial. Su triste realidad no se da por obra del azar, se debe a las acciones erróneas de la humanidad, las ostras son víctimas inocentes de nuestro actuar. Nosotros debemos hacer un cambio ¡ya!, en nuestros hábitos, en nuestro pensamiento y en la forma de convivir con todos los seres de este mundo. ¡La hora de los grandes cambios, es ahora!


Desde Costa Rica
Jorge Muñoz Somarribas
Coordinador
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