Leonardo Boff
Hay un hecho terrible que es el ataque sistémico que la naturaleza está realizando contra la humanidad con un virus diminuto e invisible que está causando una grave preocupación y llevando a muchos miles de personas a la muerte. Frente a esta verdadera desgracia humana lo importante es preguntar: ¿Cuál es nuestra reacción a la pandemia? ¿Cuál es la resonancia en nosotros de esta pandemia? ¿Qué lección nos enseña? ¿Qué cosmología (visión de mundo) y qué tipo de ética (valores y principios) nos llevan a desarrollar?
Seguramente deberemos aprender todo lo que deberíamos haber aprendido antes y no aprendimos. Deberíamos haber aprendido lo que decía Descartes, somos parte de la naturaleza y no sus “señores y dueños”. Hay una conexión umbilical entre el ser humano y la naturaleza. Venimos del mismo polvo cósmico como todos los demás seres y somos el eslabón consciente de la cadena de la vida.
El mito moderno de que somos “el pequeño dios” en la Tierra y que podemos disponer de ella a nuestro antojo porque es inerte y sin propósito ha sido destruido. Uno de los padres del método científico moderno, Francis Bacon, dijo que deberíamos tratar a la naturaleza como los esbirros de la inquisición trataban a sus víctimas, torturándolas hasta que entreguen todos sus secretos.
A través de la tecno-ciencia hemos llevado este método al extremo, llegando al corazón de la materia y la vida. Esto se ha llevado a cabo con un furor sin precedentes hasta el punto de haber destruido la sostenibilidad de la naturaleza y por lo tanto del planeta y de la vida.
De esta manera hemos roto el pacto natural que existe con la Tierra viva: ella nos da todo lo que necesitamos para vivir y en contrapartida debemos cuidarla, preservar sus bienes y servicios y darle descanso para restaurar todo lo que tomamos de ella, para nuestra vida y progreso. No hemos hecho nada de eso.
Por no haber observado el precepto bíblico de “proteger y cuidar el Jardín del Edén (de la Tierra: Gn 2,15)” y por amenazar las bases ecológicas que sostiene toda la vida, ella nos ha contraatacado con un arma poderosa, el Covid 19.
Para enfrentarlo, hemos vuelto al método de la Edad Media, que superó sus pandemias a través del estricto aislamiento social. Para que el pueblo, asustado, saliera a la calle, en el ayuntamiento de Múnich, Marienplatz, se construyó un ingenioso reloj con bailarines y cucos para que todos acudieran a apreciarlo, lo que se viene haciendo hasta hoy.
La pandemia, que más que una crisis es la exigencia de un cambio de cosmología (de visión del mundo) y de la incorporación de una ética con nuevos valores, nos plantea esta pregunta: ¿realmente queremos evitar que la naturaleza nos envíe virus aún más letales que pueden diezmar incluso la especie humana? Esta sería una de las diez que desaparecen definitivamente cada día. ¿Queremos correr ese riesgo?
Inconsciencia generalizada del factor ecológico: Ya en 1962, la bióloga y escritora estadounidense Rachel Carson, autora de Primavera Silenciosa, advirtió: “Es poco probable que las generaciones futuras toleren nuestra falta de preocupación por la integridad del mundo natural que sustenta toda la vida. La pregunta es si alguna civilización puede continuar una guerra sin tregua contra la vida sin destruirse a sí misma y sin perder el derecho a ser llamada civilización”
Parece una profecía de la situación que estamos viviendo a nivel planetario. Tenemos la impresión de que la mayoría de la humanidad e incluso los líderes políticos no demuestran una conciencia suficiente de los peligros que enfrentamos con el calentamiento global, con la excesiva proximidad de nuestras ciudades y especialmente del agro-negocio masivo, que avanza sobre la naturaleza virgen y los bosques que están deforestando.
De esta manera destruimos los hábitats de millones de virus y bacterias que terminan siendo transferidos a los seres humanos. Según científicos serios, el coronavirus no habría venido a través de un murciélago del mercado de China, sino simplemente de la naturaleza.
En la mejor de las hipótesis, el coronavirus nos obligará a reinventarnos como humanidad y a remodelar de forma sostenible e inclusiva la única Casa Común que tenemos. Si prevaleciera lo que dominaba antes, exacerbado hasta el extremo, entonces podremos prepararnos para lo peor.
Muchos están anunciando una nueva era de austeridad destructiva en el pos-coronavirus. Los buitres del pasado ya se están articulando para volver a la perspectiva de antes e impedir cambios significativos.
Los intereses del capital financiero, y la falta de una consciencia por parte de los que están en el poder y aún de gran parte de los saberes académicos acerca de la gravedad de la degradación de la naturaleza, no los llevan a aprender nada de millares y millares de muertos por el coronavirus a nivel mundial.
Quieren volver a la austeridad que es una política de oportunistas, ejecutada por oportunistas para oportunistas. Según CEPAL calcúlase que el covid-19, en razón de tales políticas de austeridad peores que antes, dejará 215 millones de nuevos pobres en América Latina. Sin embargo, cabe recordar que el sistema-vida ha pasado por varias extinciones importantes (estamos dentro de la sexta) pero siempre ha sobrevivido.
La vida parecería –me permito una metáfora singular– una “plaga” que nadie hasta hoy ha logrado exterminar. Porque es una “plaga” bendita, ligada al misterio de la cosmogénesis y a aquella Energía de Fondo, misteriosa y amorosa que preside todos los procesos cósmicos y también los nuestros.
Es imperativo que abandonemos el viejo paradigma de la voluntad de poder y dominación sobre todo, hacia un paradigma de cuidar todo lo que existe y vive y de la corresponsabilidad colectiva.
En el último párrafo de su libro La era de los extremos (1995) escribió Eric Hobsbawn: Una cosa está clara. Si la humanidad quiere tener un futuro reconocible, no puede ser prolongando el pasado o el presente. Si tratamos de construir el tercer milenio sobre esta base, fracasaremos. El precio del fracaso, es decir, la alternativa al cambio de la sociedad es la oscuridad.
Esto significa que no podemos simplemente volver a la situación anterior al coronavirus, ni siquiera podemos pensar en un regreso al pasado pre-iluminista como quiere el actual gobierno brasileño y otros de extrema derecha.
El anterior es un comentario escrito por:* Leonardo Boff, teólogo, filósofo brasileño, miembro de la Comisión Internacional de la Carta de la Tierra.
“Una nueva cosmología y una nueva ética ante el COVID-19”.
miércoles, 17 de junio de 2020
miércoles, 3 de junio de 2020
QUINTO ANIVERSARIO DE LA ENCÍCLICA “LAUDATO SI”
La semana “Laudato Si”, la gran iniciativa del Papa Francisco, que ha sido patrocinada por el Vaticano, a través del Dicasterio
para El Desarrollo Humano Integral, apoyada por el Movimiento Católico Mundial por el Clima y otras tantas
organizaciones del mundo católico,
musulmán y judío, se celebró desde el pasado 16 hasta el 24 de mayo,
finalizando con una Jornada Mundial de Oración.
“Todo está conectado”: El mensaje
central de esta encíclica. Estamos viviendo un momento extraordinario, los
católicos de todo el mundo nos hemos reunido para reflexionar, rezar y
prepararnos juntos por un mundo mejor.
Al cumplirse 5 años de esta
revolucionaria proclamación de un Papa, Francisco convocó a miles de personas
en todo el mundo a celebrar esta conmemoración por todo lo alto y reflexionar
en común, para ello propuso la Semana Laudato Si, como parte de una campaña global con motivo del 5º
aniversario de la encíclica sobre “el
cuidado de la casa común”. Los católicos estamos invitados a construir un “mundo
mejor” aprovechando los últimos adelantos de la tecnología y a través de su
imaginación y disposición a construir un mundo verdaderamente mejor desde
nuestras acciones y propuestas.
Mediante talleres, eventos
interactivos en línea y la oración, quiénes amamos y defendemos la vida estamos
llamados a construir un mundo mejor y a conservar nuestra casa común.
Francisco y la Iglesia nos
preguntan, ¿qué tipo de mundo queremos dejar a los que vendrán?
En un mensaje por medio de un
video, el pasado 3 de marzo, el Papa Francisco animaba a los fieles a
participar y pensar en el futuro de nuestra casa común.
"¿Qué tipo de mundo
queremos dejar a los que nos sucedan, a los niños que están creciendo?" A
partir de esta pregunta, el Papa renueva su urgente llamamiento para “responder
a la crisis ecológica", puesto que "el clamor de la tierra y el
clamor de los pobres, no dan para más”. “Cuidemos la creación, don de nuestro
buen Dios Creador -exhorta Francisco”.
El Dicasterio Vaticano para el
Servicio del Desarrollo Humano Integral, subraya que las enseñanzas de la
Encíclica son particularmente relevantes en el contexto actual de la pandemia
de coronavirus, que ha paralizado muchas partes del mundo. La Laudato Si, ofrece
la visión de construir un mundo más justo y sostenible.
"La pandemia - subraya
don Francesco Soddu, director de Caritas Italiana - ha golpeado en todas partes
y nos enseña cómo sólo con el compromiso
de todos podemos levantarnos y derrotar incluso el virus del egoísmo social
con los anticuerpos de la justicia, la caridad y la solidaridad.
Ser constructores de un mundo más justo y sostenible, de un desarrollo humano
integral que no deje a nadie atrás". "En particular - añade - esta
pandemia puede ser una oportunidad para arraigar el valor de la fraternidad en
nuestro futuro".
Redefinir el mundo después de
la pandemia.
Mientras conmemoramos la
encíclica durante la Semana Laudato Si’, nuestro mundo está siendo
profundamente afectado por la pandemia
de coronavirus. La Semana Laudato Si’ nos ayudará a redefinir el mundo que surgirá después de que la pandemia haya
pasado. La crisis actual es una oportunidad
para empezar de nuevo, y para asegurarnos de que el mundo que surja después
de que esta crisis haya pasado, sea sostenible
y justo.
Laudato Si nos recuerda, como
dijimos, que “todo está conectado” y
trágicamente, esta catástrofe
sanitaria tiene mucho en común con la catástrofe
ecológica: el Dicasterio Vaticano recuerda que ambas son emergencias mundiales que afectarán a muchas personas, tanto
directa como indirectamente, ambas son sufridas
más gravemente por los pobres y vulnerables, y ambas dejan al descubierto
las profundas injusticias de nuestras
sociedades y ambas se resolverán sólo a través de un esfuerzo conjunto que
apele a nuestros mejores valores
comunitarios. Indiscriminadamente, la crisis sanitaria que estamos
viviendo, afecta desde los más altos estratos de la sociedad, hasta los más
bajos. Incluso la vida silvestre que
depende en gran parte de los seres humanos, también está siendo duramente golpeada. Animales que viven en
cautiverio y plantas en viveros, además de otros miles que dependen de
nosotros, resienten las cuarentenas y distanciamiento físico y social, que
debemos practicar para controlar el contagio. Hay muchos héroes en el mundo que
nos ayudan a darle pecho a este desafío del 2020. Con esfuerzo y muy buena
voluntad podremos salir airosamente de esta crisis.
en
20:41


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