lunes, 26 de junio de 2023

¡INEXPLICABLE! ¡Lo LLAMA por TELÉFONO después de MUERTO! ¡TIENES que ESCUCHAR este podcast

 

¿Son meras coincidencias o señales del más allá? Prepárate para adentrarte en el limbo entre la mitología y la realidad y descubrir qué hay detrás de estas llamadas inesperadas que desafían la lógica y la razón.

domingo, 25 de junio de 2023

QUÉ DICE LA BIBLIA SOBRE EL INFIERNO-Primera Parte

¿Existe el infierno? Y si es así, ¿en qué consiste? ¿Revela la Biblia algún detalle sobre él?

Para responder a estas preguntas, debemos tener en cuenta que sobre este tema (así como en otros) la mentalidad bíblica fue evolucionando. En los primeros tiempos, los israelitas no se preguntaban mucho qué ocurría después de la muerte. Simplemente creían que todos los hombres, buenos y malos, justos e injustos, al morir bajaban a una inmensa habitación oscura y silenciosa llamada SHEOL, donde llevaban una vida debilitada y somnolienta. Así, por ejemplo, vemos que tres personajes malvados llamados CORÉ, DATÁN Y ABIRÓN, que se sublevaron contra Moisés, murieron y bajaron al SHEOL (Núm 16, 28-30). Y alguien tan venerado como el PATRIARCA JACOB (Gn 37, 35), o el piadoso REY EZEQUÍAS (Is 38, 10), también al morir terminan yendo al SHEOL. Job mismo dice: “Sé que al morir me iré al lugar donde se reúnen todos los mortales” (Jb 30, 23).

Para la mentalidad primitiva, no había diferencia en el destino final de los hombres. Todos, buenos y malos, iban a parar al mismo lugar. Con el paso del tiempo se empezó a ver lo errado de esta manera de pensar. No era posible que tuvieran un final semejante los que habían llevado una vida buena y los que habían tenido una vida de pecado. Así, alrededor del año 200 a.C., los judíos dejaron de creer en el SHEOL como único final para todos, y comenzaron a enseñar que en el otro mundo había dos habitaciones distintas, una para los justos y otra para los pecadores. Y que allí los pecadores serían atormentados con castigos. El primer libro de la Biblia que afirma esto es el de Daniel, escrito alrededor del año 165 a.C. Ahí leemos: “Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán; unos para la vida eterna, y otros para la vergüenza y el horror eternos” (Dn 12, 2-3).

Esta es la primera vez que el Antiguo Testamento menciona lo que nosotros después llamaremos “INFIERNO”. Aquí se lo denomina “vergüenza y horror eternos”, pero no explica en qué consiste. Lo único que queda en claro es que se trata de un destino diferente al de los buenos. La segunda vez que se habla del infierno es en el libro de la Sabiduría, escrito alrededor del año 50 a.C: “Los pecadores recibirán el castigo que sus pensamientos merecen, por despreciar al justo y apartarse de Dios” (Sab 3, 10). Son las dos únicas menciones del infierno en todo el Antiguo Testamento. Pero ninguna explica qué es. Cuando Jesús empezó a predicar, la originalidad de su mensaje fue que él hablaba en sus discursos exclusivamente de la salvación, no de “salvación y condenación”. Por eso llamó a su mensaje Buena Noticia. Basta comparar una frase suya con la de Juan Bautista, para darnos cuenta. Mientras Juan anunciaba: “Conviértanse, porque el Reino de los cielos está cerca. El hacha ya está puesta en la raíz del árbol, y el que no dé fruto será cortado y arrojado al fuego” (Mt 3, 2. 10), Jesús sólo decía: “Conviértanse, porque el Reino de los cielos está cerca” (Mt 4, 17). Lo mismo vemos cuando Jesús fue a predicar a la sinagoga de Nazaret. Leyó un largo pasaje del profeta Isaías, pero al llegar a la última parte, donde Isaías anunciaba “un día de venganza” contra la gente, Jesús se detuvo y lo cortó (Lc 4, 16-19). Y Lucas comenta que todos se admiraban de las palabras “llenas de gracia” que salían de su boca.

Sus parábolas sobre el perdón (como la del hijo pródigo, el fariseo y el publicano, la oveja perdida), y su actitud de misericordia hacia los pecadores más despreciables (la adúltera, la prostituta, los cobradores de impuestos) muestran hasta dónde la salvación era el único objeto de su prédica. Se lo dice claramente a Nicodemo: “Dios no ha enviado a su Hijo a condenar al mundo, sino a salvarlo” (Jn 3, 17). Y también a los jefes judíos: “No he venido a condenar al mundo, sino a salvarlo” (Jn 12, 47). Sin embargo, en algunas enseñanzas Jesús admite la posibilidad de una condena eterna. Lo hace, por ejemplo, cuando habla de “perder la vida” (Mc 8, 35), “perder el alma y el cuerpo” (Mt 10, 28), “no ser conocido” (Mt 7, 23), “ser apartado” (Mt 7, 23), “ser echado afuera” (Lc 13, 28). Con estas expresiones Jesús presenta la condena eterna, o sea, el infierno, como una exclusión del ámbito de Dios, como un no permitirle al hombre unirse a Dios en el más allá. Por lo tanto, para Jesús el infierno es simplemente la ausencia de Dios. Pero además de estas expresiones, en otras palabras de Jesús encontramos cuatro imágenes que describen de alguna manera cómo es el infierno. Estas son: a) fuego que no se apaga; b) gusanos que no mueren; c) tinieblas exteriores; y d) llanto y rechinar de dientes.

El elemento más característico del infierno es el fuego. El Nuevo Testamento lo menciona de seis maneras distintas“fuego que no se apaga” (Mc 9, 48), “fuego eterno” (Mt 25, 41), “horno de fuego” (Mt 13, 42), “fuego ardiente” (Heb 10, 27), “lago de fuego y azufre” (Apoc 19, 20), “Gehena de fuego” (Mt 5, 22), y “llama que atormenta” (Lc 16, 25). Los teólogos han discutido durante siglos sobre la realidad de este fuego, pero hoy sabemos que se trata simplemente de un símbolo, de un lenguaje figurado, del mismo modo que es simbólica la frase de Jesús cuando nos dice que debemos arrancarnos un ojo o cortarnos la mano si ellos nos hacen pecar (Mt 5, 27-30). Nos podemos preguntar entonces, ¿Por qué el Nuevo Testamento emplea el símbolo del fuego para explicar los sufrimientos del infierno? Algunos piensan que es porque, de los dolores físicos que experimentamos en la vida diaria, uno de los peores es el de la quemadura. Por lo tanto, la posibilidad de arder eternamente en el infierno representa un castigo absolutamente terrible.

Sin embargo, para la mentalidad judía, el fuego ardiente estaba asociado, más que a la idea de un dolor grande, al lugar donde iba a parar la basura, aquello que ya no sirve, el desperdicio. Por eso Jesús dice que el árbol que no da fruto es “arrojado al fuego” (Mt 7, 19); y que la cizaña inservible “es quemada” (Mt 13, 30). Por lo tanto, decir que alguien va a ser quemado equivale simplemente a decir que es un inútil, que no sirve para nada. No que va a sufrir mucho. Por eso, ante el abuso de muchos cristianos que se habían esmerado en describir con detalles el fuego del infierno, el Papa Juan Pablo II aclaró, en una catequesis pronunciada el 28 de julio de 1999, que se trata de “imágenes que expresan la completa frustración y vaciedad de una vida sin Dios”. De esta manera, Juan Pablo II se convertía en el primer papa que eliminaba el “fuego” del infierno.

El segundo elemento mencionado por Jesús sobre el infierno es el “gusano que no muere”. Sólo lo trae Marcos (Mc 9, 48). ¿Qué significado tiene? Para la Biblia, la presencia del gusano alude (igual que el fuego) a lo inservible e inútil. Lo menciona en el maná podrido (Éx 16, 20), en los enfermos pestilentes (2Mac 9, 9; Hech 12, 23), en los cadáveres (Is 14, 11; 66, 24). Por lo tanto, afirmar que en el infierno hay “gusanos que no mueren” significa que la situación de los que se condenan es como la de un cadáver descompuesto o la de un montón de basura inútil. El tercer elemento del infierno es el de las “tinieblas exteriores”. Sólo lo cita Mateo (8, 12; 22, 13; 25, 30). ¿Por qué emplea esta figura? Los judíos imaginaban la salvación eterna como un gran banquete, espléndidamente iluminado. Era lógico, pues, que imaginaran el infierno como lo contrario, es decir, como “tinieblas que quedaban afuera” de ese banquete. Las tinieblas simbolizan simplemente la no participación en la fiesta final.

El cuarto elemento es el “llanto y rechinar de dientes”. Lo mencionan Mateo (Mt 8, 12) y Lucas (13, 28). El rechinar de dientes en la Biblia aparece siempre como ejemplo de rabia y de odio (Job 16, 9; Sal 35, 16; Hech 7, 54). Unida al llanto, la frase completa quiere expresar el dolor y la desesperación de los que quedan excluidos de la salvación.

Ariel Alvarez Valdés
Biblista

DIFERENCIAS Y SIMILITUDES ENTRE SAN PEDRO Y SAN PABLO

Se dice que son las dos columnas de la Iglesia. Dieron su vida por Jesús y gracias a ellos el cristianismo se extendió por todo el mundo.

Diferencias:
-Antes de Jesús, Pablo fue miembro de las sinagogas fariseas. Inteligente y bien preparado, Pedro era un humilde pescador de oficio.

-Podemos establecer que sus llamados, aunque comparten el propósito, fueron distintos pues Pedro le esperaba y Pablo le perseguía: Pedro fue encontrado haciendo su trabajo, pescando, Jesús le ofrece un nuevo sentido, hacerlo “pescador de hombres”, la respuesta fue inmediata Mt 4, 18-20.

A Pablo le encontró persiguiendo a sus seguidores, y sabiendo que en cada Cristiano esta Jesús, él Señor le pregunto ¿Por qué me persigues?, pasando así de perseguidor a Discípulo Hch 9, 1-6.

-Pedro fue uno de los 12 apóstoles de Jesús, vivió momentos muy importantes con Él, le vio caminar sobre las aguas, presenció la transfiguración, fue invitado a orar en el huerto de Getsemaní y más tarde le acompañó en su aprehensión, le vio ascender al cielo y después de verle resucitado fue lleno del Espíritu Santo en Pentecostés. Pablo no fue apóstol directo del Señor, pero tuvo un encuentro vivo con Él, todo cuanto alimentó su fe posteriormente lo aprendió por medio de la oración y el testimonio de los discípulos.

-Con Jesús, Pedro pasó del miedo y la negación a la certeza. Pablo, de perseguir cristianos a ser uno de sus más importantes voceros.

Su misión:
Pedro se dedica en especial a la evangelización de los judíos, Pablo anuncia la Buena Nueva a los paganos, así nos lo cuenta el mismo Pablo en Gálatas 2, 7-8.

-Pedro fue puesto por Jesús como responsable de su Iglesia, Pablo es considerado “el apóstol de las naciones” pues viajo kilómetros formando nuevas comunidades cristianas.

Similitudes:
-Ambos, a su manera negaron a Jesús. Pedro durante la Pasión de Cristo es descubierto por la sirvienta de la casa y en tres ocasiones, tal como Jesús había dicho que lo haría le negó, afirmando que no lo conocía, por miedo.

Pablo le negó proyectando violencia y muerte hacia los primeros cristianos.

– Teniendo motivos para renunciar y darse por vencidos ante sus errores se dieron cuenta que eran amados y que hay gracia y misericordia para todos, nadie puede caer tan bajo que Dios no nos encuentre “…pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” Rom 5, 20. Estamos familiarizados con el pecado, estos dos apóstoles conocieron el pecado de primera mano, y es por esto que experimentaron el amor, la gracia y misericordia de Dios que predicaron.

-Ambos vivieron en Roma durante el tiempo del emperador Nerón por lo que enfrentaron una época difícil donde la superstición, magos y adivinos, los ídolos, la persecución y martirio de cristianos en las calles era algo de todos los días, ambos lucharon por y con Dios, encontrando fuerza para hacer frente a esto sin desanimarse, por el contrario, predicaron los dos la importancia de vivir en ALEGRÍA.

En palabras de Pablo: “Estén siempre alegres, oren sin cesar y den gracias a Dios en toda ocasión; esta es, por voluntad de Dios, su vocación de cristianos”1 Tes 5, 16-18

Por su Parte Pedro nos invita a vivir con alegría aun en las pruebas: “Por eso estén siempre alegres, aunque por un tiempo tengan que ser afligidos con diversas pruebas”1 Pe 1, 6

-Jesús les cambia el nombre al descubrirles su misión, de Simón a Pedro (o sea piedra), y de Saulo a Pablo.

-El libro de Hechos de los apóstoles, en el capítulo 4 y después en el 16 nos narra cómo ambos fueros perseguidos y encarcelados por predicar a Jesús y sanar en su nombre, y aún en prisión, los dos no pudieron dejar de hablar de Él; Pedro les responde ante la orden de no enseñar el nombre de Jesús “No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído”, mientras que Pablo no dejaba de alabarle.

-Más tarde ambos sufrieron el martirio, Pedro, como narra la tradición, crucificado cabeza abajo, y Pablo degollado, no podían condenarlo a morir en una cruz, ya que era una muerte reservada para los esclavos.

-Coautores (Inspirados por el Espíritu Santo) de la Biblia, Pedro escribió dos cartas mientras que Pablo ¡14!

-Nos enseñan que nunca es tarde para el servicio, ambos hicieron apostolado a avanzada edad.

-Los textos Bíblicos y la tradición los describen como hombres de carácter fuerte e impulsivos, si te identificas con ellos, debes de saber que Dios hace grandes cosas a través nuestro, importar nuestras características o limitaciones.

-Ambos nos invitan a trabajar por ser mejores, no conformarnos y tratar de ser perfectos, tal vez sea un camino largo y difícil pero nos acercará a una vida en paz, felicidad y santidad.

Se sabe que Pedro y Pablo, por su forma de ser no pudieron predicar juntos, pero como puedes ver, encontré mas similitudes que diferencias y es que, aunque cada persona es creada de forma única, cuando tenemos a Dios como común denominador, serán mas las cosas con las que podamos identificarnos con otros, que lo que nos divida.

LA MASACRE DE SAN PATRICIO


Se conoce como Masacre de San Patricio (o "de los palotinos", o "de Belgrano") el asesinato de tres sacerdotes y dos seminaristas de la orden de los palotinos, el 4 de julio de 1976, durante la dictadura cívico-militar, crimen ejecutado en la iglesia de San Patricio, ubicada en el barrio de Belgrano, Buenos Aires. Los religiosos asesinados fueron los curas Alfredo Leaden, Alfredo Kelly y Pedro Duffau y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti.

Alrededor de la una de la mañana del 4 de julio de 1976, tres jóvenes, Luis Pinasco, Guillermo Silva y Julio Víctor Martínez, vieron como dos automóviles estacionaban frente a la iglesia de San Patricio. Como Martínez era hijo de un militar y pensó que podría tratarse de un atentado contra su padre, fue a la Comisaría Nº 37 para hacer la denuncia. Minutos después un automóvil policial llegó al lugar y el oficial Miguel Ángel Romano habló con las personas que estaban en los autos sospechosos.

A las 2 de la mañana Silva y Pinasco vieron como un grupo de personas con armas largas salían de los autos sospechosos y entraban a la iglesia. A la mañana siguiente, a la hora de la primera misa, un grupo de fieles esperaba frente a la puerta de la iglesia que se encontraba cerrada. Extrañado por la situación, el joven Fernando Savino, organista de la parroquia decidió entrar por una ventana y encontró en el primer piso los cuerpos acribillados de los cinco religiosos, boca abajo y alineados, en un enorme charco de sangre sobre una alfombra roja.

Los asesinos habían escrito con tiza en una puerta:

"Por los camaradas dinamitados en Seguridad Federal. Venceremos. Viva la Patria."

También escribieron en una alfombra:

"Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes y son M.S.T.M."

La sigla "M.S.T.M." corresponde al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, en tanto que la primera frase sobre "Seguridad Federal" está evidentemente referida al atentado con explosivos que Montoneros había realizado dos días antes en el comedor de esa dependencia policial causando la muerte de 20 policías. Sobre el cuerpo de Salvador Barbeito los asesinos pusieron un dibujo de Quino, tomado de una de las habitaciones, en el que Mafalda aparece señalando el bastón de un policía diciendo: "Este es el famoso palito de abollar ideologías".

Al día siguiente, el diario La Nación publicó una crónica sobre la masacre que incluía el texto de un comunicado del Comando de la Zona I del Ejército que decía:

"Elementos subversivos asesinaron cobardemente a los sacerdotes y seminaristas. El vandálico hecho fue cometido en dependencias de la iglesia San Patricio, lo cual demuestra que sus autores, además de no tener Patria, tampoco tienen Dios."

Ese mismo 5 de julio de 1976 se realizó en la iglesia de San Patricio una misa por los religiosos asesinados. A la misma se presentaron altas autoridades militares y más de tres mil fieles. En el valiente sermón pronunciado por el padre palotino Roberto Favre, parcialmente publicado al día siguiente por el diario Clarín, aquel dijo:

"No puede haber voces discordantes en la reprobación de estos hechos. Tenemos necesidad de buscar más que nunca la justicia, la verdad y el amor para ponerlas al servicio de la paz... Hay que rogar a Dios no solo por los muertos, sino también por las innumerables desapariciones que se conocen día a día... En este momento debemos reclamar a todos aquellos que tienen alguna responsabilidad, que realicen todos los esfuerzos posibles para que se retorne al Estado de Derecho que requiere todo pueblo civilizado."

En agosto de 1976 un grupo armado secuestró por unas horas a Mariano Grondona, conocido abogado y periodista. Al liberarlo sus captores le indicaron que debía llevar un mensaje a los obispos: “Que si seguían tolerando a sacerdotes de izquierda proseguirían los episodios como el de los palotinos y sufrirían una escalada hacia la jerarquía eclesiástica”. Grondona comunicó el mensaje al Nuncio Pío Laghi y al vicario castrense Monseñor Tortolo, pero no hizo denuncia alguna del secuestro ni puso el hecho en conocimiento de la justicia hasta 1984.

JUAN EL BAUTISTA

Zacarías, el padre de Juan el Bautista, era un sacerdote de la estirpe de Abías, la octava de las veinticuatro clases en que fueron divididos los sacerdotes, podemos verlo en 1º Crónicas, 24, 7-19; Isabel, la madre del Precursor, era "descendiente de Aarón" según Lucas (1, 5); el mismo evangelista, unos versículos después (1, 36) la llama "prima" de María. Estas dos afirmaciones parecen contradictorias, ¿cómo podía ser una prima de María "descendiente de Aarón"?. El problema se podría resolver adoptando la lectura que se da en una antigua versión persa, donde encontramos "hermana de la madre" en vez de "prima". Una explicación en cierto modo análoga, probablemente tomada de algún escrito apócrifo, y tal vez correcta, se da por San Hipólito.

Según ella, Mathan tuvo tres hijas, María, Soba, y Ana. María, la mayor, se casó con un hombre de Belén y fue la madre de Salomé; Soba se casó también en Belén, pero con "un hijo de Leví", de quien tuvo a Isabel; Ana desposó a un galileo (Joaquín) y dio a luz a María, la Madre de Jesús. Así Salomé, Isabel, y María, la madre de Jesús fueron primas hermanas, e Isabel, "descendiente de Aarón" por línea paterna, era, por su madre, prima de María. El hogar de Zacarías se designa sólo de una manera vaga por Lucas 1-39: En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá”. El nacimiento del Precursor fue anunciado de la manera más chocante. Zacarías e Isabel, como sabemos por Lucas 1-6,7: "Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada" Habían rezado mucho para que su unión fuera bendecida con descendencia; pero, ahora que "los dos eran de edad avanzada", el reproche de esterilidad pesaba sobre ellos. En el mismo evangelio de Lucas 1-8,17, leemos:

"Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios, le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso. Entonces se le apareció el Angel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.

Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. Pero el Angel le dijo: «No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. El será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios.

Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto".

Como Zacarías fue lento en creer esta asombrosa predicción, el ángel, al hacérsela conocer, le anunció que, en castigo a su incredulidad, estaría afectado de mudez hasta que la promesa se cumpliera, así lo relata Lucas 1,23-24: "Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa. Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses".

Ahora bien durante el sexto mes tuvo lugar la Anunciación, y, como María había oído al ángel que su prima había concebido, "fue sin demora" a felicitarla, leemos en Lucas 1,39-44: "En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno".

Al llegar el tiempo del nacimiento del hijo de Isabel, el evangelio de Lucas nos relata todo lo ocurrido desde el versículo 57 al 80 nos dice que:

“Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: «No, debe llamarse Juan».

Ellos le decían: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre». Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: «Su nombre es Juan». Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.

Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: «¿Qué llegará a ser este niño?». Porque la mano del Señor estaba con él. Entonces Zacarías, su padre, quedó lleno del Espíritu Santo y dijo proféticamente:

«Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su Pueblo, y nos ha dado un poderoso Salvador en la casa de David, su servidor, como lo había anunciado mucho tiempo antes, por boca de sus santos profetas, para salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian.

Así tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa Alianza, del juramento que hizo a nuestro padre Abraham de concedernos que, libres de temor, arrancados de las manos de nuestros enemigos, lo sirvamos en santidad y justicia, bajo su mirada, durante toda nuestra vida.

Y tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados; gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita del Sol naciente, para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel”.

CUANDO LOS FRANCESES FUERON A LA GUERRA EN TAXI

La idea de los alemanes durante la Primera Guerra Mundial era avanzar rápidamente en el frente occidental para luego poder centrarse en el frente ruso. Bélgica y Luxemburgo fueron tomadas con facilidad, pero, a las puertas de París, en la llamada primera batalla del Marne, en septiembre de 1914, las fuerzas aliadas consiguieron parar la ofensiva alemana… gracias a la flota de taxis de la capital francesa. El avance del Primer y Segundo ejército alemán por tierras belgas hizo replegarse a las tropas francesas y a la Fuerza Expedicionaria Británica (FEB) hasta el sur del río Marne, a cuarenta y ocho kilómetros de París.

Ante el más que posible asedio a la capital, el gobierno francés se trasladó a Burdeos. Aunque los aliados no estaban en las mejores condiciones para combatir después de dos semanas batiéndose en retirada, JOSEPH JOFFRE, jefe del Estado Mayor francés, decidió que la mejor defensa era un ataque. Reagrupó sus tropas, el Quinto y el Sexto ejército francés, y ordenó atacar. El empuje inicial del Sexto consiguió abrir brecha en el flanco derecho del Primero alemán, y cuando el Segundo alemán maniobró para ayudarles, les cortaron el paso el Quinto y la FEB. Aun así, el Primero consiguió reagruparse y comenzó a recuperar el terreno perdido. JOSEPH JOFFRE no tenía más tropas en el frente y necesitaba a los reservistas de París, así que mandó un correo a JOSEPH GALLIENI, gobernador militar de París, para que le enviase refuerzos.

Cuando JOSEPH GALLIENI leyó el correo movilizó a los reservistas, unos diez mil, pero se encontró con un problema: no disponía de transportes suficientes. Cuatro mil fueron trasladados en camiones y para los seis mil restantes, uso el ingenio: ordenó a todos los taxistas de París que no recogiesen a ningún pasajero y que se reuniesen en la Esplanade des Invalides. Ante una flota de seiscientos taxis -casi todos Renault 8CV-, GALLIENI les explicó su plan y, aunque nadie se habría negado teniendo a los alemanes a las puertas, les ofreció una compensación económica del 27 por ciento de lo que marcase el taxímetro -nadie reclamó el importe de aquellas carreras-.

Haciendo varios viajes al día, fueron llevando a los seis mil reservistas al frente y en los viajes de vuelta traían a los soldados heridos y a las mujeres y niños que recogían por el camino. Y aunque consiguieron parar la ofensiva alemana, e incluso obligarles a retirarse hasta el río Aisne, allí el Primero y Segundo ejército alemán se hizo fuerte y se atrincheraron.

NUESTRA SEÑORA DEL HUERTO

El origen de la devoción y el culto a Nuestra Señora del Huerto se remonta a años lejanos, precisamente a finales del siglo XIV. En la primavera del año 1493, la ciudad de Chiávari, Italia, fue aquejada por una gravísima epidemia, procedente de Génova, ciudad con la que mantenía una fuerte comunicación, que llenó de terror a todos sus habitantes, causando numerosas muertes.

Una piadosa mujer de Chiávari, María, de la familia de los Quercio, llamada Turquina, acudió a La Madre de Dios y oró constantemente, iluminada por su fe y su solidaridad hacia sus hermanos, pidiéndole que alejara de su pueblo el terrible flagelo que lo azotaba y prometiéndole una señal de público reconocimiento si se le concedía la gracia. Su esperanza no fue defraudada, y milagrosamente, la aterradora epidemia desapareció, y la buena mujer, en señal de gratitud a María Santísima, mandó pintar su sagrada Imagen en un muro que daba a la calle más concurrida de Chiávari, llamada “La calle de Los Huertos”, denominada así por haber muchos huertos en esa calle, a fin de que los que pasaran pudiesen más fácilmente alabar y rezar a la Virgen.

Confió el trabajo al reconocido pintor Benito Borzone, quien logró expresar de un modo admirable la idea de la bondad y el poder de María. La pintura representa a la Virgen en el acto de estrechar en su seno con la mano izquierda al niño Jesús, que se toma de su cuello, mientras que con la mano derecha sostiene alzado el pequeño brazo del Niño, para bendecir a la ciudad y a cualquiera que tuviese la gracia de pasar delante de ella. En torno a la cabeza de la Virgen se leen las palabras del saludo angélico: “Ave gratia plena”, y más en alto, la frase bíblica: “Hortus Conclusus”.

La nueva Imagen, por la profunda verdad teológica que encarna y la eficaz manera de la disposición de las figuras y el colorido, suscitó muy pronto una gran devoción. Por el nombre en que fue pintado el cuadro, la Imagen recibió el nombre de “Virgen del Huerto”. Tiempo después, durante la noche anterior al 2 de Julio de 1610, un joven del pueblo, llamado Sebastián Descalzo, se encaminaba hacia Carrasco, recitando sus oraciones. Mientras se acercaba al Muro de los Huertos, vio sobre los mismos un gran resplandor, y en medio de la gran luz, una majestuosa figura de mujer, que avanzaba lentamente hacia la plaza, acompañada por dos antorchas sostenidas por ángeles invisibles. El joven tuvo miedo y se alejó en dirección al puerto, pero su gran curiosidad venció al miedo y se detuvo para ver hacia donde se dirigía la aparición, pensando que podría ser María, observó asombrado que la majestuosa Señora se detenía frente a su Imagen, iluminándola completamente con un potente resplandor, y más tarde se elevó y desapareció perdiéndose en la cegadora luz.

Con el alma llena de alegría por haber visto con sus propios ojos a La Madre de Dios, Sebastián regresó a Chiávari y narró su extraordinaria aventura a cuantos encontraba en el camino. El pueblo chiavarés se conmovió profundamente con aquel relato y fueron a ver el nicho donde se encontraba la Imagen, y observaron que la fisura que había amenazado, desde hacía muchos años, el derrumbe del nicho, a causa del deterioro del tiempo y la intemperie, había desaparecido misteriosamente, quedando nada más que una señal apenas visible, lo que constituyó un claro testimonio de que la sorprendente aparición que Descalzo había presenciado había sido real.

Años después, con el consentimiento del Vicario, el pueblo construyó una pequeña capilla para preservar la Imagen de cualquier peligro de derrumbe, que luego se convirtió en una Basílica. El 7 de marzo de 1643 la Virgen del Huerto fue declarada Patrona de la ciudad y el 8 de Septiembre de 1769 fue coronada solemnemente.

EL TAJ MAHAL

Es un complejo de edificios construido entre 1631 y 1654 en la ciudad de Agra, estado de Uttar Pradesh, India, a orillas del Yamuna, por el emperador musulmán Shah Jahan de la dinastía mogol. El imponente conjunto se erigió en honor de su esposa favorita, Arjumand Bano Begum —más conocida como Mumtaz Mahal— quien murió dando a luz a su 14ª hija, y se estima que la construcción necesitó el esfuerzo de unos 20.000 obreros. Es considerado el más bello ejemplo de arquitectura mogola, estilo que combina elementos de las arquitecturas islámica, persa, india e incluso turca. El monumento ha logrado especial notoriedad por el carácter romántico de su inspiración. Aunque el mausoleo cubierto por la cúpula de mármol blanco es la parte más conocida, el Taj Mahal es un conjunto de edificios integrados.

Actualmente es un importante destino turístico de la India. En 1983, fue reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. El Taj Mahal fue nombrado una de Las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno. El emperador Sha Jahan fue un prolífico mecenas, con recursos prácticamente ilimitados. Bajo su tutela se construyeron los palacios y jardines de Shalimar en Lahore, también en honor de su esposa. Mumtaz Mahal dio a su esposo catorce hijos, pero falleció en el último parto y el emperador, desconsolado, inició casi enseguida la construcción del Taj como ofrenda póstuma. Todos los detalles del edificio muestran su naturaleza romántica, y el conjunto hace alarde de una estética espléndida. Tras una visita realizada en 1663, el explorador francés François Bernier realizó el siguiente retrato del Taj Mahal y de los motivos del emperador para construirlo:

"Completaré esta carta con una descripción de los dos maravillosos mausoleos que otorgan total superioridad a Agra sobre Delhi. Uno de ellos fue erigido por Jehan-guyre en honor de su padre Ekbar, y Chah-Jehan levantó el otro, de extraordinaria y celebrada belleza, en memoria de su esposa Tage Mehale, de quien se dice que su esposo estaba tan enamorado que le fue fiel toda su vida y a su muerte quedó tan afectado que no tardó mucho en seguirla a la tumba".

A poco de terminar la obra en 1656, Sha Jahan cayó enfermo y su hijo Sha Shuja se declaró a sí mismo emperador en Bengala, mientras Murad, con el apoyo de su hermano Aurangzeb, hacía lo mismo en Guyarat. Cuando Sha Jahan, muy enfermo ya, se rindió a los ataques de sus hijos, Aurangzeb le permitió seguir con vida en arresto domiciliario que cumplió en el cercano fuerte de Agra. La leyenda cuenta que pasó el resto de sus días mirando por la ventana al Taj Mahal y, después de su muerte en 1666, Aurangzeb lo sepultó en el mausoleo al lado de su esposa, generando la única ruptura de la perfecta simetría del conjunto. Se dice también que después de terminar dicha obra arquitectónica el emperador hizo que a los obreros se les cortara las manos para que jamás se viera otra obra igual.

A finales del siglo XIX varios sectores del Taj Mahal estaban muy deteriorados por falta de mantenimiento. Durante la época de la rebelión hindú (1857) fue dañado por soldados británicos, cipayos y oficiales del gobierno, quienes arrancaban piedras semipreciosas y lapislázuli de sus muros. En 1908 se completó la restauración ordenada por el virrey británico, Lord Curzon, quien también encomendó la fabricación de la gran lámpara de la cámara interior según el modelo de una similar que se encontraba en una mezquita de El Cairo. Curzon hizo remodelar también los jardines al estilo inglés que todavía hoy se conservan. Durante el siglo XX mejoró el cuidado del templo, en 1942 el gobierno construyó un andamio gigantesco cubriendo la cúpula, en previsión de un ataque aéreo de la Luftwaffe y, posteriormente, de la fuerza aérea japonesa. Esta protección se volvió a erigir durante las guerras entre India y Pakistán de 1965 y 1971.

Las amenazas más recientes provienen de la contaminación ambiental sobre las riberas del río Yamuna y de la lluvia ácida causada por la refinería de Mathurā. Ambos problemas son objeto de varios recursos ante la Corte Suprema de Justicia de la India. Recientemente, sectores sunitas reclamaron la propiedad del edificio, basándose en que se trata de la tumba de una mujer desposada con un miembro de ese culto islámico. El Gobierno indio ha rechazado la reclamación considerándola sin fundamento, ya que el Taj Mahal es propiedad de la nación entera.

lunes, 19 de junio de 2023

ESTO ME PASO REZANDO


Escucha el último podcast de El PELADO Investiga: políticamente incorrecto. En el episodio de esta semana: “Esto me paso rezando”
En este podcast, nos relata una experiencia paranormal que le sucediera cuando estaba rezando. ¡No podrás creer lo que le sucedió!
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domingo, 18 de junio de 2023

EL MARTIRIO DE JUAN BAUTISTA

La fortaleza de Maqueronte, emplazado en el punto de declive en que la triste meseta del desierto declina hacia el mar Muerto. Horizontes calcáreos, polvo blanco, aridez, sol y tierras calcinadas. Flavio Josefo, historiador judío, relata interesantes noticias y pormenores de esta fortaleza. Según Plinio la más segura después de la de Jerusalén— servía de recio baluarte contra los árabes nabateos, lindantes con los estados herodianos. Era una construcción fuerte y cómoda a la vez; era una de aquéllas que Herodes el Grande había edificado en diversos lugares de sus dominios. Se advierte en la morosidad y detalles de la prosa de Flavio Josefo un particular gusto en describirla. Dice que Herodes construyó en medio del recinto fortificado "una casa regia", suntuosa por la grandiosidad y hermosura de sus departamentos y que la proveyó, además, de abundancia de cisternas y de toda clase de almacenes. Convenía a la aridez y apartamiento del lugar.

La doble ventaja de Maqueronte de aunar fortaleza y casa de placer ofrecía al hijo de Herodes el Grande, Herodes Antipas, actual tetrarca, la oportunidad de atender a un doble objeto: vigilancia de sus fronteras, amenazadas por Aretas, rey de los nabateos, y solaz para sus largas horas de pequeño rey desocupado y amigo de fiestas y diversiones. De aquí su detenerse preferentemente muchas temporadas en este alcázar. El generoso abastecimiento, la alegre compañía, acomodada a sus caprichos, y los gustos que podía permitirse, convertían la aridez del desierto en amena y divertida morada.

Y es el mismo historiador judío, Josefo, quien nos certifica de este sitio como escenario de uno de los dramas más pungentes, aleccionadores y bellos en la historia de la santidad: el del final de la vida y el martirio de Juan, el Bautista. Flavio Josefo era contemporáneo del santo Precursor. Austeridad de paisaje y palacio de deleites. Marco expresivo para aquella figura de vida penitencial que remata corno invencible víctima de ajenos placeres.

Una providencial incidencia nos ilustra sobre este caso sublime de la vida del hijo de Zacarías y de Isabel. Marcos y Mateo nos lo recuerdan, ocasionalmente, con motivo de los temores de Herodes ante la predicación y los milagros de Jesús. Cuando llegan a oídos del tetrarca galileo las noticias de la aparición del Maestro, se estremece. En su pavor, turbio y supersticioso, se pregunta: "¿Es Juan el que yo maté, que ha resucitado?" Y oyó el rey Herodes, el tetrarca, la fama de Jesús, todas las cosas que El hacía, porque se había hecho notorio su nombre, y decía: Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos; y por esto obran en él los milagros.

Casi diez meses ya que Juan, el Bautista, está encarcelado. "Herodes había hecho arrestar a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel por causa de Herodías." La obscuridad de una reducida mazmorra en el sótano, excavado en la propia roca, de Maqueronte, retiene su austera figura nazarena. Se intenta apagar con el aislamiento aquella voz de verdades que, con libertad de santo, amonesta a los grandes, al monarca: "No te es lícito tener la mujer de tu hermano". Este monarca es Herodes Antipas, hijo de Herodes llamado el Grande, aquel perseguidor de Jesús niño que había mandado degollar a los Inocentes. Herodes Antipas reinaba, como tetrarca, en Galilea y en Perea desde la muerte de su padre. Era hermano de Arquelao, que ocupó el trono de Judea, Idumea y Samaría. Y hermano también, por parte de padre solamente, de Filipo —así le apellida San Marcos, en tanto que Flavio Josefo le llama Herodes—, que vivía como obscuro particular en la capital del Imperio.

En uno de los viajes de Antipas a Roma, —viaje probablemente de información secreta sobre gobernadores romanos a Tiberio, amigo suyo, conquistado con hábiles y aduladoras complacencias— se hospedó en casa de su hermano Filipo. La intimidad y frecuencia de trato le llevó a enamorarse allí, con la tenacidad de una pasión de madurez —de otoño casi, pues Herodes pasaría de la cincuentena— de su cuñada Herodías, nieta de Herodes el Grande y sobrina de los dos, de Filipo y de Antipas. A la pasión erótica del segundo responde la ambición soñadora de la mujer. Altiva, dominadora, intrigante, fantaseando grandezas y sedienta de fausto, descubre Herodías, con la declaración de Antipas, la posibilidad de abandono de su obscura existencia en Roma. Se le abre un horizonte áureo y sonriente, de brillantez y suntuosidades. Corresponde a la pecaminosa ternura y decide, con cautela, seguir, en el momento oportuno, hasta el Mediterráneo oriental a su real amante.

No es fácil dar apariencia legal a estos amores. Ya el matrimonio con Filipo había encontrado sus dificultades. Y el matrimonio entre cuñados estaba prohibido según la Ley de Moisés. Y donde reinaba Antipas regía la observancia de rabinos, duros y exigentes, por lo menos con las apariencias de la Ley. Además, el tetrarca de Galilea y de Perea tenía su esposa legítima, una princesa, la hija de Aretas, rey de los árabes nabateos. Pero triunfan la vehemencia erótica de la pasión del torpe enamorado y la vehemencia ambiciosa de la querida.

Después de un tiempo de espera, en el que, y durante la ausencia del tetrarca de sus dominios, la esposa legítima informada, ha huido buscando otra vez refugio en la corte de su padre, Herodías lo salta todo, deja a su marido, y acompañada de su hija, habida del matrimonio con Filipo, marchan a Galilea. Su vanidad se colma, deslumbrada ante la corte de Herodes, cuyo amor a la fastuosidad, heredado de su padre, era conocido en Roma. Antipas, oriental educado en la capital del Imperio, unía el sentido suntuario del Oriente con el refinamiento de las costumbres paganas.

Aretas, el rey de los nabateos, herido en su honor de monarca y en su afecto de padre por el repudio de su hija, se ha convertido en temible enemigo del tetrarca galileo. Esto justifica más la presencia de Herodes en Maqueronte. Pero su avidez de goce y de ostentación disfruta más del palacio que de la fortaleza. Los lujosos salones son testigos de frecuentes fiestas. Músicas de placer tienen el encargo de ahogar el ingrato estrépito de un posible ataque. Herodías colabora, con su don de insinuación, al olvido, Y triunfa en aquel pequeño ambiente con su seducción, su brillo y ansia de distracciones. Solo el índice acusador de Juan se hinca, como un torcedor, como un hierro afilado, en su sensualidad: —No es lícito.

La adúltera, ofendida y enfurecida con Juan, el profeta delator de su adulterio, tenía a su lado un medio muy apto: su hija. Esta hija cuyo nombre no se nos dice en el Evangelio y que sabemos por Flavio Josefo: Salomé. Y cuyo perfil físico —el de varios años después— conocemos gracias a una pequeña moneda en la que aparece con el rey de Calcis, Aristóbulo, del que fue esposa. Herodías; podría tender una trampa habilísima. La muchacha había aprendido en la alta sociedad a bailar y a ejecutar danzas desconocidas de aquellos magnates de provincia. La ayudaba su fragante juventud. Salomé tendría entonces unos diecinueve años.

Su madre, supo estimular el amor propio de la joven. Salomé, encendida juvenilmente del deseo femenino de exhibirse, estuvo a la altura de la intención de la madre. La coreografía amenazadora de festines era habitual en las costumbres romanas, su habitual desenfado, atrevidamente erótico. Hoy no actuarán bailarinas asalariadas. La danzarina será esta vez la propia Salomé.

Se arquea su cuerpo con ritmos tan elásticos y graciosos, danza de forma tan audaz y seductora para la baja avidez de tanto instinto despertado, que Antipas se estremece. El halago de un espectáculo superior, que le eleva por encima de las demás cortes de Oriente, le sacude. Es el brillo de la metrópoli danzando en los movimientos de Salomé. Y es la lujuria y frivolidad del tetrarca que exultan hasta el entusiasmo. "Pídeme lo que quieras y te lo daré" —le asevera con la ternura viscosa de la sensualidad exaltada, entre el delirio y los aplausos de la concurrencia complacida—. "Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino". Y corrobora la promesa con solemne juramento.

Aturdida ante tal ofrecimiento, Salomé cruza, rápida, la sala y va a la del banquete de las damas —las mujeres no podían participar como comensales en estos festines—, donde estaba su madre. Su madre alerta. "¿Qué le pido?" Herodías no duda un instante. Tajante como el filo de la espada que dentro de unos minutos cercenará la cabeza del profeta. La rapidez en expresar esta voluntad y las prisas con que se ejecute —"ahora mismo", dice el texto evangélico—, descubren en su satisfacción el logro de un incontenible y represado anhelo. ¡Por fin! "La cabeza de Juan el Bautista". Vuelve Salomé apresuradamente donde estaba el rey. Pide, decidida: "Quiero que me des al instante, sobre esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista."

El rey se entristeció. Porque apreciaba a Juan. "Le tenía como profeta y le custodiaba, y por su consejo hacía muchas cosas, y le oía de buena gana. Pero por el juramento y por los que con él estaban a la mesa, no quiso disgustarla. Mas enviando uno de su guardia, le mandó traer la cabeza de Juan en un plato. Y le degolló en la cárcel. Y trajo su cabeza en un plato y la dio a la muchacha y la muchacha la dio a su madre".

La tristeza de Antipas fue sincera. Pero ineficaz. Con la ineficacia de la cobardía. Da la orden al soldado destinado para estos eventuales menesteres de muerte. Sobre una de las mismas bandejas de la fiesta, ¡qué fuerza del símbolo!, aparece un trágico fruto: la cabeza de Juan, pasa apresuradamente de manos de la hija, ligera, a las de la madre, incestuosa y adúltera. El odio acumulado ardía con los vértigos más vivos de la prisa.

Este es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado. Herodes y Herodías empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo asesinos. El pecado del adulterio los llevó al crimen, al asesinato de un hombre.

Juan murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta Isaías hace a los predicadores: "Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar". El Bautista vio que llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación de Herodes y de su concubina y habló fuertemente. Ese era su deber. Y tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero mártir.

Una antigua tradición cuenta que Herodías años más tarde estaba caminando sobre un río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió hasta el cuello y el hielo se cerró y la mató. Puede haber sido así o no. Pero lo que sí es histórico es que Herodes Antipas fue desterrado después a un país lejano, con su concubina. Y que el padre de su primera esposa (a la cual él había alejado para quedarse con Herodías) invadió con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo enormes daños. Es que no hay pecado que se quede sin su respectivo castigo.

DANIEL DE MOSCÚ

San Daniel de Moscú para la iglesia ortodoxa (1261 - 4 de marzo de 1303), fue el primer príncipe de Moscú. Era el hijo menor de Alejandro Nevski y de la Gran Duquesa Vassa. La participación de Daniel en la lucha por conseguir la gobernación de Nóvgorod en 1296 demuestra que Moscú ganó influencia política durante su reinado.

En 1300 encarceló al príncipe de Riazán por su intención de conquistar las tierras de Moscú en alianza con los tártaros. Para conseguir la libertad, el preso cedió a Daniel su fortaleza en Kolomna, posesión muy importante ya que garantizaba el control a lo largo del río Moscova. En 1302 su primo y aliado, Iván de Pereslavl, legó a Daniel todas sus tierras, incluyendo sus posesiones en Pereslavl-Zaleski.

Daniel de Moscú es conocido como un soberano sabio por su política de hacer paz entre los gobernantes de las tierras vecinas y adquisición pacífico de nuevas tierras para su propio principado. Fundó los primeros monasterios de Moscú: de San Daniel y de la Epifanía del Señor. En uno de ellos llevó el resto de su vida, al tomar los hábitos. Reposó en paz en su celda el 4 de marzo de 1303. Sus reliquias fueron recuperadas incorruptas el 30 de agosto de 1652. El mismo año fue canonizado por la Iglesia Ortodoxa Rusa.

LA BATALLA DE POITIERS

A principios del siglo VIII, la Europa cristiana vivió uno de sus momentos más comprometidos: la supervivencia de la fe dominante en el continente estuvo en liza frente al imparable avance musulmán. Desde la caída de la Hispania visigoda, las incursiones contra el reino Franco y Burgundia no dejaron de aumentar en su ensañamiento, hasta el punto de que el «mayordomo de palacio» Carlos Martel, abuelo del Emperador Carlomagno, fue designado para conducir un ejército contra la amenaza que brotaba desde Al-Andalus. La gran expansión del Islam se suele emplazar entre la toma de La Meca en el año 630 y precisamente la batalla de Poitiers. El derrumbe del aparentemente poderoso reino germánico visigodo, que ocupaba lo que hoy es España y Portugal, hizo temblar a toda Europa en 711. Los visigodos fueron barridos del campo de batalla por solo 15.000 hombres, bereberes en su mayoría, a causa sobre todo de la debilidad interna de sus reyes. Una vez conquistado Al-Andalus, los musulmanes retrasaron su avance debido a las luchas internas entre bereberes y árabes, que en el caso de los segundos estaban divididos a su vez entre kalbíes y qaysíes, pero colaboraron para saquear las tierras al norte de los Pirineos.

Las incursiones en las fronteras enemigas eran una estrategia habitual entre los musulmanes, cuyo objetivo era debilitar a los estados cristianos mientras averiguaban lo factible de lanzarse a su conquista. Tras atacar Aviñón y Lyon a modo de «razia», los musulmanes hicieron un primer intento de conquistr Toulouse en el año 721, que fracasó frente a las tropas de Eudes de Aquitania, «un romano que combatía contra los barbari (los francos)» con todavía más estrépito que en Poitiers. Envalentonado por su derrota, el Califato Omeya intensificó sus ataques contra Aquitania en los siguientes años y logró saquear Burdeos. Una matanza de cristianos en el río Garona fue especialmente terrible: «Los creyentes atravesaron las montañas, arrasaron el terreno abrupto y el llano, saquearon hasta bien adentro el país de los francos y lo castigaron todo con la espada, de forma que cuando Eudes trabó batalla con ellos en el río Garona, huyó».

Acosado por los árabes por el sur, Eudes de Aquitania pidió ayuda urgente al gobernante de facto de los francos, su antiguo rival, Carlos Martel, llamado así «como el martillo (Martel) quiebra y machaca el hierro, el acero y los demás metales». Nacido en el año 688, Carlos fue el fundador de la dinastía carolingia que gobernó Francia hasta el siglo X, si bien lo hicieron en calidad de mayordomos de palacio hasta el 752, puesto que el territorio estaba en manos de los reyes merovingios. Estos, calificados como «los reyes perezosos», gobernaban nominalmente en el territorio franco pero su poder real era inexistente. Martel, que era hijo ilegítimo del también mayordomo Pipino de Heristal, fue el encargado de organizar las huestes francas que salieron a neutralizar la incursión musulmana en el Principado de Aquitania.

Al frente del ejército islámico que invadió Francia en el 732 se encontraba Abd al-Rahman al-Ghafiqi, que se había encargado de dirigir en orden la retirada musulmana años antes en Toulouse. Este comandante musulmán era uno de los «tabi'un» (discípulo) de la aristocracia religiosa que vertebraba el Islam, solo inferior en devoción a los «ansar» (colaboradores), que habían conocido personalmente al profeta Mahoma. En la campaña del año 732, su intención realmente no era derrotar a la Europa cristiana, ni siquiera conquistar Francia, como se ha venido diciendo a lo largo de la historia. Fue de nuevo solamente una «razia», aunque más ambiciosa de lo habitual, buscando aprovecharse de lo efectivo de los ataques rápidos y furtivos que realizaban los árabes. Sin embargo, los musulmanes volvieron a evidenciar en Poitiers que perdían todas sus ventajas en los terrenos montañosos, pantanosos y, sobre todo, en los boscosos. Las fuerzas de Abd al-Rahman al-Ghafiqi tuvieron que hacer frente a estos tres tipos de terrenos durante esta campaña.

Tras derrotar a los aquitanos, los musulmanes se entregaron a tres meses de saqueo. Una vez reagrupados, los hombres de Abd al-Rahman al-Ghafiqi se dirigieron al norte a través de la calzada romana I que atravesaba Poitiers, cuya importancia residía en su situación como nudo de caminos y punto por donde salvar el río. Pese al riesgo de dejar a su espalda una ciudad cristiana fuertemente defendida, los musulmanes siguieron hacia el norte, sin conquistar Poitiers, con la mirada puesta en la rica iglesia abacial de San Martín de Tours, uno de los centros cristianos más representativos del continente. Tours no pertenecía a Aquitania sino a los francos, lo que se entendió como una declaración de que Abd al-Rahman al-Ghafiqi buscaba abiertamente confrontarse con Martel. El mayordomo de palacio de Austrasia, que había acudido a la llamada de Eudes de Aquitania, así lo entendió y marchó hacia el sur. Sin que Abd al-Rahman al-Ghafiqi llegara nunca a Tours, cristianos y musulmanes se confrontaron entre el Clain y el Vienne, en las proximidades de la calzada romana, a finales del mes de octubre del 732. Concretamente, la batalla de Poitiers enfrentó a unos 20.000 francos contra no menos de 40.000 musulmanes, si bien, entre ellos había un gran número de civiles.

Todavía más difícil que estimar las cifras del combate es distinguir la realidad de la ficción en las crónicas medievales, las cuales llenan los textos sobre la batalla de términos poéticos. Lo más probable es que los musulmanes iniciaran el ataque con una gran carga de caballería –armada con sus lanzas largas y espadas– y se toparan con lo que las crónicas definieron como un «muro de hielo». Lejos del previsible y ineficaz ataque-retirada típico de los visigodos y gascones, la solidez de los ejércitos de Martel, formados en falange, permitió lanzar un contraataque hacia el flanco del campamento enemigo. «El príncipe Carlos movió su línea de batalla contra los enemigos y sus guerreros se precipitaron contra ellos. Con la ayuda de Cristo derribó sus tiendas y aprestó a combatir para hacerlos pedazos en una carnicería. Habiendo muerto en la lucha Abd al-Rahman al-Ghafiqi, Carlos los destruyó, y haciendo avanzar el ejército, los combatió y venció. Así triunfó el vencedor sobre sus enemigos», relata «El Continuador de la Crónica de Fredegario». Probablemente no es que el veterano Abd al-Rahman al-Ghafiqi fuera tan imprudente de dejar desprotegido su campamento, más bien el derrumbe de las líneas musulmanas trasladó el combate a una lucha desesperada por salvar el enorme botín que guardaban en las tiendas. Otros relatos incluso aseguran que fue Eudes de Aquitania quien apareció por sorpresa para arrasar el campamento enemigo desde la retaguardia. De lo que caben menos dudas aún es que allí debió producirse la masacre final y de que pereció Abd al-Rahman al-Ghafiqi alcanzado por una jabalina.

Bajo el manto de la noche, los musulmanes se retiraron del campo de batalla en buen orden, dejando a su espalda las tiendas en pie y al menos 12.000 muertos. El desastre había sido mayúsculo durante los dos días que había durado la contienda, aunque no tan grave como las crónicas cristianas hicieron creer. La persecución de los musulmanes se realizó tarde y mal. Para cuando Martel quiso ponerse en marcha le llegaron noticias de problemas políticos y militares en la frontera del Rin, aunque tal vez fuera solo una excusa para guardar las apariencias y ocultar lo obvio: el botín capturado a los musulmanes no era algo que se pudiera portar durante una persecución. La codicia evitó así una derrota mayor. Martel murió nueve años después de la batalla y fue enterrado en la capilla merovingia de Saint-Denis, en las afueras de París, un honor que demuestra hasta qué punto fue el más insigne mayordomo del palacio merovingio y el mayor defensor de la cristiandad de su tiempo. No en vano, el historiador David Nicolle en el monográfico dedicado a la batalla, «Freno al Islam Poitiers» (Osprey Publishing), recuerda que la expansión árabo-islámica iniciada a mediados del siglo VII ya estaba en proceso de estancamiento cuando Martel consiguió vencerles en Poitiers. «No solo en Europa, sino también en el Cáucaso, en Asia Central, en la India y en África», apunta sobre una tendencia que la historiografía ha extrapolado de forma errónea solo a Poitiers.

YUSUF III PROCLAMADO REY DE GRANADA GRACIAS A UNA PARTIDA DE AJEDREZ


En 1391 fue coronado rey de Granada YUSUF II. Su primera decisión fue eliminar o encarcelar a los miembros de su familia que pudiésen disputarle el trono y asegurar su sucesión nombrando heredero a su primogénito YUSUF. Su hijo menor MUHAMMAD encabezó una insurrección en Granada que su padre sólo pudo controlar con la ayuda de los benimerines del Magreb. Aún así, un año más tarde YUSUF II moría misteriosamente.

MUHAMMAD no desaprovechó la oportunidad, recuperó a los insurrectos y se proclamó rey de Granada como MUHAMMAD VII. La suerte del heredero legítimo, su hermano mayor YUSUF, estaba echada… Fue encarcelado en el castillo de Salobreña y allí quedó recluido durante años. A lo largo de su reinado MUHAMMAD se procuró la paz con los reinos cristianos del norte y con los benimerines que habían apoyado a su padre. Una vez restablecido el orden en Granada volvió a reanudar las campañas contra Jaén y contra Murcia. Mientras tanto, YUSUF pasaba los días encerrado en una mazmorra… hasta 1408.

En 1408, para nombrar heredero a su propio hijo y evitar posibles insurrecciones, el rey ordenó matar a su hermano. Envió un emisario al castillo de Salobreña con la sentencia de muerte y la orden de regresar al emisario con la cabeza de su hermano. Cuando llegó al castillo, el prisionero estaba jugando una partida de ajedrez con el alcalde. Éste leyó el mensaje, se lo enseñó a YUSUF y le dijo:

“Lo siento, no tengo más remedio que cumplir la orden”.

YUSUF, sin perder los nervios, le pidió, como último deseo antes de morir, terminar la partida. Durante varias horas estuvieron jugando hasta que YUSSF le dio jaque mate con el movimiento de un alfil. Cuando se levantaron para ir a ejecutar la sentencia, llegó un mensajero anunciando la muerte de MUHAMMAD VII… y la proclamación de YUSUF III, el decimocuarto soberano de la dinastía nazarí del Reino de Granada.

LA FIESTA DEL SACRIFICIO

EID AL ADHA o AID AL-ADHA se conoce como la CELEBRACIÓN DEL SACRIFICIO, es la festividad mayor de los musulmanes que conmemora el pasaje recogido tanto en la Biblia como en el Corán, en el que se muestra la voluntad de ABRAHAM (IBRAHIM) de sacrificar a su hijo como un acto de obediencia a Dios, antes de que Dios interviniera para proporcionarle un cordero y que sacrificara a este animal en su lugar. En varios países del África musulmana, tales como Malí, Níger, Senegal o Benín, dan el nombre de Tabaski a esta fiesta, y en una parte de Amazighs en África del Norte le nombran Tafaska. En muchos lugares de habla hispana es conocida como FIESTA DEL CORDERO.

Esta festividad, que tiene lugar el décimo día del mes de ZIL-HAJJ (entre septiembre y noviembre), 70 días después del EID AL-FITR, es incorporada en el HAJJ, la gran peregrinación a LA MECA, que debe realizarse por lo menos una vez y preferiblemente durante este mes. El EID AL-ADHA se celebra por los musulmanes de todo el mundo con la ofrenda de un sacrificio animal (comúnmente una vaca o un cordero) como acción de gracias a Dios por salvar la vida de ISMAEL, hijo del profeta ABRAHAM.

En este día, los musulmanes que están en LA MECA concluyen los ritos de su peregrinación y, después de la oración especial, sacrifican —o más modernamente, pagan para que un matarife cualificado sacrifique en su lugar— generalmente un cordero. Sin embargo, la mayoría celebra la festividad en sus lugares de residencia, acudiendo a las mezquitas para la oración y luego, aquellos que pueden hacerlo, sacrifican y celebran una comida a la que se invitan mutuamente. Normalmente suele celebrarse al aire libre, en las afueras de las ciudades, en una zona abierta denominada MUSALLA. La carne del animal es separada en tercios; una para la persona que obsequia la bestia, otra para repartir entre sus parientes y el último tercio para los necesitados, independientemente de su religión, raza o nacionalidad.

El musulmán acude a la oración tras haber realizado la ablución mayor y haberse ataviado con su mejor ropa, limpia y perfumada. Recita unos versículos que sólo se mencionan durante las dos fiestas anuales y en los enterramientos. Los musulmanes glorifican a Dios hasta que el imán inicia la oración recitando siete TAKBIR (ALLAHU AKBAR) y haciendo dos prosternaciones. Después, el imán pronuncia una JUTBA (‘SERMÓN DEL VIERNES’) a los miembros de la comunidad que se hallan presentes. Por último, se disuelve la reunión y los asistentes se besan en señal de hermanamiento y se felicitan por la fiesta.

Con esta festividad, los musulmanes recuerdan que el Islam significa sumisión, ya que nadie mostró mejor sumisión a Dios que ABRAHAM (IBRAHIM en árabe), quien estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo primogénito ISMAEL como prueba de su lealtad a Dios. Al final, Dios fue clemente y paró su brazo en el aire justo cuando iba a cercenar el cuello de su hijo. Agradecido, ABRAHAM sacrificó en su lugar un carnero y es, en imitación de ese acto, que los musulmanes sacrifican sus animales en lo que se considera la FIESTA MAYOR DEL ISLAM. Según el Corán, ISMAEL, el hijo primogénito de ABRAHAM, engendrado por su esposa AGAR, fue el protagonista de la historia a diferencia de la tradición judeocristiana, que otorga este papel a ISAAC.