miércoles, 24 de febrero de 2010

ARIEL RAMÍREZ

Músico, pianista, concertista, compositor y director argentino de un vastísimo trabajo musical. En Ariel Ramírez se resumen las cualidades de un artista que, fiel a las raíces y valores culturales de su pueblo, conformó una trayectoria creativa que le permitió trascender el ámbito de su país de origen -nació en Santa Fe, ciudad del Litoral de la Argentina, el 4 de setiembre de 1921-, para convertirse en un pianista y compositor de notable reconocimiento universal.

Hacia 1943, iniciada ya su carrera de intérprete de un variado repertorio pianístico basado en la música folklórica sudamericana, se presenta como solista de piano en Buenos Aires en conciertos y filmaciones, como así también integrando ciclos de emisiones radiales de arte nacional, especialmente a través de Radio El Mundo. Su participación es asimismo requerida por las compañías grabadoras de discos, y es RCA Víctor la que imprime, en 1946, sus primeras placas con sus obras La tristecita (zamba), Purmamarca (bailecito) y Malambo: "lo más puro de mi creación", según ha observado el propio Ramírez. Su vinculación con la mencionada compañía se extiende hasta 1956, con 21 discos dobles grabados.

En 1950 realiza su primer viaje a Europa. Radicado en Roma, mayormente en el "Istituto Italo-Argentino per gli Scambi Culturali ed Artistici", durante cuatro años se presenta como intérprete de la música argentina y sudamericana en salas de concierto de las Universidades de Barcelona, Santander, Roma, Cambridge, Utrecht y Amsterdam; también actuó como invitado por la Cameratta Musicale Romana en el Palacio Marignolli y ofreció recitales en la Sala Brahms y la Academia de Música de Viena, la Musikhalle de Hamburgo, el Ateneo de Madrid, el Withmore Hall y la BBC de Londres, también en Radio Vaticano donde fue recibido, luego de su concierto, por su Santidad, el Papa Pío XII. Durante 1951, radicado en Madrid, fue becado por el Instituto de Cultura Hispánica para efectuar estudios sobre la música de tradición oral española.

Al volver del viejo continente, luego de realizar varios conciertos en ciudades argentinas, se establece en Lima (Perú), a partir de 1954, donde recibe el honor de ser nombrado miembro del Instituto Sanmartiniano de Perú. En las reuniones de pintores, escritores y músicos peruanos que organizaba una notable pianista y compositora limeña, Rosa Mercedes de Morales, asimiló las cadencias y ritmos de la música folklórica local; durante ese período continúa con sus presentaciones en varias capitales sudamericanas. De la organización de estos conciertos se ocupaba Miguel Brascó, amigos desde entonces, se convertirá en uno de sus más frecuentes colaboradores; la calidad de sus textos ha significado un valioso aporte a las canciones creadas por Ramírez.

A partir de 1961 la empresa discográfica Philips lo cuenta entre sus más destacados artistas, ya que impulsa la realización de una serie de obras cuyas innovaciones amplían la temática y las formas de la canción tradicional. Inicia sus grabaciones en dicha empresa con un "long play" integrado por una completa muestra de danzas de las distintas regiones del país; algunos temas tradicionales, con arreglos del propio Ramírez y otros de su autoría. En 1964 es un hito especialmente significativo en su trayectoria, puesto que para la Navidad de ese año da a conocer Misa Criolla, con la cual se abre uno de los períodos más brillantes en su labor creativa jalonado de obras de reconocido mérito como Navidad Nuestra, Los Caudillos, Mujeres Argentinas y Cantata Sudamericana.

Su carrera internacional continuó ininterrumpidamente, llevando su arte a otros países americanos, como Brasil, Ecuador, Colombia, Venezuela, México y Uruguay; precisamente fue en Mercedes, donde se realizó la primera audición pública de Misa Criolla, el 20 de diciembre de 1965 en un espectáculo organizado por la Peña Lazo y Estribo. En 1967 emprende la primera gira de su obra Misa Criolla por el continente europeo con el elenco original. Mercedes Sosa, Chito Cevallos y Carlos Amaya también fueron convocados a participar de la delegación, que ofreció recitales en importantes ciudades de Alemania, Holanda, Bélgica y Suiza. La gira concluyó en Roma, con una audición en Radio Vaticano y una significativa audiencia privada con Su Santidad el Papa Paulo VI, quien recibió un ejemplar del disco de la Misa.

Uno de sus más aclamados éxitos fue en 1984 cuando la Misa criolla, compuesta 20 años atrás, resultara un éxito mundial. Esta obra fue realizada en base al texto castellano redactado por la Comisión de las Iglesias de América latina, después de que el Concilio Vaticano II dispusiera la realización de los oficios religiosos en el idioma de cada lugar, abandonando el latín, y contó con el apoyo y colaboración del sacerdote Osvaldo Catena, asesor de Liturgia para América Latina, el sacerdote Jesús Gabriel Segade (director de la Cantoría de la Basílica del Socorro) y del sacerdote Alejandro Mayol.

Esta obra musical consta de cinco partes de la liturgia común:

Kyrie
Gloria
Credo
Sanctus
Agnus Dei

La composición está basada en ritmos de origen folclórico argentino, como también de Bolivia y Perú. En su primera versión contó con las voces del hoy disuelto grupo Los Fronterizos. Se ejecutó por primera vez en el Teatro Colón de Buenos Aires con versión escénica a cargo de Roberto Oswald y Aníbal Lápiz, y quince días después en el Avery Fisher Hall en el Lincoln Center de Nueva York, y en la catedral de San Patricio de la misma ciudad. Aquella versión contó con el propio Ariel Ramírez (piano), Zamba Quipildor (voz), Jaime Torres (charango) y su conjunto, con Domingo Cura (percusión), Jorge Padín y el Coro Polifónico Nacional Argentino dirigido por Roberto Saccente. De difusión internacional, fue editada en más de 40 países con más de 3 millones de placas discográficas y fue cantada, entre otros, por Mercedes Sosa y José Carreras (Plácido Domingo cantaba el Kyrie con Dominic Miller).

En 1974 realiza una gira europea con su obra Misa Criolla interpretada por un solista - si bien originariamente había sido escrita para dos voces- y el Coro Madrigal de Bucarest, dirigido por el Maestro Marín Constantin. El cantante seleccionado, dada la amplitud de su registro, fue Zamba Quipildor, nacido y criado entre los sones de la baguala, alma musical del noroeste argentino. En 1981, con el estreno de su nueva obra coral Misa por la Paz y la Justicia, Ariel Ramírez renueva su vibrante mensaje de amor y paz realizado con indudable jerarquía a través de la participación de artistas notables como Alfredo Alcón, Oscar Cardozo Ocampo, Zamba Quipildor, Damián Sánchez y Domingo Cura. Al igual que en su anterior obra religiosa, estuvo guiado en los fundamentos teológicos por el presbítero Osvaldo Catena, su entrañable amigo desde los años juveniles en Santa Fe. En 1987 el famoso tenor español José Carreras grabó en la iglesia La Bien Aparecida en las montañas de Santander (España), una nueva versión de Misa Criolla para el sello Philips Classics Productions; en los años siguientes se la pudo apreciar en las más prestigiosas salas del arte lírico y, entre otras presentaciones memorables, se destacó la realizada en Ciudad del Vaticano.

En 1992 presentó su espectáculo Misa Criolla en el Auditorio Manuel de Falla de Granada y en la Expo '92 de Sevilla. Con el mismo espectáculo tomó parte en el "Meeting per l'amicizia fra I popoli" de la ciudad de Rimini, con la presencia como solista del tenor español José Carreras, reeditando en vivo el éxito del CD grabado en 1987 en España. En el mismo año, con motivo de celebrar sus 50 años con la Música Nacional realizó tres memorables conciertos en el Teatro Colón y en el Luna Park, de Buenos Aires, donde ofreció un programa dedicado íntegramente a sus propias creaciones interpretadas por artistas de la talla de Eduardo Falú, Jairo, Facundo Ramírez, Domingo Cura y Zamba Quipildor. Es digna de mención por su notable repercusión la serie de conciertos que realizó en Polonia durante 1993, que culminó con su actuación en la Sala de Conciertos de la Filarmónica Nacional, en Varsovia y en la Iglesia de Cracovia. En junio de 1995 presentó Misa Criolla por primera vez en Londres. El concierto se realizó en el Royal Festival Hall con la participación de coro más importante de Gran Bretaña -fundado bajo los auspicios de la Reina Victoria en 1871-, la Royal Choral Society. Con el patronazgo de Su Majestad La Reina Isabel II y la Presidencia de Su Alteza El Duque de Kent, dicha entidad musical celebró sus 125 años cantando la muy difundida Misa Criolla, dirigida por su autor, ante 3.000 espectadores.

La primera presentación de Misa Criolla en Japón tuvo lugar en el Suntory Hall de Tokio en 1998, durante un concierto memorable, a sala llena. El Teatro Nuevo Apolo (1989) y el Teatro Albeniz (1997 y 1998), de Madrid el Gran Teatro (1999), de Córdoba fueron los escenarios elegidos por el productor José Lata Liste para presentar el tango y el folklore de Argentina, en el espectáculo denominado Los Creadores. Reunió el piano de Ramírez, al de Mariano Mores, y luego al bandoneón de Julián Plaza. Los tres nombres, destacados compositores, asimismo. Nuevamente, a comienzos del 2000 se reúne con José Carreras para actuar en el Palau de la Música Catalana, y el 9 de Julio, para celebrar la fecha patria, Misa Criolla es ejecutada por su autor, en la Plaza Central de la Expo 2000 de Hannover, con coro alemán y elenco de Argentina.

Ariel Ramirez, falleció el 18 de febrero de 2010 a los 88 años, había sido internado hace una semana en una clínica privada de la localidad bonaerense de Montegrande, tras padecer una neumonía que se agravó con una descompensación general de su estado de salud.

22 de Febrero - La Cátedra de San Pedro

“Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". (Mt. 16,17-19).

Con estas palabras Jesús anunciaba la concesión a Pedro de una serie de privilegios sobre los demás apóstoles. Con ellos le hacía entrega del supremo poder de gobierno y magisterio, de legislador e intérprete de la doctrina evangélica, base esencial de la existencia misma de la obra de Jesús.

Y como el reino de Cristo debía existir por los siglos de los siglos hasta la consumación del mundo, aquel supremo poder debía naturalmente perpetuarse en los sucesores de Pedro. Todos estos privilegios y su perpetuación en los Romanos Pontífices se quisieron simbolizar y conmemorar en la institución de la fiesta de la Cátedra de San Pedro, cuyo origen histórico y litúrgico vamos a explicar para promover la devoción a esta solemnidad.

Uno de los medios más sencillos y eficaces de enseñar al pueblo fiel la doctrina evangélica han sido siempre las representaciones plásticas históricas o simbólicas. De ahí la riqueza de figuraciones artísticas de las diferentes escenas referentes a la institución del supremo magisterio de San Pedro.

De San Pedro, como la roca fundamento de la Iglesia, tenemos un hermoso relieve en un sarcófago lateranense. Se ven en él una basílica, un baptisterio y un palacio en el plano superior, y más abajo, las figuras del Salvador y de su fiel apóstol, todo descansando sobre una roca. No hay duda que la basílica quería representar la de Letrán, madre de todas las iglesias, como lo indica el baptisterio contiguo y el palacio que quería recordar el que Constantino regaló a la Iglesia romana. De esa manera se expresaba al mismo tiempo que esta Iglesia era la sucesora del apóstol.

Aún más expresiva es otra representación, y ésta conservada en muchos ejemplares, de la llamada "Traditio legis" o consigna, entrega de la ley a Pedro. Se quiso aplicar al apóstol que había de ser el legislador supremo de la cristiandad, la escena tan conocida del Antiguo testamento en que Dios entrega las Tablas de la Ley a Moisés, el legislador del pueblo escogido.

Se encuentra principalmente en relieves marmóreos de sarcófagos cristianos, en ellos se ve la majestuosa figura de Jesús sobre el monte, del cual fluyen los cuatros ríos del paraíso, con la diestra en alto, alargando con la izquierda el rollo abierto de la Ley a Pedro, que lo recibe, en señal de respeto, con las manos cubiertas, y llevando al hombro una cruz ricamente decorada. La noble figura de San Pablo está al otro lado en actitud de aplaudir la elección hecha por Jesús del primer apóstol como supremo legislador.

En algunos ejemplares aparecen también los demás apóstoles en la misma actitud. La ley que recibía Pedro era la doctrina y toda la doctrina cristiana, esto es, la suma de los artículos de la fe y de los preceptos. Por esto en un ejemplar de Arlés se grabó en el rollo el crismon 0, símbolo de Jesús y de su doctrina.

Aunque todos los demás apóstoles tenían ciertamente el poder, recibido directamente del divino Maestro, de enseñar la ley evangélica, no se halla ninguna representación de la entrega de la ley a ellos, porque no había de residir en sus personas ni en sus sucesores el poder supremo de legislar, independiente del de Pedro.

Con esta representación se significaba principalmente que Pedro era el depositario, el guardián de la ley cristiana, pero Jesús le hizo además el maestro por excelencia que había de transmitirla a todos los confines de la tierra. De ahí la representación simbólica de la Cátedra de Pedro. La voz cátedra significaba materialmente el trono o silla episcopal, pero ya los Santos Padres la usan particularmente como símbolo de la autoridad de la enseñanza cristiana, atribuida generalmente a los obispos, pero especialmente a la sede de Pedro, la de Roma.

San Cipriano en el siglo III en una de sus cartas decía: "Se da a Pedro el primado para que se muestre que es una la Iglesia de Cristo y una la cátedra". Y recalcando aún más la unidad, añadía: "Dios es uno, uno el Cristo y una la Iglesia y una la cátedra fundada sobre Pedro por voz del Señor"
El apóstol, en los ejemplares más antiguos, aparece sentado sobre una roca, la de la confesión, para recordar la que según la palabra del Señor, debía ser fundamento de la Iglesia. En las manos tiene desplegado el rollo de la doctrina evangélica, en actitud de enseñar mientras dos soldados vienen a arrastrarlo, significando así que la enseñanza de la doctrina cristiana fue la causa de las persecuciones. Hay ejemplares de esta preciosa escena, no sólo en Roma y en Italia, sino también en varias provincias del Imperio.

Por otra parte, el pueblo romano veneraba una verdadera cátedra de madera ya en el siglo IV y mucho antes en la que, según la tradición inmemorable, se habría sentado el Príncipe de los Apóstoles.

Esta veneranda y preciosa pieza se conserva en el Vaticano, sustancialmente en la misma forma original. Se le añadieron al correr de los siglos algunos adornos para enriquecerla, pero sin cambiar su estructura.

Es una gran silla o trono de madera de encina formada por una caja cuadrilátera de unos 89 centímetros de ancho por 78 de alto hasta el asiento, con unos pilares en los ángulos y un respaldo o dosel terminado por un tímpano triangular. Tiene en los pilares unas anillas para poder ser fácilmente trasladado. En el cuadrilátero frontal anterior, debajo del asiento, la enriquecen tres hileras de seis casetones cada una con sendos marfiles incrustados de oro, muy antiguos. Los que asimismo adornan el dosel son aún de mayor antigüedad y seguramente tallados expresamente para esta cátedra.

Durante toda la Edad Media estuvo visible y fue venerada. Los peregrinos, con devoción indiscreta, tomaban fragmentos de la madera para guardarlos como reliquias. En un principio habría estado en Santa Prisca, en el Aventino, en el lugar donde, según la tradición, habría residido el apóstol.

El papa San Dámaso, en el siglo IV, la trasladó al baptisterio del Vaticano por él construido. Al levantarse en el siglo XVI la actual basílica Vaticana, se creyó conveniente guardar como una reliquia la veneranda cátedra. Bernini, el último gran arquitecto de las obras, emplazó en el fondo del ábside un grandioso altar barroco que tiene, a manera de imagen principal, una colosal cátedra de bronce, sostenida por ángeles y que es el relicario que custodia la antigua silla del apóstol. En ocasiones extraordinarias puede ser mostrada a la veneración de los fieles, como se hizo en 1867, bajo el pontificado de Pío IX, al celebrarse el XVIII centenario de la muerte de San Pedro.

Entre las poquísimas fiestas de santos, unas dos docenas, del año litúrgico, señala este calendario para el día 22 de febrero el natalicio de San Pedro en la cátedra, o sea el día de la institución del pontificado de Pedro. El haber elegido este día para celebrar un acontecimiento del que no se podía saber la fecha exacta, parece se debió a querer suplantar con una fiesta cristiana importante la pagana de honrar a los muertos de la familia con banquetes frecuentemente escandalosos.

San Agustín reprende duramente a los cristianos que en dicha fecha se entregaban a tales abusos. Lo mismo hace un concilio de Tours del año 567, al deplorar que haya fieles que, después de haber recibido dicho día el cuerpo del Señor, no se avergonzaran de manchar su alma con manjares dedicados al demonio. Quizá también, y en primer lugar, se puede creer que dicha fecha guarda relación con la fiesta de la basílica de Santa Prisca en donde, según lo dicho, se guardaba la cátedra, fiesta que coincide con el 22 de febrero. Sea como sea, lo que sí es seguro, que en los primeros siglos, IV y V cuando menos, nuestra fiesta de la cátedra se celebraba en Roma, no como hoy el 18 de enero, sino el 22 del mes siguiente. Así lo atestiguan varios libros litúrgicos.

Con esta fiesta se quiso solemnizar el episcopado de Pedro, su potestad jerárquica y magisterio universal y particularmente el episcopado de Roma, cabeza del Imperio, centro de la unidad, desde el año 42, que perduró durante veinticinco años.

San Agustín, dirigiéndose a sus diocesanos del Africa, decía: "Cuando celebramos el natalicio de la cátedra, veneramos el episcopado de Pedro apóstol". En este texto se ve bien que la fiesta de la cátedra, sin otra distinción, era de la cátedra por excelencia, la de jurisdicción universal, la de Pedro.

Se sabe que en el siglo IV y hasta el VI se celebraba con solemnidad especial esta fiesta en la capital de la cristiandad y era motivo de atracción de grandes grupos de peregrinos. A ella acudió el año 450, según se desprende de un sermón del tiempo, el emperador Valentiniano III con sus hijas Placidia y Eudoxia.

Por causas no bien explicadas esta solemnidad desaparece de los libros litúrgicos romanos de los siglos VII - X. Cuando reaparece, se ha trasladado al día 18 de enero. La causa de este traslado parece fue el que la antigua fecha caía frecuentemente en la Cuaresma tiempo de ayuno, en que se evitaban esta clase de fiestas. El papa Paulo IV, en 1558, fijó definitivamente la fecha del 18 de enero para la de la Cátedra de San Pedro en Roma, asignando a la data anterior del 22 de febrero otra fiesta de la Cátedra de Pedro en Antioquía.

Una prueba de lo muy difundida y lo muy popular que debió ser en España ya en el siglo V esta celebración de la Cátedra de San Pedro nos la manifiesta una inscripción sepulcral, encontrada hace pocos lustros en Tarragona, en la que como datación del día del entierro se anota el de la Deposición de Pedro Apóstol, es decir, deposición en la cátedra, como también era llamada dicha fiesta en España y en las Galias.

En cambio en las provincias y particularmente en España, a donde había pasado ya en el siglo V, siguió celebrándose siempre, mientras se conservó la liturgia hispano - mozárabe, con toda solemnidad en la antigua datación del 22 de febrero.

miércoles, 3 de febrero de 2010

02 de Febrero - Presentación del Señor

La presentación del Niño en el Templo

Aunque esta fiesta del 2 de febrero cae fuera del tiempo de navidad, es una parte integrante del relato de navidad. Es una fiesta antiquísima de origen oriental. La Iglesia de Jerusalén la celebraba ya en el siglo IV. Se celebraba allí a los cuarenta días de la fiesta de la epifanía, el 14 de febrero. Entre las iglesias orientales se conocía esta fiesta como "La fiesta del Encuentro" (en griego, Hypapante), nombre muy significativo y expresivo, que destaca un aspecto fundamental de la fiesta: el encuentro del Ungido de Dios con su pueblo. San Lucas narra el hecho en el capítulo 2 de su evangelio. Obedeciendo a la ley mosaica, los padres de Jesús llevaron a su hijo al templo cuarenta días después de su nacimiento para presentarlo al Señor y hacer una ofrenda por él.

Esta celebración comenzó a ser conocida en Occidente, desde el siglo X, con el nombre de Purificación de la bienaventurada virgen María. Fue incluida entre las fiestas de Nuestra Señora. Pero esto no era del todo correcto, ya que la Iglesia celebra en este día, esencialmente, un misterio de nuestro Señor. En el calendario romano, revisado en 1969, se cambió el nombre por el de "La Presentación del Señor". Esta es una indicación más verdadera de la naturaleza y del objeto de la fiesta. Sin embargo, ello no quiere decir que infravaloremos el papel importantísimo de María en los acontecimientos que celebramos. Los misterios de Cristo y de su madre están estrechamente ligados, de manera que nos encontramos aquí con una especie de celebración dual, una fiesta de Cristo y de María.

La bendición de las candelas antes de la misa y la procesión con las velas encendidas son rasgos chocantes de la celebración actual. El misal romano ha mantenido estas costumbres, ofreciendo dos formas alternativas de procesión. Es adecuado que, en este día, al escuchar el cántico de Simeón en el evangelio (Lc 2,22-40), aclamemos a Cristo como "luz para iluminar a las naciones y para dar gloria a tu pueblo, Israel".

Hagamos un pequeño recorrido por el evangelio de Lucas 2, 22-40 que nos relata este episodio muy trascendente de la Sagrada Familia:

Según la ley de Moisés, Lucas mezcla dos prescripciones, sin mucha distinción. La purificación de la madre era prevista por el Levítico (12,2-8):

“El Señor dijo a Moisés: Habla en estos términos a los israelitas: Cuando una mujer quede embarazada y dé a luz un varón, será impura durante siete días, como lo es en el tiempo de su menstruación.
Al octavo día será circuncidado el prepucio del niño, pero ella deberá continuar purificándose de su sangre durante treinta y tres días más. No tocará ningún objeto consagrado ni irá al Santuario, antes de concluir el tiempo de su purificación.

Pero si da a luz una niña, será impura durante dos semanas, como lo es durante su menstruación, y deberá continuar purificándose de su sangre durante sesenta y seis días más.

Al concluir el período de su purificación, tanto por el hijo como por la hija, la madre presentará al sacerdote, a la entrada de la Carpa del Encuentro, un cordero de un año para ofrecer un holocausto, y un pichón de paloma o una torcaza, para ofrecerlos como sacrificio por el pecado.

El sacerdote lo presentará delante del Señor y practicará el rito de expiación en favor de ella. Así quedará purificada de su pérdida de sangre. Este es el ritual concerniente a la mujer que da a luz un niño o una niña.

Y si no dispone de recursos suficientes para adquirir un cordero, tomará dos torcazas o dos pichones, uno para el holocausto y otro para el sacrificio por el pecado. El sacerdote realizará el rito de expiación en favor de ella, y así quedará purificada”.


Hasta ese momento la mujer no podía acercarse a los lugares sagrados, y la ceremonia era acompañada de una ofrenda de animales pequeños, un cordero primal y un pichón o una tórtola. Sin embargo la consagración del primogénito estaba prescrita en el Éxodo 13, 11-16, lo recordamos:

"Cuando el Señor te introduzca en el país de los cananeos, como lo juró a ti y a tus padres, y cuando te lo haya dado, consagrarás al Señor todos los primogénitos; y el primogénito de tus animales, si es macho, también pertenecerá al Señor.

Al primogénito del asno, en cambio, lo rescatarás con un cordero; y si no lo rescatas, deberás desnucarlo. También rescatarás a tu hijo primogénito.

Y cuando, el día de mañana, tu hijo te pregunte qué significa esto, tú le responderás: "Con el poder de su mano, el Señor nos sacó de Egipto, donde fuimos esclavos.

Como el Faraón se había obstinado en no dejarnos partir, el Señor hizo morir a todos los primogénitos de Egipto, hombres y animales. Por eso yo inmolo al Señor todos los primogénitos machos de mi ganado, y rescató a mi hijo primogénito".

Esto será como un signo en tu mano y como una marca sobre tu frente, porque el Señor nos hizo salir de Egipto con el poder de su mano”.


Este hecho era considerado una especie de "rescate" – también con la ofrenda de pequeños animales – en recuerdo de la acción salvífica de Dios cuando libró a los israelitas de la esclavitud de Egipto. En toda la escena los padres aparecen como en el acto de presentar / ofrecer el hijo como se hacía con las víctimas y los levitas; mientras en la figura de Simeón y Ana aparece más bien Dios que ofrece /presenta al hijo para la salvación del pueblo.

Las figuras de Simeón y Ana: son figuras cargadas de valor simbólico. Ellos tienen la tarea del reconocimiento, que proviene tanto de la iluminación y del movimiento del Espíritu, como también de una vida llevada en la espera más intensa y confiada.

En particular a Simeón se le define como el "prosdekòmenos", a saber, uno que está todo concentrado en la espera, uno que va al encuentro para acoger. Por eso, él también aparece obediente a la ley, la del Espíritu, que lo empuja hacia el Niño, dentro del templo. También el cántico proclama manifiestamente esta su pro-existencia: ha vivido para llegar a este momento: ahora se marcha, para que otros vean también la luz y la salvación para Israel y para las gentes.

A su vez Ana, con su avanzada edad (valor simbólico: 84 = 7x12: el doce es el número de las tribus; o también 84–7= 77, perfección redoblada), pero sobretodo con su modo de vivir (ayuno y oración) y con la proclamación de quien "esperaba", completa el cuadro. Ella es guiada por el espíritu de profecía, dócil y purificada en el corazón. Además, pertenece a la tribu más pequeña, la de Aser: signo de que los pequeños y los débiles están más dispuestos a reconocer a Jesús el Salvador. Estos dos ancianos – que son como una pareja original – son símbolos del mejor judaísmo, de la Jerusalén fiel y dócil, que espera y se alegra, y que deja desde ahora en adelante brillar la nueva luz.

Una espada que traspasa: en general se interpreta como anuncio de sufrimiento para María, un drama visualizado de la Dolorosa. Pero debemos más bien entender aquí a la Madre como el símbolo de Israel: Simeón intuye el drama de su pueblo, que será profundamente herido de la palabra viva y cortante del redentor (cfr. Lc 12, 51-53).

María representa el recorrido. Debe confiar pero atravesará dolores y obscuridad, luchas y silencios angustiosos. La historia del Mesías sufriente será dilacerante para todos, también para la Madre: no se sigue a la nueva luz destinada al mundo entero, sin pagar el precio, sin ser provocados a tomar decisiones de riesgo, sin renacer siempre de nuevo de lo alto y en novedad. Pero estas imágenes de "la espada que traspasa," del niño "que hará caer" y sacará a los corazones del sopor, no van separadas del gesto tan cargado de sentido de los dos ancianos: el uno, Simeón, toma entre los brazos el niño, para indicar que la fe es encuentro y abrazo, no idea o teorema: la otra, se hace anunciadora y enciende en "los que esperan" una fulgurante luz.

La vida cotidiana, epifanía de Dios: finalmente, es interesante notar que todo el episodio da relieve a las situaciones más simples y familiares: la pareja de esposos con el niño en brazos; el anciano que goza y abraza; la anciana que reza y anuncia, los oyentes que aparecen indirectamente comprometidos. También la conclusión del pasaje escriturístico hace entrever el pueblo de Nazaret, el crecimiento del niño en un contexto normal, la impresión de un niño dotado de forma extraordinaria de sabiduría y bondad.

El tema de la sabiduría entrelazada con la vida normal de crecimiento y en el contexto del pueblo, deja la historia como suspendida: ella se reabrirá precisamente con el tema de la sabiduría del muchacho entre los doctores del templo.