En 1749, un año antes de su muerte, Johann Sebastian Bach (1685-1750) completó la escritura de su Misa en si menor. Es la misa más importante que compuso y una de las más importantes en toda la historia de la música. Curiosamente, un luterano como él, compuso una misa en estilo católico (con Credo incluido). La razón de por qué lo hizo aún mantiene divididos a los estudiosos.
Casualidades del destino, la obra cuenta con numerosas posibilidades de que no fuese interpretada completa en su tiempo y cayó en el olvido. Tras su "rescate" se ha convertido en uno de los monumentos más importantes de nuestra música occidental.
Hoy les traemos una parte del Credo, o Symbolum Nicenum, como lo llamó Bach en la partitura original. Como no podía ser menos, por el tema, pues se trata de Et resurrexit para coro. Bach reutilizó gran parte de la música contenida en la misa. En este caso, parece ser que utilizó un movimiento instrumental previo. La música refleja con total eficacia la alegría de la resurrección.
Escucha el "Et resurrexit"
martes, 10 de abril de 2012
martes, 3 de abril de 2012
CARTA DE MARÍA A UNA AMIGA
Hoy, vamos a imaginar a María, madre de Jesús y madre nuestra por ese legado que nos dejó el Señor desde la cruz, escribiendo una carta a una amiga…
Querida amiga:
Te escribo para contarte las últimas noticias. Hace dos días, tomaron prisionero a Jesús. Los sacerdotes lo enviaron al palacio del gobernador para que lo juzgaran, Como te imaginarás, cuando me enteré, fui corriendo hasta allí. Sólo pude verlo de lejos pero, igual, mi corazón casi se paralizó.
Por suerte a mi lado estaba Magdalena que me sostuvo. Ella quería correr hasta donde estaba Jesús para defenderlo, pero yo le dije que no lo hiciera, que no teníamos que preocuparnos más de la cuenta, que Jesús se estaba ocupando de las cosas de su Padre. Le habían colocado una corona de espinas y un manto rojo, como si fuera un falso rey.
Todos se reían de él y lo maltrataban. ¡Tendrías que haberlo visto! Su mirada era la misma de siempre, En sus ojos no había ira, ni disgusto. Estaba sereno, y, de a poco, su tranquilidad me fue inundando, Recordé que, aunque no entendiera muy bien lo que pasaba, tenía que tener confianza en que estaba ocurriendo algo que no se escapaba a los planes de Dios.
Después, junto con otras mujeres, lo seguimos hasta el lugar en donde lo crucificaron. Cargaba una cruz que parecía más pesada de lo que en realidad era. No te voy a contar los detalles porque vos ya sabes lo que es la muerte en la cruz. Pero te quería escribir, porque, cuando Jesús era chiquito, siempre me decías que él era capaz de amar hasta a los enemigos. ¡Tenías razón!
Entre sus últimas palabras, dijo: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». ¡Qué te parece! Bueno, me despido. Si me quieres escribir, hazlo a la casa de Juan, porque me voy a quedar con él. Cariños a todos.
María
Querida amiga:
Te escribo para contarte las últimas noticias. Hace dos días, tomaron prisionero a Jesús. Los sacerdotes lo enviaron al palacio del gobernador para que lo juzgaran, Como te imaginarás, cuando me enteré, fui corriendo hasta allí. Sólo pude verlo de lejos pero, igual, mi corazón casi se paralizó.
Por suerte a mi lado estaba Magdalena que me sostuvo. Ella quería correr hasta donde estaba Jesús para defenderlo, pero yo le dije que no lo hiciera, que no teníamos que preocuparnos más de la cuenta, que Jesús se estaba ocupando de las cosas de su Padre. Le habían colocado una corona de espinas y un manto rojo, como si fuera un falso rey.
Todos se reían de él y lo maltrataban. ¡Tendrías que haberlo visto! Su mirada era la misma de siempre, En sus ojos no había ira, ni disgusto. Estaba sereno, y, de a poco, su tranquilidad me fue inundando, Recordé que, aunque no entendiera muy bien lo que pasaba, tenía que tener confianza en que estaba ocurriendo algo que no se escapaba a los planes de Dios.
Después, junto con otras mujeres, lo seguimos hasta el lugar en donde lo crucificaron. Cargaba una cruz que parecía más pesada de lo que en realidad era. No te voy a contar los detalles porque vos ya sabes lo que es la muerte en la cruz. Pero te quería escribir, porque, cuando Jesús era chiquito, siempre me decías que él era capaz de amar hasta a los enemigos. ¡Tenías razón!
Entre sus últimas palabras, dijo: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». ¡Qué te parece! Bueno, me despido. Si me quieres escribir, hazlo a la casa de Juan, porque me voy a quedar con él. Cariños a todos.
María
en
23:42


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