Martes 28.04.2009
Editorial - Programa Nº 386
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El gladiador vive en una casita trasera y, cuando no hay tiros ni dramas, se duerme a la medianoche leyendo estudios sobre las adicciones. Se despierta a las seis y media de la mañana, se ceba unos mates y se queda cuarenta minutos rezando el breviario. Recién después comienza a caminar el día. Sus padres viven en Burzaco, pero Pepe fue a un secundario de Caballito. Era un muchacho de clase media subyugado por la tarea evangélica del capellán. Iba caminando a Luján, participaba de grupos cristianos, hacía tareas sociales y dudaba entre ser cura o abogado, entre el Evangelio y el Código Penal. Al final terminó en el seminario y se recibió en la Facultad de Teología de la UCA. Es un ochentista, parte de la generación de las Malvinas, y nunca vio como un asunto ideológico su "opción por los pobres". Admira tanto a Múgica y Angelelli como a Don Bosco y Bergoglio.
Antes de llegar a la villa 21 pasó por Ciudad Oculta. Cuando le propusieron ocupar la parroquia de esa calle muchos le preguntaban si estaba castigado. Llegó en 1997, con la idea de armar trabajos de prevención de la droga y la violencia, y también para organizar a los más jóvenes. Y se encontró con un panorama amenazante y desolador. Había desconfianza, desintegración y violencia. Tuvo en esos primeros tiempos miedo físico y espiritual. Todas las noches se iba a dormir con la misma pregunta: "¿Qué más puedo hacer? ¿Qué más puedo hacer, por Dios?" No ha dejado de preguntarse lo mismo en estos doce años.
Necesitaba cohesionar y la mejor ocurrencia tuvo que ver con la Virgen de Caacupé. Cuenta la leyenda que en este pueblo del Paraguay había un nativo que era artista de la madera, y que un día se internó en la selva en busca de los mejores materiales y que se sintió rodeado por miembros de la peligrosa tribu de los mbayas. Fue entonces cuando el pobre hombre se arrodilló y le prometió a la Madre de Cristo que esculpiría su imagen si salvaba su vida. El escultor se hizo de pronto invisible por la gracia de Dios y cumplió su promesa al construir la Virgen más venerada del Paraguay.
La mayoría de los habitantes de la villa 21 eran y son paraguayos, y Pepe entendió que era decisivo traer a la Inmaculada a este lugar. El santuario es de 1765 y el párroco no paró hasta que logró enviar a una comisión a buscar una réplica. La llegada a Buenos Aires fue apoteótica. Se hizo una misa en la Catedral y luego una muchedumbre marchó con la Virgen de Caacupé en una larga procesión a pie desde el Centro hasta Barracas, parando en distintas parroquias hasta alcanzar al final su nuevo y definitivo hogar, esa pequeña iglesia de la calle Osvaldo Cruz donde el padre José Di Paola esperaba, con miles y miles de devotos de la villa 21, la entrada de la sagrada imagen. Fue un momento emocionante y decisivo. Esa imagen de la Virgen articuló la devoción y permitió crear la base del milagro.
Di Paola y tres camaradas sacerdotes comenzaron a llevar el catecismo a las casas, abrieron capillas, organizaron escuelas de deportes y una escuela de oficios. Formaron un grupo de cuatrocientos hombres que militan y trabajan en tareas comunitarias, y convirtieron a cientos de adolescentes en niños exploradores. Los llevaron a campamentos en la provincia de Buenos Aires y también los hicieron viajar a Tandil y a Bariloche. Jamás hubo en ninguna de esas excursiones la más mínima inconducta. El padre Pepe sabe que el noventa y cinco por ciento de los villeros son honrados y pacíficos. Pero sabe también que el noventa por ciento de los delincuentes provienen de las villas y que esa inmensa minoría estigmatiza las barriadas pobres y deforma la verdad.
Decir que los pobladores de una villa son ladrones equivale a pensar que todos los habitantes de San Isidro son ricos. En San Isidro hay, además de medio pelo y clase media pauperizada, varias villas miseria. No se imagina Di Paola regresando a un barrio porteño, donde las relaciones son tan individualistas y donde todos practican el autismo y la indiferencia. En su comunidad hay tragedias inconmensurables, pero también solidaridad, calidez humana, un amor límpido y desbordante. Una cosa es darle un plato de comida a una persona que tiene hambre. Otra muy distinta, y mucho más valiosa, es darle la mitad de tu plato, la mitad de tu pan, la mitad del cuarto de tu vivienda, la mitad de lo poquísimo que tenés. "Dar -decía la santa de Calcuta-. Dar hasta que te duela."
Los policías, los jueces, los ministros. Todos brillan por su ausencia en la villa 21. La droga está despenalizada y el paco es un tsunami. Con el paco pierden todos, me dice. Se nota un toque de angustia en su cara serena. Es un hombre que ha llorado mucho y al que se le han secado las lágrimas. Se le confunden en la memoria las palizas, los robos, las violaciones, los tiroteos y las muertes que vio. No quiere hablar de eso. Pero la epidemia de los "muertos vivos" lo tiene anonadado. Nadie hace nada. Todos prometen fondos y ayuda, hablan en los diarios y en la televisión, pero sólo del gobierno vasco logró un pequeño subsidio. Y con ese dinero insuficiente inició un centro de recuperación de adicciones: una salita de día, una granjita y una casa de medio camino, desde donde intentan que los recuperados se inserten de nuevo en la sociedad y no vuelvan a caer. Todo con ayuda de voluntarios, mangueando remedios y a veces haciendo el milagro de la multiplicación de los medicamentos. Puré de clonazepan para chicos alterados que quieren dejar de ser zombis.
Tiene en estos momentos ocho chicos camino de reconvertirse a sí mismos en personas. Ocho. Allá afuera hay dos mil "muertos vivos". Nacen y mueren varios de ellos todos los días. No puedo dejar de pensar que es un marinero en un bote perforado sacando agua con una cucharita.
Me muestra una foto de Pablo, un pibe violento que había sido esclavo del paco y al que, con muchísimo esfuerzo, Pepe fue rescatando del infierno. Pablo posa junto a un Jesús crucificado. Posa con orgullo. Di Paola le dijo que a él lo mandaban a un retiro espiritual quince días a Córdoba y le pidió que en esas dos semanas no saliera de su casa. "No salgas, Pablo, aguantame que vuelvo -le dijo-. No corras riesgos. No salgas." Pero al cuarto día Pablo se sintió fuerte y confiado, y salió a caminar por la villa. Y sus antiguos enemigos lo acribillaron a balazos en la calle.
Cuando el padre Pepe regresó a su casa en la 21 y se enteró del asesinato, se dobló de dolor y le flaqueó seriamente la fe. No la fe en Dios. Sino la fe en sus propias fuerzas, en la tarea de achicar el agua con una cucharita en medio de un maremoto. Pero, luego, el gladiador se levantó de ese desasosiego, se abrochó el clergyman y siguió adelante. Sembrar, sembrar, sembrar, se dice. Caerse y levantarse. Pero está muy solo. Únicamente lo acompañan sus feligreses, que lo adoran, los otros curitas y su obispo. El cardenal Bergoglio lo visita seguido. Viene en colectivo hasta la villa y confraterniza con los hombres y mujeres de la capilla de la Virgen de Caacupé.
Una tarde, el hombre que hace cuatro años pudo haber sido papa estaba charlando con un grupo grande de albañiles, Uno de ellos se paró y dijo que hacía un tiempo le había ocurrido algo singular. Salía de una obra en un edificio en construcción de un barrio porteño y, al subir con sus compañeros al colectivo, mientras hablaban en guaraní y hacían bromas, el albañil divisó sentado en el fondo a Bergoglio. Les avisó a sus compañeros que era el mismísimo jefe de la Iglesia Católica argentina, pero no le creyeron. El albañil no pudo entonces con su genio, se acercó a Bergoglio, le preguntó si era quien era y le pidió la bendición. "Cuando bajé del colectivo, padre -declaró el albañil ante el silencio de todos-, les dije a mis compañeros: «Qué bueno tener un obispo que vive como nosotros»." A Bergoglio, que es un estoico, se le llenaron los ojos de lágrimas y lo quebró por un instante el llanto.
Una vez mataron a tiros a un vecino a la salida de una misa, en esa misma calle por la que entré caminando y por la que Di Paola anda como si fuera una celebridad, acaso el verdadero padre de todos, el jefe de la gran familia. Un padre joven y fachero, que jamás se jacta de nada ni levanta la voz, y que logró la unión en la fe de una zona populosa donde la cultura tumbera es minoritaria. Se escuchan mucho más polca, chamamé y canciones populares paraguayas que cumbia villera. Aquí están las víctimas. Los traficantes de droga y los mercaderes de armas tienen muchos billetes y viven fuera de estas barriadas. Di Paola visita enfermos, atiende problemas, da la extremaunción, reparte consejos y, por las noches, cuando tocan a su puerta, se pone su coraza de tela azul y acude corriendo a la escena del crimen. Vecinos asesinados. Adolescentes heridos de arma blanca. Niños lastimados. Venganzas. Dramas con gritos y sangre. Acusaciones y lamentos. El padre Pepe llega casi siempre primero: la ambulancia del SAME tarda mucho más, porque no entra en la villa sin la custodia de un patrullero de la Policía Federal. Y el patrullero viene cuando puede.
Al caer la noche todo se vuelve más siniestro. La oscuridad, en la tradición cristiana, está vinculada al mal. Y las tinieblas en la villa 21 son letales. Pepe me está diciendo todo esto mientras vemos, por la ventana, que el último sol se apaga. Pienso en los vampiros del paco, que me aguardan afuera. Di Paola me lee el pensamiento. "¿Cómo viniste hasta acá?", quiere saber. Le explico que el remise partió y le digo, haciéndome el valiente, que no se agite: voy a irme caminando. Son cuatro cuadras hasta Vélez Sarsfield, y ahí tomo un colectivo. "No, no -me dice-. La salida es más difícil que la entrada." Pienso en el repartidor de garrafas que mataron hace cuatro semanas de un balazo seco en esta misma calle de la muerte.
Salimos del despacho y Di Paola llama al arcángel desgreñado, que viene desde el fondo. "Llevalo hasta la avenida", le ordena. El ayudante de Dios asiente y Di Paola y yo nos damos un abrazo. Le digo la verdad. Le digo que fue un honor conocerlo. No sé cómo me va a llevar el arcángel y presiento que quiere que me suba a una bicicleta, porque agarra una y me llama desde el umbral. Vamos, me anima. Salimos a Osvaldo Cruz, y el hombre se me pone al lado, yo junto a la pared y él caminando con la bicicleta entre los dos. El arcángel, como una muralla o un salvoconducto ante las decenas de ojos que nos siguen con la mirada silenciosa del atardecer. Hay mucha más gente que antes y ya no queda un miserable rayito de sol.
En una pared hay un dibujo colorido y una oración del Gauchito Gil. Salimos de la barriada y andamos despacio por ese corredor de asfalto que es más oscuro que la villa misma. El arcángel me va contando dos cosas: la santidad del curita y la maldición del paco. Al llegar a Vélez Sarsfield veo que mi fiel remisero me hace señas desesperadas desde la otra orilla. También veo que sigue pálido como un muerto. Gracias, amigazo, le digo al arcángel, y al darle la mano siento los callos y asperezas del trabajador incansable. Ese buen hombre común, ese ayudante de Dios, es como el promedio de todos aquellos siervos de la Virgen de Caacupé.
Carlos Guzmán
Coordinador de Contenidos
Programa Radial
EL ALFA Y LA OMEGA
miércoles, 29 de abril de 2009
Un gladiador del siglo XXI
en
10:35


miércoles, 15 de abril de 2009
Los muros caen…
Martes 14.04.2009
Editorial - Programa Nº 384
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"Jericó estaba herméticamente cerrada por temor a los israelitas: nadie salía ni entraba. Entonces el Señor dijo a Josué: "Yo he puesto en tus manos a Jericó y a su rey. Por eso ustedes, todos los hombres de guerra, darán una sola vuelta alrededor de la ciudad, formando un círculo en torno a ella. Así lo harán durante seis días. Al dar la séptima vuelta, los sacerdotes tocaron con más fuerza las trompetas, y Josué dijo al pueblo: "Lancen el grito de guerra, porque el Señor les entrega la ciudad. Entonces el pueblo lanzó un fuerte grito y se tocaron las trompetas, el pueblo prorrumpió en un griterío ensordecedor, y el muro se desplomó sobre sí mismo. En seguida el pueblo acometió contra la ciudad, cada uno contra lo que tenía adelante, y la tomaron", (Josué 5-1, 3, 16; 6-20)
Este texto extractado del libro de Josué que describe la conquista de la Tierra prometida como el resultado de la acción conjunta de todo Israel. Aquí traigo a cuenta la conquista y sitio de la ciudad de Jericó que está cerca del extremo sur del valle del Jordán. Según la historia ha sido un oasis y un centro de población en un valle por lo demás árido. Algunos eruditos creen que Jericó es la ciudad más antigua del mundo habitada continuamente. Josué es el principal personaje del relato y el único jefe de todas las tribus que anima al pueblo y lo conduce a la victoria…, pero me quise detener en un momento del relato donde se nos cuenta como Israel vence siguiendo las indicaciones de Josué, derribando los muros que protegían la ciudad… los muros caen…
Un detalle para agregar… las excavaciones arqueológicas han demostrado que durante el siglo XIII a. C. -época de la «conquista» de Canaán- la ciudad de Jericó se encontraba en ruinas y estaba totalmente deshabitada. En consecuencia, no pudo ser destruida a la llegada de los invasores israelitas. Este hecho -sumado al carácter litúrgico de la acción que describe el relato- indica que la narración bíblica no es la crónica de un acontecimiento histórico, sino la expresión simbólica de la manera cómo los israelitas interpretaron su entrada en la Tierra prometida: las imponentes ruinas de Jericó eran el símbolo del poder de Dios, que había introducido triunfalmente a su Pueblo en el país de los cananeos, destruyendo a su paso todos los obstáculos… los muros caen…
A lo largo de la historia de la humanidad el hombre ha creído que construir murallas, soluciona los problemas territoriales o defensa de su territorio, pero como sabemos las cosas a veces no dan el resultado que esperamos… si hacemos un viaje imaginario en el tiempo, podemos ir varios siglos atrás y detenernos en esa majestuosa obra de la arquitectura antigua, nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1987, estoy hablando de la Gran Muralla China es una antigua fortificación china construida y reconstruida entre el siglo V a. C. y el siglo XVI para proteger la frontera norte del imperio Chino durante las sucesivas dinastías imperiales de los ataques de las tribus nómadas provenientes de Mongolia y Manchuria.
Sin contar sus ramificaciones y construcciones secundarias, cubrió 6.400 km desde la frontera con Corea al borde del río Yalu hasta el desierto de Gobi lo largo de un arco que delinea aproximadamente el borde sur de Mongolia Interior, aunque al día de hoy sólo se conserva un 30% de ella. En promedio, tiene 6 a 7 metros y 4 a 5 metros de ancho. En su apogeo Ming, fue custodiada por más de un millón de guerreros.
Gran parte de esta mega construcción tiene fama de ser el mayor cementerio del mundo. Aproximadamente 10 millones de trabajadores que murieron durante la construcción. No se les enterró en el muro en sí, sino en sus inmediaciones.
Si seguimos viajando en el tiempo, descubrimos los primeros castillos entre los siglos VIII y XV, su origen es más antiguo y tienen precedentes en la arquitectura militar de la Grecia clásica. En la Alta Edad Media se utilizaba como cerco defensivo una mera empalizada de madera, pero la evolución del armamento y de las técnicas militares hicieron inservible este procedimiento; más adelante, se confió en la solidez de las construcciones en piedra y en la altura de los muros que con este material podía alcanzarse.
Un detalle a tener en cuenta: todo el castillo iba cercado de una alta y gruesa muralla, generalmente transitable por un camino que la recorre en su parte superior. Se intercalan en la muralla cubos o torreones que permiten diversificar los ángulos de tiro y defender mejor las cortinas. Todos los lienzos suelen estar rematados por almenas para la protección de los defensores. También es habitual disponer de garitas voladas para mejorar las condiciones de tiro sobre los asaltantes. Al pie de la muralla y rodeándola por el exterior se abre a veces un foso para impedir la aproximación del enemigo; se salva con puentes levadizos. Puede haber más de un anillo defensivo amurallado, pero... los muros caen…
El Muro de Berlín también denominado "Muro de Contención Antifascista" por la República Democrática Alemana (RDA) y "El Muro de la Vergüenza" por la opinión pública occidental, fue parte de las fronteras intraalemanas desde el 13 de agosto de 1961 hasta el 9 de noviembre de 1989 y separó a Alemania Occidental de Alemania Oriental hasta ese año.
El muro se extendía por 45 kilómetros que dividían Berlín en dos y 115 kilómetros que separaban Berlín Occidental de la RDA. Fue uno de los símbolos más conocidos de la Guerra Fría y de la separación de Alemania.
Muchas personas murieron en el infierno de superar la dura vigilancia de los guardias fronterizos de la RDA cuando se dirigían al sector occidental. El número exacto de víctimas está sujeto a disputas y no se conoce con seguridad. La Fiscalía de Berlín considera que el saldo total es de 270 personas, incluyendo 33 que fallecieron como consecuencia de la detonación de minas. Por su parte el Centro de Estudios Históricos de Potsdam estima en 125 la cifra total de muertos en la zona del muro.
El Muro de Berlín cayó en la noche del jueves, 9 de noviembre de 1989, al viernes, 10 de noviembre de 1989, 28 años más tarde de su construcción. Se dice también que el siglo XX finaliza en el año 1989 cuando la caída del muro de Berlín…los muros caen…
Podría seguir hablando de muros y muros, pero usted que me escucha se pregunta a donde quiero llegar con este tema de los muros… hace unos días atrás aquí en nuestro país, en la provincia de Buenos Aires, entre los municipios de San Isidro y San Fernando, veía asombrado frente a la televisión como un grupo de vecinos y personas, destruían un “muro” que la Municipalidad de San Isidro construyó para “preservar” la seguridad en el barrio de La Horqueta que divide a estas dos localidades, obra que generó polémica y protestas de los vecinos de la zona norte del Gran Buenos Aires.
El intendente de San Isidro, Gustavo Posse aclaró, que “estas construcciones son de carácter transitorio, por lo cual si la situación mejora podemos levantarlo, mientras tanto nosotros en ese lugar y en otros lugares de San Isidro y en las zonas que puedan producir este tipo de corredores de delincuentes vamos a avanzar en este trabajo”…los muros caen…
Ahora yo como espectador frente a esta situación, que fue noticia en todos los noticieros ese día, me pregunto: como siempre mi opinión no es a favor ni en contra, pero digo ¿son soluciones construir muros? ¿Es necesario dividirnos? Porque no nos remitimos a la historia y aprendemos de los errores de construir muros que nos separen del resto, si sabemos que a larga siempre el lugar que protege el “muro” siempre es sitiado. Que quiero decir con esto, que sería bueno que se elaboren otro tipo de políticas para erradicar la inseguridad, tema que parece nuestros dirigentes “TODOS” no encuentran o no les interesan ya que están más ocupados en las próximas elecciones y ver que otra parte de la torta puede quedarse…
En síntesis: Solo para terminar y reflexionar juntos, existe el Muro fronterizo entre EE. UU. y México que es una muralla física construida por Estados Unidos en su frontera con este país. Su objetivo es impedir la entrada de inmigrantes ilegales, sobre todo mexicanos y centroamericanos procedentes de la frontera sur hacia territorio estadounidense. Su construcción se inició en 1994 bajo el programa de lucha contra la inmigración ilegal conocido como «Operación Guardián»
En la ciudad de Belfast, en Irlanda del Norte, un muro de 20km de ladrillo, acero y alambres de púas, intenta separar a católicos y protestantes.
En los enclaves españoles de África del Norte, en Ceuta y Melilla, muros de más de 5 metros de altura intentan también frenar el ingreso de inmigrantes al territorio español, y son bastante más intimidatorios que el que se construye en Cisjordania.
Marruecos también construyó un muro que se extiende por 2.500 kilómetros y que intenta aislar a los saharauis.
No se dice mucho del faraónico muro que separa Arabia Saudita de Yemen, construido por los saudíes para frenar la inmigración yemení.
En la región de Cachemira, en la India, un muro de más de 1.000km intenta frenar el ingreso de separatistas musulmanes a su territorio.
Estos nuevos detonantes sociales reavivaron mundialmente el sentimiento de indignación y de impotencia que movilizaba décadas atrás, el muro de Berlín. Los muros de la guerra fría eran para no dejar salir; los de ahora, para no dejar entrar. Pero todos resultan igualmente nefastos para las sociedades que los sufren y para el resto del mundo, que mira a veces sin capacidad de asombro ni de reacción, como proliferan y afectan en estos momentos a las comunidades de 28 países.
Para garantizar la integridad de la sociedad, de la comunidad hace falta comunicación y no muros. Los muros separan los mundos y en el fondo despiertan en las personas mucho rechazo, mucha violencia y agravan la situación en lugar de resolverla.
Alfredo Musante
Director Responsable
Programa Radial
EL ALFA Y LA OMEGA
Editorial - Programa Nº 384
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"Jericó estaba herméticamente cerrada por temor a los israelitas: nadie salía ni entraba. Entonces el Señor dijo a Josué: "Yo he puesto en tus manos a Jericó y a su rey. Por eso ustedes, todos los hombres de guerra, darán una sola vuelta alrededor de la ciudad, formando un círculo en torno a ella. Así lo harán durante seis días. Al dar la séptima vuelta, los sacerdotes tocaron con más fuerza las trompetas, y Josué dijo al pueblo: "Lancen el grito de guerra, porque el Señor les entrega la ciudad. Entonces el pueblo lanzó un fuerte grito y se tocaron las trompetas, el pueblo prorrumpió en un griterío ensordecedor, y el muro se desplomó sobre sí mismo. En seguida el pueblo acometió contra la ciudad, cada uno contra lo que tenía adelante, y la tomaron", (Josué 5-1, 3, 16; 6-20)
Este texto extractado del libro de Josué que describe la conquista de la Tierra prometida como el resultado de la acción conjunta de todo Israel. Aquí traigo a cuenta la conquista y sitio de la ciudad de Jericó que está cerca del extremo sur del valle del Jordán. Según la historia ha sido un oasis y un centro de población en un valle por lo demás árido. Algunos eruditos creen que Jericó es la ciudad más antigua del mundo habitada continuamente. Josué es el principal personaje del relato y el único jefe de todas las tribus que anima al pueblo y lo conduce a la victoria…, pero me quise detener en un momento del relato donde se nos cuenta como Israel vence siguiendo las indicaciones de Josué, derribando los muros que protegían la ciudad… los muros caen…
Un detalle para agregar… las excavaciones arqueológicas han demostrado que durante el siglo XIII a. C. -época de la «conquista» de Canaán- la ciudad de Jericó se encontraba en ruinas y estaba totalmente deshabitada. En consecuencia, no pudo ser destruida a la llegada de los invasores israelitas. Este hecho -sumado al carácter litúrgico de la acción que describe el relato- indica que la narración bíblica no es la crónica de un acontecimiento histórico, sino la expresión simbólica de la manera cómo los israelitas interpretaron su entrada en la Tierra prometida: las imponentes ruinas de Jericó eran el símbolo del poder de Dios, que había introducido triunfalmente a su Pueblo en el país de los cananeos, destruyendo a su paso todos los obstáculos… los muros caen…
A lo largo de la historia de la humanidad el hombre ha creído que construir murallas, soluciona los problemas territoriales o defensa de su territorio, pero como sabemos las cosas a veces no dan el resultado que esperamos… si hacemos un viaje imaginario en el tiempo, podemos ir varios siglos atrás y detenernos en esa majestuosa obra de la arquitectura antigua, nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1987, estoy hablando de la Gran Muralla China es una antigua fortificación china construida y reconstruida entre el siglo V a. C. y el siglo XVI para proteger la frontera norte del imperio Chino durante las sucesivas dinastías imperiales de los ataques de las tribus nómadas provenientes de Mongolia y Manchuria.
Sin contar sus ramificaciones y construcciones secundarias, cubrió 6.400 km desde la frontera con Corea al borde del río Yalu hasta el desierto de Gobi lo largo de un arco que delinea aproximadamente el borde sur de Mongolia Interior, aunque al día de hoy sólo se conserva un 30% de ella. En promedio, tiene 6 a 7 metros y 4 a 5 metros de ancho. En su apogeo Ming, fue custodiada por más de un millón de guerreros.
Gran parte de esta mega construcción tiene fama de ser el mayor cementerio del mundo. Aproximadamente 10 millones de trabajadores que murieron durante la construcción. No se les enterró en el muro en sí, sino en sus inmediaciones.
Si seguimos viajando en el tiempo, descubrimos los primeros castillos entre los siglos VIII y XV, su origen es más antiguo y tienen precedentes en la arquitectura militar de la Grecia clásica. En la Alta Edad Media se utilizaba como cerco defensivo una mera empalizada de madera, pero la evolución del armamento y de las técnicas militares hicieron inservible este procedimiento; más adelante, se confió en la solidez de las construcciones en piedra y en la altura de los muros que con este material podía alcanzarse.
Un detalle a tener en cuenta: todo el castillo iba cercado de una alta y gruesa muralla, generalmente transitable por un camino que la recorre en su parte superior. Se intercalan en la muralla cubos o torreones que permiten diversificar los ángulos de tiro y defender mejor las cortinas. Todos los lienzos suelen estar rematados por almenas para la protección de los defensores. También es habitual disponer de garitas voladas para mejorar las condiciones de tiro sobre los asaltantes. Al pie de la muralla y rodeándola por el exterior se abre a veces un foso para impedir la aproximación del enemigo; se salva con puentes levadizos. Puede haber más de un anillo defensivo amurallado, pero... los muros caen…
El Muro de Berlín también denominado "Muro de Contención Antifascista" por la República Democrática Alemana (RDA) y "El Muro de la Vergüenza" por la opinión pública occidental, fue parte de las fronteras intraalemanas desde el 13 de agosto de 1961 hasta el 9 de noviembre de 1989 y separó a Alemania Occidental de Alemania Oriental hasta ese año.
El muro se extendía por 45 kilómetros que dividían Berlín en dos y 115 kilómetros que separaban Berlín Occidental de la RDA. Fue uno de los símbolos más conocidos de la Guerra Fría y de la separación de Alemania.
Muchas personas murieron en el infierno de superar la dura vigilancia de los guardias fronterizos de la RDA cuando se dirigían al sector occidental. El número exacto de víctimas está sujeto a disputas y no se conoce con seguridad. La Fiscalía de Berlín considera que el saldo total es de 270 personas, incluyendo 33 que fallecieron como consecuencia de la detonación de minas. Por su parte el Centro de Estudios Históricos de Potsdam estima en 125 la cifra total de muertos en la zona del muro.
El Muro de Berlín cayó en la noche del jueves, 9 de noviembre de 1989, al viernes, 10 de noviembre de 1989, 28 años más tarde de su construcción. Se dice también que el siglo XX finaliza en el año 1989 cuando la caída del muro de Berlín…los muros caen…
Podría seguir hablando de muros y muros, pero usted que me escucha se pregunta a donde quiero llegar con este tema de los muros… hace unos días atrás aquí en nuestro país, en la provincia de Buenos Aires, entre los municipios de San Isidro y San Fernando, veía asombrado frente a la televisión como un grupo de vecinos y personas, destruían un “muro” que la Municipalidad de San Isidro construyó para “preservar” la seguridad en el barrio de La Horqueta que divide a estas dos localidades, obra que generó polémica y protestas de los vecinos de la zona norte del Gran Buenos Aires.
El intendente de San Isidro, Gustavo Posse aclaró, que “estas construcciones son de carácter transitorio, por lo cual si la situación mejora podemos levantarlo, mientras tanto nosotros en ese lugar y en otros lugares de San Isidro y en las zonas que puedan producir este tipo de corredores de delincuentes vamos a avanzar en este trabajo”…los muros caen…
Ahora yo como espectador frente a esta situación, que fue noticia en todos los noticieros ese día, me pregunto: como siempre mi opinión no es a favor ni en contra, pero digo ¿son soluciones construir muros? ¿Es necesario dividirnos? Porque no nos remitimos a la historia y aprendemos de los errores de construir muros que nos separen del resto, si sabemos que a larga siempre el lugar que protege el “muro” siempre es sitiado. Que quiero decir con esto, que sería bueno que se elaboren otro tipo de políticas para erradicar la inseguridad, tema que parece nuestros dirigentes “TODOS” no encuentran o no les interesan ya que están más ocupados en las próximas elecciones y ver que otra parte de la torta puede quedarse…
En síntesis: Solo para terminar y reflexionar juntos, existe el Muro fronterizo entre EE. UU. y México que es una muralla física construida por Estados Unidos en su frontera con este país. Su objetivo es impedir la entrada de inmigrantes ilegales, sobre todo mexicanos y centroamericanos procedentes de la frontera sur hacia territorio estadounidense. Su construcción se inició en 1994 bajo el programa de lucha contra la inmigración ilegal conocido como «Operación Guardián»
En la ciudad de Belfast, en Irlanda del Norte, un muro de 20km de ladrillo, acero y alambres de púas, intenta separar a católicos y protestantes.
En los enclaves españoles de África del Norte, en Ceuta y Melilla, muros de más de 5 metros de altura intentan también frenar el ingreso de inmigrantes al territorio español, y son bastante más intimidatorios que el que se construye en Cisjordania.
Marruecos también construyó un muro que se extiende por 2.500 kilómetros y que intenta aislar a los saharauis.
No se dice mucho del faraónico muro que separa Arabia Saudita de Yemen, construido por los saudíes para frenar la inmigración yemení.
En la región de Cachemira, en la India, un muro de más de 1.000km intenta frenar el ingreso de separatistas musulmanes a su territorio.
Estos nuevos detonantes sociales reavivaron mundialmente el sentimiento de indignación y de impotencia que movilizaba décadas atrás, el muro de Berlín. Los muros de la guerra fría eran para no dejar salir; los de ahora, para no dejar entrar. Pero todos resultan igualmente nefastos para las sociedades que los sufren y para el resto del mundo, que mira a veces sin capacidad de asombro ni de reacción, como proliferan y afectan en estos momentos a las comunidades de 28 países.
Para garantizar la integridad de la sociedad, de la comunidad hace falta comunicación y no muros. Los muros separan los mundos y en el fondo despiertan en las personas mucho rechazo, mucha violencia y agravan la situación en lugar de resolverla.
Alfredo Musante
Director Responsable
Programa Radial
EL ALFA Y LA OMEGA
en
10:02


miércoles, 8 de abril de 2009
¿Qué fe sueñan los jóvenes?
Martes 07.04.2009
Editorial - Programa Nº 383
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“Jesús, del mismo modo que un día encontró al joven Pablo, quiere encontrarse con cada uno de vosotros, queridos jóvenes. Sí, antes que un deseo nuestro, este encuentro es un deseo ardiente de Cristo. Pero alguno de vosotros me podría preguntar: ¿Cómo puedo encontrarlo yo, hoy? O más bien, ¿de qué forma Él viene hacia mí?...
Dad espacio en vuestra vida a la oración. Está bien rezar solos, pero es más hermoso y fructuoso rezar juntos, porque el Señor nos ha asegurado su presencia cuando dos o tres se reúnen en su nombre (cf. Mt 18,20). Hay muchas formas para familiarizarse con Él; hay experiencias, grupos y movimientos, encuentros e itinerarios para aprender a rezar y de esta forma crecer en la experiencia de fe…”
De esta manera comienzo mi editorial, con estos textos extractados del mensaje del Papa Benedicto XVI, que diera a los jóvenes del mundo con ocasión de la XXIV jornada mundial de la juventud de este año 2009.
Cuando llegamos al tema de los jóvenes, a nosotros los adultos se nos plantean algunas de las cuestiones que creo esperan los jóvenes de nuestra Iglesia y de nosotros que serían:
Una Iglesia que sepa acercarse a los ellos y a su mundo, que sepa dialogar con la cultura y la sociedad desde la fragilidad y la humildad, una Iglesia más buscadora con ellos de la verdad, que poseedora de la misma. Una Iglesia comunión, corresponsable y participativa, menos clericalizada y más abierta a recuperar y valorar el papel del laicado y de la mujer en su seno. Una Iglesia que no se sitúe frente a la sociedad desde fuera o desde arriba, sino desde dentro y desde abajo, una Iglesia que sepa crear redes de fraternidad en el tejido social que recreen la experiencia de Jesús en clave de servicio y entrega.
Una Iglesia que se centre mucho más en proponer lo positivo que en condenar constantemente los criterios del mundo. Quizá entonces los jóvenes puedan percibir una visión más evangélica y gozosa de la moral, y de la misma comprensión cristiana de la sexualidad (una de las asignaturas pendientes con los jóvenes).
Los jóvenes hoy rechazan una moral impositiva y legalista, que no sea fruto de una libre adhesión personal, que no sea contemplada y asumida como portadora de vida, o que no nazca de la autoridad del amor, de la credibilidad de personas concretas que les aman.
En el ámbito de las celebraciones, los jóvenes demandan alegría, sentimiento, cercanía, menos encorsetamiento, en una palabra: «celebración» y experiencia. A nuestras celebraciones les falta tanto cercanía al lenguaje y a la vida de los jóvenes, como la capacidad de ser contraste provocativo para ellos en algunos momentos privilegiando la sencillez, la profundidad, el silencio, la participación sin atisbo de protagonismo, la comunión.
En definitiva, una Iglesia que puedan sentir como «su casa», como un espacio propio. Para ello, jóvenes y agentes de pastoral coinciden en que es necesario el esfuerzo de todos. Se reconoce por parte de los jóvenes inconstancia, falta de compromiso e implicación; se demanda y se pide a los adultos confianza, acogida, paciencia y valoración.
A las parroquias, capillas, movimientos e instituciones se les pide que exista un mayor acompañamiento, más cercanía, más escucha… más apoyo. La estructura que de verdad sea necesaria debe estar siempre al servicio de los jóvenes y de la Iglesia, no viceversa.
Hoy los jóvenes no están contra la Iglesia, sencillamente no la conocen, no saben nada sobre ella. Así lo manifestó el sacerdote francés Éric Jacquinet, responsable de la sección "Jóvenes" del Consejo Pontificio para los Laicos, que será una de las personas clave en la organización de la próxima Jornada Mundial de la Juventud de Madrid en 2011.
Más allá de las JMJ, el Padre Eric explicó que es necesario potenciar la pastoral juvenil en todo el mundo. "Se necesitan lugares de reflexión para una generación cada vez más frágil... El problema está en la raíz, en ese vacío que los jóvenes necesitan llenar y que para colmarlo debemos dar respuestas concretas".
En síntesis: Dar respuestas concretas… hoy los jóvenes no tienen un modelo para seguir, lamentablemente el mundo en el que vivimos, se ha encargado de presentarles como modelos de vida y pensamiento "ídolos" de barro, induciendo a los jóvenes a seguir sus ideales, su pensamiento, su modo de hacer y deshacer las cosas, “ídolos” que en algunos casos han querido quedar inmortalizados como “libertadores” de la opresión a los países más pobres y se alzaron con armas y causaron derramamiento de sangre…, pero me viene a la memoria un hombre que si logro convocar y atraer la mirada de los chicos y chicas de todo el mundo, como fue el caso del Papa Juan Pablo II, que en tantas ocasiones el viejo pontífice respondió al entusiasmo de los jóvenes y les presento un modelo que debían seguir: JESUS.
Hay unas palabras que dijera en la clausura de la Jornada Mundial de la Juventud, en Toronto, Canadá en el 2002 a los jóvenes: "Vosotros sois jóvenes y el Papa está viejo y un poco cansado. Pero también el viejo Papa se identifica con vuestras esperanzas y expectativas"…"Ahora más que nunca es urgente que seáis los "centinelas de la mañana”, los vigías que anuncian la luz del alba y la nueva primavera del Evangelio, de la que ya se ven los brotes. La humanidad tiene necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valientes, que se atrevan a caminar contra corriente y a proclamar con fuerza y entusiasmo la propia fe en Dios, Señor y Salvador. "
Alfredo Musante
Director Responsable
Programa Radial
EL ALFA Y LA OMEGA
Editorial - Programa Nº 383
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“Jesús, del mismo modo que un día encontró al joven Pablo, quiere encontrarse con cada uno de vosotros, queridos jóvenes. Sí, antes que un deseo nuestro, este encuentro es un deseo ardiente de Cristo. Pero alguno de vosotros me podría preguntar: ¿Cómo puedo encontrarlo yo, hoy? O más bien, ¿de qué forma Él viene hacia mí?...
Dad espacio en vuestra vida a la oración. Está bien rezar solos, pero es más hermoso y fructuoso rezar juntos, porque el Señor nos ha asegurado su presencia cuando dos o tres se reúnen en su nombre (cf. Mt 18,20). Hay muchas formas para familiarizarse con Él; hay experiencias, grupos y movimientos, encuentros e itinerarios para aprender a rezar y de esta forma crecer en la experiencia de fe…”
De esta manera comienzo mi editorial, con estos textos extractados del mensaje del Papa Benedicto XVI, que diera a los jóvenes del mundo con ocasión de la XXIV jornada mundial de la juventud de este año 2009.
Cuando llegamos al tema de los jóvenes, a nosotros los adultos se nos plantean algunas de las cuestiones que creo esperan los jóvenes de nuestra Iglesia y de nosotros que serían:
Una Iglesia que sepa acercarse a los ellos y a su mundo, que sepa dialogar con la cultura y la sociedad desde la fragilidad y la humildad, una Iglesia más buscadora con ellos de la verdad, que poseedora de la misma. Una Iglesia comunión, corresponsable y participativa, menos clericalizada y más abierta a recuperar y valorar el papel del laicado y de la mujer en su seno. Una Iglesia que no se sitúe frente a la sociedad desde fuera o desde arriba, sino desde dentro y desde abajo, una Iglesia que sepa crear redes de fraternidad en el tejido social que recreen la experiencia de Jesús en clave de servicio y entrega.
Una Iglesia que se centre mucho más en proponer lo positivo que en condenar constantemente los criterios del mundo. Quizá entonces los jóvenes puedan percibir una visión más evangélica y gozosa de la moral, y de la misma comprensión cristiana de la sexualidad (una de las asignaturas pendientes con los jóvenes).
Los jóvenes hoy rechazan una moral impositiva y legalista, que no sea fruto de una libre adhesión personal, que no sea contemplada y asumida como portadora de vida, o que no nazca de la autoridad del amor, de la credibilidad de personas concretas que les aman.
En el ámbito de las celebraciones, los jóvenes demandan alegría, sentimiento, cercanía, menos encorsetamiento, en una palabra: «celebración» y experiencia. A nuestras celebraciones les falta tanto cercanía al lenguaje y a la vida de los jóvenes, como la capacidad de ser contraste provocativo para ellos en algunos momentos privilegiando la sencillez, la profundidad, el silencio, la participación sin atisbo de protagonismo, la comunión.
En definitiva, una Iglesia que puedan sentir como «su casa», como un espacio propio. Para ello, jóvenes y agentes de pastoral coinciden en que es necesario el esfuerzo de todos. Se reconoce por parte de los jóvenes inconstancia, falta de compromiso e implicación; se demanda y se pide a los adultos confianza, acogida, paciencia y valoración.
A las parroquias, capillas, movimientos e instituciones se les pide que exista un mayor acompañamiento, más cercanía, más escucha… más apoyo. La estructura que de verdad sea necesaria debe estar siempre al servicio de los jóvenes y de la Iglesia, no viceversa.
Hoy los jóvenes no están contra la Iglesia, sencillamente no la conocen, no saben nada sobre ella. Así lo manifestó el sacerdote francés Éric Jacquinet, responsable de la sección "Jóvenes" del Consejo Pontificio para los Laicos, que será una de las personas clave en la organización de la próxima Jornada Mundial de la Juventud de Madrid en 2011.
Más allá de las JMJ, el Padre Eric explicó que es necesario potenciar la pastoral juvenil en todo el mundo. "Se necesitan lugares de reflexión para una generación cada vez más frágil... El problema está en la raíz, en ese vacío que los jóvenes necesitan llenar y que para colmarlo debemos dar respuestas concretas".
En síntesis: Dar respuestas concretas… hoy los jóvenes no tienen un modelo para seguir, lamentablemente el mundo en el que vivimos, se ha encargado de presentarles como modelos de vida y pensamiento "ídolos" de barro, induciendo a los jóvenes a seguir sus ideales, su pensamiento, su modo de hacer y deshacer las cosas, “ídolos” que en algunos casos han querido quedar inmortalizados como “libertadores” de la opresión a los países más pobres y se alzaron con armas y causaron derramamiento de sangre…, pero me viene a la memoria un hombre que si logro convocar y atraer la mirada de los chicos y chicas de todo el mundo, como fue el caso del Papa Juan Pablo II, que en tantas ocasiones el viejo pontífice respondió al entusiasmo de los jóvenes y les presento un modelo que debían seguir: JESUS.
Hay unas palabras que dijera en la clausura de la Jornada Mundial de la Juventud, en Toronto, Canadá en el 2002 a los jóvenes: "Vosotros sois jóvenes y el Papa está viejo y un poco cansado. Pero también el viejo Papa se identifica con vuestras esperanzas y expectativas"…"Ahora más que nunca es urgente que seáis los "centinelas de la mañana”, los vigías que anuncian la luz del alba y la nueva primavera del Evangelio, de la que ya se ven los brotes. La humanidad tiene necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valientes, que se atrevan a caminar contra corriente y a proclamar con fuerza y entusiasmo la propia fe en Dios, Señor y Salvador. "
Alfredo Musante
Director Responsable
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