PROGRAMA Nº 1167 | 17.04.2024

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El Camino de Santiago

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Es una ruta que recorren los peregrinos procedentes de España y de toda Europa para llegar a la ciudad de Santiago de Compostela, donde se veneran las reliquias del apóstol Santiago el Mayor. Durante toda la Edad Media fue muy concurrido, después fue ligeramente olvidado y en la época actual ha vuelto a tomar un gran auge. El Camino de Santiago ha sido declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad; Itinerario Cultural Europeo por el Consejo de Europa y ha recibido el título honorífico de Calle mayor de Europa.

Los orígenes del culto a Santiago en Hispania permanecen en la oscuridad de los tiempos. A finales del siglo VIII se difunde en el noroeste de la Península Ibérica la leyenda de que Santiago el Mayor había sido enterrado en estas tierras, tras evangelizarlas. Así ocho siglos después de la muerte del Apóstol Santiago, en el año 813, un ermitaño llamado Pelayo, vio una estrella posada en el bosque Libredón. Se lo comunicó al obispo Teodomiro, obispo de Iria Flavia, hoy Padrón. Fueron allí y descubrieron en la espesura la antigua capilla, donde existe un cementerio de época romana. El descubrimiento del sepulcro coincide con la llegada al reino asturleonés de mozárabes huidos de las zonas dominadas por los musulmanes, buscando poder practicar sus creencias religiosas.

Es generalizada la creencia entre algunos estudiosos de que Prisciliano fue enterrado en estos lugares cuando trajeron su cuerpo desde Tréveris (Alemania). Otros dicen que fue enterrado cerca de Astorga (León). Según los primeros, el sepulcro de Santiago puede ser tumba de Prisciliano; aunque las fechas en las que vivieron uno y otro no coinciden. Alfonso II el Casto, Rey de Asturias viajó con su corte al lugar, convirtiéndose así en el primer peregrino de la Historia. Mandó edificar una pequeña iglesia. La noticia se propagó rápidamente. Santiago, tan invocado en el siglo VIII, se manifestaba al fin con la revelación de su sepulcro. Aproximadamente a partir en el 814 con el hallazgo de las reliquias del apóstol y con el beneplácito de Carlomagno que quería defender sus fronteras de invasiones árabes, Compostela se convertirá progresivamente en un centro de peregrinaje que recibirá su impulso definitivo durante la primera mitad del siglo XII. Muy pronto, la noticia se extiende por toda la Europa cristiana y los peregrinos comienzan a llegar al, lugar del sepulcro, el denominado Campus Stellae, que degenera en el término Compostela.

En efecto, los repetidos ataques de Almanzor sobre los reinos cristianos españoles llegaron a inquietar a los monjes de la abadía benedictina de Cluny, en aquel momento el más importante centro del cristianismo europeo. Religiosos vinculados a Cluny elaborarán el Códice Calixtino y la Historia Compostelana, y los reyes españoles favorecerán en todo lo posible la constitución y proyección de una red de monasterios cluniacenses en el norte de España y singularmente alrededor del Camino. Esa política está íntimamente relacionada con el deseo de los monarcas españoles de romper con su aislamiento respecto de la Cristiandad mediante lazos dinásticos, culturales y religiosos.

El número de peregrinos aumenta extraordinariamente a partir del siglo XI, cuando la población europea logra salir del aislamiento de épocas anteriores e inicia una serie de contactos e intercambios que, en el campo religioso, llevarán a hacer de la peregrinación la forma más difundida de devoción. Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela serán los destinos más importantes: todos los caminos llevan a Roma. Los cruzados y las ciudades marítimas italianas abren la ruta de Jerusalén. Los monarcas de Navarra, Aragón, Castilla y León facilitan el viaje a Santiago mediante la construcción de puentes, reparación de caminos y edificación de hospitales.

Después del siglo XIV se produjeron muchas convulsiones sociales en Europa que desvían la a los peregrinos potenciales hacia otros destinos, por otra parte la Reconquista desplaza toda la atención económica y gubernamental de los reinos españoles hacia el sur. El Camino de Santiago pierde el esplendor de los siglos anteriores. El Cisma de Occidente en 1378 agrava y divide a la Cristiandad. El siglo XV tampoco ayudo a su revitalización, plagado de acontecimientos desagradables en el viejo continente: guerras, hambre, peste, malas cosechas, sequías... Aún así, muchos creyentes seguían acudiendo hasta la tumba del apóstol para cumplimentar su penitencia pero, un año tras año, el Camino fue cayendo en el olvido.

Aunque los caminos por los que llegan los fieles a Santiago son muy numerosos, una de los recorridos llegará a convertirse en el Camino por antonomasia. Es el camino francés, todos los caminos que pasan por Francia, se unen a alguna de estas cuatro antiguas "vías": España y Europa se han constituido alrededor del Camino de Santiago. Que la principal peregrinación de la Cristiandad usara un Camino Francés y que su objetivo y recorrido estuviera principalmente en España ofrece materia para una investigación y para una reflexión. El Camino genera nuevos santos y leyendas de milagros. Un ejemplo es Santo Domingo de la Calzada, que dedicó su vida a servir a los peregrinos. El privilegio concedido, y confirmado por Alejandro III, consiste en que el año en que el 25 de julio, fiesta de Santiago el Mayor, cae en domingo se podrán ganar en la Iglesia de Compostela las mismas gracias que se ganan en Roma los años jubilares, que allí suelen coincidir cada 25 años. Se trata de la bula de concesión más antigua que conservamos, la Regis aeterni, fechada en 1179. Ella misma alude a que confirma un privilegio del Papa Calixto II (1118-1124). Este papa, hermano de Don Raimundo de Borgoña y, por lo tanto, tío del rey Alfonso VII, fue un gran benefactor de la Iglesia de Compostela.

Tras las Edades Media y Moderna, el Camino va perdiendo importancia. En el Año Santo Compostelano de 1993, el gobierno autónomo gallego, la Junta, decidió potenciar su valor enfocado a un recurso turístico, abriéndolo a personas con el perfil del peregrino religioso tradicional; de este modo se lanzó una gran campaña de publicidad pata el Jacobeo de ese año: Jacobeo 93. Gracias a este plan se restauraron tramos de la ruta y las infraestructuras para peregrinos. Se logró la colaboración de las comunidades autónomas por las que atraviesa el Camino en España. Desde entonces, hacer el recorrido a pie, en bicicleta o a caballo es un destino popular que reúne lo religioso, espiritual, deportivo, cultural, económico, etc., tal y como ha venido ocurriendo desde el principio a través de los siglos. El camino se halla indicado por flechas pintadas de amarillo, postes y otras señales.

La Compostela es un certificado expedido por las autoridades eclesiásticas y dado a los peregrinos cuando acaban su recorrido. Para ganarla se necesita haber andado un mínimo de 100 kilómetros a pie (200 Km. si se va en bicicleta o a caballo). Lo que significa que el recorrido mínimo por el camino francés empieza en la ciudad de Sarria. Los peregrinos que llegan a Santiago de Compostela tienen que mostrar la credencial del camino, que demostrará que se ha andado y se ha hospedado en los lugares que ésta muestra. En la Edad Media, la "Compostela" era un modo de indulgencia, que permitía reducir a la mitad el tiempo del alma en el purgatorio, no obstante si ésta ha sido obtenida en un (Año Santo Compostelano) se obtiene la indulgencia plenaria.

Finisterra (Faro del Fin del Mundo)

Tradicionalmente, los peregrinos que había recorrido cientos, o en ocasiones miles de kilómetros además del gran gozo de abrazar al apóstol, seguían un poco más al Oeste para observar lo que antes del descubrimiento de América se creía el fin del mundo, el llamado por los romanos finís terrae, más allá no había nada, como rezaba el antiguo lema hispánico: non plus ultra. Así a lo largo de los siglos se desarrollaron en Finisterra ciertos "ritos de purificación" a menudo de carácter sincrético y pagano, con mucha carga simbólica en aquel enclave a solo 98 Km. de Compostela. Antes de emprender el camino de regreso a casa, el peregrino realizaba tres actos:

Bañarse en la playa da Langosteira, en la Costa de la muerte: Simbolizaba la purificación del cuerpo. El peregrino se quitaba así el polvo de toda su ruta y limpio comenzaba su nueva vida redimida de pecado.

Quemar las ropas: El peregrino se deshace de todo lo material y con el fuego intenta quemar todo aquello de lo que se quiere deshacer y que no le beneficiará para comenzar una nueva vida. Deja atrás cargas de una vida pasada

Ver la puesta de Sol: Simbolizaba la Muerte y Resurrección; la muerte del sol en el mar y la resurrección al otro día, como la resurrección del alma del peregrino indultado por Dios.

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