
El Concilio se convocó con los fines principales de:
Promover el desarrollo de la fe católica.
Lograr una renovación moral de la vida cristiana de los fieles.
Adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de nuestro tiempo.
Lograr la mejor interrelación para con las demás religiones, principalmente las orientales.
Se pretendió que fuera un aggiornamento o puesta al día de la Iglesia, renovando los elementos que más necesidad tuvieran de ello, revisando el fondo y la forma de todas sus actividades.
En el Concilio Vaticano I (1869-1870) no había terminado por la suspensión de la guerra franco-prusiana. Algunos querían que se continuara este concilio pero no ha sido así. Los sectores más liberales o modernistas dentro de la Iglesia es uno de los 5 concilios más importantes (Niceno I, Calcedonense, Lateranense IV, Tridentino y Vaticano II). Trató de la Iglesia, la Revelación, la Liturgia, la libertad religiosa, etc. siendo sus características más importantes la renovación y la tradición. En cambio los sectores más conservadores aplican un término llamado la hermenéutica de la continuidad para leer los textos conciliares a la luz de la Tradición y el Magisterio bi milenario para que no entre en contradicción.
Pero los sectores tradicionalistas, como la Hermandad San Pío X denuncian que el Concilio enseña errores y que hay puntos que deben ser condenados porque contradicen abiertamente la Tradición, el Magisterio Papal y de los anteriores Concilios de la Iglesia católica.