Juan Pablo II durante el Jubileo Internacional de los Jóvenes, el jueves 12 de Abril de 1984 en la Plaza de San Pedro, en Roma, dirigió un discurso a los jóvenes venidos de todas partes del mundo, donde exclamo la esperanza que la Iglesia tiene en los jóvenes que son los propagadores de la fe en las nuevas generaciones…
"Queridísimos jóvenes:
Esta magnífica plaza de San Pedro en la que nos encontramos y que guarda tantos recuerdos eclesiales, se abre hoy a un encuentro del Papa con la juventud de todo el mundo.
Me de la impresión de que la columnata que nos rodea, es esta tarde los brazos abiertos del Papa y de la Iglesia, que se unen para acogeros aquí, cerca de la tumba de San Pedro.
Bienvenidos seáis, amadísimos jóvenes, a esta primera cita con el Papa, al principio de los actos de vuestro Jubileo.
Os he visto recorrer la vía de la Conciliazione con las antorchas en la mano. Era una estupenda marcha de luz. Pero era sobre todo una profesión de fe y de esperanza, porque con vosotros caminaba Cristo. El sostiene vuestro entusiasmo y da sentido a vuestra vida; El os llama a vivir ideales que ningún otro enseña; El os está siempre cercano; El es el Amigo que nunca defrauda.
En este encuentro, cuando las sombras de la noche van cayendo, sé que queréis orar como los discípulos de Emaús: Señor, el día ya declina, quédate con nosotros (Cf. Luc. 24, 28).
Quédate para iluminar nuestras dudas y temores.
Quédate para que fortifiquemos nuestra luz con la tuya.
Quédate para ayudarnos a ser solidarios y generosos.
Quédate para que en un mundo con poca fe y esperanza, nos alentemos los unos a los otros y sembremos fe y esperanza.
Quédate, para que también nosotros aprendamos de Ti a ser luz para los otros jóvenes y para el mundo".
Esta magnífica plaza de San Pedro en la que nos encontramos y que guarda tantos recuerdos eclesiales, se abre hoy a un encuentro del Papa con la juventud de todo el mundo.
Me de la impresión de que la columnata que nos rodea, es esta tarde los brazos abiertos del Papa y de la Iglesia, que se unen para acogeros aquí, cerca de la tumba de San Pedro.
Bienvenidos seáis, amadísimos jóvenes, a esta primera cita con el Papa, al principio de los actos de vuestro Jubileo.
Os he visto recorrer la vía de la Conciliazione con las antorchas en la mano. Era una estupenda marcha de luz. Pero era sobre todo una profesión de fe y de esperanza, porque con vosotros caminaba Cristo. El sostiene vuestro entusiasmo y da sentido a vuestra vida; El os llama a vivir ideales que ningún otro enseña; El os está siempre cercano; El es el Amigo que nunca defrauda.
En este encuentro, cuando las sombras de la noche van cayendo, sé que queréis orar como los discípulos de Emaús: Señor, el día ya declina, quédate con nosotros (Cf. Luc. 24, 28).
Quédate para iluminar nuestras dudas y temores.
Quédate para que fortifiquemos nuestra luz con la tuya.
Quédate para ayudarnos a ser solidarios y generosos.
Quédate para que en un mundo con poca fe y esperanza, nos alentemos los unos a los otros y sembremos fe y esperanza.
Quédate, para que también nosotros aprendamos de Ti a ser luz para los otros jóvenes y para el mundo".