De
vez en cuando se oye hablar de los famosos “libros
perdidos” de la Biblia. Son un conjunto de escritos que, al parecer,
existían antes de que ésta se compusiera, y en los que se basaron los autores
bíblicos para redactar sus obras. Sabemos de la existencia de estos libros
porque la misma Biblia los menciona. Pero hoy lamentablemente han desaparecido,
y resulta imposible saber qué es lo que decían. Esta situación es aprovechada
por algunos grupos esotéricos, que especulan con que tales libros escondían
información sobre civilizaciones secretas, ciudades misteriosas y culturas fantásticas,
información que hoy, según dicen, puede descubrirse oculta en el trasfondo de
los relatos bíblicos. El Antiguo Testamento menciona 19 de ellos, en un total de 50 citas bíblicas. Veamos cuáles eran,
y qué es lo que decían.
El
primero de los mencionados, y más antiguo de todos, es el llamado Las Guerras
de Yahvé (Nm 21,14). Es el único que figura en el Pentateuco. Dice la Biblia
que cuando los israelitas marchaban por el desierto hacia la Tierra Prometida, mientras
recorrían el territorio al este del mar Muerto, cruzaron el río Arnón. Éste
señalaba el límite internacional del
país de Moab, enemigo de Israel, de modo que los hebreos atravesaban el vado
preocupados y con miedo. Y añade el texto: “Por eso se cuenta en el libro de Las
Guerras de Yahvé: «El Protector (es decir, Yahvé) se presentó en la tormenta.
Sí, Él ha venido al valle del Arnón. Él desfiló, él se puso al lado de la
región de Ar, se instaló en la frontera de Moab»”.
Al
contar el cruce del río, el autor bíblico se acordó de este antiguo poema y lo
citó, para enseñar cómo Dios está siempre al lado de su pueblo cuando éste debe
enfrentar situaciones de riesgo o de peligro. El “libro” de Las Guerras de
Yahvé sería, pues, una antigua colección de poemas, sobre diversas batallas de
los israelitas contra sus enemigos, que proclamaban cómo Yahvé había luchado al
lado de ellos. También sería la fuente de otros poemas que aparecen en la
Biblia, como la Canción del Mar (en Ex 15,1-18), la Canción de Miriam (en Ex
15,21), la Canción de Moisés (en Dt 32) y la Canción de Débora (en Jue 5).
En
las obras que siguen al Pentateuco, conocidas como la Historia Deuteronomista (Josué,
Jueces, 1º y 2º Samuel, 1º y 2º Reyes), se citan otros cuatro libros perdidos. El
primero es El Libro de Yashar (o Libro del Justo, porque yashar en hebreo
significa “justo”). Se lo menciona tres veces. La primera, en el famoso relato
de la batalla de Gabaón, cuando el general Josué, luchando contra una coalición
de cinco ejércitos amorreos, logró detener el sol en medio del cielo con la
ayuda divina, y así pudo derrotar a sus enemigos a plena luz del día. Dice la
Biblia: “Y esto está esto escrito en el Libro de Yashar” (Jos
10,12-13).
La
segunda mención, es el conmovedor lamento de David sobre la muerte del rey Saúl
y su hijo Jonatán (en 2
Sm 1,19-27). Según la Biblia, el joven David era íntimo amigo de Jonatán, y su
muerte, ocurrida durante la batalla de Gelboé, lo llevó a componer un largo y
emotivo poema, que el autor bíblico dice haberlo tomado del Libro de Yashar. La
tercera y última cita, en realidad no aparece en la Biblia hebrea sino en su
antigua traducción griega, llamada la versión de La Setenta. Se trata de un
poema atribuido al rey Salomón. Cuando este monarca inauguró el Templo de
Jerusalén, pronunció una breve oración: “Tú, Yahvé, has dicho que vives en la
oscuridad; pero yo te he construido un Templo para que vivas, un lugar donde
habites para siempre” (1 Re 8,12-13). La Setenta asegura que este poema
está tomado del Libro de Yashar.
Vemos,
pues, que el Libro de Yashar, a diferencia de Las Guerras de Yahvé, no se
relacionaba con batallas israelitas sino con personajes de su historia. De
hecho, los tres poemas antes citados hacen alusión a tres grandes héroes
(Josué, David y Salomón). Por eso se llamaba el Libro de Yashar (o del Justo):
porque contenía poemas vinculados a personajes considerados justos o virtuosos
en Israel. El segundo libro perdido que aparece en la Historia Deuteronomista
es el de Los
Hechos de Salomón. Después de relatar los acontecimientos más importantes que
tuvieron lugar durante su reinado, el autor bíblico termina diciendo: “El
resto de los hechos de Salomón, todo lo que hizo y su sabiduría, ¿no está
escrito en el libro de Los Hechos de Salomón?” (1 Re 11,41).
El
historiador bíblico da a entender que se trata de un libro que guardaba los
registros oficiales del rey, y que se hallaba en los archivos del palacio de
Jerusalén. Supuestamente en ella se basó para componer su relato sobre Salomón,
que aparece en 1 Re 3-11. El tercer libro mencionado es el de Las Crónicas de
los Reyes de Israel. Es el texto perdido más nombrado de todos. La Biblia lo
cita 18 veces. La primera vez que aparece es al final de la vida del rey Jeroboam.
Al contar su muerte y sepultura, dice el autor sagrado: “El resto de los hechos de
Jeroboam, cómo guerreó y cómo reinó, están escritos en el libro de Las Crónicas
de los Reyes de Israel” (1 Re 14,19). Y a partir de aquí, lo mencionará
17 veces más cada vez que termine de contar la historia de un rey de Israel,
empleando la misma fórmula. O sea que esas Crónicas fueron la fuente que él
empleó para escribir la historia de la monarquía del norte. El cuarto y último
libro perdido, que aparece en esta colección histórica, es el de Las Crónicas
de los Reyes de Judá. Figura mencionado 15 veces. La primera es al final de la
vida del rey Roboam: “El resto de los hechos de Roboam, todo
cuanto hizo, ¿no está escrito en el libro de Las Crónicas de los Reyes de
Judá?” (1 Re 14,29). Y a partir de aquí, el autor la usará cada vez que
termine la historia de algún monarca del reino del sur.
Ariel
Álvarez Valdés
Biblista