Corría la
década de los 60, cuando el Dartmouth College suavizó sus reglas y consintió
que las mujeres pudieran estudiar en su centro de ciencias computacionales. Y
fue así como la hermana Mary Kenneth Keller comenzó a desarrollar un lenguaje
de programación que fue llamado «BASIC». El programa fue toda una novedad en
aquella época pues hasta el nacimiento de «BASIC» sólo matemáticos y
científicos podían desarrollar software a medida. A partir de la invención de
la hermana Keller más personas pudieron acceder a este tipo de lenguaje de
programación.
Pero el
aspecto aplicativo era una mera manifestación práctica de conocimientos
teóricos profundamente arraigados. Tras haber estudiado en varias
universidades, la hermana Keller presentó su tesis doctoral titulada «La
inferencia inductiva de los patrones generados en la computadora».
Corría el año 1965 en la Universidad de Wisconsin-Madison. La hermana Mary
Kenneth Keller se convertía así en la primera mujer –y en la primera monja– en
obtener un doctorado en ciencias de la computación.
Aunque se
discute la fecha exacta de su nacimiento, Mary Kenneth Keller nació en Ohio
hacia 1914. En 1932 ingresó en la congregación de las hermanas de la caridad y
en 1940 emitió sus votos perpetuos. Al poco tiempo inició estudios de
bachillerato en ciencias y un master de ciencias en matemáticas y física por la
Universidad de DePaul. Fue autora de cuatro libros sobre computación e informática.
Murió en 1985.
Tras haber
obtenido su doctorado, fundó y dirigió (por más de 20 años) el departamento de
ciencias computacionales en Clarke University, en el estado de Iowa. La
universidad bautizó el departamento con el nombre de la hermana Keller años más
tarde: «Centro Keller de Computación y Servicios de la Información».
También en su honor se instituyó el curso de «Ciencias de la Computación Mary
Kenneth Keller». De ese periodo son las palabras que dio en una
entrevista y que bien se pueden considerar una auténtica profecía tecnológica
al constatar que sus palabras son una realidad hoy en día: «Por primera vez podemos simular
mecánicamente el proceso cognitivo. Podemos hacer estudios sobre la
inteligencia artificial. Además de eso, este mecanismo [el ordenador] se puede
utilizar para ayudar a los seres humanos en el aprendizaje. Como vamos a tener
estudiantes más maduros en mayor número con el tiempo , este tipo de
enseñanza, probablemente será cada vez más importante».
En 1975
Pablo VI había alabado el ingenio de los religiosos en la exhortación «Evangelii Nuntiandi» que bien se
pueden aplicar a la hermana Keller y a tantos hombres y mujeres consagrados a
Dios que son pioneros en tantas áreas del saber humano: «Ellos son emprendedores y su
apostolado está frecuentemente marcado por una originalidad y una imaginación
que suscitan admiración. Son generosos: se les encuentra no raras veces en la
vanguardia de la misión y afrontando los más grandes riesgos para su salud y su
propia vida. Sí, en verdad, la Iglesia les debe muchísimo».