miércoles, 24 de septiembre de 2014

A New Standard

El álbum elegido para el programa de esta semana: “A New Standard” interpretado por Steve Tyrell, un amigo que ha compartido ya varios de sus trabajos musicales.

Cuando Steve Tyrell comenzó cantando en público canciones de amor no sabía que estaba embarcándose en una nueva carrera.

Cuando su primer álbum de clásicos vocales americanas conocidas, “A New Standard”, salió en 1999, él no sabía que estaba construyendo un legado. Este trabajo es uno de los tantos éxitos que ha cosechado en su carrera.

Profetas Menores IV: JONAS - MIQUEAS

JONAS

En 2 Reyes 14. 25 se menciona a un profeta llamado Jonás, pero no es él quien escribió el Libro que lleva su nombre. El libro de JONAS fue compuesto después del exilio, sin duda en el siglo v a. C., no para relatar un hecho histórico, sino para comunicar una enseñanza bajo la forma de una parábola.

El protagonista de esta «ficción didáctica» se niega a proclamar la Palabra de Dios a un pueblo pagano y tradicionalmente enemigo de Israel. Toda la narración es un alegato contra el estrecho nacionalismo del Pueblo elegido, que pretende «monopolizar» la misericordia divina en nombre de los privilegios recibidos del Señor. La principal lección que se desprende de este Libro, tan pintoresco como lleno de humor e ironía, aparece claramente en la pregunta que le sirve de conclusión: si Jonás se preocupa por un árbol quemado por el sol, ¿cómo Dios no se va a preocupar por todo un pueblo que se convierte de sus pecados y no le va a conceder su perdón? El amor del Señor no conoce fronteras. Si él manifestó su predilección por Israel, fue para constituirlo «luz de las naciones» (Is. 49. 6).

Este Libro ocupa un lugar destacado en los Evangelios, no sólo por las repetidas alusiones al «signo de Jonás» (Mt. 12. 39-40; 16. 4; Lc. 11. 29-30), sino también por la oposición que establece Jesús entre la fe de los ninivitas y la incredulidad de sus contemporáneos (Mt. 12. 41; Lc. 11. 32). Además, por su insistencia en la universalidad de la misericordia divina, el relato de Jonás es como un anticipo de las parábolas relatadas en el célebre capítulo 15 del Evangelio según san Lucas.


MIQUEAS
Contemporáneo en parte de Oseas, y sobre todo de Isaías, a diferencia de este, MIQUEAS era un campesino de origen humilde. Comenzó su ministerio profético alrededor del 740 a. C. y era un representante típico de lo que la Biblia llama «el pueblo del país», la parte más sana y menos expuesta a la contaminación extranjera. Aunque su recuerdo quedó bastante eclipsado por el de Isaías, sabemos por un texto de Jeremías (26. 18-19) que su predicación tuvo gran influencia en Jerusalén y contribuyó en buena medida a la reforma religiosa del rey Ezequías (2 Rey. 18. 1-6).

Por un lado, Miqueas predijo la ruina de la ya agonizante Samaría, ocurrida en el año 722 a. C., y por otro, anunció que Judá correría idéntica suerte. En sus oráculos se advierte claramente una de las constantes dei profetismo, que es la alternancia entre las amenazas de castigo y las promesas de restauración. De manera especial, este profeta denuncia las injusticias de que eran víctimas, por parte de los ricos y los poderosos, los campesinos refugiados en Jerusalén a causa de la guerra con los asirios. Su mensaje en favor de la justicia social tiene muchos puntos de contacto con el de Amós.

El libro de Miqueas es una recopilación o antología de sus oráculos, realizada por sus discípulos. Pero también se han insertado en él algunos fragmentos pertenecientes a la época del exilio. Entre dichos oráculos merece destacarse el que señala a Belén como el lugar del nacimiento del futuro Mesías (5. 1-5). Este oráculo fue recogido por el Nuevo Testamento para probar que Cristo debía nacer en Belén (Mt. 2. 6; Jn. 7. 42).

NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES

La Santísima Virgen se le apareció a San Pedro Nolasco, en 1218, recomendándole que fundara una comunidad religiosa que se dedicara a auxiliar a los cautivos que eran llevados a sitios lejanos. Esta advocación mariana nace en España y se difunde por el resto del mundo. San Pedro Nolasco, inspirado por la Santísima Virgen, funda una orden dedicada a la merced (que significa obras de misericordia). Su misión era la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Muchos de los miembros de la orden canjeaban sus vidas por la de presos y esclavos. Fue apoyado por el rey Jaime el Conquistador y aconsejado por San Raimundo de Peñafort. San Pedro Nolasco y sus frailes muy devotos de la Virgen María, la tomaron como patrona y guía. Su espiritualidad es fundamentada en Jesús el liberador de la humanidad y en la Santísima Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora.

En 1272, tras la muerte del fundador, los frailes toman oficialmente el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, pero son mas conocidos como mercedarios. El Padre Antonio Quexal en 1406, siendo general de la Merced, dice: "María es fundamento y cabeza de nuestra orden". Esta comunidad religiosa se ha dedicado por siglos a ayudar a los prisioneros y ha tenido mártires y santos. Sus religiosos rescataron muchísimos cautivos que estaban presos en manos de los feroces sarracenos. El Padre Gaver, en 1400, relata como La Virgen llama a San Pedro Nolasco y le revela su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación. Nolasco la pide ayuda a Dios y, en signo de la misericordia divina, le responde La Virgen María diciéndole que funde una orden liberadora. Desde el año 1259 los padres Mercedarios empiezan a difundir la devoción a Nuestra Señora de la Merced (o de las Mercedes) la cual se extiende por el mundo.

NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES DE TUCUMÁN en la ARGENTINA

Tucumán, fue fundada por don Diego de Villarroel en 1565, pero el día de Nuestra Señora de las Mercedes de 1685 fue trasladada al sitio actual. El Cabildo en 1687 nombró a Nuestra Señora de las Mercedes como Patrona y Abogada de la ciudad, por los muchos favores que la Virgen dispensó a los tucumanos. En la mañana del 24 de septiembre de 1812, día del combate, el general Belgrano estuvo orando largo rato ante el altar de la Virgen. El ejército argentino obtuvo la victoria. En el parte que transmitió al Gobierno, Belgrano hizo resaltar que la victoria se obtuvo el día de Nuestra Señora de las Mercedes, bajo cuya protección se habían puesto las tropas. El parte dice textualmente: “La patria puede gloriarse de la completa victoria que han tenido sus armas el día 24 del corriente, día de Nuestra Señora de las Mercedes bajo cuya protección nos pusimos".El general Belgrano puso en manos de la imagen de la Virgen su bastón de mando. La entrega se efectuó durante una solemne procesión con todo el ejército, que terminó en el Campo de las Carreras, donde se había librado la batalla.

Al tener conocimiento de estos actos de devoción las religiosas de Buenos Aires, remitieron a Belgrano cuatro mil escapularios de Nuestra Señora de la Merced para que los distribuyera a las tropas. El batallón de Tucuman se congregó antes de partir rumbo a Salta, frente al atrio del templo de Merced, donde se les entregaron los escapularios, tanto los jefes como oficiales y tropas los colocaron sobre sus uniformes. El 20 de febrero de 1813 los argentinos que buscaban su independencia se enfrentaron nuevamente con los españoles en Salta. Antes de entrar en combate, Belgrano recordó a sus tropas el poder y valimiento de María Santísima y les exhortó a poner en Ella su confianza. Formuló también el voto de ofrendarle los trofeos de la victoria si por su intercesión la obtenía. Con la ayuda de la Madre de Dios vencieron nuevamente a los españoles, y de las cinco banderas que cayeron en poder de Belgrano, una la destinó a Nuestra Señora de las Mercedes de Tucumán, dos a la Virgen de Luján y dos a la Catedral de Buenos Aires.

A partir del año 1812, el culto a Nuestra Señora de las Mercedes adquiere una gran solemnidad y popularidad. En 1813, el Cabildo de Tucumán pide al gobierno eclesiástico la declaración del vicepatronato de Nuestra Señora de las Mercedes "que se venera en la Iglesia de su religión" y ordena de su parte que los poderes públicos celebren anualmente su fiesta el 24 de septiembre. La Autoridad Eclesiástica, por Decreto especial, declara el 4 de septiembre de 1813 festivo en homenaje a Nuestra Señora de las Mercedes el 24 de septiembre. Al cumplirse el centenario de la batalla y victoria de Tucumán, la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes fue coronada solemnemente, en nombre del Papa San Pio X, en 1912.

martes, 16 de septiembre de 2014

BONDED (A tribute to the music of James Bond)

El álbum elegido para el programa de esta semana, es un tributo, hablamos de BONDED (A tribute to the music of James Bond) interpretado por la suntuosa voz de Jaimee Paul.

La franquicia de películas de James Bond está celebrando 50 años. Un aspecto clave de las películas de Bond son los temas musicales que han quedado inmortalizados en las voces de Shirley Bassey, Carly Simon, Tina Turner, Madonna, Adele. Los mas grandes nombres de la música han aparecido en estas composiciones atemporales con sus voces en el último medio siglo. El ganador del Premio Grammy, múltiple productor, tecladista y arreglista, Michael Omartian, ha unido fuerzas con el productor, guitarrista de jazz, Jack Jezzro, para traer un nuevo enfoque de estas canciones icónicas.


Lo que da el toque justo y necesario para que este disco sea maravilloso: es la exquisita y magnífica voz de la cantante de jazz, hablamos de Jaimee Paul, nuevamente en este trabajo, Jaimee, muestra su talento y profesionalidad para interpretar estos temas originales del héroe ingles James Bond, haciendo un tributo a la música de este ícono del cine con resultados impresionantes.


¿Se han perdido algunos libros de la Biblia?

De vez en cuando se oye hablar de los famosos “libros perdidos” de la Biblia. Son un conjunto de escritos que, al parecer, existían antes de que ésta se compusiera, y en los que se basaron los autores bíblicos para redactar sus obras. Sabemos de la existencia de estos libros porque la misma Biblia los menciona. Pero hoy lamentablemente han desaparecido, y resulta imposible saber qué es lo que decían. Esta situación es aprovechada por algunos grupos esotéricos, que especulan con que tales libros escondían información sobre civilizaciones secretas, ciudades misteriosas y culturas fantásticas, información que hoy, según dicen, puede descubrirse oculta en el trasfondo de los relatos bíblicos. El Antiguo Testamento menciona 19 de ellos, en un total de 50 citas bíblicas. Veamos cuáles eran, y qué es lo que decían.

El primero de los mencionados, y más antiguo de todos, es el llamado Las Guerras de Yahvé (Nm 21,14). Es el único que figura en el Pentateuco. Dice la Biblia que cuando los israelitas marchaban por el desierto hacia la Tierra Prometida, mientras recorrían el territorio al este del mar Muerto, cruzaron el río Arnón. Éste señalaba el límite internacional del país de Moab, enemigo de Israel, de modo que los hebreos atravesaban el vado preocupados y con miedo. Y añade el texto: “Por eso se cuenta en el libro de Las Guerras de Yahvé: «El Protector (es decir, Yahvé) se presentó en la tormenta. Sí, Él ha venido al valle del Arnón. Él desfiló, él se puso al lado de la región de Ar, se instaló en la frontera de Moab»”.

Al contar el cruce del río, el autor bíblico se acordó de este antiguo poema y lo citó, para enseñar cómo Dios está siempre al lado de su pueblo cuando éste debe enfrentar situaciones de riesgo o de peligro. El “libro” de Las Guerras de Yahvé sería, pues, una antigua colección de poemas, sobre diversas batallas de los israelitas contra sus enemigos, que proclamaban cómo Yahvé había luchado al lado de ellos. También sería la fuente de otros poemas que aparecen en la Biblia, como la Canción del Mar (en Ex 15,1-18), la Canción de Miriam (en Ex 15,21), la Canción de Moisés (en Dt 32) y la Canción de Débora (en Jue 5).

En las obras que siguen al Pentateuco, conocidas como la Historia Deuteronomista (Josué, Jueces, 1º y 2º Samuel, 1º y 2º Reyes), se citan otros cuatro libros perdidos. El primero es El Libro de Yashar (o Libro del Justo, porque yashar en hebreo significa “justo”). Se lo menciona tres veces. La primera, en el famoso relato de la batalla de Gabaón, cuando el general Josué, luchando contra una coalición de cinco ejércitos amorreos, logró detener el sol en medio del cielo con la ayuda divina, y así pudo derrotar a sus enemigos a plena luz del día. Dice la Biblia: “Y esto está esto escrito en el Libro de Yashar” (Jos 10,12-13).

La segunda mención, es el conmovedor lamento de David sobre la muerte del rey Saúl y su hijo Jonatán (en 2 Sm 1,19-27). Según la Biblia, el joven David era íntimo amigo de Jonatán, y su muerte, ocurrida durante la batalla de Gelboé, lo llevó a componer un largo y emotivo poema, que el autor bíblico dice haberlo tomado del Libro de Yashar. La tercera y última cita, en realidad no aparece en la Biblia hebrea sino en su antigua traducción griega, llamada la versión de La Setenta. Se trata de un poema atribuido al rey Salomón. Cuando este monarca inauguró el Templo de Jerusalén, pronunció una breve oración: “Tú, Yahvé, has dicho que vives en la oscuridad; pero yo te he construido un Templo para que vivas, un lugar donde habites para siempre” (1 Re 8,12-13). La Setenta asegura que este poema está tomado del Libro de Yashar.

Vemos, pues, que el Libro de Yashar, a diferencia de Las Guerras de Yahvé, no se relacionaba con batallas israelitas sino con personajes de su historia. De hecho, los tres poemas antes citados hacen alusión a tres grandes héroes (Josué, David y Salomón). Por eso se llamaba el Libro de Yashar (o del Justo): porque contenía poemas vinculados a personajes considerados justos o virtuosos en Israel. El segundo libro perdido que aparece en la Historia Deuteronomista es el de Los Hechos de Salomón. Después de relatar los acontecimientos más importantes que tuvieron lugar durante su reinado, el autor bíblico termina diciendo: “El resto de los hechos de Salomón, todo lo que hizo y su sabiduría, ¿no está escrito en el libro de Los Hechos de Salomón?” (1 Re 11,41).

El historiador bíblico da a entender que se trata de un libro que guardaba los registros oficiales del rey, y que se hallaba en los archivos del palacio de Jerusalén. Supuestamente en ella se basó para componer su relato sobre Salomón, que aparece en 1 Re 3-11. El tercer libro mencionado es el de Las Crónicas de los Reyes de Israel. Es el texto perdido más nombrado de todos. La Biblia lo cita 18 veces. La primera vez que aparece es al final de la vida del rey Jeroboam. Al contar su muerte y sepultura, dice el autor sagrado: “El resto de los hechos de Jeroboam, cómo guerreó y cómo reinó, están escritos en el libro de Las Crónicas de los Reyes de Israel” (1 Re 14,19). Y a partir de aquí, lo mencionará 17 veces más cada vez que termine de contar la historia de un rey de Israel, empleando la misma fórmula. O sea que esas Crónicas fueron la fuente que él empleó para escribir la historia de la monarquía del norte. El cuarto y último libro perdido, que aparece en esta colección histórica, es el de Las Crónicas de los Reyes de Judá. Figura mencionado 15 veces. La primera es al final de la vida del rey Roboam: “El resto de los hechos de Roboam, todo cuanto hizo, ¿no está escrito en el libro de Las Crónicas de los Reyes de Judá?” (1 Re 14,29). Y a partir de aquí, el autor la usará cada vez que termine la historia de algún monarca del reino del sur.

Ariel Álvarez Valdés
Biblista

Profetas Menores III: NAHUM - HABACUC - SOFONIAS - AGEO - ZACARÍAS - MALAQUIAS

NAHUM

La vida de NAHUM nos es completamente desconocida, como también la ubicación de Elcós, su ciudad de origen. Con una fuerza lírica que no tiene parangón en la Biblia, este profeta describe y celebra la caída de Nínive, capital del Imperio asirio, ocurrida en el 612 a. C. Durante mucho tiempo, Asiria había sido sinónimo de crueldad y de terror entre los países del cercano Oriente. Es natural, entonces, que todos los pueblos se alegraran por su caída, y Nahúm es como el portavoz de esa alegría desbordante.

Pero su canto de júbilo encierra, a la vez, un himno de alabanza a Dios, el Señor de la historia, que desbarata todas las pretensiones humanas y libera a su Pueblo. Los ejércitos que derrotaron a Nínive, el prototipo del imperialismo opresor y el enemigo tradicional de Israel, eran el instrumento del juicio de Dios, que tarde o temprano castiga a los culpables.

El triunfo definitivo del Señor sobre todas las fuerzas del mal, prefigurado en la ruina de Nínive, y el gozo de los elegidos en la Jerusalén celestial, encontraron su expresión cristiana más elocuente en el libro del Apocalipsis.

HABACUC
Nada de cierto sabemos sobre el autor de este Libro. Como tampoco sobre la fecha de su composición ni sobre los opresores a que se refiere. Parecería que se trata de un levita o de un profeta vinculado al Templo de Jerusalén, y probablemente su oráculo esté dirigido contra los caldeos (1. 6), que en el 587 a. C. destruyeron el reino de Juda. En tal caso, el libro de HABACUC habría sido compuesto alrededor del año 600.

Habacuc no se une al coro de profetas que reprochan al pueblo sus pecados y lo amenazan con el castigo. Lo mismo que Job, él se plantea el problema del mal. Ambos discuten con Dios pero mientras el primero protesta por el triunfo de los malos sobre los buenos, el autor de este oráculo se queja por el triunfo de las naciones paganas sobre el Pueblo de Dios. Por más que Israel sea culpable y merezca el castigo, ¿no son peores los otros pueblos? ¿Cómo puede Dios convertirlos en el instrumento de su castigo?

La respuesta del Señor es un llamado a la paciencia. También las naciones paganas recibirán su merecido. Dios hará justicia a su tiempo. Mientras tanto, el justo «vivirá por su fidelidad» (2. 4). Fundado en la traducción griega de este texto, san Pablo lo refiere a la fe que justifica al hombre, librándolo del pecado y dándole la vida de Dios (Rom. 1. 17; Gál. 3. 11). El mismo texto vuelve a encontrarse en al Carta a los Hebreos, dentro de una exhortación a perseverar en la fe (Heb. 10. 37-38).

SOFONIAS
Fue el primero que hizo oír una voz profética en Judá, después del largo silencio que se había producido durante dos generaciones, una vez que Isaías y Miqueas pronunciaron sus últimos oráculos. El título del Libro sitúa la actividad de este profeta en tiempos del rey Josías (640-609 a. C.) y su predicación tuvo lugar casi seguramente hacia el 630, es decir, un tiempo antes de que aquel rey iniciara su célebre reforma religiosa (2 Rey. 22 - 23).

Ya hacía casi un siglo que Asiria había aniquilado al reino de Israel. También el reino de Judá había sido sometido al vasallaje de aquel poderoso Imperio. Esta dominación política trajo consigo la influencia de los cultos asirios sobre la población del reino del Sur. Frente a la corrupción generalizada y a las prácticas idolátricas, Sofonías aparece como un profeta «justiciero», que anuncia el «Día del Señor» como un día de ira y de venganza. Pero él no se contenta con reprobar las manifestaciones exteriores del pecado, sino que denuncia sus causas más profundas: el orgullo, la rebeldía y la falta de confianza en Dios.

A todo esto, Sofonías opone una actitud espiritual caracterizada sobre todo por lo pobreza y la humildad del corazón. Es el profeta de los «pobres del Señor». A ellos se anunciaría siglos más tarde la Buena Noticia de la Salvación (Mt. 11. 5) y ellos serían los «herederos del Reino que Dios ha prometido a los que lo aman» (Sant. 2. 5).

AGEO
Con AGEO comienza el último período profético, el de la época posterior al exilio en Babilonia. Durante este período, el gran tema de los Profetas fue la restauración de Judá, así como el anuncio del castigo divino había sido el tema predominante de los Profetas anteriores al exilio y la consolación de los deportados el de los que ejercieron su actividad profética durante el destierro. Es probable que Ageo, cuyo nombre se menciona junto con el de Zacarías en Esd. 5. 1; 6. 14, perteneciera al grupo de los profetas «cultuales», es decir, vinculados al servicio litúrgico. Su ministerio comenzó unos quince años después de la colocación de los cimientos del Templo y sin duda no duró mucho tiempo. Todos sus oráculos llevan la fecha correspondiente, y estas fechas van desde agosto a diciembre del 520 a. C.

El libro de Ageo, lo mismo que el de Malaquías, nos ofrece valiosas informaciones sobre la penuria material y espiritual de la comunidad judía a la vuelta del exilio. Pero su mensaje está centrado en la reconstrucción de la Casa del Señor, que había quedado interrumpida. «Hay que construir para el Señor una Morada digna de su Nombre y todo cambiará», es la consigna que el profeta repite una y otra vez. La «gloria» del segundo Templo será mayor que la del primero, no por el esplendor material del edificio, sino porque hacia él acudirán todos los pueblos con sus riquezas (2. 6-9). Así, Ageo aparece como el continuador de Ezequiel, que veía en el Templo restaurado la fuente de todas las bendiciones mesiánicas. La predicación de Ageo, apoyada por la de Zacarías, impulsó a proseguir con renovado entusiasmo la obra de la reconstrucción, que culminó cinco años más tarde con la fiesta de la Dedicación (Esd. 6. 13-18).

Los oráculos de Ageo concluyen con una promesa hecha a Zorababel, el alto comisionado del gobierno persa para la provincia de Judá (2. 20-23). Esta promesa, de claro contenido mesiánico, pone bien en evidencia las esperanzas que había suscitado entre sus compatriotas la presencia de aquel descendiente de David, gran promotor de la restauración civil de la comunidad judía, junto con el sacerdote Josué, el animador de la restauración religiosa.

ZACARIAS
Este Libro consta de dos partes bastante diversas. La primera (caps. 1-8) es la obra del profeta ZACARIAS, que ejerció su actividad en Jerusalén desde noviembre del 520 a. C. -un mes antes que la concluyera Ageo -hasta diciembre del 518. La segunda es más de un siglo posterior y proviene de uno o varios autores, designados habitualmente con el nombre de Segundo o Déutero Zacarías. Bajo este aspecto, el libro de Zacarías se asemeja al de Isaías, que se divide en tres partes, de autores y épocas diferentes, agrupadas bajo el nombre del gran profeta del siglo VIII.

MALAQUIAS
Los oráculos que cierran la colección de los escritos proféticos son la obra de un profeta cuyo verdadero nombre nos es desconocido. El nombre MALAQUIAS -que en hebreo significa «mi mensajero» -fue tomado seguramente de 3. 1 y puesto como título en el encabezamiento del Libro. Aunque estos oráculos no traen ninguna indicación cronológica, la actividad de Malaquías suele situarse poco antes del 445 a. C., fecha en que Nehemías llegó a Jerusalén para llevar a cabo la reforma política y religiosa de la comunidad judía. Este escrito proporciona datos muy valiosos sobre las condiciones de vida del Judaísmo a mediados del siglo v a. C., corroborando y completando la información que nos dan los libros de Esdras y Nehemías.

Cuando Malaquías desarrolló su actividad profética, el Templo ya estaba reconstruido, pero el culto divino y la conducta de los sacerdotes dejaba mucho que desear (2. 1-9). A estos abusos en la práctica del culto se sumaban otros de carácter moral y social. Los ricos oprimían a los pobres (3. 5; Neh. 5. 1-5), muchos repudiaban a la esposa de su juventud para casarse con mujeres extranjeras (2. 14) y otros consideraban que era inútil servir al Señor, ya que a los malos les va mejor que a los buenos (2. 17; 3. 13-14). Todos estos pecados son condenados por Malaquías. Frente a la indiferencia y al escepticismo generalizados, el reafirma decididamente el amor de Dios hacia su Pueblo ( 1. 2-5). Con la misma energía condena los abusos cometidos en el Templo (1. 13-14), reprueba los matrimonios con mujeres paganas (2. 11) y exhorta a la fidelidad matrimonial (2. 15-16), que encuentra su prototipo en la fidelidad del Señor hacia Israel.

Por último, el profeta anuncia el «Día del Señor», que purificará a los sacerdotes, destruirá toda injusticia y dará el triunfo a los justos. Esta restauración del orden moral (3. 5) y del orden cultual (3. 4) culminará en el sacrificio perfecto ofrecido al Señor por todas las naciones (1. 11), que preludia el sacrificio incruento de la Nueva Alianza. En el más célebre de sus oráculos proféticos, Malaquías describe la llegada del Señor, preparada por un misterioso mensajero (3. 1), a quien el Evangelio identifica con Juan el Bautista, el Precursor de Jesús (Mt. 11. 10).

viernes, 12 de septiembre de 2014

NOTICIAS SOBRE EL FALLECIMIENTO DE JUAN CARLOS PISANO


Juan Carlos Pisano (1954-2014)

Catequista, fundador de “La Crujía” y redactor de “El Domingo”

El catequista y comunicador católico Juan Carlos Pisano, redactor del periódico “El Domingo” de Editorial San Pablo y uno de los cuatro fundadores del Centro de Comunicación “La Crujía”, murió a los 59 años, tras meses de luchar contra una erisipela. La noticia fue confirmada por Alfredo Musante, de Anunciar, donde colaboraba.

“Fue el comunicador social con llegada más vital en las bases del pueblo católico argentino. Había que darle un título que expresara parte de su esencia, y no fue difícil encontrarlo. Juan Carlos fue por muchos años co-organizador de los encuentros de liderazgo de los comunicadores argentinos organizados por Schoenstatt, y tuvimos la gracia de rendir este honor hacia su persona en vida, en el Congreso Internacional de Schoenstatt que tuvo lugar en noviembre 2012 en Florencio Varela”, señaló Enrique Soros del Club Gente de Prensa.

Pisano nació en Buenos Aires el 29 de diciembre de 1954 y residía en la localidad bonaerense de Moreno. Estaba casado con María Inés Casalá, con quien tuvo seis hijos y nueve nietos. Editaba el periódico Diálogo desde 1992; era responsable de la página de comentarios del periódico semanal “El Domingo” desde 1985; era codirector y redactor creativo del periódico semanal “La Hojita” infantil desde 1992. Ha publicado más de cien libros y dirigió revistas de alcance nacional.

Es uno de los cuatro fundadores del Centro de Comunicación La Crujía. Trabajó en agencias de noticias, periódicos, revistas, emisoras de radio AM y FM y TV. Fue profesor y secretario académico en la Escuela Superior del Círculo de la Prensa. Junto con Carlos Seoane realizaba recitales de evangelización. Grabó cuentos para niños y para adolescentes, editados por San Pablo. Era vicepresidente de la Red de Magos Solidarios, animador, conferencista y coordinador de encuentros, seminarios y retiros internacionales.

También fue autor de obras teatrales (La herencia, En el país de los ciegos, El arcón de Abril, Mi primera vez, Thánatos, Rejas, y una docena de títulos más) y de textos de catequesis para la Educación General Básica, el Polimodal y la catequesis parroquial (Editorial Bonum, San Pablo y EDB). También escribió textos de comunicación, como “¿Y por casa, cómo andamos?”; “Comunicarse más y mejor”; colecciones “Bienaventuranzas” y “Padre nuestro”; “Cuentos rápidos para leer despacio”; “Cuentos rápidos para trabajar con valores”, entre otros.

Fuente:
Diario Clarín 11.09.2014


miércoles, 10 de septiembre de 2014

11 Episodios Sinfónicos

A pedido de nuestros oyentes, comenzaremos a publicar el material musical exclusivo de EL ALFA Y LA OMEGA, el álbum elegido esta semana: 11 Episodios Sinfónicos

Es un disco en vivo grabado por Gustavo Cerati en el Teatro Avenida de Buenos Aires, Argentina en Agosto de 2001. El concierto consistió en él cantando, mientras Alejandro Terán (quien también realizó los arreglos de los temas) dirigía la orquesta. Después fue realizado el DVD, que contiene 4 canciones adicionales que no estaban incluidas en el CD e incluya una sección denominada "Detrás de las cámaras", un documental y extras. Incluye la mezcla en Surround Sound 5.1 del concierto.

Entre ellas destacan las versiones de "Verbo Carne" y "Un Millón de Años Luz", por la complejidad y fidelidad con las que fueron adaptadas para ser ejecutadas por la sinfónica.

Profetas Menores II: AMOS y ABDÍAS

AMOS
Con AMOS empieza la «edad de oro» del profetismo bíblico. Antes que él, muchos otros profetas habían intervenido activamente en la vida política y religiosa de Israel. Pero ninguno de ellos había escrito nada, y la tradición sólo había conservado el recuerdo de sus acciones y ocasionalmente algunas de sus palabras. A partir de Amós, en cambio, lo que importa en primer lugar es la «palabra» del profeta, y ese mensaje recogido y recopilado por sus discípulos ha llegado hasta nosotros en forma escrita. Así se inicia la era de los llamados profetas escritores. Amós era un campesino de Técoa, pequeña población situada a unos veinte kilómetros al sur de Jerusalén (1.1; 7.14). Pero la dura vida del campo no le impidió adquirir una cultura poco común en su tiempo. El conoce los hechos más relevantes de la historia de su pueblo y está perfectamente al tanto de todo lo que ocurre en el reino de Israel. Posee una vasta información sobre los acontecimientos de su época y presiente el avance de Asiria hacia el oeste. Lo que más impresiona en el estilo de Amós es la sobriedad. Pocas palabras le bastan para lanzar un oráculo incisivo, violento y lleno de imágenes sugestivas. Tampoco faltan en su lenguaje las sutilezas del estilo sapiencial (3. 3-8; 6. 12) y ciertos toques de punzante ironía (4. 4-5).

A pesar de ser nativo de Judá, Amós proclamó su mensaje en el reino del Norte, hacia el 750 a. C. En esa época, Samaría vivía su gran momento de euforia bajo el reinado de Jeroboám 11(787-747). Los enemigos de siempre Asiria, Egipto y Arám se habían eclipsado transitoriamente, y el rey aprovechó la coyuntura para recuperar los antiguos territorios de Israel (2 Rey. 14. 25). La paz exterior favorecía la actividad económica y el acrecentamiento de las riquezas. Un ansia desenfrenada de lujo se había apoderado de las clases más pudientes, que se construían suntuosas mansiones y vivían en la opulencia. Pero esta prosperidad económica beneficiaba únicamente a un sector privilegiado. Mientras unos pocos se enriquecían, la gran masa del pueblo estaba más oprimida que nunca. Dentro de este marco social, resuena la palabra de Amós, el profeta de la justicia. Toda su predicación es una violenta denuncia de la manera cómo el reino de Israel interpretaba su condición de Pueblo elegido. Para Israel, la elección divina era un privilegio y una garantía absoluta de seguridad, cualquiera fuera su comportamiento moral, social y religioso. Para Amós, en cambio, esa elección era una gracia que implicaba la responsabilidad de revelar a los pueblos el rostro del verdadero Dios, por medio de una convivencia fraternal, basada en el derecho y la justicia. Al ver el sufrimiento y la opresión de los débiles, el lujo y la indiferencia de los ricos, él se convirtió en el testigo insobornable de la Justicia del Señor, «que resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes» (Sant. 4. 6). El amor a los pobres y la primacía de la justicia sobre el culto encontraron amplio eco en el resto de la Biblia, sobre todo, en el mensaje evangélico (Mt. 5. 3, 23-24; Lc. 4. 18; 6. 20; Sant 2. 5-7).

ABDIAS
El libro de ABDIAS es el más corto del Antiguo Testamento. Fue escrito en la época del exilio y su autor nos es completamente desconocido. De los veintiún versículos que componen esta obra, casi la mitad (1-9) son paralelos a un texto de Jeremías (49. 7-22), si bien siguiendo un orden diferente. El núcleo central de este escrito es un oráculo contra el país de Edóm. Siempre habían sido difíciles las relaciones de Israel con ese país, que la Biblia hace descender de Esaú, el hijo de Isaac suplantado por Jacob, su hermano menor. La tensión llegó a su punto máximo cuando los edomitas aprovecharon la ruina de Jerusalén en el 587 a. C. para invadir la Judea meridional. Esto explica la violenta reacción de Abdías, compartida por otros textos bíblicos que también se hacen eco de la indignación de los israelitas frente a la traición de sus hermanos de raza (Jer. 49. 7-22; Ez. 25. 12-14; 35; 36. 1-5; Lam. 4. 21-22; Sal. 137. 7). El profeta clama por la justicia de Dios y anuncia la revancha de Israel contra Edóm. Este será destruido y. a la vez, varios territorios vecinos de ese país serán anexados al territorio de Judá. Así llegará el «Día del Señor» para todos los pueblos.

martes, 2 de septiembre de 2014

The Honeydrippers: Volume One

A pedido de nuestros oyentes, comenzaremos a publicar el material musical exclusivo de EL ALFA Y LA OMEGA, el álbum elegido esta semana: The Honeydrippers: Volume One

Fue una banda de rock Inglesa de los años '80, formada por el ex-vocalista de Led Zeppelin, Robert Plant. Acompañando a Plant, estaban Jimmy Page, también antiguo miembro de Led Zeppelin, Jeff Beck, antiguo compañero de Jimmy en The Yardbirds y otros amigos y conocidos de la industria de la música.

La banda realizó sólo un EP de cinco canciones, editado el 12 de noviembre de 1984, llamado The Honeydrippers: Volume One. The Honeydrippers estuvo un tiempo entre los mejores 10, con la canción de Phil Phillips "Sea of Love", y también tuvieron otra canción entre los mejores 30, "Rockin' at Midnight".

Sus miembros fueron: Robert Plant; Jimmy Page; Jeff Beck; Robbie Blunt; Brian Setzer; Andy Silvester; Wayne Terry; Jim Hickman; Kevin O'Neill; Keith (Bev) Smith; Ricky Cool; Keith Evans; Paul Shaffer; Nile Rodgers.

Los Errores de la Biblia – Primera Parte

Al comienzo, no más, de la Biblia, encontramos dos relatos contradictorios sobre la creación del mundo. En el capítulo 1 del Génesis se dice que Dios creó el mundo en 6 días. En el capítulo 2, la creación se realizó en un solo día (v. 4). Según Génesis 1, Dios crea a los seres vivos en orden progresivo: primero las plantas, luego los animales, y finalmente los seres humanos. Según Génesis 2, Dios crea primero al hombre (v. 7), luego las plantas (v. 9), los animales (v. 19), y finalmente a la mujer (v. 22). Según Génesis 1, antes de la creación del mundo lo que había era una inmensa masa de agua (v. 2). Según Génesis 2, antes de la creación del mundo lo que había era un inmenso desierto (v. 5). Según Génesis 1, Dios crea el mundo empleando únicamente su palabra (por eso repite a cada rato: Dijo Dios..., y así fue). Según Génesis 2, Dios trabaja manualmente para crear: como alfarero, para hacer a Adán y los animales; como jardinero, para plantar los árboles; como cirujano, para hacer dormir a Adán, sacarle una costilla y crear a Eva. 

Del mismo modo, en el relato de Caín y Abel encontramos algunas contradicciones. Por ejemplo, después de asesinar a su hermano, exclama Caín arrepentido: Ahora cualquiera que me encuentre me Matará (Gn 4, 14). Pero, ¿quién lo va a encontrar, si no existía nadie más que Adán y Eva? Y más adelante el Génesis dice: Caín se unió con su mujer, y ella quedó embarazada (Gn 4, 17). ¿De dónde sacó Caín una mujer?  La historia del arca de Noé también nos sorprende. Según Génesis 7, 12 el diluvio duró 40 días y 40 noches. Pero un poco más adelante se dice que estuvo Iloviendo 150 días, hasta que Dios se acordó de Noé e hizo dejar de llover (Gn 7, 24-8, 2). En cuanto a los animales que Noé introdujo en el arca, según Génesis 6, 19 era una pareja por especie. En cambio según Génesis 7, 2 fueron 7 parejas por especie. Podemos encontrar más contradicciones en las historias de los patriarcas. Por ejemplo, ¿por qué Jacob viajó a Mesopotamia? ¿Para escapar de su hermano Esaú que lo quería matar (Gn 27, 41-45), o para buscar una mujer con quien casarse (Gn 27, 46-28, 5)? Y el patriarca José, ¿a quién fue vendido como esclavo? ¿A los ismaelitas (Gn 37, 27), o a los madianitas (Gn 37, 28)? 

También los relatos de Moisés manifiestan varias incoherencias. Se dice que Moisés fue la primera persona a quien Dios le reveló su nombre propio de Yahvé, diciéndole: Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob, pero mi nombre de Yahvé no se lo di a conocer (Éx 6, 3). Sin embargo, leemos en el Génesis que varios siglos antes, Abraham ya le decía a Dios Mi señor Yahvé (15, 2); y también lo llamaba así su esposa Sara (16, 2). ¿Quién fue entonces el primero en llamar a Dios "Yahvé"?  Siguiendo con Moisés, ¿cómo se llamaba su suegro? ¿Reuel (Éx 2, 18), Jetró (Ex 3, 1; 4, 18), o Jobab (Núm 10, 29)? ¿Era un sacerdote madianita (Éx 2, 16; 3, 1) o era quenita (Jc 1, 16; 4, 11)? ¿Y dónde murió su hermano Aarón? ¿En Hor (Núm 33, 38), o en Moserá (Deut 10, 6)? La narración de las plagas de Egipto nos depara también varias sorpresas. ¿Cómo es posible que, si en la quinta plaga murió todo el ganado de Egipto (Éx 9, 6), en la sexta el ganado tuviera úlceras (Éx 9, 9) y en la séptima fuera amenazado por el granizo (Éx 9, 19)? ¿Y cómo, si Moisés convirtió en sangre toda el agua de Egipto (Éx 7, 20), los magos pudieron hacer más tarde lo mismo? ¿De dónde sacaron más agua? (Éx 7, 22). 

Si pasamos a la historia de David, en el Primer Libro de Samuel hay dos versiones contradictorias sobre cómo éste conoció al rey Saúl. Según una (c. 16), se conocieron cuando David fue llevado al palacio de Saúl para tocar el arpa y entretener al rey con su música. Según la otra, se conocieron cuando este venció al gigante Goliat (c. 17). Y a propósito de este célebre duelo, ¿quién mató en realidad a Goliat? Porque el Segundo Libro de Samuel asegura que no fue David, sino un hombre llamado Elhanan (2 Sam 21, 19). ¿Y cómo conquistó el rey David la ciudad de Jerusalém? ¿Con sólo su guardia personal, como dice el 2o libro de Samuel (5, 6), o con todas las tribus de Israel, como narra el Primer libro de las Crónicas (11, 4)? Y para seguir con David, ¿era el octavo hijo de Jesé, como dice el Primer Libro de Samuel (16, 10-11), o el séptimo, como asegura el Primer Libro de las Crónicas (2, 15)? 

También en el Nuevo Testamento hallamos contradicciones

Por ejemplo, ¿dónde pronunció Jesús las Bienaventuranzas? Según Mateo, fue en la cima de una montaña (5, 1). En cambio Lucas dice expresamente que fue "en un lugar llano" (6, 17). 

¿Y cuál fue el primer milagro que hizo Jesús? Según Juan, convertir el agua en vino en las bodas de Caná (Jn 2, 1-11). Según Marcos, fue la curación de un endemoniado en la sinagoga de Cafarnaúm (Mc 1, 21-28). Y según Mateo, la curación de un leproso (Mt 8, 1-4). El evangelista Marcos cuenta que en cierta oportunidad los apóstoles Santiago y Juan le pidieron a Jesús ocupar los primeros puestos en el futuro reino que Él iba a instaurar (Mc 10, 35-37). En cambio Mateo cambia, y dice que no fueron los apóstoles quienes hicieron este insólito pedido, sino la madre de ellos (20, 20-21). ¿Quién está contando la verdad? Sabemos que Jesús fue crucificado entre dos ladrones. Pero dice Lucas que uno de ellos era un "buen" ladrón, y defendía a Jesús de los insultos del otro (23, 39-43). En cambio Mateo dice que los dos ladrones lo insultaron y no dice que ninguno lo haya defendido (Mt 27, 44). 

Marcos cuenta que Jesús curó a un solo ciego en Jericó (Mc 10, 46); en cambio Mateo dice que eran dos (Mt 20, 30). También hay discrepancias sobre las últimas palabras de Jesús en la cruz. Para Mateo y Marcos fueron: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mt 27, 46; Mc 15, 34). Para Lucas fueron: Padre, en tus manos pongo mi espíritu (23, 46). Y para Juan: Todo está cumplido (19, 30). Lo mismo ocurre con las mujeres que se presentaron en la tumba del Señor el domingo de Pascua. Según Juan, fue una sola (20, 1). Según Mateo, dos (28, 1). Según Marcos, tres (16, 1). Y según Lucas, fueron todas las mujeres que habían seguido al Señor desde Galilea (24, 1).

Ariel Álvarez Valdés
Biblista

Profetas Menores I: OSEAS y JOEL

OSEAS
Aunque su Libro ocupa el primer lugar en la colección de los doce Profetas llamados «menores», OSEAS comenzó a ejercer la actividad profética unos años después que Amós. Como este último, y a diferencia de Isaías, su gran contemporáneo de Jerusalén, Oseas predicó en el reino del Norte, a quien él llama «Israel», «Jacob» y más frecuentemente «Efraím». Su época fue un período de abierta decadencia. Después del largo y próspero reinado de Jeroboám 11(787-747), el país se hundió en la anarquía. En quince años, cuatro reyes murieron asesinados. La realeza, dominada por las intrigas de los jefes militares, se debatía en medio de crisis constantes, provocadas por la incontenible expansión de Asiria, que conquistaba territorios, sometía a los pueblos, les imponía pesados tributos y les exigía una sumisión incondicional. En el libro de Oseas hay numerosas alusiones a este período turbulento, pero ningún indicio seguro nos permite saber si el profeta llegó a ver la caída de Samaría en el 722-721 a. C.

Todo el mensaje de Oseas tiene como tema principal el amor del Señor despreciado por su Pueblo. Su dramática experiencia conyugal le hizo penetrar en los secretos del corazón de Dios, que ama a Israel como un padre a su hijo y un esposo a su esposa. El es el primero entre los profetas que describe la relación entre el Señor e Israel en términos de unión matrimonial. El Dios de Oseas es un Dios apasionado, que se expresa con el lenguaje del amor: él manifiesta su ternura, sus celos, su ardiente deseo de ser correspondido y su violenta indignación al verse traicionado. Pero esa ternura no es un signo de debilidad. Es la fuerza de Dios, capaz de transformar al hombre y de hacer desaparecer en él hasta el recuerdo del pecado. Por eso su última palabra no es de rechazo y de condenación, sino que anuncia en términos de «alianza» una maravillosa restauración, que tendrá dimensiones cósmicas (2. 20-22).

El texto hebreo de este Libro no está muy bien conservado y muchos pasajes del mismo resultan poco inteligibles. De ahí que la traducción sea con frecuencia conjetural. Como casi todos los libros proféticos, también el de Oseas fue escrito en parte por el mismo profeta y en parte por sus discípulos. Además, numerosos pasajes parecen ser más bien un resumen que una reproducción exacta de su predicación oral. Las frases breves y la expresión extremadamente concisa, que dan tanta fuerza y belleza al estilo de este profeta, lo hacen a veces oscuro y difícil.

El mensaje de Oseas ha dejado huellas profundas en el Antiguo Testamento. A partir de él, el simbolismo conyugal se hizo clásico en los escritos proféticos. El Nuevo Testamento, por su parte, cita pasajes de Oseas o se inspira en ellos no menos de quince veces. De una manera especial, san Pablo y el Apocalipsis aplican a la unión de Cristo con la Iglesia el símbolo del matrimonio de Dios con su Pueblo (2 Cor. 11. 2; Ef. 5. 25-33; Apoc. 19. 7; 21. 2; 22. 17). Y san Juan llevará a su plenitud la revelación inaugurada por Oseas, al afirmar que «Dios es Amor» (1 Jn. 4. 8).

JOEL
El texto bíblico no proporciona ninguna información sobre la persona y la vida de JOEL, cuyo nombre significa. «El Señor es Dios». Tampoco ofrece datos precisos para determinar la fecha en que el profeta consignó por escrito su mensaje, si bien todo parece indicar que fue después del exilio, hacia el 400 a. C., cuando el Templo ya había sido restaurado. El libro de Joel ocupa un puesto relevante en la literatura hebrea por el vuelo poético de su lenguaje y el vigor de sus imágenes.

La predicación de Joel tiene un trasfondo marcadamente litúrgico. El manifiesta un especial conocimiento del culto y le atribuye una gran importancia, lo mismo que Ageo y Zacarías. A raíz de esto, se suele afirmar con razón que Joel era un profeta dedicado al servicio del Templo y que sus oráculos al menos en parte son una profecía cultual, es decir, un mensaje profético proclamado en el marco de una asamblea litúrgica. Sin embargo, no hay nada en el Libro que pueda ser tachado de ritualismo. En él no se encuentran prescripciones minuciosas relativas al culto, tan frecuentes en Ezequiel, y ni siquiera reproches por los abusos cometidos en la celebración de los ritos, como los que deplora Malaquías. Lo que más preocupa a Joel es la conversión interior: «Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios (2. 13). Por eso su predicación ha encontrado un eco profundo en la liturgia penitencial de la Iglesia.

¿Qué es una Misa Negra?

¿Dónde y cómo se origina esta ceremonia? Aunque no tenemos certeza, es muy probable que esta práctica tenga su origen durante la Edad Media, se cree también que la gente realizaba esta ceremonia en casas o sitios alejados de los pueblos, como los bosques, para evitar ser descubiertos, denunciados y, desde luego, procesados por herejía y seguramente muertos en la hoguera. A diferencia de cualquier otro ritual satánico, la misa negra debe ser oficiada por un sacerdote y es una ceremonia que pretende ser una copia casi exacta de las misas católicas, pero oficiada al revés, logrando ridiculizar no sólo el ritual original, sino también el personaje que éstas pretenden honrar, es decir, Jesús; por ejemplo, en lugar de consagrar el pan y el vino, se consagra la sangre de un animal y de hecho, la hostia que representa el cuerpo de Jesús, es pisoteada.

La misa negra comienza cuando el sacerdote y el diácono se colocan detrás del altar, el altar se compone de una mesa con distintos utensilios y cerca de él aparece una mujer desnuda que representa a la madre tierra, esta mujer sólo lleva en su mano izquierda una vela negra. En el imaginario colectivo se asegura que esta vela está elaborada con la grasa de un niño no bautizado y además se dice que la mujer lleva también un cáliz con orina o sangre. El objetivo principal de la misa negra es rendir culto al Diablo, por ello los participantes visten de negro y portan amuletos como el pentáculo o la sigla de Baphomet (demonio al supuestamente los Caballeros templarios rendían culto). Se espera que la misa negra culmine con la llegada del Diablo, que generalmente aparecerá con forma humana y cabeza de chivo. Sólo hasta que el maligno hace su aparición es cuando tienen lugar los sacrificios, la quema de libros y otras actividades prohibidas por el cristianismo.

Son muchas las cosas que se pueden decir en torno a la misa negra; sin embargo, la descripción anterior es la que más se ajusta a dicha actividad; aunque, cabe aclarar que nada de esto podemos declarar como cierto, ya que todo apunta creer que eran inventos de la gente de aquellos tiempos, propensa a creer que todo aquello para lo que no hallaban explicación eran cosas sobrenaturales o del demonio. El concepto popular de la Misa Negra es el siguiente: Un sacerdote renegado está ante un altar, que consiste de una mujer desnuda, sus piernas abiertas de par en par y su vagina expuesta, en cada uno de sus puños cerrados sostiene una vela negra hecha de la grasa de un niño sin bautizar, y un cáliz lleno de la orina o sangre de una ramera, reposando en su vientre.

Una cruz invertida cuelga sobre el altar, y hostias triangulares hechas de pan quemado o de nabo ahumado son bendecidas metódicamente a medida que el sacerdote las unge debidamente en los genitales de la mujer que sirve de altar. Entonces, se hace una invocación a Satán y a varios demonios la cual es seguida por un desfile de oraciones o salmos cantados al revés o llenos de obscenidades... todo ello realizado dentro de los confines de un pentagrama "protector" trazado en el suelo. Si el diablo aparece lo hace invariablemente bajo la forma de un hombre bastante ansioso que lleva la cabeza de un chivo negro sobre sus hombros. Sigue a continuación un potpurrí de flagelaciones, quema de libros religiosos, y todo tipo de desviaciones sexuales - todo ello, teniendo como fondo un constante canto de letanías de la Sagrada Biblia, y constante profanaciones de la cruz. Si se puede matar un bebé durante el ritual tanto mejor; porque la muerte de seres inocentes y desvalidos, acrecienta la blasfemia hecha a Dios.

Los hechos relatados anteriormente, que verdaderamente pueden tener muchas variantes, y que quizás en la mayoría de los casos también contó con la ayuda de hábiles escritores, que pusieron su "granito de arena" a la imaginación popular. El besar el trasero del Diablo durante la Misa Negra tradicional es fácilmente reconocible como el antecesor del término moderno utilizado para describir a alguien que, al adular el ego de otra persona, obtendrá algún beneficio material de él. Como todas las ceremonias Satánicas se realizaban en busca de cosas reales y materiales, el "osculum imfame", (o beso de la vergüenza) era considerado un requisito simbólico para el éxito terrenal, más que espiritual. El mago o brujo satánico siempre ha sido el catalizador de la dicotomía necesaria para modelar las creencias populares, y en este caso una ceremonia de la misma naturaleza que una Misa Negra puede servir para un propósito mágico.