“Yo soy un periodista que viene siguiendo y
cubriendo el atentado a la AMIA en estos 22 años. Créanme que es un honor muy
profundo estar aquí en este lugar, a esta hora y en este día.
¿Se acuerdan ustedes
dónde estaban? Lo que sintieron y lo que hicieron inmediatamente después. Es
una marca que queda en nosotros para siempre. Yo ese día comenzaba hace poco a
trabajar como periodista y me enviaron al Hospital de Clínicas a cubrir las
llegadas de los heridos. El Hospital de Clínicas queda a 200 metros de la AMIA,
y los heridos eran transportados, algunos caminando y otros en camillas, hasta
el hospital. Les pregunto a dónde
estaban ese día por qué hoy, lamentablemente, la mitad de los argentinos no
tiene la posibilidad de dar respuesta. Hoy el 40% de los argentinos tiene menos
de 22 años y sí sumamos los que tenían hasta cuatro años o cinco años,
podríamos decir, que hoy la mitad de los argentinos no tiene vivencias del
atentado a la AMIA ninguna. Salvo que se las cuenten o les contemos. ¿Dónde
estaban cuando voló la AMIA?
La mitad de la
Argentina no sabe que el temblor de la explosión se sintió en media ciudad, no
solo acá en el Once, se sintió en Recoleta, Constitución, tembló la ciudad.
Seguramente esa mitad de la Argentina ignore que se juntaron 18 bolsas de
consorcio con restos humanos que estaban esparcidos por ahí… ¡18 bolsas de
consorcio!, y que ese día se saturó la morgue…ese día fue el primer día que se
saturó la morgue y después vendrían otros: Cromañon, Once. El atentado a la
AMIA es un símbolo de las cosas que nos cuestan aprender a los argentinos y es
que repetimos los horrores. Ese día se saturó la morgue.
El atentado a la
AMIA inauguró palabras o las profundizo como nitrato de amoníaco en forma de
explosivo, comando suicidas, terrorismo global, testigos de identidad
reservada. El atentado a la AMIA cambio nuestra geografía; empezaron a haber
detectores de metales en las escuelas…¡detectores de metales en las escuelas!,
se llenaron de pilares de cemento. El atentado a la AMIA nos cuestionó como
país de supuesta tolerancia infinita, nos recordó que no vimos sol, que la
locura no tiene fronteras, nos trajo miedo, nos recordó miedos anteriores y nos
anticipo miedos que iban a venir como los que ahora sienten, por ejemplo, en
Europa.
¿Seguimos siendo los
mismos después de ese 18 de julio? Seguramente que no, definitivamente que no.
El atentado a la AMIA es una marca generacional y cultural, es parte de
nosotros. Los que tenemos alguna vivencia; los que lo vivimos más cerca o más
lejos, y los que no siguen…esa otra mitad de la Argentina que hereda el
atentado a la AMIA como se hereda el color de los ojos.
El atentado a la
AMIA es parte de nosotros ¿Dónde estaban cuándo voló la AMIA? ¿Dónde estábamos?"
Extracto del discurso del
periodista invitado, elegido por los familiares de las víctimas, para dar un
discurso diferente a los ya tradicionales, fue Gerardo “Tato” Young, periodista
y escritor del libro “Código Stiuso”,
quien centró su alocución en contarle a la mitad de los argentinos, que
hoy tienen menos de 22 años y no vivieron lo que sucedió aquel 18 de julio de
1994, lo que dejó el ataque terrorista hoy.