Lejos de las especulaciones legendarias, la actual investigación
histórica sobre JESÚS permite dar
con muchos elementos que habrían marcado los años “ocultos” de JESÚS en Nazaret. Todos sabemos qué
hizo JESÚS durante los tres años de
su vida pública: cómo recorrió las ciudades y pueblos de Palestina predicando
el Reino de Dios, curando enfermos, resucitando muertos y enseñando parábolas.
Pero ¿qué hizo durante los más de 30 años anteriores? ¿Por qué los evangelios
guardan silencio sobre esa etapa de su vida.
¿Aprendió JESÚS a leer y
escribir, en un pueblito tan insignificante como Nazaret, o permaneció
analfabeto? Muchos piensan que semejante pregunta es absurda, ya que en los
evangelios tres episodios muestran claramente que él sabía leer y escribir. El
primero es aquél en el que los escribas y fariseos le presentaron una mujer
sorprendida en adulterio para ver si debían apedrearla o no, y JESÚS, en vez de contestarles, “se agachó y se puso a escribir en la
tierra con el dedo” (Jn 8,6). El segundo es cuando se presentó en la
sinagoga de Nazaret, y lo invitaron a leer el libro del profeta Isaías (Lc
4,17). El tercero es aquél en el que los judíos, al escucharlo predicar en
Jerusalén, se preguntaron maravillados: “¿Cómo
es que éste sabe escritura sin haber estudiado?” (Jn 7,15).
Pero lamentablemente ninguno de estos tres textos sirve para probar la
capacidad de lectura y escritura de JESÚS.
El primero, porque al mostrar a JESÚS
“escribiendo” con el dedo en el
suelo, sin mencionar qué es lo que escribía, ha llevado a concluir que sólo
trazó unas líneas sobre la arena, con la intención quizás de hacer ver su
molestia a los acusadores de la mujer, sin tratarse de ninguna escritura real.
El segundo, porque el texto del profeta Isaías que JESÚS lee en la sinagoga de Nazaret, así como está, no existe. Es
un pasaje construido por el evangelista Lucas con versículos salteados de ese
libro (es decir, de Is 61,1; 58,6 y 61,2). ¿Cómo se las hubiera arreglado JESÚS para leer en el libro de Isaías
un pasaje semejante? El tercero, porque en realidad no dice que JESÚS supiera “escritura”, sino que sabía usar las Sagradas Escrituras (es decir,
el Antiguo Testamento) en una discusión teológica, cosa que podía haber
aprendido oralmente, sin saber por eso leer.
No tenemos, en los evangelios pruebas seguras de que supiera leer y
escribir. ¿Podemos averiguarlo por otro lado? Sí. Sabemos que para los judíos,
contrariamente a otros pueblos, el saber leer era una exigencia fundamental, debido
a la necesidad de conocer las Escrituras. Por eso, dentro de lo posible
procuraban impartir aunque más no fuera una instrucción elemental. Ahora bien,
por la literatura judía sabemos que cuando JESÚS
era niño existía en Nazaret, como en los demás pueblos de Palestina, una
pequeña escuela a la que concurrían los niños desde los 5 años. El local estaba
pegado a la sinagoga, y el programa escolar tenía dos ciclos básicos. El
primero duraba 5 años. Los niños comenzaban aprendiendo las letras del alfabeto
hebreo, y luego se iniciaban en la lectura de la Biblia, empezando por el libro
del Levítico. De ahí pasaban a los demás libros bíblicos, repitiéndolos
versículo por versículo, hasta que aprendían el texto sagrado casi de memoria.
En la Biblia los alumnos estudiaban todo: la lengua, la gramática, la historia,
la geografía. Terminada esta primera etapa los niños pasaban al segundo ciclo,
que duraba 2 años. Allí se aplicaban al conocimiento de la “Ley Oral” judía (llamada MISHNÁ),
es decir, a las interpretaciones y complementos que los doctores de la Ley
hacían de las leyes bíblicas.
A llegar a los 12 años, los niños terminaban sus estudios. Si alguno era
particularmente brillante, entonces podía cursar estudios más avanzados; para
ello debía viajar a Jerusalén o a alguna otra ciudad importante del país, e
inscribirse en las escuelas dirigidas por los más célebres doctores de la Ley.
Pero eso era privilegio de algunos pocos; la mayoría de los jóvenes se
reintegraba a su familia, donde empezaba a aprender de su padre una profesión
para ganarse la vida. Sin duda que JESÚS,
durante su infancia, asistió como todos los niños de su época a los dos ciclos
básicos escolares en la sinagoga de Nazaret, donde aprendió a leer y a
escribir. Pero no parece haber recibido la enseñanza superior propia de los
centros urbanos como Jerusalén. El comentario que de él hacían los judíos
diciendo: “¿Cómo es que éste sabe
escritura si no ha estudiado?” lo confirma.
¿Qué profesión practicó JESÚS
durante su adolescencia? Sabemos que todo padre de familia judío procuraba para
su hijo una ocupación, pues los rabinos decían: “El que no le enseña a su hijo un oficio, le enseña a robar”. Marcos,
como vimos, dice que cuando JESÚS
fue a predicar en la sinagoga de Nazaret los aldeanos comentaron: “¿No es éste el carpintero?” (Mc 6,3).
La palabra griega TÉKTON (CARPINTERO)
se aplicaba a quien trabajaba con materiales duros como la piedra, el hierro o
la madera. Era propiamente un artesano. Requería esfuerzo y fuerza muscular. Muchos
han puesto en duda esta afirmación de Marcos. Primero, porque los otros
evangelios traen una versión diferente. Mateo, por ejemplo, dice que la gente
comentaba que JESÚS era “hijo” del carpintero (Mt
13,55), no que él lo fuera. Lucas, por su parte, dice que la gente preguntaba: “¿No es éste el hijo de José?”
(Lc 4,22), con lo cual ninguno de los dos sería carpintero. Segundo, porque
Nazaret, ubicada en la fértil región de la Galilea, era un pueblo de
campesinos, donde la mayoría de sus habitantes se dedicaba a la agricultura y a
criar ganados. Y tercero, porque en casi todas las parábolas de JESÚS hay imágenes del ambiente
agrícola (el sembrador, la cizaña, la viña, la higuera, la semilla de mostaza,
etc.), y no del ambiente de la carpintería.
Ariel Alvarez Valdez
Biblista