Entre
1954 y 1955 se desplegó un fuerte enfrentamiento entre Perón y la Iglesia
Católica, una tradicional institución en el país, que había sido aliada a su
gobierno hasta entonces. Ahora, sectores católicos propiciaban la creación de
un Partido Demócrata Cristiano que represente sus ideales, a la manera de los
que existían en Europa. El conflicto se exacerbó cuando en mayo de 1955 un
grupo de legisladores oficialistas presentaron un proyecto para convocar a una
nueva Convención Constituyente que entre otras reformas realizaría la
separación de la Iglesia y del Estado, el proyecto fue aprobado con la
oposición de la U.C.R. Nuevas
medidas tuvieron el mismo rumbo. Se estableció el divorcio vincular, se derogó
la ley de enseñanza religiosa de 1946 y se les quitó el apoyo a los institutos
privados de enseñanza católica. El día 11 de junio se realizó la procesión de CORPUS CHRISTI en Buenos Aires, como
era habitual, pero esa vez en 1955 adquirió el carácter de marcha de
oposición al gobierno. Asistieron representantes de todo el abanico
antiperonista, desde la U.C.R. hasta
el Comunismo. El gobierno culpó a los manifestantes de la "quema de la bandera", hecho que no fue clasificado.
Alentados
por los sucesos, un sector rebelde de las Fuerzas Armadas bombardeó Plaza de
Mayo; la respuesta de los adictos al gobierno fue el incendio de la Curia y de
templos como el de San Ignacio, Santo
Domingo y San Francisco (16 de junio de 1955). Se ha dicho también que
el conflicto del peronismo con la Iglesia estalló en 1954 como una consecuencia
comprensible del estado de omnipotencia al que Perón se sentía llevado a medida
que se consolidaba su poder personal. Se ha señalado, asimismo, que el vínculo
con la dirigencia eclesiástica se deterioró porque, en los años cincuenta, el
régimen peronista explicitó su ambición de educar a las nuevas generaciones en
las "veinte verdades"
justicialistas, lo cual implicaba una politización de la enseñanza que la
Iglesia veía con recelo y preocupación. No
faltan historiadores que mencionen entre las causas de la ruptura el implacable
avance del régimen peronista hacia una suerte de estatización del
asistencialismo social, con el emblemático protagonismo de la Fundación Eva Perón. Ese avance -se
dice- significaba poner el pie en un territorio social que históricamente había
estado reservado a las organizaciones de la Iglesia. En realidad, el
rompimiento de Perón con la Iglesia no se debió a una sola causa sino a una
suma de factores. Es probable que las distintas causales que hemos ido
mencionando hayan tenido alguna influencia en el desenlace final.
Lo
cierto es que el conflicto quedó planteado en toda su crudeza el 10 de
noviembre de 1954, cuando Perón dijo públicamente, en una reunión de
gobernadores, que en la Argentina
había curas y prelados que estaban desplegando actividades perturbadoras.
Tras nombrar uno por uno a esos sacerdotes que actuaban, supuestamente, como
enemigos de su gobierno, Perón destacó que pertenecían, principalmente, a
tres diócesis del interior: la de Córdoba, la de Santa Fe y la de La Rioja.
A partir de allí, la crisis se fue agudizando. Los diarios de la cadena
oficialista lanzaron una agresiva campaña contra la Iglesia y pronto el enfrentamiento
escapó a todo control. Al
principio la relación de Perón con la Iglesia, tal vez por el fuerte
catolicismo de Eva, era una relación cordial. Luego el peronismo había ido
derivando de una convicción política hacia algo parecido a una creencia pseudo religiosa,
basada en la adoración de las masas a su benefactor y sustentada principalmente
en el culto a la difunta Eva Perón, “jefa
espiritual de la Nación”, a quien se la imaginaba canonizada. Es de
imaginar que Perón sabía que enfrentaría la oposición de la poderosa Iglesia en
la Argentina, un país en el que el 90% de su población se considera católica,
aunque remisa en el cumplimiento de sus obligaciones religiosas. Pero no
calibró el vigor de dicha resistencia.
El
conflicto entre el peronismo y la Iglesia pasó a ser, entonces, entre el
peronismo y un antiperonismo engrosado por el mismo conflicto y que, por fin,
había encontrado una vía por donde manifestarse, instituyendo algo muy
semejante a una “guerra santa” cuyo
grito era “Perón o Cristo”. La
crisis avanzó hasta extremos sin retorno La ciudad se vio inundada de panfletos
difamatorios que se hacían en las iglesias y en los colegios religiosos; en
ellos se incitaba directamente a la rebelión, de la misma manera que los curas
en los púlpitos se transformaron en oradores políticos de barricada, incitando
a los fieles a la revolución y al desorden. Es de recalcar que la Marcha de la Libertad, que puso música
a la insurrección contra su gobierno, fue grabada clandestinamente en el sótano
de una Iglesia. Lo
cierto es que la jerarquía eclesiástica intentó acciones conciliatorias, pero
el protagonismo dejó de ser suyo para pasar a sectores civiles y militares que
operaban en su representación, como fue el caso de una Marina, esencialmente
laica y liberal. La Iglesia no pudo resolver políticamente la situación. Perón,
por otro lado, pareció perder el control de la situación. Acostumbrado a
dominar todos los resortes de la vida política argentina: las Fuerzas Armadas,
los sindicatos, los medios de difusión, las organizaciones empresariales, hasta
los partidos de la oposición, no pudo tolerar que la Iglesia se le resistiera
y continuó asestando golpes que se volverían en su contra.
Luego
vendría el tumultuoso junio de 1955, con la procesión de CORPUS CHRISTI del 11, una multitudinaria manifestación
ficticiamente religiosa, engrosada por ateos, marxistas y antiperonistas de
todos los colores. Luego, el 16 por la mañana, se conocería la excomunión de Perón por la
expulsión de los MONSEÑORES TATO Y NOVOA.
Más tarde, se desencadenaría el bombardeo de la Casa Rosada por parte de
aviadores de la Marina, con el ominoso resultado de cientos de muertos. A la
noche de ese mismo día, la quema de varias iglesias capitalinas y la curia,
como revancha por los sucesos del día. La
influencia de Eva en el conflicto había sido conciliadora, ella era muy
católica, de hecho viajo al Vaticano y fue recibida por el Papa. Ella era un
puente de la relación de Perón con la cúpula eclesiástica, pero debido a su
pronta muerte esta influencia pacificadora se corto rápidamente. El inicio del
conflicto no se sabe con exactitud, claramente muerta Eva, a Perón la
relación con la Iglesia no le importaba demasiado. Pero se cree que los
desencadenantes fueron la manifestación del CORPUS CHRISTI y su discurso del 17 de octubre. Claramente
enfrentarse a la Iglesia fue un grave error, cualquier político que se enfrente
con esta, se está poniendo en contra una gran masa de personas. Por otra
parte el enfrentamiento se contradecía a su doctrina y además era un conflicto
totalmente evitable.
La
procesión del CORPUS CHRISTI fue un
acto multitudinario, que como dijimos, la presencia de fieles ese día, sumo
además una gran masa de anti peronistas. El acto se llevo a cabo el 11 de Junio
del 55, algunos afirman que fue el principio del fin del gobierno del general. Las
nuevas medidas tomadas por Perón fueron un gran “cachetazo” para la Argentina, claramente afectaban directamente a
la Iglesia y atacaban la moral de todos los católicos. Las medidas de divorcio
y de separación de ESTADO- IGLESIA resultaban más aceptadas. Pero las medidas
de profilaxis y legalización de los prostíbulos eran una aberración para la
mayoría de las personas. La mayor parte de los historiadores coinciden en que
el conflicto fue de índole estrictamente política con exclusión de toda
connotación religiosa y el mismo Perón así lo había expresado, de modo que la
religión fue sólo un enmascaramiento de la causa real.