Nosotros y todo lo que vive, hemos derivado del Cosmos, antiguo y vasto. La edad del
universo en el cual vivimos se cuantifica entre 14.500 y 15.000 millones de
años. El Sistema Solar nacido de los
escombros de la explosión de antiguas estrellas, data de unos 4.500 millones de
años. Nuestra compañera Selene,
surgió del choque de un cuerpo celeste colosal. El polvo, rocas y materia
interestelar resultante de ese evento, conformó nuestro soberbio satélite la Luna. Por eso los científicos
inspirados por los relatos de la Mitología
greco-romana, nos dicen que GEA,
la Tierra, dejó salir de su vientre a Selene,
la Luna.
Un maravilloso proceso acaecido durante millones de años,
transformó una esfera incandescente y caótica, en un maravilloso planeta, en el que la materia adquirió
conciencia e impulsó la vida.
Científicos y sabios nos han relatado maravillosas historias de como el agua que hoy abunda en el planeta,
viajó millones de kilómetros contenida en cometas, en cristales de hielo. Que
esta lluvia meteórica duró unos 8 millones de años y que con el calor de los
impactos el hielo de muchos siglos, se derrite y conforma los impresionantes mares que fueron la cuna de la vida. La Tierra vivió maravillosas experiencias,
desde el hecho de ser una inmensa bola de fuego que recibió millones de
meteoros que contenían cantidades ingentes de elementos que con el paso del
tiempo se fueron combinando para darle forma a ese maravilloso producto que es
la vida.
Millones de seres microscópicos usaron los océanos como su hogar y estos para
devolver ese gran favor transformaron la atmósfera de la tierra, llenándola de
ese maravilloso elemento que llamamos el oxígeno
y que es el que le da ese hermoso color azul que notamos desde el espacio. Hubo
una época en el pasado remoto de la tierra, en el que esta se convirtió en una
enorme Bola de Nieve. Las
temperaturas cayeron y el agua se congeló, convirtiendo el planeta durante
millones de años en un punto blanco en
el vasto espacio. Realmente emocionante, es saber que una de las teorías
que hablan de la creación nos cuenta que el universo se creó en un punto
infinitesimalmente pequeño. Más pequeño que un átomo, que ahí se conjuntó toda
la energía y que en un determinado momento explotó. Es a lo que los científicos
denominan en inglés el Big Bang o
sea La Gran Explosión. De ahí en
adelante se conformó el espacio y el tiempo.
Nosotros nos movemos en un mundo con cuatro dimensiones,
arriba y abajo, adelante y atrás, derecha e izquierda y el tiempo, nuestro
compañero inexorable. Los científicos le apuestan a la existencia de 7
dimensiones adicionales que no podemos percibir. La creación nos circunscribe
en un mundo en el que nos acostumbramos a percibir una bipolaridad. El principio y el fin, el Big Bang y el Big Crunch, lo
malo y lo bueno. Por la forma en que hemos sido conformados y la manera en que
concebimos y percibimos nuestro entorno, el transitar por esta maravillosa
experiencia que es la vida, hace que cada día y a cada instante nos
maravillemos con todo lo que hay en la creación. Hace algunas décadas el
científico Charles Darwin nos decía
que la humanidad proviene de un antepasado
común, un mono, que era muy diferente a los que hoy conocemos. Conforme
avanza el conocimiento vamos descubriendo que todo lo que vive tiene un
antepasado común, una bacteria
primigenia, que fue la primera
planta, el primer ser vivo.
Aparte de eso los científicos han podido comparar las
células de los seres vivos, animales, plantas y seres humanos. En su
constitución son muy parecidas, poseen un núcleo, pared celular, mitocondrias,
nucleolos. Diferentes y parecidas al mismo tiempo. En lo que sí coinciden
todas, es que cada una de ellas contiene moléculas que son las que hacen
posible el ADN y el ARN. Estas cadenas contienen enlaces que son posibles
gracias al carbono, único elemento que tiene la capacidad de combinarse con los
demás. El carbono, así como otros
elementos orgánicos, o sea, que hacen posible la vida, están presentes en una sopa cuántica que provee la materia
prima para la conformación de nuevos seres vivos. Todos y cada uno de los
elementos que están presentes en nuestro planeta, han realizado un viaje de
millones de años. En palabras sencillas, todo lo que vive y todo lo que existe
ha sido hecho con Polvo de Estrellas.
Lejanas, muy lejanas y, que ya murieron para dar paso a nuestro universo. A la
luz de esta reflexión, esperamos que usted tenga la capacidad de amar cada día más,
esta maravillosa creación.
Desde Costa Rica
Jorge Muñoz Somarribas
Coordinador
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