La agencia de noticias AFP, desde la
localidad de Concale, Francia, informó que ya no hay estaciones y estas son
indispensables en el desarrollo de la ostra. Así lo dijo Mathieu Le Moal,
ostricultor Francés abrumado por los efectos del cambio climático, agregando
que hace unos 20 años se congelaban en su taller por las bajas temperaturas, y
hoy, la diferencia es notoria al registrarse temperaturas de 15 grados
centígrados.
La ostra en el invierno descansa, duerme,
hiberna, por lo que gasta menos energía y esto prolonga y mejora su vida. En
Bretaña y en la costa de Normandía los ostricultores lamentan la larga sequía
del verano. No hay lluvia que transporte las sales minerales hasta el mar “no
hay plancton, alimento básico de las ostras, y no crecen”, dice Bertrand
Racine, de 59 años.
Todo esto hace que las ostras no
crezcan. Según el Comité Nacional de Conquicultura, las 4500 empresas
ostrícolas francesas comercializaron 100.000 toneladas de ostras en el año 2017.
Los ostricultores tuvieron entre 20 y 30 por ciento menos de volumen en el
2018, según afirmó el presidente del CNC, Philippe Le Gal. “El calentamiento
global comienza a notarse”.
Es muy bueno tomar conciencia del
impacto sobre el medio ambiente de la ostra, filtra 10 litros de agua por hora,
es incapaz de controlar su temperatura interna. Es extremadamente sensible al
entorno, que influye en su desarrollo y reproducción, afirmó Fabrice Pernet, un
investigador Francés. El aumento de la temperatura, favorece las enfermedades
de la ostra.
Desde el año 2008 se ha registrado una
alta tasa de mortalidad en larvas y pequeñas ostras. Algunos años se ha perdido
el 75%. Los estudios culpan al virus herpes OsH-1, este patógeno es muy mortal
en aguas con temperaturas entre los 16 y 24 grados, que se dan de 4 a 6 meses
al año en el oeste de Francia. También pueden surgir nuevos patógenos
arrastrados por las especies originarias del sur que emigran al norte.
La acidificación del océano obliga a las
ostras a gastar más energía para fabricar su caparazón, contribuye a
debilitarlas al igual que la erosión de la biodiversidad. Las ostras adultas
tampoco se salvan, ya que desde 1990 se han visto varias veces golpeadas por
otro virus que las mata. El porcentaje de los episodios de mortalidad es de un
25%, que se producen luego de un invierno suave y lluvioso, indicó Yoann
Thomas, del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo (IRD). “Sin el
frío, que permite un descanso biológico, y con fuertes lluvias, que modifican
la salinidad del agua y su contenido en plancton, su actividad cambia y
empiezan el año debilitadas y vulnerables”.
Esta es la realidad que vive una de las
miles de especies que comparten el planeta con nosotros. Como vemos es todo un
drama existencial. Su triste realidad no se da por obra del azar, se debe a las
acciones erróneas de la humanidad, las ostras son víctimas inocentes de nuestro
actuar. Nosotros debemos hacer un cambio ¡ya!, en nuestros hábitos, en nuestro
pensamiento y en la forma de convivir con todos los seres de este mundo. ¡La
hora de los grandes cambios, es ahora!
Desde Costa Rica
Jorge Muñoz Somarribas
Coordinador
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