PROGRAMA Nº 1164 | 27.03.2024

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INCIDENTE DE LETICIA

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Es el nombre con el que se conoce a un conflicto territorial ocurrido en la zona fronteriza de Colombia y Perú, que fue el detonante de la guerra entre ambos países de 1932 a 1933. Sucedió el 1 de septiembre de 1932, cuando un grupo de ciudadanos peruanos capturaron el puerto de Leticia (sobre el río Amazonas), que el Perú había cedido hacía pocos años a Colombia, según lo acordado en el Tratado Salomón-Lozano de 1922. Dicho poblado estaba habitado por peruanos que se negaban a aceptar la presencia colombiana y reclamaban al gobierno del presidente Luis Miguel Sánchez Cerro que revisara el tratado con Colombia.

Tuvo como antecedente al Tratado Salomón-Lozano, suscrito el 24 de marzo de 1922 entre el Perú y Colombia, por el cual se cedían inmensos territorios peruanos situados en el departamento de Loreto a Colombia, entre los que se hallaba el Trapecio Amazónico, con poblados como Leticia, a orillas del río Amazonas, donde vivían miles de peruanos. En el Perú, dicho tratado fue mantenido en secreto durante más de cinco años, hasta el 20 de diciembre de 1927, fecha en que fue aprobado sorpresivamente por el Congreso Peruano, mediante Resolución Legislativa Nº 5940, ante una orden terminante del presidente Augusto B. Leguía. Tres meses después, en marzo de 1928, se produjo en Bogotá en canje de ratificaciones. Y finalmente, el tratado se consumó con la entrega física de los territorios, el 17 de agosto de 1930, a escasos días de la caída de Leguía. A partir de entonces, hubo roces entre peruanos y colombianos en la zona. Los peruanos sufrieron de hostilidad de parte de los nuevos ocupantes.

Como era de esperar, los habitantes de Loreto se sintieron dolidos ante semejante entrega de parte de su territorio y el 27 de agosto de 1932 se celebró una asamblea en un local de la calle Ramírez Hurtado de la ciudad de Iquitos, en donde se constituyó en la Junta Patriótica Nacional, presidida por el teniente coronel Isauro Calderón. Después de jurar solemnemente el compromiso de honor que asumían para la reivindicación de los territorios entregados, adoptaron todas las providencias y la coordinación con los comandos militares de Iquitos, la provisión de armamento y todo cuanto era pertinente. Su lema era: «Por la patria, todo por la patria». La gran seguridad de contar con el apoyo de los propios peruanos de Leticia, les animó para lograr la recuperación.

El jefe de la operación fue el alférez Juan Francisco La Rosa Guevara (comandante de la guarnición que tenía bajo su jurisdicción las zonas de Caballococha, Chimbote y Ramón Castilla). Su ejecutor fue el ingeniero Óscar Ordóñez de la Haza, pues se acordó que el movimiento de recuperación fuera netamente civil, para no comprometer el país. Entre los jefes de grupo estaban Alejandro Gonzales, Romeo Rodríguez, Carlos B. Lozano, Humberto Villacorta y Demetrio Sifuentes. La toma de Leticia, planeada para el 15 de setiembre de 1932, fue adelantada dos semanas por cuestión de estrategia, a fin de evitar filtraciones que pudieran obstaculizar el plan. El centro de operaciones fue la ciudad fronteriza de Caballococha, cuyos habitantes engrosaron el ejército civil de recuperación, cuyo número fue de 48 personas.

En la madrugada del 1 de setiembre de 1932, mediante audaz y rápido golpe, se logró la recuperación de Leticia, contando con el apoyo de la misma población y sin necesidad de violencia. Las autoridades y la policía colombiana fueron embarcadas hacia el Brasil. El suceso sorprendió tanto al gobierno de Colombia como al de Perú. El gobierno colombiano de Enrique Olaya Herrera protestó por la ocupación y lo consideró como un suceso de rebelión interna. Por su parte el presidente peruano Luis Miguel Sánchez Cerro, inicialmente lo consideró como obra de sus enemigos políticos y empezó a buscar una solución conciliatoria; sin embargo, la presión de la opinión pública peruana le haría pronto variar radicalmente su posición.

Sánchez Cerro decidió finalmente apoyar a los ciudadanos peruanos que en un arranque de patriotismo habían recuperado Leticia. Desde un punto de vista meramente político, era lo aconsejable, ya que de haber recurrido a medidas de represión y fuerza para obligar a sus conciudadanos a respetar el Tratado de 1922, se habría ganado la animadversión popular, especialmente de la población de Loreto. Ambos países se prepararon para la guerra, llegando a ocurrir varios choques armados a lo largo del Putumayo, destacándose los Combate de Tarapacá (1933) el 14 de febrero y el Combate de Güepí el 26 de marzo de 1933, puerto peruano sobre el rio putumayo y en el cual el ejército de Colombia derrota a la guarnición peruana apostada allí, tomándose dicho puerto.

El gobierno peruano llamó a la movilización y colocó al frente de la defensa nacional al general Óscar Benavides, el mismo que venciera a los colombianos en el combate de La Pedrera de 1911. Sin embargo, un suceso trágico evitó que la guerra tomara mayores proporciones: el asesinato del presidente Sánchez Cerro, el 30 de abril de 1933. El nuevo gobierno, encabezado por Benavides, entró en negociaciones de paz con Colombia, que culminaron con el reconocimiento de parte del Perú del respeto al Tratado de 1922. Leticia fue devuelta a Colombia y hoy día es la capital del departamento colombiano de las amazonas, con una fuerte presencia de instalaciones militares.

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