¿A quién se refiere la Inmaculada
Concepción?
Hay una idea popular que se
refiere a la concepción de Jesús por la Virgen María pero no es a este hecho al
que se refiere esta solemnidad, sino a la manera especial en la cual fue
concebida María. Esta concepción no fue virginal (es decir, que ella tuvo un
padre humano y una madre humana), pero fue especial y única de otra manera…
¿Qué es la Inmaculada Concepción?
La explicación está en el Nuevo
Catecismo de la Iglesia Católica: “Para ser la Madre del Salvador,
María fue "dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan
importante". El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda
como "llena de gracia". En efecto, para poder dar el asentimiento
libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese
totalmente conducida por la gracia de Dios”
“A lo largo de los siglos, la
Iglesia ha tomado conciencia de que María "llena de gracia" por Dios
(Lc 1, 28) había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma
de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX: “... la
bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado
original en el primer instante de su concepción por singular gracia y
privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo
Salvador del género humano”
¿Significa esto que María nunca
pecó?
Sí. Debido a la forma de
redención que se aplicó a María en el momento de su concepción, ella no solo
fue protegida del pecado original, sino también del pecado personal. El Nuevo
Catecismo lo explica:
“Los Padres de la tradición
oriental llaman a la Madre de Dios "la Toda Santa", la celebran
"como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada y hecha una nueva
criatura por el Espíritu Santo". Por la gracia de Dios, María ha
permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida”
¿Significa que María no
necesitaba que Jesús muriera por ella en la cruz?
No. Lo que hemos citado es que María
fue concebida inmaculadamente como parte de su ser “llena de gracia” y así
“redimida desde el momento de su concepción” por “una singular gracia y
privilegio de Dios Todopoderoso y por virtud de los méritos de Jesucristo,
salvador de la raza humana”. El Catecismo afirma:
“Esta "resplandeciente
santidad del todo singular" de la que ella fue "enriquecida desde el
primer instante de su concepción", le viene toda entera de Cristo: ella es
"redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo".
El Padre la ha "bendecido [...] con toda clase de bendiciones
espirituales, en los cielos, en Cristo" más que a ninguna otra persona
creada. Él la ha "elegido en él antes de la creación del mundo para ser
santa e inmaculada en su presencia, en el amor".
“De la descendencia de Eva, Dios
eligió a la Virgen María para ser la Madre de su Hijo. Ella, "llena de
gracia", es "el fruto más excelente de la redención"; desde el
primer instante de su concepción, fue totalmente preservada de la mancha del
pecado original y permaneció pura de todo pecado personal a lo largo de toda su
vida”
¿Cómo es entonces ese paralelo
entre María y Eva?
Adán y Eva fueron creados
inmaculados –sin pecado original o su mancha. Ambos cayeron en desgracia y a
través de ellos la humanidad estaba destinada a pecar. Cristo y María fueron
también concebidos inmaculados. Ambos permanecieron fieles y a través de ellos
la humanidad fue redimida del pecado. Jesús es por tanto el Nuevo Adán y María
la Nueva Eva.
¿Era necesario para Dios que
María fuera inmaculada en su concepción para que pudiera ser Madre de Jesús?
No. La Iglesia sólo habla de la
Inmaculada Concepción como algo que era "apropiado", algo que hizo
que hizo de María una "morada apropiada" (es decir, una vivienda
adecuada) para el Hijo de Dios, no algo que era necesario. Así, en preparación
para definir el dogma, el Papa Pío IX declaró:
“…y por eso afirmaron (los Padres
de la Iglesia) que la misma santísima Virgen fue por gracia limpia de toda
mancha de pecado y libre de toda mácula de cuerpo, alma y entendimiento, y que
siempre estuvo con Dios, y unida con Él con eterna alianza, y que nunca estuvo
en las tinieblas, sino en la luz, y, de consiguiente, que fue altísima morada
para Cristo, no por disposición corporal, sino por la gracia original”.
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