El ataque del Imperio de Japón sobre la base naval de Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 fue el detonante de la inclusión de la guerra de Estados Unidos. Japón estaba enfrascado en la segunda guerra sino-japonesa que le enfrentaba a China por las posesiones de Taiwán, Manchuria y Pescadores. Trató de conquistar más territorio Chino e inició en 1937 la invasión del norte y el este de este país. En este contexto Estados Unidos intervino en la contienda realizando un bloqueo de metal y petróleo sobre Japón. Para concluir con este bloqueo EEUU solicitó a Japón el abandono de tierras chinas, algo que se negaba a aceptar, comenzaban las crispaciones entre ambos países. En 1939 el Imperio de Japón había pactado una alianza con Alemania e Italia en el denominado Eje Berlín-Roma-Tokyo. El pacto de paz entre Alemania y la comunista URSS y un posterior pacto entre esta y Japón dio pie al Imperio a atacar de nuevo China y tratar de anexionarse algunos territorios de ultramar de EEUU, Reino Unido y Francia. El ataque de la base naval por parte del Imperio de Japón fue una acción preventiva planeada por el comandante Isoroku Yamamoto. Con el objetivo de evitar una futura intervención de Estados Unidos en los planes de Japón por expandirse en el pacífico, se decidió declararle la guerra.
Yamamoto pretendía declarar la guerra a EEUU 30 minutos antes de que se produjera el ataque, para coger a sus tropas por sorpresa. Sin embargo, problemas en la transmisión de los datos desde la embajada estadounidense en Japón hasta los centros en EEUU, propiciaron que la alarma no llegara hasta el despacho del almirante Husband E. Kimmel, que se encontraba al mando de la bahía de Pearl Harbor, hasta una vez sufridos los ataques. Operación Hawaii es el nombre que se le puso al ataque de Pearl Harbor. Se prepararon un total de 6 portaaviones, 480 aeronaves, 360 para llevar a cabo dos oleadas de ataque y un total de 48 para la defensa de los barcos japoneses. Toda la armada del imperio se movió en silencio hasta las cercanías de la bahía de Ohau sin utilizar transmisiones ni comunicaciones por radio. Por otro lado el resto de barcos de la armada japonesa intensificó las transferencias de información por radio para distraer la atención de los centros estadounidenses. El ataque se dividió en dos oleadas, la primera de ellas formada por 183 aeronaves lideradas por el comandante M. Fuchida tenía como objetivos principales los acorazados y los portaaviones que a mitad del siglo XX eran considerados el orgullo de toda armada. La isla Ford y las aeronaves que en ella se encontraban y el aeródromo Wheeler también fueron atacados en esta oleada.
La segunda oleada estaba compuesta por un total de 171 aeronaves, se encargó de rematar lo que la primera oleada no había podido destruir. Los comandantes de la armada imperial propusieron al almirante C. Nagumo al mando de la operación una tercera oleada para dañar todavía más la flota americana. Nagumo se negó debido al tiempo requerido para prepararla y la mejora de las fuerzas antiaéreas americanas que ya se habían puesto en marcha tras la sorpresa del ataque inicial. Esta tercera oleada podría haber causado mayores daños, pues los comandantes abogaban por atacar los depósitos de combustible y los astilleros. El daño infligido por el Imperio de Japón a la armada estadounidense fue principalmente estructural, no se causaron numerosas bajas de soldados y marinos, en total 2.403, pero sí se consiguió el objetivo principal de debilitar enormemente la flota americana. Se hundieron cuatro acorazados y se dañaron otros cuatro.
Por otro lado, tres cruceros, tres destructores un buque escuela y un minador fueron dañados y en algunos casos hundidos. Además de los barcos, la flota de aeronaves americana en el Pacífico también sufrió el ataque, 188 aeronaves resultaron irrecuperables y un total de 159 tuvieron que ser reparados. Las consecuencias del ataque de Japón a Pearl Harbor van más allá de los daños ocasionados en su armada y fuerza aérea. Pearl Harbor supuso la entrada en la segunda guerra mundial de una potencia como Estados Unidos. Hasta la fecha, el país se encontraba dividido sobre la conveniencia o no de la participación americana en el conflicto. Tras el ataque no hubo ninguna duda, todo el país estaba de acuerdo y al día siguiente, el 8 de Diciembre Estados Unidos declara la guerra al Imperio de Japón. Se había despertado al “gigante dormido”. La guerra dió un giro de 180º, pues a partir de ese momento, EEUU comenzó a abastecer enormemente a las tropas aliadas y el envío de refuerzos al frente tanto en el Atlántico como en el Pacífico fue clave para la derrota del Eje Berlín-Roma-Tokyo.