Al montar el belén en
casa, hay personajes que son imprescindibles porque de ellos habla el
Evangelio. Es una buena ocasión para leer el Nacimiento de Jesús con los niños.
Muchas familias viven la Navidad con una actividad de preparación que une a
todos, pequeños y mayores: es la construcción del belén. Unos optan por el
pesebre con la Sagrada Familia colocados en un pequeño mueble del recibidor,
mientras que otros -sobre todo los aficionados al pesebrismo– pueden llegar a
desplegar un “paisaje” que ocupa toda una habitación. Si vamos a montar el
belén, ¿qué figuras son las imprescindibles? Para ello, acudiremos a los
Evangelios, concretamente el evangelio de san Mateo y san Lucas, que nos narran
cómo fue el Nacimiento del Niño Jesús.
La Sagrada Familia es el
centro del belén: el Hijo de Dios que nace y que está con su madre, María, y
con san José, para el que Dios ha reservado el plan de hacer de padre en la
tierra. En el evangelio de San Mateo leemos: “La generación de Jesucristo fue
así: Estando desposada su madre María con José, antes de que conviviesen, se
encontró que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo. José su
esposo, como era justo y no quería exponerla a infamia, pensó repudiarla en secreto.
Estando él considerando estas cosas, he aquí que un ángel del Señor se le
apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu
esposa, pues lo que en ella ha sido concebido es obra del Espíritu Santo. Dará
a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús (…). Al despertarse José hizo
como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su esposa. Y, sin que la
hubiera conocido, dio ella a luz un hijo; y le puso por nombre Jesús” (Mt 1,
18-25) ¿Cómo estaría el Niño Jesús? El evangelio de san Lucas dice que su mamá,
María, “lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre” (Lc 2, 6). Un
pesebre es el lugar donde comen los animales, de ahí que muchas veces se
coloquen pajitas en él. El nacimiento del Niño Jesús se produjo en Belén,
ciudad a 8 km al sur de Jerusalén. Lo dice el evangelio de san Mateo al
comienzo del capítulo 2. Podemos representar la estancia como una cueva, una
gruta o un corral de animales. Sobre este aspecto no dicen nada los evangelios
aunque sí sabemos que no se trataría de una casa y mucho menos de un palacio,
porque el evangelio de san Lucas afirma que “no había lugar para ellos en el
aposento”. (Lc 2, 6).
Los Reyes Magos son
citados en el capítulo 2 de san Mateo y se narra su encuentro con el rey
Herodes. El relato comienza así: “Nacido
Jesús en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes, unos Magos llegaron de
Oriente a Jerusalén preguntando: ‘¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha
nacido? Pues vimos una estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle”
(Mt 2, 1-2) Los evangelios no especifican cuántos reyes eran ni cómo se
llamaban, pero sí sabemos que al encontrar la estrella, entraron, “vieron al niño con María, su madre, y
postrándose le adoraron; luego, abrieron sus cofres y le ofrecieron presentes:
oro, incienso y mirra”. Por los tres regalos es por lo que tradicionalmente
creemos que son tres.
De Herodes sabemos que
vivía en Jerusalén y en algunos belenes se le representa no con el personaje
pero sí con un palacio a lo lejos (hemos
dicho que estaría a 8 km). Herodes existió: era el rey Herodes I, llamado
también Herodes el Grande. Según el historiador de la época, Flavio Josefo, fue
cruel, tenía fama persecutoria y mató a varias de sus diez esposas y algunos de
sus hijos. Todos estos datos encajan con que ordenara la persecución del Niño
Jesús y la muerte de los santos inocentes. De ella también se habla en el
relato de los Magos.
¿Son solo un adorno en el
belén? No, ellos forman parte del plan que Dios quiso en el Nacimiento de Jesús
y de lo que nos ha transmitido en los Evangelios. Son también protagonistas del
suceso que cambió la Historia. En el capítulo 2 de san Lucas, leemos que “había unos pastores por aquellos
contornos, que dormían al raso y vigilaban por turno su rebaño durante la
noche. De improviso un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor
los rodeó de luz y se llenaron de un gran temor. El ángel les dijo: ‘No temáis,
pues vengo a anunciaros una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: hoy
os ha nacido, en la ciudad de David, el Salvador, que es el Cristo, el Señor, y
esto os servirá de señal: encontraréis a un niño envuelto en pañales y
reclinado en un pesebre. De pronto apareció junto al ángel una muchedumbre de
la milicia celestial, que alababa a Dios diciendo: ‘Gloria a Dios en las
alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad’.”
A esa anunciación la
llamamos ANUNCIATA. El evangelio sigue narrando también que se pusieron en
marcha hacia Belén: “Y vinieron presurosos, y encontraron a María y a José y al
niño reclinado en el pesebre. Al verlo, reconocieron las cosas que les habían
sido anunciadas acerca de este niño. (…) Y los pastores regresaron,
glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, según les
fue dicho.” (Lc 2, 16-20). Montar el belén es una actividad alegre y puede ser
vivida en familia, sobre todo cuando hay pequeños en casa. Nos ayudará a
conocer mejor las escenas del evangelio y a vivir la Navidad con pleno sentido
cristiano.
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