miércoles, 30 de julio de 2008

40 años después de Medellín

Martes 29.07.2008
Editorial - Programa Nº 347
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Del 26 de agosto al 7 de septiembre de 1968 tuvo lugar en la ciudad de Medellín, Colombia, la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Días antes, el 24 de agosto, Pablo VI, el primer Papa que visitó América Latina, desde la Catedral de Santa Fe de Bogotá, en el marco de la celebración del 39º Congreso Eucarístico Internacional, dirigió un saludo anticipado a las delegaciones de obispos presentes para la magna asamblea. Este año se cumplen cuarenta años de este acontecimiento tan significativo para la vida de la Iglesia en nuestra región. Por eso los arzobispos y obispos de Venezuela, en unión con los demás miembros del pueblo de Dios, al recordar estas importantes efemérides se unen al gozo que experimenta la Iglesia en América Latina, que camina impulsada por el Espíritu, en la fe en Jesucristo, como signo e instrumento de salvación para los habitantes de este "continente de la esperanza".

(Así comienza el mensaje que ha emitido la Conferencia Episcopal de Venezuela ante los cuarenta años de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Medellín)

Una brisa fresca y de renovación ya se sentía en la Iglesia los años previos al Concilio Vaticano II, acompañando las vicisitudes de la modernidad que vivió Europa y el mundo en la primera parte del siglo XX, consecuencia de los profundos cambios sociales y culturales realizados en el siglo XIX.

En aquel contexto socio-eclesial, un grupo significativo y dinámico de obispos en América Latina, sentían la necesidad de conocer mejor la realidad latinoamericana y discernir una acción evangelizadora adecuada a la misma. Pero para ello se requería un espacio de encuentro de los obispos para intercambiar sus experiencias y puntos de vista. De ahí surgió la propuesta de crear las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano. El Papa Pío XII acogió y respaldó esos deseos y peticiones al convocar a la I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. En su búsqueda por ser fieles al Concilio Vaticano II, los obispos latinoamericanos pidieron a Paulo VI que convocara a la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, a fin de aplicar las orientaciones conciliares en América Latina.

Los obispos se preguntaban cómo evangelizar en América Latina a la luz de las orientaciones conciliares. Para responder a esta cuestión central, los prelados realizaron variados estudios de la realidad latinoamericana. La oportuna e inspiradora encíclica "Populorum Progressio" incentivó aún más este proceso. En las iglesias locales de los diferentes países latinoamericanos, grupos de cristianos, tanto laicos, como clérigos, se involucraron en la tarea de auscultar los "signos de los tiempos" en nuestra realidad y reflexionarlos a la luz de la fe.

Los obispos al abrir los ojos a la realidad histórica, se encontraron con las mayorías empobrecidas y creyentes de América Latina: los indígenas, los campesinos, los moradores de las periferias urbanas. Por ello, la realidad inhumana e injusta de los pobres recorrió toda la tarea y los escritos de la Conferencia.

En este esfuerzo de fidelidad al Concilio Vaticano II, la Iglesia latinoamericana recogió el deseo y petición de Juan XXIII: que la Iglesia fuera fiel a su vocación de servir y comulgar preferencialmente con los pobres. Surgió así una nueva conciencia y un nuevo modo de vivir la Iglesia, reconocida como Iglesia de los pobres.

La Conferencia de Medellín, siguiendo a Jesucristo en las bienaventuranzas y su espíritu, volvió a colocar a los pobres y su liberación en el centro de su vida y misión y así, sorprendente y proféticamente, optó por ellos, para que lleguen a ser los primeros y principales destinatarios y portadores del Evangelio.

Algunos de los rasgos y textos más relevantes de Medellín y de sorprendente actualidad son:

Sobre la pobreza e injusticia social
“Existen muchos estudios sobre la situación del hombre latinoamericano. En todos ellos se describe la miseria que margina a grandes grupos humanos. Esa miseria, como hecho colectivo, es una injusticia que clama el cielo”(Medellín, Justicia 1).

“El episcopado latinoamericano no puede quedar indiferente ante las tremendas injusticias sociales existentes en América latina, que mantienen a la mayoría de nuestros pueblos en una dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la inhumana miseria….Un sordo clamor brota de millones de hombres pidiendo a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte”(Medellín, Pobreza 1.2).

Sobre la violencia y la urgencia de ser constructores de la paz
“América latina se encuentra, en muchas partes, en una situación de injusticia, que puede llamarse de violencia institucionalizada...Tal situación exige transformaciones globales, audaces, urgentes y profundamente renovadoras” (Medellín, Paz 16).

Medellín marcó un antes y un después en la historia de la Iglesia latinoamericana. De una Iglesia dependiente de Europa para su reflexión teológica y pastoral, se pasó a una Iglesia con temas y elaboraciones propias de su tierra, aunque en forma incipiente.

A raíz del impulso generado por el Concilio y Medellín se buscó creativamente, no sólo mejorar la ortodoxia, sino también la "ortopraxis" cristiana, para que el "aggiornamento" de la Iglesia y su misión no se quedara sólo en documentos. Así se abrieron variadas experiencias pastorales, algunas de las cuales aun buscaban cooperar en los cambios estructurales que requería América Latina. Se gestaba una evangelización profética, impulsada desde una recia y evangélica espiritualidad liberadora.

Pero esta vibrante evangelización atrajo también una seria reacción contraria en importantes ámbitos sociales y eclesiales. Esto provocó que el gobierno de Estados Unidos considerara Medellín contrario a sus intereses en América Latina. Se implementaron gobiernos, llamados de la “seguridad nacional”, en varios de nuestros países, los cuales se opusieron abierta y violentamente contra el proceso abierto por Medellín.

Para sintetizar, parece fundamental que en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, llevada a cabo en mayo del año pasado en Aparecida, Brasil, fue puesta a prueba la fidelidad al espíritu manifestado tan claramente en Medellín. El tema central asumido por Aparecida, Discípulos y Misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos tengan vida en Él, realmente es muy bueno. El tomar conciencia que todo cristiano es un discípulo-misionero de Cristo Jesús ayuda a ir al fondo de nuestra vocación. Este tema recorre todo el documento y, aunque el peso y modo de trabajarlo en diversos lugares podría haber sido mejor, sin embargo, el conjunto del documento proyecta el desafío de ser discípulos centrados en el Señor Jesús y por ello misioneros, es decir, no quedarse encerrados ni huyendo del mundo. Este asunto proclama la igualdad fundamental de todos los cristianos y nuestra responsabilidad social, temas tan resaltados en Medellín. A su vez, levanta el desafío de formarnos como verdaderos discípulos y misioneros de Jesucristo.

Alfredo Musante
Director Responsable
Programa Radial
EL ALFA Y LA OMEGA

miércoles, 23 de julio de 2008

Indiferentes al sufrimiento

Martes 22.07.2008
Editorial - Programa Nº 346
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Estuve pensando y tratando de encontrar una explicación, un sentido a una palabra que encontraba en los diarios. Apenas tres letras: “rom”. Si la buscan en Internet van a ver que se la relaciona con las grabaciones, los CDs, etc.

¿Que tendrá que ver esto con una editorial verdad? Y buscando significados y palabras surgió la palabra “gitano”, que es la forma en que nosotros conocemos a este pueblo que en Europa también se lo llama rom.

“Gitano”, para nuestro buen saber, deriva de la palabra “egiptano”, ya que a principios del siglo XV, cuando este pueblo llegó a Europa, se creía que venían del norte de África, del reino de Egipto. Sin embargo, si uno busca en la historiografía, el pueblo gitano tiene un origen mucho más remoto, mucho más lejano y de un origen bastante diferente.

El pueblo romaní, como también se los conoce, tiene tal vez un origen en el Punjab, en la India, lo que hoy sería un lugar próximo al límite con Pakistán. Paradójicamente lugar de enfrentamiento en este momento. Este pueblo indoeuropeo comenzó una emigración, primero hacia el Asia Menor y luego hacia Europa.

Hay alrededor de 11 o 12 millones de gitanos en el mundo de los cuales cerca del 80 % conviven en el viejo territorio europeo. Tienen una particularidad ancestral muy profunda, aun mantienen el idioma romaní, sus costumbres y particularidades. Y desde aquel lejano comienzo del siglo XV han sido resistidos, perseguidos, segregados, discriminados, matados. ¿Por quienes? Qué terrible que es, a veces, encontrar respuesta a preguntas tan crueles.

Aunque ustedes no lo crean, entre tantos que persiguieron a los gitanos estaba nuestra Santa Iglesia Católica. Allá por los siglos XV, XVI y XVII en España era una de sus grandes perseguidores, junto también con los judíos que habían emigrado del norte de África hacia la península ibérica. Perseguía judíos y gitanos. Uno podrá recordar, seguramente, que en el gran exterminio alemán de la Segunda Guerra Mundial, el grueso del holocausto lo padeció el pueblo judío, pero también una buena parte de los seres humanos que murieron en esos campos de concentración eran gitanos.

Y traigo a cuento esto porque uno debe pensar que tal vez en el siglo XXI, ya no deben suceder estas cosas. Y es verdad, ya no suceden estas cosas, suceden cosas peores. Los que tuvieron oportunidad de leer el diario descubrieron que en una playa de Nápoles, Italia, dos niñas gitanas de aproximadamente 9 y 11 años murieron ahogadas. Vendían en la playa vituallas y otras cosas. Seguramente, como cualquiera que disfruta de las hermosas costas que tiene Italia, deben haber sentido muchas ganas de introducirse en el mar. No sabían nadar, murieron ahogadas, fueron sacadas a la playa y tapadas con un toallón. Lo notable es que, como nos cuenta la crónica, que tardaron más de una hora y media en venir a buscar sus cuerpos. Durante todo ese tiempo esas criaturas muertas, tapadas con un simple toallón, estuvieron en exposición para muchísima gente que, en muchos casos, le resultó algo absolutamente indiferente y para otros fue un tema de comentario para llamar al celular y contarle a alguien.

La gente siguió su vida porque, en definitiva, a quién le importa que hayan muerto dos gitanas, a quién le importa que la gente muera, a quién le importa lo que le pasa a los otros. Y realmente, después de tanto hablar y discutir los temas entre el campo y el gobierno, uno se pregunta al ver que en el mundo pasan tantas cosas al igual que en nuestro país: ¿todas ellas nos resbalan? ¿Somos tan crueles con nuestra indiferencia? Vemos la muerte caminar a nuestro alrededor: adolescentes y chicos que se drogan, que sabemos que tienen un futuro absolutamente breve, gente totalmente carenciada, desnutrida.

Italia se considera una sociedad progresista, primermundista. Pero la cruel indiferencia parece borrar siglos de historia. Para que ese pueblo italiano pueda vivir hoy como vive, hubo mucho derramamiento de sangre en su territorio. Y hoy parece que no nos importa, esto es lo más cruel, lo más puntual. Lo podría relacionar con la expulsión de los emigrados que quieren llegar a una tierra donde puedan comer, donde puedan subsistir, un lugar donde puedan vivir dentro de este mundo injusto en el que los alimentos son para los ricos sin importar las personas más desposeídas.

Y lamentablemente cada vez son más. Y uno piensa, Señor ¿por qué somos tan indiferentes? ¿Por qué nos importa tan poco el otro? Descuento, por supuesto, que estas dos niñas deben estar a tu lado en este momento. Pero no te olvides de esto que hacemos los humanos. No te olvides de pasarnos las facturas correspondientes en el momento oportuno. No es justo que seamos tan injustos.
No podemos dar vuelta la cara a los problemas del mundo mientras no nos toca a nosotros.

Dios nos libre de ser tan crueles;
Dios nos libre de ser tan indiferentes;
Dios nos libre de dar vuelta la cara.

Carlos Guzmán
Coordinador de Contenidos
Programa Radial
EL ALFA Y LA OMEGA

miércoles, 16 de julio de 2008

La verdad ante la hipocresía

Martes 15.07.2008
Editorial - Programa Nº 345
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En Australia, el martes 15 de julio, se realizó la ceremonia de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud 2008. La misma comenzó con cánticos aborígenes y continuó con una misa que ofició el cardenal australiano George Pell. Este acontecimiento, que durará hasta el próximo día 20, es el evento religioso juvenil más grande del mundo.

La inauguración tuvo lugar en el muelle de Barangaroo, a orillas del Océano Pacífico, donde se han congregado decenas de miles de peregrinos llegados de diferentes países de todos los continentes. Se espera reunir este año en la ciudad australiana a 225.000 personas, una cifra inferior a la de otras ocasiones pero que se justifica por la lejanía de Australia. En este país con 21 millones habitantes 5 millones se declaran seguidores del catolicismo.

Con la esperanza de que las Jornadas Mundiales de la Juventud traigan una renovación profunda, tanto en la Iglesia de Australia como en la de todo el mundo, Benedicto XVI aterrizó el pasado domingo 13 de julio en Sydney.

El Papa ha emprendido el viaje más largo de su pontificado, el noveno, para presidir la clausura del encuentro con los jóvenes. Entrevistado por los periodistas en el avión, Benedicto manifestó su esperanza en el efecto que pueden tener las Jornadas de la Juventud en un mundo secularizado: un estímulo a vivir la fe de forma madura, con todas las responsabilidades en relación con la Creación, la sociedad y la vida en todos sus aspectos.

Así mismo, como había hecho también en su viaje a los Estados Unidos del mes de abril, el Sumo Pontífice condenó duramente los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, una herida que también ha vivido la Iglesia en este país, y aseguró: "haremos todo lo posible para curar y buscar la reconciliación con las víctimas". “Debe quedar claro: ser un sacerdote auténtico es incompatible con los abusos sexuales, los sacerdotes están al servicio del Señor”, ha dicho Benedicto XVI -y yo agregaría incompatible para todos los seres humanos-, durante la rueda de prensa a bordo del avión Boeing 777. Benedicto ha recalcado que lo más importante es la prevención de estos casos: “Es esencial que la Iglesia se reconcilie, prevenga y ayude en este problema”.

Días antes de la visita del Papa, la polémica surgió en Australia tras reabrirse un caso de abuso sexual de hace 25 años en el que está involucrado un sacerdote australiano y que el Cardenal George Pell, intentó encubrir. Broken Rites, una agrupación que representa a las víctimas de abuso en Australia, aprovechó para hacer pública una lista de 107 condenas de casos relacionados con la Iglesia.

Creo que la cultura del secreto y del encubrimiento debe terminar, recuerdo cuando leí las declaraciones que hiciera el Presidente de la Conferencia del Episcopado Estadounidense, Wilton Gregory, declarando públicamente que “es obligación de la Iglesia Católica hacer conocer tales incidentes”, y agregó “Si bien hemos cometido errores trágicos, hemos intentado ser lo más honestos y abiertos posible sobre estos casos, especialmente en el cumplimiento de la ley sobre estas materias y la cooperación con las autoridades civiles”.

El Papa Juan Pablo II en su mensaje del Jueves Santo de 2002 trató el tema directamente y con gran claridad: “...nos sentimos en estos momentos personalmente conmovidos en lo más íntimo por los pecados de algunos hermanos nuestros que han traicionado la gracia recibida con la Ordenación, cediendo incluso a las peores manifestaciones del mysterium iniquitatis que actúa en el mundo. Se provocan así escándalos graves, que llegan a crear un clima denso de sospechas sobre todos los demás sacerdotes beneméritos, que ejercen su ministerio con honestidad y coherencia, y a veces con caridad heroica. Mientras la Iglesia expresa su propia solicitud por las víctimas y se esfuerza por responder con justicia y verdad a cada situación penosa, todos nosotros –conscientes de la debilidad humana, pero confiando en el poder salvador de la gracia divina– estamos llamados a abrazar el mysterium Crucis y a comprometernos aún más en la búsqueda de la santidad.”

También me viene a la memoria cuando Juan Pablo II dijo a los cardenales estadounidenses que "no hay lugar en la Iglesia Católica para sacerdotes que abusen sexualmente de menores". Añadió en esa oportunidad que era un "pecado horrendo a los ojos de Dios". Pero agregó que “no todos los miembros del presbiterio deben ser culpados” y exhortó en esa oportunidad a los católicos estadounidenses a respaldar a sus obispos y sacerdotes.

Para sintetizar, se puede llegar a la conclusión de que la Iglesia, que no es sólo la jerarquía sino todo el Pueblo de Dios, es decir, nosotros, está perdiendo el hábito de la oración. En la historia de la Iglesia, en la tradición y en las Escrituras podemos observar el poder que tiene la oración para vencer todo tipo de “tentaciones”. No sólo eso, también es fundamental orar unos por otros, el ayudarnos mutuamente y sentirnos parte de este Cuerpo Místico de Cristo.

Esta Iglesia que camina nos dice en una estrofa del Himno del 3er Congreso Americano Misionero: “Ha llegado ya la hora de renovar tu vocación”. Vocación significa "llamado", es un diálogo de amor entre dos personas. Dios, quien es el que llama, y el hombre, quien es llamado. Estos son los términos de una vocación personal: el autor de la llamada y el sujeto llamado. No podría existir ningún llamado de no existir alguien que llama.

El amor de Dios llama, elige, forma, consagra, envía. En estas palabras se inscribe el camino de la vocación del hombre. Debemos dejar de lado la hipocresía y no ocultar aquellas situaciones que se nos presentan y que, como comunidad de cristianos, no sabemos cómo actuar frente a ellas. Esto se debe a que nuestro discernimiento está oscurecido por malas catequesis. Se nos ha presentado la figura del sacerdote como algo divino, muchas veces comparado con persona de Jesús. Es éste el error por el cual comienzan nuestras faltas, nuestras mentiras, nuestros ocultamientos. Es aquí donde comienza el hombre a olvidarse qué es el sacerdote y lo que representa, y así se deja llevar por situaciones nefastas.

Recordemos lo que Jesús nos dice en el Evangelio de Lucas 8,17: “Porque no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado”.

Alfredo Musante
Director Responsable
Programa Radial
EL ALFA Y LA OMEGA

miércoles, 2 de julio de 2008

Dialogar y fortalecer nuestras relaciones

Martes 01.07.2008
Editorial - Programa Nº 343
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La misión de Jesús se inicia en Galilea, la parte norte de Palestina. Allí se encuentra la ciudad de Nazaret, en la que él se había criado, y el lago de Genesaret donde puso de manifiesto el poder de Dios sobre las fuerzas del mal. Su misión está resumida en un celebre texto del profeta Isaías, que Cristo se aplicó a sí mismo: el Espíritu del Señor está sobre mí, Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a dar la libertad a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor. Jesús no estaba solo, eligió doce apóstoles para enviarlos a proclamar su evangelio. Después de esta profesión de fe, el Señor explicó cuál era el verdadero sentido de su mesianidad anunciando su próxima pasión.

Para que haya buena noticia, para que haya palabra de amor, tiene que haber gente dispuesta a proclamarla, a jugarse, a decir lo que piensa, a intentar aproximarse a aquellos que estén dispuestos a querer escuchar esa palabra de cercanía, amor, entendimiento y diálogo.

En el marco de la controversia que ya lleva casi cuatro meses, se realizó un encuentro de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina con nuestro vicepresidente y presidente, a su vez, de la cámara de senadores, el mendocino Julio César Cobos. En la reunión, que tuvo lugar en el despacho del vicepresidente, los presentes coincidieron en la importancia de atender a una necesidad de diálogo y de fortalecimiento de las instituciones.

Paradójicamente, la Comisión Episcopal Argentina está conformada por el Cardenal Mons. Jorge Bergoglio, el Arzobispo de Tucumán Mons. Villalba, el Arzobispo de Mercedes-Lujan Mons. Radrizani y por nuestro Obispo Diocesano, secretario general de la Comisión Episcopal, Mons. Sergio Fenoy. Estas personas le habrían entregado a Cobos un documento en el que se mencionaba que la Nación Argentina, tan lastimada y golpeada durante los últimos cincuenta años, necesitaba gestos de grandeza.

Estos gestos de grandeza implican, para aquellos que quieren asumir funciones de dirigencia política, comprender, entender y promover el acercamiento, el diálogo. Dirigir no es una tarea sencilla. La responsabilidad de dirección hace que la persona que la asume, cada uno de nosotros asumimos una situación de dirección en el ámbito donde nos corresponde, deba tener el compromiso de no dejarse llevar por la subjetividad, por la individualidad buscando ventajas, debe pensar en el bien conjunto.

Esta reunión, que debería haberse producido con mucha anterioridad, hacía muchísimo tiempo que el Comité Ejecutivo de la Comisión Episcopal Argentina tenía pedida la audiencia, prácticamente no se ha escuchado. Del mismo modo tampoco se escucha a tantos otros sectores, instituciones, ONGs, movimientos que quieren plantear una alternativa, una posibilidad diferente, un cambio, un debate. Hay una cerrazón que oscurece nuestra mirada. Y no hay nada peor que seres humanos, elegidos por Dios para trabajar en comunidad, vivamos encerrados en nuestra soberbia.

Ahora bien, todas las partes de esta sociedad tenemos responsabilidad por esta falta de diálogo. Los medios de comunicación nos rodean, los elementos tecnológicos abundan, ¡pero qué incomunicados que estamos! La necesidad que tenemos de compartir, de discutir no es mala, muy por el contrario, nos sirve para crecer y para encontrar posiciones comunes.

Desde aquí y ratificando lo que el Comité Ejecutivo de esta Conferencia Episcopal Argentina propuso a través de este documento, invitamos nosotros también, a la reflexión, a la posibilidad de dialogar, a un gesto realmente de grandeza. La mayor grandeza que puede tener el ser humano es ser comunión en la diversidad, hermosas palabras que nos regalaba Mons. Fenoy cuando compartió con nosotros hace poquito. Comunión en la diversidad, a pesar de que podemos pensar distinto somos uno como pueblo. Por eso hace falta que las partes tengan un gesto de grandeza para poder encontrar lugares comunes donde empiecen a crecer las posibilidades que como país tenemos y necesitamos.

Carlos Guzmán
Coordinador de Contenidos
Programa Radial
EL ALFA Y LA OMEGA