PROGRAMA Nº 1164 | 27.03.2024

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Orígen de la Fiesta de San Fermín

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Los Sanfermines son una fiesta en honor a San Fermín que se celebra anualmente en Pamplona, capital de la Comunidad Foral de Navarra, al norte de España. Los festejos comienzan con el lanzamiento del txupinazo o chupinazo (cohete) desde el balcón del Ayuntamiento de Pamplona a las 12 del mediodía del 6 de julio y terminan a las 24h del 14 de julio con el "Pobre de mí", una canción de despedida. Una de las actividades más famosas de los Sanfermines es el encierro, que consiste en una carrera de unos 800 metros delante de los toros y que culmina en la plaza de toros. Los encierros tienen lugar todos los días entre el 7 y el 14 de julio y comienzan a las ocho de la mañana, con una duración promedio de entre dos y tres minutos.

Los Sanfermines tienen un origen que se remonta varios siglos, se trata de unas fiestas singulares y sin duda el acontecimiento por el que más se conoce a Pamplona en el mundo. Su fisonomía actual, cosmopolita y multitudinaria, es el resultado de una lenta evolución histórica cuyos orígenes se remontan a la Edad Media. Tres celebraciones independientes están en su origen: los actos religiosos en honor a San Fermín, desde antes del siglo XII, las ferias comerciales y las corridas de toros, documentadas ambas desde el siglo XIV. Los pamploneses celebraban a san Fermín el 24 de septiembre.

Cansados de las inclemencias climatológicas del otoño, los pamploneses deciden en 1591 trasladar la fiesta del co-patrono de Navarra, San Fermín, al 7 de julio. La coincidencia por azar en las mismas fechas de solemnidad religiosa, bullicio ferial y toros dan el carácter a los Sanfermines que hoy conocemos. El patrón de la ciudad, San Saturnino, se mantiene con una celebración mucho más modesta en el 29 de noviembre. Para muchos de los visitantes, este hecho causa la confusión de pensar que es San Fermín el patrono de la ciudad. El escritor estadounidense Ernest Hemingway fue uno de los que contribuyeron a propagarlos mediante su libro Fiesta. Están considerados como una de las mejores celebraciones del mundo, junto a los Carnavales de Río de Janeiro, de Venecia y de Colonia, y la Feria de la Cerveza de Múnich. La población de Pamplona durante esta semana de fiestas pasa de 190.000 habitantes a más de 2.800.000 personas.

Los sanfermines nacieron en la época medieval como feria comercial y fiesta secular, usando para ello las fechas de fiestas religiosas cristianas, que a su vez usaban fechas festivas de orígenes más anteriores, como la del paganismo vasco y latino. A comienzos del siglo XIII se celebraban unas ferias comerciales tras la noche de San Juan, entre el día 23 y el 24 de junio, coincidiendo el comienzo del verano. A esta festividad le seguía la de San Pedro y luego estaba la de Santiago, el 25 de julio, justo un mes después; y en medio, San Fermín.

Como las ferias eran lugares de encuentro de mercaderes, ganaderos y aldeanos, eran también pretexto para festejar y comenzaron a organizarse corridas de toros como parte de la tradición. Así nacieron, en alguna fecha probablemente a finales del siglo XVI, algo que podríamos considerar propiamente los primeros Sanfermines. Hay otra fecha emparentada al final del verano, el 10 de octubre, en que se organizaba una feria en Pamplona, de siete días de duración, desde el año 1324, por privilegio del rey Carlos I de Navarra y IV de Francia. En 1381 por privilegio del rey Carlos II de Navarra, pasó a ser feria franca, coincidiendo también entonces con festividades religiosas. Estas dos ferias y fiestas, al inicio y al final del verano, se unificaron para aprovechar el mejor tiempo, comenzando el día séptimo del séptimo mes: el 7 de julio. Aunque todavía en la actualidad, a finales del verano, se celebran los llamados "sanfermines txikis" (pequeños sanfermines) sólo celebrado por los propios navarros.

Fueron pasando los siglos, sin grandes cambios en los Sanfermines. Pero desde 1950 aproximadamente, los cambios han sido acelerados. En primer lugar, por el incremento del nivel de vida. El pueblo (Pamplona tendría unos veinte mil habitantes) se juntaba en la Plaza Consistorial para recoger al Ayuntamiento y acompañarlo a la iglesia de San Lorenzo, donde en la capilla de San Fermín se celebraban, las Vísperas, en la tarde del 6 de julio. Tras la misa, pueblo y autoridades regresaban de la iglesia al Ayuntamiento, igualmente por la calle Mayor. Desde 1950, aproximadamente, los Sanfermines vienen evolucionando tanto como la sociedad. Han perdido mucho de su componente religioso, aunque la procesión sigue siendo multitudinaria y presenta algunos "momenticos" especialmente entrañables, como la jota que se canta al Santo en la Plazuela del Consejo o el Agur jaunak interpretado en su honor en el lugar, frente a la iglesia de San Cernin en que se dice que fue bautizado. El origen de esta tradición se halla a principios del siglo XX. El Ayuntamiento de Pamplona contrataba una empresa de pirotecnia que disparaba una serie de cohetes el día 6 de julio, víspera de la fiesta de San Fermín, para señalar el inicio de las fiestas.

Tras la instauración de la democracia y la elección del primer ayuntamiento democrático en 1979 se adoptó el criterio de que el lanzamiento del chupinazo se hiciera rotatorio, primero entre los miembros de la comisión de fiestas y, a partir de 1983, entre los diversos grupos políticos de mayor a menor, comenzando por el alcalde o alcaldesa de la ciudad. Desde el 6 de julio de 1941, que fue el primer txupinazo de las fiestas de San Fermín, la formula adoptada para que el encargado de lanzar el txupinazo pronuncie unas palabras, y está adjudicado y oficializado por el consistorio pamplonés la siguiente fórmula:

"Pamplonesas, Pamploneses, ¡Viva San Fermín!. Iruindarrak, Gora San Fermín!"
El Riau-Riau se celebró por primera vez en 1914, y el inicio de esta tradición se atribuye a Ignacio Baleztena, un carlista que coreando el Vals de Astráin quiso interponerse en el avance de un Ayuntamiento políticamente contrario. El festejo cuajó rápidamente, hecho que fue corroborado porque en la década de los años 20 hubo dos intentos de prohibición por parte de la Alcaldía. El Riau-Riau, antes de la década de los 90, sólo tuvo un parón, el acaecido entre 1932 y 1936 (II República) debido a que la Corporación no participó en los actos religiosos.

En 1972, el Riau-Riau fue suspendido por primera vez tras 45 minutos en los que la Corporación apenas pudo avanzar unos metros. A partir de esta fecha se sucedieron una serie de Riau-Riaus en los que la tónica general fue el poco avance de la Corporación y la cada vez más multitudinaria asistencia al acto. Así, en numerosas ocasiones el acto tuvo que ser suspendido sin que la comitiva pudiera llegar a San Lorenzo. El último Riau-Riau que consiguió este objetivo fue el de 1985, con una duración de tres horas y media. En 1991, y debido a altercados políticos, el Riau-Riau tuvo que ser suspendido y no se volvió a celebrar hasta 1996, en el que por los mismos motivos tampoco pudo realizarse. Desde este año, el Riau-Riau ha estado ausente de las fiestas de San Fermín. La esperanza es lo último que se pierde y cada año es uno de los temas candentes a la hora de publicarse el programa festivo. Cada año las calles de Pamplona se llenan de miles de personas, unas armadas de valor y otras, inconscientes del riesgo, dispuestas a correr delante de los toros.

Pamploneses de toda la vida, corredores expertos, junto con cientos de turistas de todas partes del mundo y españoles, se atreven a conducir a los toros desde los corralillos donde han pasado la noche hasta la plaza de toros: son 825 metros de calles adoquinadas, que se recorren en tan sólo dos o tres minutos. Algunos son alcanzados por los toros sufriendo heridas por cornadas y patadas. El peligro resulta mayormente de desatender las indicaciones bien conocidas por los expertos o en correr el encierro sin estar en las condiciones debidas. Aunque, con la aglomeración de gente, han aumentado los riesgos también para los expertos. En realidad, son pocos los que, a golpe de periódico, van guiando a los toros; la mayor parte de los corredores, sobre todo los no experimentados, corren a una cierta distancia. El primer encierro de las fiestas es el del día 7 de julio y el último el del día 14. Comienza a las 8:00.

Los encierros de San Fermín tienen un origen medieval: los pastores navarros traían a los toros de lidia desde las dehesas de La Ribera de Navarra hasta la plaza mayor, que servía de coso taurino al no existir una plaza de toros. La noche anterior a la corrida la pasaban acampados cerca de la ciudad, y al amanecer, entraban a la carrera arropados por los toros mansos (cabestros) y acompañados de gente que, a caballo o a pie, ayudaba con palos y gritos a encerrarlos en los corrales. Con el tiempo, a finales del siglo XIX, se pasó de correr detrás de ellos para ayudar a encerrarlos, a correr delante; así se convirtió en una costumbre popular. Dicen las crónicas que los primeros en desafiar las prohibiciones que impedían correr delante de los astados fueron los carniceros del Mercado de Santo Domingo, situado junto a la cuesta del mismo nombre.

San Fermín es co-patrono de Navarra desde el 14 de abril de 1657. La Asociación de la Prensa explica así el surgimiento de la fiesta: "Documentos históricos atestiguan que el culto a San Fermín en Navarra data del siglo XII". En ellos se relata que el obispo Pedro de París, también llamado Pedro de Artajona, elevó la categoría litúrgica de las misas en honor al Santo. Éste fue posiblemente el origen de la procesión.

El obispo de Pamplona consiguió para la ciudad la primera reliquia: un hueso de la cabeza del mártir. Después se trajeron más reliquias: otro hueso del cráneo, que se instaló en el pecho de la imagen de San Fermín en la iglesia San Lorenzo en 1572, y la mitad superior del fémur derecho que, en 1941, se guardó en una arqueta gótica de la Catedral de Pamplona. En aquellos tiempos, el calendario litúrgico fijó la fecha de la fiesta religiosa el 10 de octubre en recuerdo de la entrada de San Fermín en Amiens. La celebración se limitaba a la función de Vísperas en la iglesia de San Lorenzo, la Procesión, la Octava y la denominada "Comida de los pobres".

Era un ágape de berza, carne de vaca asada, pan y vino, que el Ayuntamiento organizaba en el Hospital de los Labradores, en la Plaza de la Vírgen de la O. Debido a las inclemencias climatológicas del mes de octubre, el Ayuntamiento solicitó al obispo trasladar la fiesta de San Fermín. Fue en 1591 la primera vez que se celebró la festividad el 7 de julio. La fiesta religiosa se fue completando con otros actos populares.

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