PROGRAMA Nº 1168 | 24.04.2024

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HABLAR DEL AMOR

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Al comenzar esta editorial tratare de hacer algo que muy pocas veces he hecho, el de iluminar con todas las miserias que poseo como hombre un tema que hace mucho me viene dando vueltas en la cabeza y con los últimos acontecimientos que estamos viviendo en la sociedad argentina, como latinoamericana y también como Iglesia, como Pueblo de Dios.

Recuerdo cuando comenzara mi preparación a la Iniciación Cristiana, habiendo recibido el Bautismo, me faltaban la Confirmación y la Eucaristía, sacramentos que ponen los fundamentos de toda vida cristiana. Nos hacen participes en la naturaleza divina, que nosotros los hombres recibimos como don mediante la gracia de Cristo. Fue todo un gran acontecimiento el dar este paso –para mi- ya que cuando fui confirmado y fui digno de recibir a Jesús sacramentado, hoy recuerdo que más allá del sacramento en sí y lo que representa, anteriormente a lo que fuera mi preparación como a la de tantos niños, adolescentes y adultos, en mi caso particular, mi catequista me hizo aprender las 99 preguntas y las oraciones más importantes, como el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria de memoria… (sic) pero mi catequista se olvido, saben que: de hablar del AMOR.

Obvio, una crece y va rumbeando los caminos que la vida, que Dios va poniendo en nuestro andar… un día una amiga mía me llama por teléfono, y me comunica que me había anotado en el curso de catequista diocesano, ya que Musante medio remolón no lo había hecho… es así que comienzo durante tres años a cursar el seminario catequístico y voy descubriendo un mundo maravilloso en lo pastoral, en lo metodológico y espiritual… tres años… formación a full… por gracia de Dios y paciencia de mis profesores, quien fuera obispo en ese entonces y que recordamos en cada programa, a Mons. Abelardo Francisco Silva, de su mano recibo el mandato para convertirme en catequista diocesano… un momento de mucha alegría y emoción, pero hoy descubro que en esos tres años de formación nunca me hablaron del AMOR.

Así Musante sigue caminado en esos senderos que –como dije anteriormente – el Señor nos lleva para ver realidades y forjar nuestro temple, no quiero cansarlos con una biografía de mi vida, ya que no soy una figura tan importante para hacerlo, si quisiera terminar de redondear el concepto de esta editorial para llevarlos al tema que ya ustedes han descubierto: el AMOR.

Después de este pequeño prologo, que espero no los haya aburrido, en mi opinión personal y haciendome cargo de lo que expreso, me di cuenta que como Iglesia, tanto la jerarquía como aquellos que brindando un servicio, como agentes de pastoral y como Pueblo de Dios, hemos perdido el AMOR, es más en algunas circunstancias lo hemos dejado de lado, nos ponemos en juez y jurado acusando con ese famoso DEDO JUSTICIERO del castigo divino y nos creemos que tenemos la autoridad para juzgar a otros, porque piensan diferente, porque no son iguales a mí, porque no hace lo mismo que yo, porque… porque… porque… y siempre estamos con el porque… y nos olvidamos del AMOR, donde una sociedad que necesita ser inundada por el AMOR, donde necesitamos ser amados, y cuando hablo de AMOR, no hablo del amor relacionado con lo sexual o pasional como lamentablemente se nos ha insertado en la cabeza, gracias a toda una manipulación mediática que busca consumidores y autómatas donde se relativiza el sentido magnánimo que tiene la palabra AMOR.

Hoy estamos pagando –como Iglesia- el precio muy alto por olvidarnos del AMOR, si ya se usted me puede decir, que no todo es así, si es verdad y no lo voy a contradecir, pero en un 50% para ser un poco más flexibles, no pregonamos el AMOR, si vemos pecado en todos lados… que hay si obvio que hay pecado, pero ¿y el AMOR no?

Debemos como Iglesia, hablar del AMOR, pelear por el AMOR, hacer que todos gusten del AMOR, no confundamos el camino ni nuestros discursos, denunciemos si, pero con AMOR, vayamos al diálogo con AMOR, no entremos en juegos o discusiones que otros hombres quieren, para hacernos caer en la trampa –como lo hicimos hace poco- para después mofarse y humillarnos delante de todos, por no haber sabido hablar con el AMOR, no con el corazón humano, sino con el corazón inflamado de AMOR, dejemos esa imagen y postura de ser jurado de Dios, porque El no lo necesita, y me viene a la mente la frase de san Juan de la Cruz: “En el atardecer de la vida seremos juzgados por el AMOR”.

Por misericordia de Dios y la asistencia diaria del Espíritu Santo, la Iglesia sigue su camino y su tarea misionera y pastoral de predicar a todas las personas; predica que hemos hecho muy mal, utilizando durante mucho tiempo la TEOLOGIA DEL MIEDO, DEL PECADO, donde veneramos y hasta situamos a los ministros más importantes que Jesús, si no se asombre y no me diga que no, no estoy equivocado porque todavía hoy lo veo en muchos lugares… seguiremos pagando precios, pagando fuertes dadivas por nuestra insuficiencia de AMOR, una cosa: cuando digo seguiremos, no lo digo por los laicos, sino también toda la jerarquía, todo el clero, que quede muy claro, porque todos somos PUEBLO DE DIOS

Pero gracias al AMOR de Dios que fui descubriendo a largo de mucho tiempo y de situaciones que a cada uno de manera particular le toca vivir, me di cuenta que tenemos a una exquisita y humilde servidora que da CATEDRA DE AMOR… si escucho bien: hablo de María, sabemos del amor de Madre hacia su Hijo y luego a través de sus manifestaciones en Guadalupe, Fátima, La Salette, Garabandal, Medjugore y tantas otras, donde María habla, reprende, denuncia, exhorta, clama y… ora… con AMOR.

En síntesis
Pareciera una utopía hablar de AMOR, en una sociedad que olvido el significado de esa palabra. Dios quiera que podamos redescubrir el valor que tiene en cada uno de nosotros o sino seguiremos pagando altos precios, como lo hicimos en estas últimas semanas ante una sociedad que cada día, no quiere ni escuchar hablar sobre lo relativo a la institución y eso causa mucho dolor para aquellos que nos sentimos parte del Cuerpo Místico de Cristo, Iglesia que Jesús en la cruz lego a los hombres, para que predicaran no las 99 preguntas del catecismo, ni estén levantando el DEDO ACUSADOR, sino que hablaran del AMOR.

Alfredo Musante
Director Responsable
Programa radial
EL ALFA Y LA OMEGA

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