martes, 26 de octubre de 2010

Porque los católicos rezamos el Rosario

Quizás el sacramental más emblemático en el catolicismo es el Santo Rosario, ese collar de cuentas con un crucifijo al final. Muchos pastores protestantes afirman que el Rosario (u oración de "cuentas") fue introducido por Pedro el Ermitaño en el 1090 y fue copiado de los hindúes y los mahometanos, y afirman además que recitar oraciones repetitivamente es una práctica pagana y está condenado explícitamente por Cristo (Mt 6-5,7)

La Tradición asocia el Rosario no a Pedro el Ermitaño sino a Santo Domingo de Guzmán (1170-1221), de quien se dice que lo recibió de la Virgen María para combatir la herejía albigense. Esta leyenda parece ser que viene de los escritos de Alan de la Roche (1428-1475), aquel infatigable predicador dominico del Rosario. Estudios críticos más modernos llevados a cabo por dominicos y otros estudiosos del tema, revelan que la historia es bastante más complicada, aunque ciertamente sin ninguna relación con hindúes o musulmanes.

Los monjes del medioevo tenían la costumbre de rezar diariamente los 150 salmos. Como quiera que los hermanos laicos de las ordenes eran iletrados y no podían leerlos, entre ellos surgió la práctica de recitar el Padrenuestro 150 veces. Usaban cuentas para contabilizarlos. Esta práctica se extendió entre los laicos y así, otras oraciones fáciles de recordar fueron añadidas. Durante los siglos XV y XVI el Rosario se estableció tal como lo conocemos hoy, consistiendo en el Credo de los Apóstoles, el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria. El Credo de los Apóstoles apareció por primera vez como credo bautismal en Roma en el siglo II, y tomó su forma presente en el siglo V. Aunque no estaba escrito por los Apóstoles, está generalmente aceptado que pudo muy bien haber sido de origen apostólico.

El Padrenuestro se corresponde con las cuentas que aparecen en solitario, separadas de los grupos de 10 cuentas (las "décadas"). A todo cristiano le suena esa oración: es la que se encuentra, en su versión larga, en Mt 6-9,13. Curiosamente está en el mismo pasaje de la Escritura en el que Jesús dice "Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados". (Mt 6-7). Este es uno de los versículos que muchos hermanos separados utilizan para condenar la "práctica pagana" de "recitar oraciones". Aunque Jesús mismo nos dio el Padrenuestro, algunos cristianos fundamentalistas intentan disuadir a los demás cristianos de usarlo más que como una oración modelo, ya que creen que rezarlo constituiría una "vana repetición".

Pero miremos el contexto del versículo en cuestión. Mateo 6:5-6 trata de las prácticas de oración de los mismos judíos. Jesús las tacha de hipócritas. No condena las oraciones repetitivas judías, de las cuales había muchas. Por ejemplo, el libro de los Salmos es una colección de himnos y oraciones usadas repetidamente en celebraciones judías en las cuales el mismo Jesús participaba. Uno de los salmos, el 136, es en sí mismo una oración repetitiva, en forma de letanía. La Pascua, celebrada por Jesús antes de su crucifixión, incluía oraciones fijas que eran repetidas anualmente, entre ellas los salmos del 113 al 118. A continuación de la Ultima Cena, Jesús fue al Huerto de Getsemaní y oró la misma oración tres veces seguidas (Mt 26-39,44). Así pues, también El recurrió a la oración repetitiva.

Las oraciones de los profetas paganos eran “vanas” porque, después de pasar el día entero llamando desesperadamente a Baal, este nunca les respondía. No era un dios real, a diferencia del Dios de Israel, que siempre responde a la oración sincera. El argumento de Jesús en Mt 6-7 es que no necesitamos pasarnos todo el día saltando sobre altares, cortándonos con cuchillos o delirando para ser escuchados por nuestro Padre del Cielo. El escucha nuestras oraciones al margen de qué tipo de oración sea, larga o corta, compuesta o improvisada, en grupo o individual, repetitiva o única, eso sí, siempre y cuando sea sentida, entendida, y no “de corrido”, en cuyo caso es vana y vacía.

El Avemaría es el corazón del Rosario y se dice diez veces, una por cada una de las cuentas agrupadas en décadas, quince en total, totalizando por tanto 150 Avemarías, tantas como salmos tiene el salterio. La primera parte de la oración está compuesta de dos versículos bíblicos, “Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo” (Lc 1-28) y “bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús” (Lc 1-42).

El resto de la oración es “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”. El título “Madre de Dios” (que proviene de “Theotokos” en el original griego, o “quien porta a Dios”) es muy antiguo. Aparece en un papiro encontrado en Egipto y fechado entre el año 250 y el 270 e invoca la intercesión de la “Theotokos”. Los católicos mantenemos que la persona nacida de la Virgen María es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, la Palabra de Dios (en griego, Logos), y por tanto, es Dios (Jn 1-1,14). Como Jesús es Dios, humanidad y divinidad unidas completamente en una Persona, la madre de Jesús es por tanto la madre (que no la creadora) de Dios; la Theotokos.

Muchos no católicos se oponen a la práctica de pedir a los santos del Cielo, incluida María, que rueguen por nosotros. A menudo citan 1 Tim 2-5 “Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre él también”. Como Jesús es el único mediador, argumentan que María (o cualquier otro santo) no debería ser invocada para pedir por nosotros. Al rezar “Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”, los católicos se entrometen en la única mediación de Cristo.

Nuestros hermanos separados dicen que rezar diez Avemarías por cada Padrenuestro confirma sus peores sospechas acerca del catolicismo: los católicos prefieren a María en una proporción de 10 a 1 sobre Dios. Tal aseveración no solo es ofensiva para los católicos sino que además es lógicamente absurda. En algunas versiones protestantes de la Biblia, aparece el nombre de San Pablo en los Hechos de los Apóstoles 126 veces, mientras que el de Jesús solo aparece 68. Implica esto que el autor de los Hechos daba doble importancia a San Pablo que a Jesús. Y el hecho de que en la traducción protestante del libro de Ester no aparezca ni una sola vez la palabra “Dios” o “Señor”, significa que el autor de ese libro era ateo. Tales “pruebas” estadísticas no prueban nada en absoluto. El Rosario es una devoción en honor a María quién, bajo inspiración divina, profetizó que todas las generaciones le llamarían bienaventurada (Lc 1-48). En tales devociones, los católicos felizmente dan cumplimiento a la profecía, recordando que Dios nos bendice cuando bendecimos a aquellos a quien El ha favorecido especialmente, lo leemos en Génesis 12-3: “Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré al que te maldiga, y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra".
Después de las diez Avemarías, se reza el Gloria correspondiente a la cuenta que aparece en solitario inmediatamente después de las anteriores diez y justo antes de la siguiente década. Es una “doxología” (aclamación final) usada desde tiempos de la Iglesia primitiva en que había controversias sobre la Trinidad. “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por lo siglos de los siglos. Amén”.

martes, 19 de octubre de 2010

RUSIA PROHÍBE LA PUBLICIDAD DE CHAMANES

(Efe/InfoCatólica) La cámara baja del Parlamento ruso ha aprobado una ley que prohíbe anunciar en los medios de comunicación los servicios de personas vinculadas con lo paranormal, la magia, la hechicería, la hipnosis o el vudú, entre otros. “La ley busca proteger a la gente de la publicidad engañosa de autoproclamados especialistas y así preservar su salud física y moral”, reza el documento aprobado por la Duma y en el que ha participado activamente la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR). Y es que los rusos, que aun desconfían de la sanidad pública, son muy aficionados a acudir a “servicios alternativos” para encontrar una cura para sus problemas con el alcohol, lograr el regreso de maridos infieles o el éxito en los negocios. La afición al ocultismo aumentó radicalmente en este país poco antes de la caída de la Unión Soviética y la defunción de la ideología comunista, vacío que fue aprovechado por gente sin escrúpulos y una gran habilidad para los negocios.

Los programas de televisión protagonizados por los “brujos” Alan Chumak y Vladímir Kashpirovski eran seguidos por millones de telespectadores, ya que estos prometían curar incluso a los que se sentaban al otro lado de la televisión. Estos aventajados llegaron a hacer largas giras por el país, llenando estadios a su paso con promesas de curación de tumores, paraplejias y otros males a través de la hipnosis y la magia blanca. Los medios rusos dedican mucho espacio a anuncios y programas sobre servicios esotéricos, ocultistas, paranormales y toda clase de adivinadores del futuro. En internet uno sólo debe teclear las palabras “Maguicheskie Uslugi” (servicios mágicos) para toparse con centenares de páginas web que ofrecen remedio a cualquier pena a cambio de un módico precio.

El negocio de los remedios mágicos
“Nuestros ciudadanos al confiar en las promesas de magos y druidas acaban siendo víctimas habituales del fraude. Por ello, es necesario limitar el flujo de información”, aseguró Yevgueni Fédorov, jefe de la comisión de la Duma sobre política empresarial. “En Rusia hay 800.000 curanderos, pero sólo 620.000 médicos. Es ridículo tratar un dolor de muelas restregando la mejilla con el rabo de una rata”, afirma la diputada Tatiana Yákovleva, miembro del comité de Sanidad de la Duma rusa. Yákovleva calificó de “criminales” a los que engañan a sus clientes con promesas de haber encontrado un remedio para el cáncer o el sida.

La ley también prohibirá el ejercicio a aquellos que prometan la cura de enfermedades con métodos no científicos si carecen de una licencia reconocida por la legislación y concedida por el Estado.A partir de ahora serán los medios de comunicación los que asuman la responsabilidad de propagar los servicios de esos practicantes alternativos sin licencia oficial.

Esos “charlatanes atraen a muchos clientes sin dar ninguna garantía y muchas veces están implicados en fraude (...). Causan un perjuicio moral y físico a la gente y un perjuicio económico al país”, denunciaron los diputados al presentar la iniciativa parlamentaria. Yákovleva cifró en unos 2.000 millones de dólares el dinero que mueve el negocio de la superstición, mientras la encuesta del centro Levada cifró en un 20 por ciento el número de rusos que ha visitado curanderos para encontrar una solución para sus afecciones.

La Iglesia Ortodoxa apoya la medida pero dice que es insuficiente
La iglesia ortodoxa apoyó fervientemente la prohibición, ya que “no hay ningún país civilizado que pueda permitir la propagación masiva de los servicios de brujos y milagreros”, aunque la calificó de “tardía” e “insuficiente”. “Sólo prohibir la publicidad es poco. Hay que hablar y escribir más sobre las desgracias que causan a la gente. En su conciencia recaen muchos destinos rotos e incluso vidas humanas”, dijo Vsiévolod Chaplin, portavoz del Patriarcado de Moscú, según la agencia oficial RIA-Nóvosti.

Al tiempo que la Iglesia Ortodoxa rusa reconoce la posibilidad de que existan personas con facultades curativas especiales, insiste en que esos poderes sean contrastados científicamente. “Lamentablemente, muchas de esas personas no sólo juegan con fuerzas oscuras y extrañas, sino que utilizan iconos e inventan oraciones. Incluso me he topado con algunos que se hacen pasar por miembros de la Iglesia”, destacó.

Monasterio de La Rábida

El Monasterio de Santa María de la Rábida, es un monasterio franciscano en el término municipal de Palos de la Frontera, en la provincia andaluza de Huelva(España). Erigido en los siglos XIV-XV, sobresalen por su interés artístico la iglesia gótico-mudéjar, las estancias decoradas con frescos de Daniel Vázquez Díaz, el claustro y el museo, donde se conservan numerosos objetos conmemorativos del Descubrimiento de América y una escultura de la advocación mariana bajo la que se encuentra el convento, Nuestra Señora de los Milagros o Santa María de la Rábida, imagen de estilo gótico del siglo XIII aproximadamente, realizada en alabastro. El monasterio tiene 2.000 m² de extensión y es de planta irregular. A lo largo de sus más de quinientos años de historia ha sufrido modificaciones, sobre todo a raíz del terremoto de Lisboa de 1755. En él se hospedó Cristóbal Colón años antes de partir hacia el Nuevo Mundo, cuando aún se encontraba preparando su proyecto. En este monasterio se encuentra enterrado Martín Alonso Pinzón, que falleció a los pocos días del regreso del primer viaje colombino. Asimismo, al regreso de alguna de sus expediciones de conquista, llegaron a este cenobio franciscano Hernán Cortés, Gonzalo de Sandoval y Francisco Pizarro. Por estas razones forma parte destacada del itinerario histórico artístico conocido como los Lugares colombinos.

El Monasterio fue declarado Monumento Nacional en 1856. Mereció además la declaración de Primer Monumento histórico de los pueblos Hispánicos en 1949. El 28 de febrero de 1992 le fue otorgada por parte de la Junta de Andalucía la "Medalla de Oro de Andalucía". En la declaración de la IX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Presidentes de Gobierno en La Habana, se reconoció a La Rábida como lugar de encuentro de la Comunidad Iberoamericana de Naciones. Este monasterio ha mantenido siempre fuertes vínculos con los pueblos iberoamericanos. Sobre los orígenes de "La Rábida" existe una serie de leyendas recogidas en un antiguo códice de fray Felipe de Santiago, en las que se le atribuye unos orígenes legendarios. Según estas leyendas, en tiempos de los fenicios habría existido un altar dedicado a su dios Baal (posteriormente equiparado con Hércules) y más tarde los romanos habrían elegido este mismo lugar para venerar a su diosa Proserpina. Los árabes levantarían aquí un pequeño monasterio con monjes-caballeros similares a los de las órdenes cristianas. Este tipo de monasterio musulmán solía estar en la costa fronteriza y tomaba el nombre de rábida o rápita, de donde le vendría la denominación. Los ascetas musulmanes se perfeccionaban espiritualmente al tiempo que defendían el lugar fronterizo. En el siglo XIII, tras la conquista cristiana, pertenecería ya a los Caballeros Templarios, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Milagros. Esta misma tradición cuenta que el propio san Francisco de Asís llegó a este lugar en compañía de doce discípulos para fundar un pequeño y humilde monasterio franciscano.

El religioso fray Francisco de Gonzaga, historiador de la orden franciscana (siglo XVI), fijó el origen de la fundación de La Rábida en 1261. Sin embargo, documentalmente, la carta fundacional del convento es una bula del Papa Benedicto XIII, que data del 7 de diciembre de 1412, y que concede a fray Juan Rodríguez y sus compañeros religiosos, moradores del eremitorio de Santa María de La Rábida desde 1403, el permiso pontificio para establecerse en comunidad. Dado el enclave que ocupaba, el lugar fue desde el principio un refugio o fortaleza para defenderse de los ataques frecuentes de los piratas que merodeaban la costa. El papa Eugenio IV otorgó una bula de indulgencias para todo aquel que ayudara en este sitio a los viajeros necesitados. Gran parte de los edificios conventuales fueron construidos en aquellos años (primeros del siglo XV). Los nobles de la comarca y los vecinos del lugar ayudaron y colaboraron en gran medida.

El monasterio cobró gran importancia en la historia a partir de la llegada de Cristóbal Colón, quien encontró refugio y atención entre los frailes de La Rábida. En 1485 Colón llegó por primera vez y en él se hospedó y recibió apoyo para su empresa descubridora. Entre los religiosos de este convento encontró ayuda, tanto científica como espiritual. Hombres como fray Juan Pérez y fray Antonio de Marchena fueron claves para sus intereses, ya que le ayudaron en sus contactos con la corona y con la marinería de la zona. Fueron ellos los que le pusieron en contacto con Martín Alonso Pinzón, rico armador y líder natural de la zona, gracias al cual consiguió ayuda económica y reclutar los hombres necesarios para la empresa al fallecer fue enterrado en este monasterio. Llegó a su villa natal, tras el primer viaje colombino, gravemente enfermo. Murió a los quince o veinte días de su vuelta y fue enterrado en la iglesia del monasterio de La Rábida, a los pies de la Virgen de los Milagros y con hábito franciscano como sudario, según su voluntad.

En mayo de 1528 arribó al puerto de Palos Hernán Cortés, tras conseguir la conquista de Nueva España. Se hospedó en el monasterio. Venía acompañado de su amigo y compañero Gonzalo de Sandoval, quien desembarcó gravemente enfermo, muriendo a los pocos días en una fonda de Palos donde estaba hospedado. Se trasladó su cuerpo sin vida al monasterio, donde fue enterrado, cerca del altar de la Virgen de los Milagros. Pocos días después llegó Francisco Pizarro a Palos, dirigiéndose también al convento, donde, aparte de recibir ayuda espiritual, se entrevistó con su pariente Hernán Cortés. También sirvió de inspiración la vida monástica y contemplativa para los hombres que fueron a evangelizar las tierras recién descubiertas: fray Juan de Palos, fray Juan Izquierdo y otros franciscanos y religiosos de Palos de la Frontera y los pueblos vecinos que tuvieron especial relevancia en la evangelización de América.

En 1882, el rey Alfonso XII visitó el monasterio y apoyó una segunda iniciativa de rehabilitación y mejora con el fin de conmemorar, años más tarde, el IV Centenario del Descubrimiento de América, cuya organización estuvo a cargo del Gobernador Civil de Huelva, don Mariano Alonso-Castrillo y Bayón, III Marqués de Casa Ximénez, del cual puede verse un retrato en la Sala del Museo Colombino que alberga el monasterio. Dirigió las obras en esta ocasión el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, que supo respetar el ambiente y el espíritu del edificio original. La toma de posesión oficial del monasterio por los franciscanos tuvo lugar en 1920, una vez cedido el edificio, en 1919, a la orden seráfica, según anota el profeso de Asís en La Rábida Luis García Nieto, bibliotecario y cronista de aquella efeméride.

Ya en el siglo XX, el monasterio es testigo del vuelo del Plus Ultra. Los tripulantes de dicha expedición se hospedaron en el monasterio antes de iniciar el raid Palos de la Frontera-Buenos Aires, celebraron una misa frente a la Virgen de los Milagros, que se encontraba circunstancialmente en la parroquia de Palos de la Frontera, y finalmente, el 22 de enero de 1926, partieron del muelle de la Calzadilla de Palos, elevándose el hidroavión frente al convento. Al regreso de los tripulantes, el rey Alfonso XIII celebró una misa de acción de gracias también ante la patrona de Palos, en la Iglesia de San Jorge, para posteriormente dirigirse al monasterio de La Rábida, a celebrar los actos conmemorativos por el éxito del vuelo. El 3 de agosto de 1992 se celebró en el interior del monasterio un Consejo de Ministros del gobierno de España, presidido por el Rey de España Juan Carlos I. El 14 de junio de 1993, el Papa Juan Pablo II visitó el monasterio con motivo de la coronación Real y Pontificia de la imagen de Ntra. Sra. de los Milagros.

La gran lección de fe que nos deja Atacama

Quizá lo que ocurrió en el desierto chileno no fue un milagro, sino una parábola. Uno de esos deslumbrantes cuentos que usaba Jesús para enseñar algo a sus discípulos. Sí, es muy probable que millones de personas hayamos asistido a una narración inolvidable sobre el valor de cada vida humana; que ante nuestros ojos perplejos se haya desplegado una clase magistral de solidaridad; que Dios haya querido sacudirnos y despertarnos. Quizás, en un mundo en el que importa más el oro que quien desciende a buscarlo, con esta parábola el Creador quiso poner ante nuestras narices lo que valen para Él esas 33 personas que hasta hace poco no valían nada para nosotros.

Hombres enterrados a 700 metros de profundidad son algo estremecedor, basta pensarlo un instante para que el espanto nos paralice. ¿Qué haríamos en una situación así? Es entonces cuando entra en escena la oración, esa actividad tan natural y tan antigua como la historia del ser humano. En la situación límite elevamos nuestro corazón a Dios y con las palabras que sean, como nos salga, empezamos a rezar. ¿Una forma ilusoria de escapar de la realidad? ¿Una reacción primitiva y propia de gente ignorante? ¿No será acaso lo contrario? ¿No será el momento en el que se descubre lo que siempre somos: seres absolutamente frágiles a quienes sólo una fe puede mantener en pie? ¿No será el momento de la oración el que nos muestra la verdadera imagen de lo que el hombre es?

"Bienaventurados los pobres", dice Jesús. El pobre es el que no tiene, el que solamente es. ¿Cuándo somos así? Las situaciones concretas son tan variadas y presentan tantos matices como la vida misma: puede tratarse de alguien que realmente no tiene nada para comer o de un hombre rico a quien se le está muriendo un hijo; o puede ser un niño abandonado en la calle o una joven leyendo el resultado aterrador de una biopsia.

En esos momentos solamente somos y sólo podemos encontrar una respuesta en Aquel que quiso que existiéramos. Una cierta voz clama en nuestros corazones diciendo que si respiramos es porque somos valiosos a los ojos de quien nos da el aliento. Por eso miramos hacia quien nos puso en la vida sin consultarnos y queremos que nos muestre el sentido de lo que hizo.

La Pascua es el paso de la muerte a la vida. Para los cristianos es la resurrección de Jesús; para los judíos, la salida de Egipto. Imprevistamente, mientras estábamos distraídos en otras cosas, la tecnología de las comunicaciones depositó en nuestras casas una pascua: la pascua de los mineros. El paso de la muerte a la vida de hombres con los que nadie contaba y que irrumpieron en nuestras ocupaciones cotidianas con su infortunio transformado en oración.

Esta vez ellos fueron el elemento precioso que se extrajo de la mina, se convirtieron en aquello que bajaron a buscar. Y el desierto fue la tierra prometida.

Jorge Oesterheld-(Para LA NACION)
Domingo 17 de octubre de 2010
El autor es el vocero de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA).