PROGRAMA Nº 1167 | 17.04.2024

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Chiara Lubich

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Chiara nace en Trento el 22 de enero de 1920. Durante el fascismo vive años de pobreza: su padre, socialista, pierde el trabajo debido a sus ideas. Para mantener sus estudios, desde muy joven da clases privadas. En 1939, participando, en Loreto, en un curso para jóvenes de la Acción Católica, en el Santuario donde está custodiada, según la tradición, la casa de Nazaret que hospedó a la Sagrada Familia, intuye cuál será su vocación: una reproducción de la familia de Nazaret, una nueva vocación en la Iglesia, y que muchos habrían seguido este camino. Va creciendo en su interior su deseo de ser toda para Dios y el 7 de diciembre de 1943, en soledad y en una capilla de su ciudad, se consagra a Dios para toda la vida. Esta fecha marca oficialmente el inicio del Movimiento de los Focolares.

Su casa fue destruida el 13 de mayo de 1944, durante uno de los más violentos bombardeos que sufrió Trento durante la Segunda Gran Guerra. Su familia busca amparo en las montañas cercanas. Chiara decide quedarse en la ciudad. Abrazando entre los escombros a una madre enloquecida por la muerte de sus cuatro hijos, siente que debe abrazar el dolor de la humanidad, y así, entre los pobres de su ciudad, junto con otras compañeras que la siguen en su decisión, trata de vivir el Evangelio al pie de la letra, como Palabra vivida. Al hacerlo, experimenta que ha descubierto la más poderosa revolución social, capaz de incendiarlo todo con un solo fuego: El Amor.

En el año 1948 Chiara se encuentra en el Parlamento italiano por primera vez con Igino Giordani, un prestigioso político, diputado, escritor, periodista y padre de 4 hijos. Fue él mismo quien ayudó a Chiara a encarnar en la sociedad la espiritualidad de la "unidad", por lo que es considerado cofundador del Movimiento. Giordani fue pionero del ecumenismo, la Iglesia católica ha iniciado recientemente su causa de beatificación. En el año 1949 Chiara Lubich se encuentra con Pasquale Foresi, un joven seminarista deseoso de conjugar evangelio y vida en la Iglesia. Ordenado presbítero en 1954, Don Foresi es el primer focolarino sacerdote.

En 1956 hace surgir a los "Voluntarios", nueva rama de su movimiento, constituido por personas adultas comprometidas en los más diversos campos sociales: política, economía, justicia, salud, docencia, arte, industria, etc. Tratan de ser animadores en sus actividades y vivirlas en unión con cada persona desde Dios. En 1966 propone a los jóvenes la radicalidad del Evangelio y así surge el "Movimiento Gen" (Generación Nueva). En el 1991 en Brasil, se siente impactada por el contraste social y la miseria de las "favelas", y pone en marcha la Economía de Comunión, entonces un proyecto y hoy una realidad en creciente desarrollo de esta novedosa teoría y praxis económica.

A principios de marzo de 2008, internada con insuficiencia respiratoria grave en el Policlínico Gemelli, recibió la visita del Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I. Pocos días después, agravándose su estado, regresó por expreso deseo suyo a su residencia habitual de Rocca di Papa, donde acompañada por sus hijos espirituales de todo el mundo, falleció serenamente el 14 de marzo de 2008 a las 2 de la mañana. Benedicto XVI, dijo tras conocer la noticia:

"He recibido con emoción la noticia de la muerte de Chiara Lubich, al final de una vida larga y fecunda caracterizada incansablemente por su amor hacia Jesús abandonado. En esta hora de separación dolorosa estoy cercano espiritualmente y con afecto a los familiares y a toda la Obra de María -Movimiento de los Focolares, que ella fundó, como a todos los que han apreciado su compromiso constante por la comunión en la Iglesia, el diálogo ecuménico y la hermandad entre todos los pueblos. Doy gracias a Dios por el testimonio de su existencia dedicada a la escucha de las necesidades del ser humano contemporáneo en plena fidelidad a la Iglesia y al Papa. Mientras confío su alma a la Bondad Divina para que la acoja en el seno del Padre, deseo que cuantos la conocieron y encontraron admirando las maravillas que Dios cumplió a través de su entrega misionera sigan sus huellas manteniendo vivo su carisma. Con esos votos invoco la intercesión maternal de María e imparto a todos la bendición apostólica".

La herencia de Chiara. Quizás quien mejor la sabe expresar son los más jóvenes. Es el sentir del “pueblo” que comparte su aventura. Así escribe un adolescente:

¡“Que todos sean uno”!
Estas son las palabras por las cuales tú, Chiara, has gastado tu vida.
Y son éstas por las cuales yo, como tú, quiero gastar mi vida.
¡Gracias Chiara por cómo nos has enseñado a amar a Jesús!
Gracias porque sin ti yo no sería lo que soy.
Todavía gracias porque con tu profundísima simplicidad en el amar a Dios en todos sus aspectos has cambiado muchísimos corazones.
Gracias por todas esas palabras que siguen resonando en mi corazón, ¡las llevaré siempre conmigo!
¡Cuenta conmigo, Chiara!

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