La Orden de los Cartujos
Es una orden contemplativa de la Iglesia Católica que fue fundada por San Bruno en el año 1084. Profesan más austeridad en la práctica y a lo largo de su existencia han permanecido en pobreza sin caer en lujos. Los monasterios de los cartujos son llamados cartujas y allí buscan estos monjes una vida de contemplación y oración. La regla o regula de los cartujos recibe el nombre de Statutos y difiere de la regla de San Benito practicada por las otras órdenes monacales.
En el año 1084, Bruno de Colonia, que había estado antes en el monasterio de Molesmes con Roberto de Molesmes en los comienzos de la orden del Císter, se dirige con sus compañeros, donde pide consejo al obispo Hugo sobre un posible asentamiento. Éste le sugiere la Chartreuse, un yermo deshabitado perdido entre montañas. Allí levantan una capilla y unas cabañas de troncos, que son el comienzo de la primera cartuja.
En 1090, al ser llamado Bruno a Roma por Urbano II, el eremitorio se dispersa y se vacía durante un año, al término del cual, vuelve Landuino como prior y rehace la comunidad. Más tarde, Landuino pudo visitar a Bruno en La Torre (Italia), la segunda cartuja que éste había fundado, y de este encuentro anotó las conversaciones que mantuvieron, y que fueron la base sobre la que su sucesor Guigo escribió las Consuetudines Cartusiae. Estos preceptos de la Orden tuvieron también en cuenta otras antiguas reglas, como la de ermitaños de Gunlaico, y la de Cesáreo de Arlés.
El prior Guigo (1109/1136) fundó seis cartujas más, siguiendo el modelo del primer fundador, y limitando el número de monjes al sostenible para mantenerse sin necesidad de limosnas. Los 200 años que van de 1350 a 1550 fueron el periodo de mayor expansión de la Orden. Concentrada al principio en Francia, se expandió a Países Bajos, Alemania, España, Italia e Inglaterra. Al llegar la Reforma protestante había más de 200 cartujas en Europa, pero entonces se suprimieron unas 40 y empezaron las persecuciones, pues a causa de la influencia desproporcionada respecto a su número, se convirtieron en objetivo prioritario de los protestantes. En 1562 la Gran Cartuja fue destruida por los hugonotes.
En el siglo XVII, a pesar de las persecuciones se fundaron 21 nuevas cartujas. Hacia 1676 había 173 cartujas. En el siglo XVIII, por motivos nacionalistas se suprimieron en distintos países: Austria, Francia, Venecia. Con Napoleón, la situación se agravó todavía más, llegando a un mínimo de sólo 8 casas en 1810, pero después se inició una lenta recuperación, aunque continuaron las persecuciones. La misma situación se mantuvo en la primera mitad del siglo XX. En 1940 quedaban 23 cartujas. En 1950 se fundó la primera cartuja americana, en Estados Unidos, a la que siguieron otras en Brasil y Argentina. En 2004 se fundó la primera cartuja asiática, en Corea del Sur.
El primer monasterio de monjas cartujas se fundó en 1147 en Prebayon (Provenza) por un grupo proveniente de un monasterio bajo la Regla de San Cesáreo de Arlés, que anhelaba una vida más interior. Siguieron el consejo de Juan de España, prior de la cartuja de Montrieux, quien les facilitó un ejemplar de las Constituciones de Guigo. En el siglo XIII se alcanzó el máximo de monasterios femeninos, con 7 casas y 2 afiliadas. En 1794 habían desaparecido todos, hasta 1822, fecha en la que se volvió a abrir uno en Francia. En el siglo XX había monasterios en Francia e Italia, y desde 1967 en España.
Se ha dicho repetidamente que la orden cartujana no ha sido nunca reformada porque nunca se ha deformado. Esto se ha expuesto en varias encíclicas papales. En una de ellas, Pío XII afirma: “Al revés que otras órdenes religiosas, esta orden no ha necesitado, en tan largo espacio de tiempo, ninguna enmienda o reforma”
El fin de un cartujo es la contemplación en una vida monástica de oración pura y continua. La primera característica de un monje cartujo es la búsqueda de Dios en la soledad. La soledad del cartujo es encontrada en tres niveles:
1. La separación del mundo
2. La guarda de la celda
3. La soledad interior, o la soledad del corazón
Los monjes cartujos guardan los tres votos de pobreza, castidad y obediencia, pero además guardan dos votos extras, que son el de estabilidad en el monasterio y el voto de conversión de costumbres, en el cual se busca un crecimiento de entrega hacia el Señor.
Los monjes cartujos viven una vida solitaria y común, en sus cartujas se encuentran:
1.- El claustro grande (donde se agrupan todas las celdas)
2.- Lugares comunitarios (lugares como la cocina, el lavadero, el refectorio, etc.)
3.- Los lugares que producen ruido (talleres de carpintería, la herrería, etc.)
El silencio se considera fundamental para lograr la contemplación. Por eso, la palabra se utiliza solamente en el canto o en lo estrictamente necesario para llevar a cabo las tareas cotidianas. Sin embargo, como compensación, los domingos hay un recreo que dura de una hora a hora y media, y los lunes, un paseo de 3 horas fuera del monasterio, en que se puede hablar libremente. Una vez al año, toda la comunidad disfruta del llamado gran paseo, que dura todo el día.