Es
un tipo de orden religiosa católica caracterizada por vivir de la limosna de
los demás. Toda orden mendicante está conformada por hermanos (del latín Fray,
hermano) y hermanas (del latín Sor, hermana), así como por Terciarios, antiguamente
llamados hermanos de penitencia. Los frailes conforman la Primera Orden, las
sores, la Segunda Orden, y los terciario, la Tercera Orden. Sus
miembros, frailes y sores, hacen voto de pobreza por el que renuncian a todo
tipo de propiedades o bienes, ya sean personales o comunes, poniéndolos a
disposición de la comunidad religiosa a la que pertenecen. Así viven en la
pobreza, mantenidos sólo por la caridad; junto con el voto de pobreza que
profesan solemnemente, también profesan los votos de castidad y obediencia.
Las
órdenes mendicantes surgen en la Edad Media hacia el siglo XIII buscando dar un
giro a la vida religiosa de la Iglesia católica, manteniendo la tradición
monástica basada en el estudio y la contemplación, así como la vida activa de
los clérigos seculares y las órdenes militares y hospitalarias. San
Francisco de Asís será el modelo de fraile, un hombre que renunciando a todos
los bienes materiales consagra su vida a Dios bajo los votos de castidad,
obediencia y pobreza. A él se unirán once hombres más que imitando su vida
peregrinarán hacia Roma donde presentarán su Regla de vida y solicitarán su
aprobación. Al llegar a Roma recibirán la oposición de muchos monjes y obispos
que veían en Francisco y sus hermanos en lugar de religiosos a un grupo de
pordioseros, pero el papa no los vio así e Inocencio III aprobó la Orden de los
Frailes Menores en 1209, siendo esta la primera orden mendicante.
En
1216, fue aprobada la Orden de los Predicadores, un grupo de religiosos que
buscaban vivir en pobreza y predicar el evangelio bajo la dirección del
presbítero Domingo de Guzmán. En
1244, al ver el papa Inocencio IV la aprobación y fama de que gozaban los
franciscanos y dominicos, decidió convocar a todos los ermitaños de la Toscana
y les impuso la Regla de San Agustín que ya vivían muchos canónigos,
iniciándose así la Orden de los Ermitaños de San Agustín que en 1256, con el
papa Alejandro IV vivirá su unificación definitiva hasta hoy. En
1247, el mismo Inocencio IV aprobó la regla que Alberto de Jerusalén escribió
para un grupo de peregrinos que se asentó cerca del monte Carmelo en Palestina
y que vivían bajo el estilo de vida que habían heredado desde los tiempos del
profeta Elías. Nació así la orden carmelita.
Las
órdenes mendicantes se verán caracterizadas por un «estilo de vida mixto», una
mezcla entre la vida contemplativa y la vida activa. Se dedicarán a la oración,
dándole importancia especial a la Eucaristía y al Oficio divino, pero a la vez
a la predicación, evangelización, educación, etc. Es
un error habitual vincular a la rama masculina o primera orden con la vida
activa y a la rama femenina o segunda orden con la vida contemplativa: ambas
buscan un equilibrio entre la contemplación y la predicación. A
Diferencia de los Monasterios de Vida Monástica donde al superior se le conoce
como Abad para los hombres y Abadesa para las mujeres, dándole así un puesto
por encima de los demás hermanos y un cargo vitalicio, los frailes y sorelas
tendrán un Prior o Priora respectivamente, puesto que todos son hermanos, y su
superior es tan solo el Primero entre los hermanos, al acabar su gobierno el
prior regresa a ser un hermano más.
Otra
diferencia será la anulación del Voto de Estabilidad para los frailes,
tradición benedictina que mandaba que el monje debía de permanecer para siempre
en el monasterio al cual había ingresado y no debía de cambiar a otro, por más
que sea de la misma Orden, y no podía salir del mismo más que para labores
específicas y la predicación no era una de ellas, los fieles debían de acudir
al monasterio para poder escuchar los evangelios; los frailes en cambio eran
hombres dispuestos a ir a donde la providencia los enviase, un día podían estar
en un convento, otro en una misión; un día predicando, otro atendiendo
enfermos. Ellos no esperaban a los fieles, ellos iban en su búsqueda.
Los
monjes visten un hábito con el cual realizan sus labores cotidianas, pero para
el Oficio Divino se colocan una cogulla, una túnica encima del hábito que posee
grandes pliegues y amplias mangas con una gran capucha; igual el clero secular
viste la sotana como prenda de diario, pero para acudir al rezo del oficio
visten el hábito coral; en cambio los frailes siempre han poseído un solo
hábito tanto para la labor doméstica, predicación y la oración. Consta por lo
general de una túnica larga que representa la pobreza, una correa, o cíngulo
para los franciscanos, ceñida a la cintura que representa la castidad, y una
capilla sobre los hombros con capulla que representa la obediencia.
Por
último, otra diferencia esencial de la vida mendicante de la vida monacal será
la ubicación del convento, a diferencia de los Monasterios que se ubicaban
muchas veces a las afueras de la ciudad o en lugares inaccesibles como montañas
o cavernas, los conventos de Frailes y Sorelas se encontrarán en medio de la ciudad para que
así sean un signo visible en
medio de la sociedad.
Desde
su inicio los miembros de las órdenes mendicantes han gozado con una serie de
privilegios, como la exoneración de la obediencia al Obispo de la diócesis, e
incluso hoy en
día gozan de privilegios para la absolución de pecados así llamados
“reservados”.