El
primero fue el papa Clemente I (del
88 al 97) quien fue arrestado y condenado al exilio. Para que la Iglesia no se
quedara sin un guía espiritual, declinó a favor de Evaristo. De la misma forma,
el papa Ponciano (230 al 235) dejó
su cargo a favor de Antero al haber
sido enviado al exilio, mientras que el papa Silverio (536 al 537) fue obligado a renunciar a favor del papa Vigilio.
Curiosamente,
el primero en dimitir fue Benedicto IX,
en 1048. En ese entonces, el papa Víctor
II escribió: “Prefirió vivir más como Epicuro que como obispo. Abandonó la ciudad
trasladándose a uno de sus castillos de las afueras”. Este mensaje
surgió luego de que Benedicto IX
confesara que dejaba el papado para casarse con una mujer.
El
siguiente papa que dejó el vaticano fue Celestino
V. Esta vez, no sería la vida de excesos lo que lo atraía. Fue coronado el
29 de agosto de 1294, luego de haber fundado la orden de los celestinos, que
luego se uniría a la de los benedictinos. Se decía que era un santo, que era el
hombre indicado para recuperar la imagen del vaticano. En la época, la
administración de la Santa
Sede perdía legitimidad ante los creyentes ante la
imposibilidad de elegir un Papa en los dos últimos años.
Celestino V no aguantó más de
tres meses en el vaticano. Como nunca había tenido experiencia diplomática
decidió irse a orar en una cabaña lejos de la Santa Sede. Renunció
formalmente el 13 de diciembre de 1294. En la memoria de los cardenales quedó
marcado el hecho de que Celestino V
fuera el primer Papa en vivir fuera de los estados pontificios.
Una
similitud entre la renuncia de Benedicto
XVI y Celestino V es renunciar
alegando problemas de salud. “Yo, papa Celestino V, impulsado por razones
legítimas para la humildad y debilidad de mi cuerpo y la malicia de la gente
renuncio al trono”. Después de este acontecimiento lo remplazó el
cardenal Benedetto Caetani; fiel discípulo de Celestino V, que apoyó su dimisión, fue elegido como papa Bonifacio VIII.
El
último Papa en renunciar fue Gregorio
XII, en 1415. En 1406, Gregorio XII,
de 80 años, fue elegido Papa legítimo. En ese entonces el Vaticano atravesaba
por la crisis conocida como el ‘Cisma de
Occidente’, en donde la Iglesia alcanzó a contar con tres papas al mismo
tiempo.
En
la disputa Gregorio XII juró que
renunciaría si su rival, Benedicto XIII,
hacía lo mismo. Este acto, muy común en el mundo mundano, no fue bien visto por
los cardenales, quienes le manifestaron su disgusto al papa legítimo. En junio
de 1409, el concilio de Pisa eligió a Alejandro
V como papa, dejando a Gregorio XII
y a Benedicto XIII en el limbo. Gregorio XII no tardó en convocar al
concilio Cividale de Friuli, en donde se declaró que los otros dos papas eran
cismáticos y perjuros.
La
tempestad por el poder en el Vaticano no cesó. En 1415, cansado de la tensión
entre cardenales, renunció voluntariamente. Con el concilio de Constanza, el
emperador Segismundo obligó a dimitir a los tres pontífices, pero solo Gregorio XII obedeció. Después de él fue
elegido papa Martín V. El antipapa Juan XXIII, que había convocado la
conciliación, intentó a huir a Constanza cuando comenzaron a develarse sus
intenciones ocultas. Sin embargo, la renuncia de Gregorio XII fue avalada por la Iglesia.