PROGRAMA Nº 1167 | 17.04.2024

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¿Qué es una canonización?

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La canonización es el acto mediante el cual la Iglesia católica, en ambos ritos (Oriental y Occidental), declara como santo a una persona fallecida. Este proceso comprende la inclusión de dicha persona en el canon, o lista de santos reconocidos. Anteriormente, los individuos eran reconocidos como santos sin requerimientos o procesos formales. La canonización, sea formal o informal, no santifica a ninguna persona. Se trata de una declaración de que ella fue santa al momento de su muerte, con anterioridad al mismo proceso de canonización.

La Iglesia católica, en ambos ritos, posee un mecanismo formal continuo para llevar a cabo el proceso de canonización de una persona. Asimismo la Iglesia ortodoxa también tiene sus formas y mecanismos de Canonización. Actualmente las canonizaciones se efectúan después de un proceso judicial, llamado Proceso de Beatificación y Canonización, o simplemente proceso de canonización. Se puede definir como el proceso que dilucida la duda acerca de la santidad de una persona. Existen dos vías para llegar a la declaración de canonización:

La vía de virtudes heroicas
La vía de martirio

En el proceso de canonización se establece la duda procesal de si el candidato a santo (o siervo de Dios) ha vivido las virtudes cristianas en grado heroico, o si ha sufrido martirio por causa de la fe. Además, para llegar a la canonización se requiere de la realización confirmada de uno o dos milagros. La canonización se lleva a cabo mediante una solemne declaración papal de que una persona está, con toda certeza, contemplando la visión de Dios. El creyente puede rezar confiadamente al santo en cuestión para que interceda en su favor ante Dios.

El nombre de la persona se inscribe en la lista de los santos de la Iglesia y a la persona en cuestión se la "eleva a los altares", es decir, se le asigna un día de fiesta para la veneración litúrgica por parte de la Iglesia católica. El tiempo transcurrido entre la muerte y la canonización de los santos ha sido sumamente variable: desde siglos —tal el caso de san Pedro Damián, canonizado 756 años tras su muerte—, hasta menos de un año. Entre estos últimos casos, pueden citarse los ejemplos de san Antonio de Padua, canonizado 352 días después de su deceso, y de san Pedro de Verona, cuyo proceso de canonización tuvo una duración de tan solo 337 días.

En el año 1588 el Papa Sixto V puso el proceso en manos de la Congregación para las Causas de los Santos y del Santo Padre, que se encarga de estudiar, comprobar y verificar todo el proceso. Hay cinco pasos en el proceso oficial de la causa de los santos transcurridos cinco años desde la muerte del candidato o candidata:

Etapa Inicial:

- se postula la Causa
- la persona es declarada "Siervo de Dios"
- la persona es declarada "Venerable"
- beatificación, la persona es declarada "Beato" (requiere de un milagro atribuido al candidato)
- canonización, la persona es declarada "Santa" (requiere de la autenticación de otro milagro)

Con el título de Venerable se reconoce que un fallecido vivió virtudes heroicas. Esta declaración la hace el Cardenal correspondiente a la zona geográfica donde vivió esa persona, en la catedral, basílica más importante de esa zona.

Se reconoce por el proceso llamado de beatificación. Además de los atributos personales de caridad y virtudes heroicas, se requiere un milagro obtenido a través de la intercesión del Siervo de Dios y verificado después de su muerte. El milagro no es requerido si la persona ha sido reconocida mártir. La beatificación la hace el Papa o un Cardenal en nombre del Papa, generalmente en la Basílica de San Pedro o en la Plaza de San Pedro del Vaticano. En algunos casos, puede que la Ceremonia de Beatificación, se efectúe en el lugar de nacimiento de la persona a beatificar.

Con la canonización, al beato le corresponde el título de santo. Para la canonización hace falta otro milagro (en total dos milagros o un milagro más haber muerto como mártir) atribuido a la intercesión del beato y ocurrido después de su beatificación. Al igual que ocurre en el proceso de beatificación, el martirio no requiere habitualmente un milagro. Esta canonización la hace el Papa en la Basílica de San Pedro o en la Plaza de San Pedro del Vaticano. En la actualidad, se efectúa en algunos casos en el País de Origen del Beato a canonizar. Mediante la canonización se concede el culto público en la Iglesia católica. Se le asigna un día de fiesta y se le pueden dedicar iglesias y santuarios. No existe un cómputo preciso de quiénes han sido proclamados santos desde los primeros siglos.

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