PROGRAMA Nº 1198 | 20.11.2024

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NUESTRA SEÑORA DEL HUERTO

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El origen de la devoción y el culto a Nuestra Señora del Huerto se remonta a años lejanos, precisamente a finales del siglo XIV. En la primavera del año 1493, la ciudad de Chiávari, Italia, fue aquejada por una gravísima epidemia, procedente de Génova, ciudad con la que mantenía una fuerte comunicación, que llenó de terror a todos sus habitantes, causando numerosas muertes.

Una piadosa mujer de Chiávari, María, de la familia de los Quercio, llamada Turquina, acudió a La Madre de Dios y oró constantemente, iluminada por su fe y su solidaridad hacia sus hermanos, pidiéndole que alejara de su pueblo el terrible flagelo que lo azotaba y prometiéndole una señal de público reconocimiento si se le concedía la gracia. Su esperanza no fue defraudada, y milagrosamente, la aterradora epidemia desapareció, y la buena mujer, en señal de gratitud a María Santísima, mandó pintar su sagrada Imagen en un muro que daba a la calle más concurrida de Chiávari, llamada “La calle de Los Huertos”, denominada así por haber muchos huertos en esa calle, a fin de que los que pasaran pudiesen más fácilmente alabar y rezar a la Virgen.

Confió el trabajo al reconocido pintor Benito Borzone, quien logró expresar de un modo admirable la idea de la bondad y el poder de María. La pintura representa a la Virgen en el acto de estrechar en su seno con la mano izquierda al niño Jesús, que se toma de su cuello, mientras que con la mano derecha sostiene alzado el pequeño brazo del Niño, para bendecir a la ciudad y a cualquiera que tuviese la gracia de pasar delante de ella. En torno a la cabeza de la Virgen se leen las palabras del saludo angélico: “Ave gratia plena”, y más en alto, la frase bíblica: “Hortus Conclusus”.

La nueva Imagen, por la profunda verdad teológica que encarna y la eficaz manera de la disposición de las figuras y el colorido, suscitó muy pronto una gran devoción. Por el nombre en que fue pintado el cuadro, la Imagen recibió el nombre de “Virgen del Huerto”. Tiempo después, durante la noche anterior al 2 de Julio de 1610, un joven del pueblo, llamado Sebastián Descalzo, se encaminaba hacia Carrasco, recitando sus oraciones. Mientras se acercaba al Muro de los Huertos, vio sobre los mismos un gran resplandor, y en medio de la gran luz, una majestuosa figura de mujer, que avanzaba lentamente hacia la plaza, acompañada por dos antorchas sostenidas por ángeles invisibles. El joven tuvo miedo y se alejó en dirección al puerto, pero su gran curiosidad venció al miedo y se detuvo para ver hacia donde se dirigía la aparición, pensando que podría ser María, observó asombrado que la majestuosa Señora se detenía frente a su Imagen, iluminándola completamente con un potente resplandor, y más tarde se elevó y desapareció perdiéndose en la cegadora luz.

Con el alma llena de alegría por haber visto con sus propios ojos a La Madre de Dios, Sebastián regresó a Chiávari y narró su extraordinaria aventura a cuantos encontraba en el camino. El pueblo chiavarés se conmovió profundamente con aquel relato y fueron a ver el nicho donde se encontraba la Imagen, y observaron que la fisura que había amenazado, desde hacía muchos años, el derrumbe del nicho, a causa del deterioro del tiempo y la intemperie, había desaparecido misteriosamente, quedando nada más que una señal apenas visible, lo que constituyó un claro testimonio de que la sorprendente aparición que Descalzo había presenciado había sido real.

Años después, con el consentimiento del Vicario, el pueblo construyó una pequeña capilla para preservar la Imagen de cualquier peligro de derrumbe, que luego se convirtió en una Basílica. El 7 de marzo de 1643 la Virgen del Huerto fue declarada Patrona de la ciudad y el 8 de Septiembre de 1769 fue coronada solemnemente.

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