Fue el
mandato que el Papa Francisco transmitió a más de tres millones de jóvenes el domingo por la mañana en
la Santa Misa de clausura de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud de Río,
recordando la palabra de Dios que hoy nos indica: “Vayan”, “sin miedo”, “para servir”.
Escuchemos
algunos fragmentos de la Homilía de Francisco…
Homilía del
Papa
Queridos
hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,
Queridos
jóvenes
«Vayan y
hagan discípulos a todos los pueblos». Con estas palabras, Jesús se dirige a
cada uno de ustedes diciendo: «Qué bueno ha sido participar en la Jornada
Mundial de la Juventud, vivir la fe junto a jóvenes venidos de los cuatro
ángulos de la tierra ,
pero ahora tú debes ir y transmitir esta experiencia a los demás». Jesús te
llama a ser un discípulo en misión. Hoy a la luz de la palabra de Dios que
acabamos de oír, ¿Qué nos dice hoy el Señor? ¿Qué nos dice hoy el Señor? Tres
palabras: Vayan, sin miedo, para servir.
1. Vayan.
Durante estos días aquí en Río, ustedes han podido hacer la bella experiencia
de encontrar a Jesús y de encontrarlo juntos, sintiendo la alegría de la fe.
Pero la experiencia de este encuentro no puede quedar encerrada en la vida de ustedes, o en
el pequeño grupo de la parroquia, del movimiento o de la comunidad de ustedes.
Sería como quitarle el oxígeno a una llama que arde. La fe es una llama que se
hace más viva cuanto más es compartida, transmitida, para que todos puedan
conocer, amar y profesar a Jesucristo, que es el Señor de la vida y de la
historia (cf. Rm 10,9).
Pero
¡cuidado! Jesús no ha dicho: si quieren, si tienen tiempo, ¡Vayan!, sino que
dijo: «Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos». Compartir la experiencia
de la fe, dar testimonio de la fe, anunciar el evangelio es el mandato que el
Señor confía a toda la Iglesia, también a ti; es un mandato que no nace de la
voluntad de dominio, de la voluntad de poder, sino de la fuerza del amor, del
hecho que Jesús ha venido antes a nosotros y nos ha dado, no nos dio algo de
sí, sino se nos dio todo Él. Ha dado su vida para salvarnos y mostrarnos el
amor y la misericordia de Dios. Jesús no nos trata como a esclavos, sino como a
hombres libres, amigos, hermanos; y no sólo nos envía, sino que nos acompaña,
está siempre a nuestro lado en esta misión de amor.
¿Para dónde
nos envía Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos envía para todas las
personas. El evangelio es para
todos , y no para algunas personas. No es sólo para aquellos que
parecen más cercanos a nosotros, más abierto, más acogedores. Es para todas las
personas. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a todos los ambientes, hasta
las periferias existenciales, incluidos aquellos que parecen más distantes, más
indiferentes. El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su
misericordia y de su amor.
De forma
especial, quisiera que este mandato de Cristo: «Vayan», resonara en ustedes
jóvenes de la Iglesia en América Latina, comprometidos en la misión continental
promovida por los obispos. El Brasil, América Latina, el mundo necesita de
Cristo. San Pablo dice: « ¡Ay de mí si no anuncio el evangelio!» (1 Co 9,16).
Este continente ha recibido el anuncio del Evangelio, que marcó su camino y
produjo mucho fruto. Ahora este anuncio se les ha confiado también a ustedes,
para que resuene con fuerza renovada. La Iglesia necesita de ustedes, del
entusiasmo, de la creatividad y de la alegría que los caracteriza. Un gran
apóstol de Brasil, el beato José de Anchieta, partió en misión cuando tenía
apenas diecinueve años! ¿Saben cuál es el mejor medio para evangelizar a los
jóvenes? Otro joven. Éste es el camino a recorrer por ustedes.
2. Sin
miedo. Puede que alguno piense: «No tengo ninguna preparación especial, ¿cómo
puedo ir y anunciar el evangelio?». Querido amigo, tu miedo no se diferencia
mucho del de Jeremías. Escuchamos en la lectura recién, cuando fue llamado por
Dios para ser profeta: « ¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que sólo
soy un niño». También Dios les dice a ustedes lo que dijo a Jeremías: «No les
tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte» (Jr 1,6.8). Él está con
nosotros.
«No tengan
miedo». Cuando vamos a anunciar a Cristo, es Él mismo el que va por delante y
nos guía. Al enviar a sus discípulos en misión, ha prometido: «Yo estoy con
ustedes todos los días» (Mt 28,20). Y esto es verdad también para nosotros.
Jesús no nos deja solos, ¡nunca deja solo a nadie! ¡Nos acompaña siempre!
Además
Jesús no dijo: «Andá», sino «Vayan»: somos enviados juntos. Queridos jóvenes,
sientan la compañía de toda la Iglesia, y también la comunión de los santos, en
esta misión. Cuando juntos hacemos frente a los desafíos, entonces somos
fuertes, descubrimos recursos que pensábamos que no teníamos. Jesús no ha
llamado a los apóstoles para que vivan aislados, los ha llamado a formar un
grupo, una comunidad. Quisiera dirigirme también a ustedes, queridos sacerdotes
que concelebran conmigo esta Eucaristía: han venido para acompañar a sus
jóvenes, y es bonito compartir esta experiencia de fe. Seguro que los ha
rejuvenecidos a todos. ¡El joven contagia juventud! Pero es una etapa en el
camino. Por favor, sigan acompañándolos con generosidad y alegría, ayúdenlos a
comprometerse activamente en la Iglesia; que nunca se sientan solos. Y aquí
quiero agradecer de corazón a los grupos de pastoral juvenil, a los movimientos
y nuevas comunidades que acompañan a los jóvenes en su experiencia de ser
Iglesia, tan creativos, tan audaces. ¡Sigan adelante y no tengan miedo!
3. La
última palabra: para servir. En el inicio del salmo que proclamado escuchamos
estas palabras: «Canten al Señor un cántico nuevo» (95,1). ¿Cuál es este
cántico nuevo? No son palabras, no es una melodía, sino que es el canto de
nuestra vida, es dejar que nuestra vida se identifique con la Vida de Jesús, es
tener sus sentimientos, sus pensamientos, sus acciones. Y la vida de Jesús es
una vida para los demás. La vida de Jesús es una vida para los demás, es una
vida de servicio.
San Pablo,
en la lectura que escuchamos hace poco, decía: «Me hice esclavo de todos, a fin
de ganar el mayor número posible» (1 Co 9,19). Para anunciar a Jesús,
Pablo se hizo «esclavo de todos». Evangelizar significa testimoniar
personalmente el amor de Dios, significa superar nuestros egoísmos, significa
servir inclinándonos a lavar los pies de nuestros hermanos como hizo Jesús.
Tres
palabras: “Vayan, sin miedo, para servir”. Siguiendo estas tres palabras
“Vayan, sin miedo, para servir”, experimentarán que quien evangeliza es evangelizado,
quien transmite la alegría de la fe, recibe más alegría. Queridos jóvenes,
cuando vuelvan a sus casas, no tengan miedo de ser generosos con Cristo, de dar
testimonio del Evangelio. En la primera lectura, cuando Dios envía al profeta
Jeremías, le da el poder para «arrancar y arrasar, para destruir y demoler,
para reedificar y plantar» (Jr 1,10). También es así para ustedes. Llevar
el Evangelio es llevar la
fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y
demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un
mundo nuevo. Queridos jóvenes, ¡Jesucristo cuenta con ustedes! ¡La Iglesia
cuenta con ustedes! ¡El Papa cuenta con ustedes! Que María, Madre de Jesús y
Madre nuestra, les acompañe siempre con su ternura: «Vayan y hagan discípulos a
todos los pueblos».
Amén
Fuente: