Era
el 10 de diciembre de 1983. Son las 8.03 y Argentina vive un día histórico. 42
días antes, se había votado a Raúl Alfonsín y esa mañana asumía formalmente la
presidencia. No
era una mañana cualquiera para nadie. Por un lado, los militares dejaban el
Gobierno esperando una amnistía. A su paso, habían dejado la quema de todos los
documentos que señalaban cuál había sido el destino de los desaparecidos, siete
años de corrupción y una deuda pública multiplicada varias veces.
Del
otro lado, estaba la esperanza de millones de argentinos que volvían a
disfrutar de la democracia, de libros sin leer, de pensamientos sin expresar,
de música que hasta ese momento era imposible de escuchar. Fue por eso que el
discurso de Alfonsín fue interrumpido varias veces por lo aplausos y llevó a
que durara una hora. A las 9.10, el Himno Nacional se escuchaba por primera vez
en más de siete años bajo el símbolo de la democracia.
Era
el primer día de Alfonsín como presidente y desde el Congreso, el radical,
acompañado por su mujer, fue aclamado hasta Plaza de Mayo, donde una multitud
lo esperaba frente a la Casa Rosada. Hasta ese lugar fueron llegando los
presidentes de diferentes países que no querían perderse un día de fiesta.
Luego
del mediodía vendría otro discurso de Alfonsín, pero esta vez desde los
balcones del cabildo.
Estas
fueron sus palabras:
“Compatriotas:
Iniciamos todos hoy una
etapa nueva de la Argentina. Iniciamos una etapa que sin duda será difícil,
porque tenemos toda la enorme responsabilidad de asegurar hoy y para los
tiempos la democracia y el respeto por la dignidad del hombre en la tierra argentina.
Sabemos que son
momentos duros y difíciles, pero no tenemos una sola duda, vamos a arrancar los
argentinos, vamos a salir adelante, vamos a hacer el país que nos merecemos. Y
lo vamos a poder hacer, no por obra y gracia de gobernantes iluminados sino por
esto que la plaza está cantando, porque el pueblo unido jamás será vencido.
Una feliz
circunstancia ha querido que este día
en que los argentinos comenzamos esta etapa de 100 años de
libertad, de paz y de democracia, sea el
Día de los Derechos Humanos. Y queremos, en consecuencia,
comprometernos una vez más: vamos a trabajar categórica y decisivamente por la
dignidad del hombre, al que sabemos hay que darle libertad, pero también
justicia, porque la defensa
de los derechos humanos no se agota en la preservación de la vida, sino además
también en el combate que estamos absolutamente decididos a librar contra la
miseria y la pobreza en nuestra Nación.
Este es un saludo
nada más, y no hubiera sido completa la fiesta de la democracia argentina –por
lo menos para mí- si no hubiera contado con la posibilidad de encontrarme
nuevamente con ustedes para ratificar una vez más que soy el servidor de todos,
el más humilde de los argentinos.
Me comprometo
nuevamente a trabajar junto con todos ustedes para concretar los objetivos que
hemos pregonado por toda la extensión de la geografía argentina, y hacer
ciertos esos objetivos que los hombres que nos dieron la nacionalidad nos
presentan como un mandato que ahora sabemos está al alcance de nuestras manos.
Entre todos vamos a
constituir la unión nacional, consolidar la paz interior, afianzar la justicia,
proveer a la defensa
común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad
para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que deseen habitar
el suelo argentino”