Durante las Vísperas de la Divina Misericordia el Papa entregó a la Iglesia la Bula del Año Santo “Misericordiae vultus”, para explicar el significado del Año Santo, la que sienta las bases de su doctrina para los cambios en la Iglesia; proceso que tendrá una instancia privilegiada en el Próximo Sínodo de la Familia en octubre de 2015. La bula de convocatoria se presentó ante la Puerta Santa de la Basílica de Letrán a un grupo representativo de los jefes de los dicasterios de la Santa Sede. El jubileo se abrirá en la Fiesta de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre, y finalizará en la fiesta de Cristo Rey el 20 de noviembre 2016.
El Papa explica en la Bula su “deseo ardiente” que, durante el Jubileo, que “el pueblo cristiano pueda reflexionar sobre las obras corporales y espirituales de misericordia. Será una manera de despertar nuestra conciencia, demasiado a menudo sorda frente a la pobreza”. Y añadió que la misericordia es “el fundamento mismo de la vida de la Iglesia” y que “toda su actividad pastoral debe ser contenida en la ternura que hace presente a los creyentes”, Francisco también dijo que “nunca en su predicación y en su testimonio ante el mundo puede faltar la misericordia. La credibilidad misma de la Iglesia se ve en la forma en que muestra el amor misericordioso y compasivo”. La Bula se pueden dividir en tres partes: primero, Francisco explora el concepto de misericordia; en la segunda, ofrece algunas sugerencias prácticas para celebrar el Jubileo, mientras que la tercera parte contiene algunas apelaciones. La Bula luego termina con la invocación a María, testigo de la misericordia de Dios.
PRIMERA PARTE: EL CONCEPTO DE MISERICORDIA
En el principio, el Papa subrayó la apertura de la Puerta Santa de la Basílica Vaticana el 8 de diciembre por dos razones: primero, porque la fecha coincide con la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, a quien quiso Dios “santa e inmaculada en el amor para no dejar a la humanidad solo ya merced del mal”.
En segundo lugar, el 8 de diciembre, coincide con el 50 aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II que provocó la caída “de los muros que durante demasiado tiempo habían cerrado la iglesia en una privilegiada ciudadela”, dando lugar a “proclamar el Evangelio de una manera nueva usando – como decía Juan XXIII – la medicina de la misericordia en lugar de asumir las armas del rigor”.
Misericordia, dintel de la Iglesia
Es el “camino que une a Dios y el hombre, ya que abre el corazón a la esperanza de ser amado para siempre, a pesar de los límites de nuestro pecado; ley fundamental que vive en el corazón de cada persona; Dintel que apoya la vida de la Iglesia; Ideal de la vida y criterio de credibilidad para nuestra fe” son las numerosas definiciones que Francisco da de misericordia, haciendo hincapié en que no es “un signo de debilidad, sino más bien la calidad de la omnipotencia de Dios.” La misericordia de Dios es “eterna”, subraya el Papa, porque “para el hombre la eternidad será siempre bajo la mirada del Padre misericordioso.” En Jesús “todo habla de la misericordia y nada carece de compasión porque su persona no es más que amor, un amor que se ofrece de forma gratuita.”
En este punto, el Papa hace un subrayado importante: la misericordia, explica, “no es sólo el acto del Padre, sino que se convierte en el criterio para entender quiénes son sus verdaderos hijos”. “En la práctica, todos estamos llamados a vivir en la misericordia, porque lo primero que recibimos es misericordia: el perdón de los pecados, por lo tanto, es un imperativo que los cristianos no pueden ignorar.” Muchas veces parece difícil perdonar, dice el Papa, pero “el perdón es la herramienta en manos humanas frágiles para alcanzar la serenidad del corazón y vivir felices.” Incluso “la credibilidad de la Iglesia pasa a través de la calle del amor misericordioso y compasivo”, añade el Papa: “porque por mucho tiempo nos habíamos olvidado de vivir el camino de la misericordia”, cediendo a la tentación de “reclamar siempre y sólo justicia” mientras que en la cultura contemporánea “la experiencia del perdón es cada vez más escasa”. Por lo tanto, la exhortación es a la Iglesia para que se enfrente a la “carga de la alegría del perdón, fuerza que resucita a una nueva vida y le da coraje para mirar hacia el futuro con esperanza.”
martes, 28 de abril de 2015
NUESTRA SEÑORA DE LA GRACIA
Es
una advocación mariana muy arraigada en las tierras del Levante español así
como en otras zonas de la Península. La veneración de Nuestra Señora de Gracia
nació con la iglesia agustiniana de Lisboa, se extendió a España, en las
misiones agustinianas de Asia y América del Sur. La primera noticia
históricamente documentada es del año 1401 y se refiere a una cofradía homónima
organizada en los conventos agustinianos de San Agustín y Nuestra Señora de
Gracia en Valencia (España) y Lisboa (Portugal), respectivamente
Esta
advocación mariana evoca el saludo del Arcangel San Gabriel a María, cuando el
emisario de Dios le presentó sus planes de salvación y de maternidad; era la
alegría para encarnar a su hijo; éste llevaría a cabo la redención de los
hombres y ella sería la Madre corredentora; por eso, "Dios te salve María, llena eres de gracia". Para los
cristianos esta advocación no hace más que resaltar esta cualidad divina que
Dios puso en Santa María. Muchas son las imágenes que se veneran bajo esta
advocación, como la Virgen de Gracia de Puertollano, la Virgen de Gracia de
Caudete (Albacete), la de Biar (Alicante), la de Ayora (Valencia), la de Mahón
(Menorca) la de Oliva de la Frontera (Badajoz), o la de Úbeda. En estas localidades
destacan las fiestas que se realizan en honor a esta advocación mariana, como
los Moros y Cristianos de Caudete, los más antiguos de España.
Es
incierto el origen y circunstancias históricas de la elección del nombre y del
culto particular de la Orden de San Agustín a esta advocación. Sabemos que
desde tiempo inmemorial el culto florecía en los ámbitos agustinianos; pero
desconocemos dónde y cómo surgió. Había sido norma generalizada que las órdenes
mendicantes, a raíz de su institucionalización apostólica, aprovecharan
devociones antiguas ya establecidas en el corazón de los cristianos y las
acomodaran a su peculiar manera de pensar. Probablemente sea esta la
explicación más verosímil de lo que aconteció respecto a su devoción arraigada
por Nuestra Señora de la Gracia. Con lentitud, pero sin pausa, la advocación
fue cobrando resonancia en sus expresiones comunitarias y litúrgicas.
A partir
del Siglo XVI la devoción adquirió gran difusión en toda la Orden; contribuyó
en ello el que se empezaron a edificar conventos bajo este epígrafe y también
el relato de una leyenda que se extendió posteriormente, según la cual, María habría
impedido que el Papa quitara a la Orden el habito blanco que se vestía entonces
en su honor. A partir del Siglo XVII la advocación es considerada como propia
de la Orden. Si bien el culto general es antiguo, la liturgia específica no
fue concedida hasta 1807; en esta fecha, el Papa Pío VII, concedió a la Orden
de San Agustín facultad para incluir en su liturgia la festividad en
honor de Nuestra Señora de la Gracia, con Misa y Oficio propios. Se celebra el
25 de marzo, en clara alusión a la escena de la anunciación del ángel a María.
en
21:50


martes, 14 de abril de 2015
SAN GREGORIO DE NAREK
Se le supone nacido en Armenia hacia el 944, y murió en Narek, sobre el lago Van (Turquía), en 1010. Fue hijo del obispo de Ansevatsik, que se llamaba Cosroes. Desde muy pequeño lo tomó bajo su protección su tío materno, Ananías el Filósofo, que era abad del monasterio de Narek. Allí fue instruido de modo especial en el conocimiento de las Santas Escrituras, se distinguió por su rigor ascético, y por su espíritu de oración. Gregorio pasó toda su vida tras los muros del monasterio.
Después de ser ordenado sacerdote, lo hicieron formador de los novicios que deseaban entrar en la vida monástica. Su fama de santidad y sabiduría trascendió las paredes de Narek, pasó a los monasterios vecinos y se convirtió sin pretenderlo en reformador de monjes. Por la envidia de su sabiduría, y debido también a la estricta observancia de las normas de vida conventual, se ganó la enemistad de algunos que abrieron contra él una auténtica persecución; le llegaron a acusar injustamente de herejía, y aquella campaña terminó con la deposición de sus cargos.
Es uno de los grandes poetas de la literatura universal. Su obra poético-literaria se encuentra dispersa en el extensísimo Libro de oraciones; sus más de veinte mil versos, los compuso en poco más de tres años. Cuenta el sinaxario armenio, que los obispos desearon conocer la clase de herejía que profesaba Gregorio de Narek; comisionaron a dos monjes sabios de su total confianza para que se entrevistaran con él y descubrieran sus errores. Aquellos buenos delegados temían una entrevista formal con quien tenía fama de recto y sabio; prefirieron hacer otras cuentas y someterlo a una especie de juicio de Dios. Idearon hacerle un exquisito paté de pichón y dárselo a comer en cuaresma; el asunto consistía en que, si Gregorio se comía el paté, sería hereje; si lo rechazaba, demostraría su fidelidad a la doctrina.
Se refiere que, nada más verlos entrar en su celda, Gregorio dejó su oración, se puso en pié, abrió la ventana y dio unas palmadas en el aire, mientras gritaba a los pájaros: "Venid, pajaritos, a jugar con el pescado que se come hoy". Entendieron aquellos monjes que el modo de resolverse la trampa era testimonio más que evidente de su santidad, y tomaron buena cuenta de su inocencia, porque un hereje nunca hubiera podido realizar tal gesto. Y bien pudo ser así; porque, aunque el premio prometido comienza a disfrutarse detrás de los linderos de esta vida, algunas veces el buen Dios concede un anticipo tanto para mostrar su grandeza, como para dar un respiro de justicia a los que le son fieles.
Después de ser ordenado sacerdote, lo hicieron formador de los novicios que deseaban entrar en la vida monástica. Su fama de santidad y sabiduría trascendió las paredes de Narek, pasó a los monasterios vecinos y se convirtió sin pretenderlo en reformador de monjes. Por la envidia de su sabiduría, y debido también a la estricta observancia de las normas de vida conventual, se ganó la enemistad de algunos que abrieron contra él una auténtica persecución; le llegaron a acusar injustamente de herejía, y aquella campaña terminó con la deposición de sus cargos.
Es uno de los grandes poetas de la literatura universal. Su obra poético-literaria se encuentra dispersa en el extensísimo Libro de oraciones; sus más de veinte mil versos, los compuso en poco más de tres años. Cuenta el sinaxario armenio, que los obispos desearon conocer la clase de herejía que profesaba Gregorio de Narek; comisionaron a dos monjes sabios de su total confianza para que se entrevistaran con él y descubrieran sus errores. Aquellos buenos delegados temían una entrevista formal con quien tenía fama de recto y sabio; prefirieron hacer otras cuentas y someterlo a una especie de juicio de Dios. Idearon hacerle un exquisito paté de pichón y dárselo a comer en cuaresma; el asunto consistía en que, si Gregorio se comía el paté, sería hereje; si lo rechazaba, demostraría su fidelidad a la doctrina.
Se refiere que, nada más verlos entrar en su celda, Gregorio dejó su oración, se puso en pié, abrió la ventana y dio unas palmadas en el aire, mientras gritaba a los pájaros: "Venid, pajaritos, a jugar con el pescado que se come hoy". Entendieron aquellos monjes que el modo de resolverse la trampa era testimonio más que evidente de su santidad, y tomaron buena cuenta de su inocencia, porque un hereje nunca hubiera podido realizar tal gesto. Y bien pudo ser así; porque, aunque el premio prometido comienza a disfrutarse detrás de los linderos de esta vida, algunas veces el buen Dios concede un anticipo tanto para mostrar su grandeza, como para dar un respiro de justicia a los que le son fieles.
en
23:22


Van Morrison: Duets
El álbum elegido para el programa de esta semana es: Van Morrison: Duets
Frank Sinatra, Tony Bennett, Barbra Streisand, Nat King Cole, B.B. King, Smokey Robinson… Grandes de la música del último siglo tienen su correspondiente CD de duetos. ¿Por qué no Morrison, alguien con una trayectoria que puede competir con los citados? El proyecto surgió hace dos años, cuando participó en un festival de blues con Bobby Womack, Mavis Staples y Natalie Cole. Desde entonces, “quería trabajar con ellos”. Con este trío nació el proyecto de duetos, pero “problemas de agenda” lo han dilatado en el tiempo. “Ha sido difícil y se ha quedado gente fuera porque si no el disco habría sido doble o triple”, explica Morrison.
Elegida la gente, de varias generaciones y estilos, había que dilucidar qué canciones -de sus alrededor 360- compartiría. De entrada, optó por renegar de sus éxitos. En Duets no están Caravan, Bright side of the road, Moondance, Into the mystic… “La idea era trabajar mi repertorio de otra manera. Tenía que ver con pasarlo bien grabándolo y trabajar algunas canciones más olvidadas. Si no, nadie lo iba a hacer”, apostilla el irlandés, que incluye temas desde 1970 a alguno del último lustro.
‘Duets’ fue grabado a lo largo de 2014 entre Belfast y Londres, utilizando nuevos arreglos y con la participación de numerosos músicos Duets, subtitulado Re-working the catalogue, fue grabado en su ciudad natal de Belfast y Londres a lo largo de 2014, utilizando nuevos arreglos y acompañándose de una variedad de músicos, bajo la producción de los reputados Don Was y Bob Rock. El irlandés -de “la escuela de John Lee Hooker”, uno de sus ídolos, con quien llegó a colaborar- abogó por “entrar en el estudio, grabar rápido y salir a comer algo, como sucedió con George Benson”, recuerda.
En la mayoría de los casos, compartió estudio y micrófono con los invitados -“era lo ideal, lo hicimos siempre que pudimos, no el caso de Steve Winwood, un buen amigo mío desde los 60”- y, en el caso de Benson, utilizó el grupo del guitarrista, en lugar del propio. “Estaba en Londres con toda la banda y salió muy bien”, apostilla.
Duets se abre y se cierra con dos artistas míticos. Se inicia con Van y Bobby Womack compartiendo Some peace of mind, con el ritmo reforzado, preciosas cuerdas y el aroma soul que imprime Womack, fallecido el año pasado. Y concluye en clave blues compartiendo How can a poor boy con la voz y la armónica de Taj Mahal. En el camino hay de todo, con piezas sobresalientes, como Lord, if I ever needed someone, clásico del disco His Band and the Street Choir, junto a la mítica Mavis Staples, en clave baladón soul de espíritu y letra gospel.
Igualmente mágicas suenan The eternal Kansas City, de A period of transition (1977), con Gregory Porter, un swing poderoso con puente a lo Big Band; Get on with the show, con su sabor retro, a guateque, compartido con su excolaborador Georgie Fame y un final divertidísimo; y Streets of Arklow, con Mick Hucknall (cantante de Simple Red), que evoca al aroma de su juventud con una flauta deliciosa, la voz dotada de Mick y la capacidad de sugestión de aquellas imágenes poderosas de Van en los 70, donde Dios, los gitanos, la mística, el amor y la naturaleza confluían de manera armónica.
El disco mantiene el tipo también con sus dos curiosidades: la participación de la hija de Van, Shana Morrison, en Rough God goes riding, lírica y folkie -con aita a la guitarra acústica-, igual que Irish heartbeat, con Knopfler; y la de P.J. Proby en el tema que le dedicó el irlandés, Whatever happened to P.J. Proby. No menos disfrutables son Born to sing, con el veterano y exThunderbirds Chris Farlowe y Real real gone, con Michael Bublé, un r&blues pegadizo y comercial que remite a James Brown, Sam Cooke, Wilson Picket y Solomon Burke. Por el contrario, encandilan menos las colaboraciones con Natalie Cole o las jóvenes Jess Stone y Clare Teal.
Frank Sinatra, Tony Bennett, Barbra Streisand, Nat King Cole, B.B. King, Smokey Robinson… Grandes de la música del último siglo tienen su correspondiente CD de duetos. ¿Por qué no Morrison, alguien con una trayectoria que puede competir con los citados? El proyecto surgió hace dos años, cuando participó en un festival de blues con Bobby Womack, Mavis Staples y Natalie Cole. Desde entonces, “quería trabajar con ellos”. Con este trío nació el proyecto de duetos, pero “problemas de agenda” lo han dilatado en el tiempo. “Ha sido difícil y se ha quedado gente fuera porque si no el disco habría sido doble o triple”, explica Morrison.
Elegida la gente, de varias generaciones y estilos, había que dilucidar qué canciones -de sus alrededor 360- compartiría. De entrada, optó por renegar de sus éxitos. En Duets no están Caravan, Bright side of the road, Moondance, Into the mystic… “La idea era trabajar mi repertorio de otra manera. Tenía que ver con pasarlo bien grabándolo y trabajar algunas canciones más olvidadas. Si no, nadie lo iba a hacer”, apostilla el irlandés, que incluye temas desde 1970 a alguno del último lustro.
‘Duets’ fue grabado a lo largo de 2014 entre Belfast y Londres, utilizando nuevos arreglos y con la participación de numerosos músicos Duets, subtitulado Re-working the catalogue, fue grabado en su ciudad natal de Belfast y Londres a lo largo de 2014, utilizando nuevos arreglos y acompañándose de una variedad de músicos, bajo la producción de los reputados Don Was y Bob Rock. El irlandés -de “la escuela de John Lee Hooker”, uno de sus ídolos, con quien llegó a colaborar- abogó por “entrar en el estudio, grabar rápido y salir a comer algo, como sucedió con George Benson”, recuerda.
En la mayoría de los casos, compartió estudio y micrófono con los invitados -“era lo ideal, lo hicimos siempre que pudimos, no el caso de Steve Winwood, un buen amigo mío desde los 60”- y, en el caso de Benson, utilizó el grupo del guitarrista, en lugar del propio. “Estaba en Londres con toda la banda y salió muy bien”, apostilla.
Duets se abre y se cierra con dos artistas míticos. Se inicia con Van y Bobby Womack compartiendo Some peace of mind, con el ritmo reforzado, preciosas cuerdas y el aroma soul que imprime Womack, fallecido el año pasado. Y concluye en clave blues compartiendo How can a poor boy con la voz y la armónica de Taj Mahal. En el camino hay de todo, con piezas sobresalientes, como Lord, if I ever needed someone, clásico del disco His Band and the Street Choir, junto a la mítica Mavis Staples, en clave baladón soul de espíritu y letra gospel.
Igualmente mágicas suenan The eternal Kansas City, de A period of transition (1977), con Gregory Porter, un swing poderoso con puente a lo Big Band; Get on with the show, con su sabor retro, a guateque, compartido con su excolaborador Georgie Fame y un final divertidísimo; y Streets of Arklow, con Mick Hucknall (cantante de Simple Red), que evoca al aroma de su juventud con una flauta deliciosa, la voz dotada de Mick y la capacidad de sugestión de aquellas imágenes poderosas de Van en los 70, donde Dios, los gitanos, la mística, el amor y la naturaleza confluían de manera armónica.
El disco mantiene el tipo también con sus dos curiosidades: la participación de la hija de Van, Shana Morrison, en Rough God goes riding, lírica y folkie -con aita a la guitarra acústica-, igual que Irish heartbeat, con Knopfler; y la de P.J. Proby en el tema que le dedicó el irlandés, Whatever happened to P.J. Proby. No menos disfrutables son Born to sing, con el veterano y exThunderbirds Chris Farlowe y Real real gone, con Michael Bublé, un r&blues pegadizo y comercial que remite a James Brown, Sam Cooke, Wilson Picket y Solomon Burke. Por el contrario, encandilan menos las colaboraciones con Natalie Cole o las jóvenes Jess Stone y Clare Teal.
en
23:20


La Orden de los Benedictinos
Es la orden religiosa, dedicada a la contemplación, fundada por Benito de Nursia, que sigue la Regla dictada por éste a principios del siglo VI para la abadía de Montecassino. Benito de Nursia contribuyó decididamente a la evangelización cristiana de Europa, por lo que es patrón de Europa. Actualmente la Orden está extendida por todo el mundo, con monasterios masculinos y femeninos.
Siguiendo su ejemplo e inspiración, diversos fundadores de órdenes religiosas han basado la normativa de sus monasterios en la Regla dejada por Benito, cuyo principio fundamental es Ora et labora, es decir, Oración y Trabajo. Los monasterios benedictinos están siempre dirigidos por un superior que, dependiendo de la categoría del monasterio, puede llamarse prior o abad; este es escogido por el resto de la comunidad. El ritmo de vida benedictino tiene como eje principal el Oficio Divino, también llamado Liturgia de las Horas, que se reza siete veces al día, tal como San Benito lo ordenó. Junto con la intensa vida de oración en cada monasterio, se trabaja arduamente en diversas actividades manuales, agrícolas, etc., para el sustento y el autoabastecimiento de la comunidad.
Durante el transcurso de su historia, la Orden Benedictina ha sufrido numerosas reformas, debido a la eventual decadencia de la disciplina en el interior de los monasterios. La primera reforma importante fue la hecha por Odón de Cluny en el siglo X; esta reforma, llamada cluniacense (nombre proveniente de Cluny, lugar de Francia donde se fundó el primer monasterio de esta reforma, en el que Odón fue el segundo abad), llegó a tener un gran influjo, hasta el punto que durante gran parte de la Edad Media prácticamente todos los monasterios benedictinos estaban bajo el dominio de Cluny.
Tanto poder adquirido llevó a la decadencia de la reforma cluniacense, que encontró una importante contraparte en la reforma cisterciense, palabra proveniente de Císter, lugar de Francia donde se estableció el primer monasterio de esta reforma. San Roberto de Molesmes, san Alberico y san Esteban Harding fueron los fundadores de la Abadía de Císter en 1098. Buscaban apartarse del estilo cluniacense, que había caído en la indisciplina y el relajamiento de la vida monástica. El principal objetivo de los fundadores de Císter fue imponer la práctica estricta de la Regla de San Benito y el regreso a la vida contemplativa.
La reforma cisterciense subsiste hasta hoy como orden benedictina independiente, dividida igualmente en dos ramas: la Orden del Císter y la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia, también conocidos como Trapenses. Se les llama también "benedictinos blancos", debido al color de su hábito, en contraposición a los demás monjes de la Orden de San Benito, a quienes se llama "benedictinos negros".
Después de agitados períodos de la historia, como la Reforma en Alemania y los Países Bajos, la expulsión o ejecución de religiosos católicos por Enrique VIII en Inglaterra o, mucho después, del período revolucionario en Francia, así como también la decadencia de la disciplina en los monasterios, llevó a que se diezmara la población de monjes. Después de la Revolución francesa y a partir de 1833, hubo un nuevo renacer de la orden benedictina en Solesmes, Francia.
Siguiendo su ejemplo e inspiración, diversos fundadores de órdenes religiosas han basado la normativa de sus monasterios en la Regla dejada por Benito, cuyo principio fundamental es Ora et labora, es decir, Oración y Trabajo. Los monasterios benedictinos están siempre dirigidos por un superior que, dependiendo de la categoría del monasterio, puede llamarse prior o abad; este es escogido por el resto de la comunidad. El ritmo de vida benedictino tiene como eje principal el Oficio Divino, también llamado Liturgia de las Horas, que se reza siete veces al día, tal como San Benito lo ordenó. Junto con la intensa vida de oración en cada monasterio, se trabaja arduamente en diversas actividades manuales, agrícolas, etc., para el sustento y el autoabastecimiento de la comunidad.
Durante el transcurso de su historia, la Orden Benedictina ha sufrido numerosas reformas, debido a la eventual decadencia de la disciplina en el interior de los monasterios. La primera reforma importante fue la hecha por Odón de Cluny en el siglo X; esta reforma, llamada cluniacense (nombre proveniente de Cluny, lugar de Francia donde se fundó el primer monasterio de esta reforma, en el que Odón fue el segundo abad), llegó a tener un gran influjo, hasta el punto que durante gran parte de la Edad Media prácticamente todos los monasterios benedictinos estaban bajo el dominio de Cluny.
Tanto poder adquirido llevó a la decadencia de la reforma cluniacense, que encontró una importante contraparte en la reforma cisterciense, palabra proveniente de Císter, lugar de Francia donde se estableció el primer monasterio de esta reforma. San Roberto de Molesmes, san Alberico y san Esteban Harding fueron los fundadores de la Abadía de Císter en 1098. Buscaban apartarse del estilo cluniacense, que había caído en la indisciplina y el relajamiento de la vida monástica. El principal objetivo de los fundadores de Císter fue imponer la práctica estricta de la Regla de San Benito y el regreso a la vida contemplativa.
La reforma cisterciense subsiste hasta hoy como orden benedictina independiente, dividida igualmente en dos ramas: la Orden del Císter y la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia, también conocidos como Trapenses. Se les llama también "benedictinos blancos", debido al color de su hábito, en contraposición a los demás monjes de la Orden de San Benito, a quienes se llama "benedictinos negros".
Después de agitados períodos de la historia, como la Reforma en Alemania y los Países Bajos, la expulsión o ejecución de religiosos católicos por Enrique VIII en Inglaterra o, mucho después, del período revolucionario en Francia, así como también la decadencia de la disciplina en los monasterios, llevó a que se diezmara la población de monjes. Después de la Revolución francesa y a partir de 1833, hubo un nuevo renacer de la orden benedictina en Solesmes, Francia.
en
23:16


lunes, 13 de abril de 2015
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