En el
último tiempo se han conocido hechos que vinculan a personas de la Iglesia en
la Argentina con posibles casos de corrupción.
Los
seguidores de Jesucristo debemos ser honestos y respetuosos de las leyes y como
todo ciudadano debemos colaborar con la justicia en su tarea de esclarecer la
verdad de los hechos y someternos a sus dictámenes.
Lo que ha
tomado estado público nos lleva a hacer un sincero examen de conciencia a la
luz del Año de la Misericordia que estamos celebrando en la Iglesia católica. A
nosotros nos interpela de una manera directa y también lo deseamos, para bien
del pueblo de la Nación, que este mensaje llegue a todas las personas
promotoras o cómplices de los delitos de corrupción.
Con
ocasión del Bicentenario de la Independencia los obispos expresamos que la
corrupción “…desgasta en el pueblo la confianza en las instituciones de la
democracia” (cfr. El Bicentenario 48). Asimismo, citando las palabras
del Papa Francisco hemos calificado a la corrupción como una “llaga
putrefacta de la sociedad, un grave pecado que grita hacia el cielo pues mina
desde sus fundamentos la vida personal y social. La corrupción impide mirar el
futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos
de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que se anida en gestos
cotidianos para expandirse luego en escándalos públicos” (cfr. El
Bicentenario 49).
Los
miembros que tenemos responsabilidades en la Iglesia no podemos dejar de
aplicarnos a nosotros en primer lugar, estas palabras del Papa Francisco.
Ésta debe
ser la luz que nos guíe con valentía por un camino de purificación y conversión
profunda del corazón, para renovar a la Iglesia en la caridad pastoral. Al
mismo tiempo, manifestamos nuestro rechazo ante cualquier acto de corrupción,
público o privado, pero de manera particular a los que involucren a miembros de
la Iglesia, que por su misión y servicio, debieran ser testigos íntegros del
Evangelio que predicamos.
Alentamos
a la colaboración sincera para el esclarecimiento de las denuncias y reiteramos
que “en
este campo es fundamental que el Poder Judicial se mantenga independiente de
las presiones de cualquier poder y se sujete sólo al imperio de la verdad y la
justicia”. (cfr. El Bicentenario 48).
Comisión
Ejecutiva
Conferencia
Episcopal Argentina
2 de Julio
de 2016