¿En
cuántas películas vimos a dos amantes con miradas insinuantes darse un
romántico beso bajo el arco de una puerta adornado con esta plantita en Año
Nuevo? Lo cierto es que esta tierna tradición se remonta nada menos que a la
festividad romana de Saturnalia -celebrada en diciembre-, donde entre un festín
de bebidas y comida los asistentes repartían besos por doquier. Hay,
además, los estadounidenses son los que más continúan con este rito y muchos
creen que si no se da un beso justo después de las 12 de la noche se anuncia un
año de soledad. Es más, según un estudio de Washington Times, dos tercios de la
población de Estados Unidos tenían la expectativa de compartir con alguien Año
Nuevo para poder concretar el tan ansiado beso.
Tal
como sucedió con las uvas en España, en Italia parece haber comenzado una
tradición de la mano de los cultivos de lentejas. Pero es una tradición que tiene
siglos de historia: los romanos regalaban lentejas en estas fechas con el
objetivo que éstas se convirtieran en... ¡Monedas
de oro! Además, si a ese regalo se le agregan sinceros deseos de
prosperidad y salud, aumentar el poder adquisitivo sería aún más factible. Por
eso, resulta usual que las mesas festivas italianas incluyan un buen plato de
lentejas: más comés, más ganarás. Con el calor de nuestras latitudes por estos
días es muy difícil sumar un guiso a nuestro menú, pero sí podemos sumarlas a
una ensalada... ¡Y confiar que funcione!
Si
por esas cosas de la vida pasás un Año Nuevo en una casa en Dinamarca y de
repente escuchás un tremendo estruendo en la puerta del hogar, no te asustes:
es un buen augurio que un vecino quiso regalarte para el año que comienza. Es
que en algunas zonas, romper platos, vasos y otra vajilla aun es un hecho
normal por estos días y sólo se traduce en buenos presagios.
México
es un país que se caracteriza por mantener una relación “natural” con la
muerte. Después de celebrar el Día de Muertos el 2 de noviembre, creen que el
primer día del año es un momento ideal para comunicarse con los que
fallecieron, pedirles consejos desde el más allá y esperar por parte de ellos
buenos augurios para el año entrante.
Si
con el pan dulce y los confites llega a la mesa de Año Nuevo un racimo de uvas
no hay por qué extrañarse: las tías de la familia no planean una ensalada de
frutas improvisada, sino que buscan seguir una tradición española. Se trata de
acompañar las campanadas de la iglesia que anuncian la llegada del año nuevo
con doce uvas, una por cada sonido -que representan la llegada de las 12 de la
noche- y también una por cada mes del año. La costumbre se remonta a principios
del siglo XX y, según la teoría más afianzada, por esos años hubo un excedente
de uva en las cosechas de Alicante y Murcia, lo que generó que se tome como
símbolo de un nuevo año que comienza. Lo más supersticiosos aseguran que a
aquel que logre comerlas en forma sincronizada con las campanadas, le espera un
gran año.
El
comienzo de un nuevo año nos enfrenta ante un balance inevitable y renueva las
esperanzas de lograr metas pendientes. Será por eso que el hecho de alcanzar
una mayor fortuna se repite en diferentes culturas. En el caso de Filipinas,
los círculos representan a las monedas, la buena suerte y la prosperidad. Por
eso, se acostumbra usar ropa con lunares (al mejor estilo años 60) y también
guardan algunas monedas en los bolsillos, que hacen sonar a la hora que
comienza el nuevo año.
Una
tradición del budismo japonés también tiene como protagonistas a las campanadas
en la noche de Año Nuevo. Pero no son doce, sino que desde los templos budistas
nipones se hace sonar 108 veces la campana, ya que ese número es considerado
sagrado y significa que quienes la escuchen podrán eliminar de su corazón los
108 defectos que tenemos los humanos, como la envidia o la ira.
Si tu
atuendo lo permite, el festejo de fin de año vivilo con ropa interior roja (o
rosa por estos lados). No hace falta ningún otro requisito, sólo que tenga el
color de la pasión. Esta tradición, más extendida en España, asegura que al
usar este color en nuestras partes íntimas, nos aseguraremos un año entre
sábanas lleno de amor. Hay otros colores que también nos traen buenas vibras:
las bombachas amarillas prometen traernos dinero, y las azules, gozar de buena
salud. Y si querés tener aún más suerte, arrancá el año con ropa interior
nueva. ¡Probemos!
Con
el conocido “té de las 5”, nos damos una idea de cuán puntuales son los
ingleses. Y una de las tradiciones más conocidas de ese país también se asocia
con el reloj. Porque aquel que sea el primero en visitar a familiares o amigos
después de las 12 con un regalo bajo su brazo será bendecido con buena suerte
durante el resto del año.
En
tiempos antiguos, resultaba increíble que esta planta permaneciera tan verde
durante las festividades del hemisferio norte, cuando es pleno invierno.
Entonces, se creía que era una planta mágica que tenía poderes especiales. Por
eso, se convirtió en un símbolo de buena suerte, tanto como para los enamorados
(que suelen besarse debajo de él para “proteger” su relación), como para las
solteras, que ponen frutos del muérdago bajo la almohada durante la noche de
año nuevo para atraer a una pareja.