La celebridad de
Mefistófeles es principalmente literaria, a pesar de que su nombre es
mencionado en varios grimorios y libros prohibidos de la Edad Media. Esa
historia literaria de Mefistófeles comienza con la leyenda del doctor Fausto,
científico y ocultista alemán cuya vida forjó los parámetros culturales del
pacto satánico. Este pacto satánico fue realizado entre Fausto y Mefistófeles,
quien a cambio de concederle sabiduría, fama, dinero y placeres durante veinticuatro
años consecutivos, se aseguró la adquisición de su alma una vez cumplido el
plazo.
Aunque el mito de la
compra del almas y prebendas espirituales es notoriamente antiguo y aparece en
diversas culturas, ninguno es comparable al modelo establecido por Mefistófeles
y Fausto, que culminaría en tres obras cumbres de la literatura: el Fausto del
dramaturgo isabelino Marlowe, el Fausto de Goethe, y finalmente el de Thomas
Mann; además de contar con otros múltiples testimonios basados en su copiosa tradición
oral. Mefistófeles (también llamado Mefisto) no proviene de los mitos hebreos,
y mucho menos de los mitos bíblicos, sino de la copiosa y antigua mitología
nórdica, aunque su nombre parece relacionarlo directamente con los mitos
griegos.
Efectivamente,
Mefistófeles fue un demonio prácticamente desconocido en la antigüedad clásica.
Su nombre proviene del griego mephostophiles, que significa "el que
rechaza la luz"; apodo extraño para un representante del aspecto
luciferino del mal y, en consecuencia, un dador del conocimiento al que le
agrada tentar y hacer propuestas a los lúcidos, a los artistas y a los
intelectuales. Sin embargo, existen otras interpretaciones. Algunos señalan que
su nombre verdadero era Mefaustofiles, es decir, "el enemigo de Fausto";
o bien Mefiz-Tofel, que en hebreo significa "destructor-mentiroso".
La personalidad de
Mefistófeles es bastante ambigua. Por un lado se lo presenta como una figura
trágica; un ser obsesionado con desviar a los hombres geniales del camino de la
justicia. Por el otro, aparece como un representante refinado y exquisito del
mal, dueño de una mente fría, calculadora, racional, con una poderosa lógica
discursiva. Tal vez por eso, a lo largo de toda su historia, Mefistófeles se
inclina por todos aquellos que no se conforman con la rigidez de los dogmas o
las estrechas paredes de la verdad revelada.