Político argentino que
alcanzó la presidencia de la República. Cursó sus primeros estudios en el
Colegio San José de los padres bayoneses y más tarde en el colegio de la
América del Sur. Ingresó después en la Facultad de Derecho de la Universidad de
Buenos Aires, pero no consta que lograra recibirse con el título de abogado. La
situación económica de su familia le obligó a trabajar desde su temprana
juventud en empleos modestos, que desempeñó sucesivamente en una compañía de
transportes, en las oficinas de un abogado y luego en el Estado, como
escribiente de la contaduría general, en 1870.
Dos años más tarde obtuvo
el puesto de comisario de policía de una de las parroquias en las que se
dividía en el plano político y administrativo la ciudad de Buenos Aires.
También desde joven se sintió atraído por la actividad política, y este interés
lo indujo a participar en los acontecimientos turbulentos de la revolución
encabezada por el general Bartolomé Mitre en 1874, aunque luego apoyó a la facción
del gobierno y del candidato a presidente electo Nicolás Avellaneda. En 1877 se
alejó del cargo de comisario que todavía ocupaba, al parecer por cuestiones
políticas que no quedan del todo claras, y en 1878 logró imponerse como
candidato a diputado provincial hasta que los sucesos de 1880 y la
federalización de Buenos Aires dieron fin a su mandato.
Sin embargo, en ese mismo
año resultó electo en los comicios realizados a fin de sustituir a los
diputados que habían quedado cesantes y se desempeñó en el cargo durante dos
años, al cabo de los cuales se retiró a la vida privada. En este período
atendió a la administración de campos de su propiedad situados en la provincia
de Buenos Aires y a la enseñanza en un instituto de estudios superiores. La
llamada "Revolución del 90"
lo encontró entre sus más entusiastas protagonistas, y a partir de entonces,
Yrigoyen ya no volvió a abandonar la vida pública. Durante los sucesos de la
revolución, uno de cuyos cabecillas era su tío Leandro N. Alem, Yrigoyen fue
propuesto y aceptado por las fuerzas revolucionarias para ocupar el cargo de
Jefe de Policía en caso de que se concretase el triunfo y se impusiera un
gobierno provisional.
A partir del 90 pasó a ser
una figura significativa de la política argentina. El presidente de la República
Carlos Pellegrini lo instó a participar en negociaciones entre los partidos
políticos en pugna, y el también presidente Luis Sáenz Peña lo invitó incluso a
incorporarse a su gabinete, pero Yrigoyen, animado por una férrea
intransigencia con respecto al régimen político de la época, rechazó ambos
ofrecimientos. De hecho, 1893 lo encontró nuevamente involucrado en una
revolución, esta vez al frente de los sublevados, en su calidad de presidente
del Comité Central bonaerense de la recientemente fundada Unión Cívica Radical.
Durante los sucesos del 93
Yrigoyen logró involucrar en el movimiento a un importante número de oficiales
del ejército, dirigió personalmente las operaciones militares y participó de la
ocupación de varias ciudades de la Provincia de Buenos Aires. Fue proclamado
por la revolución gobernador de la Provincia, pero Yrigoyen renunció al cargo. El
sistema electoral vigente entonces en la Argentina daba lugar a abusos y
manejos por parte de quienes ejercían el poder político, de modo que el único
medio que los radicales vislumbraban para la conquista del poder era la
abstención electoral y la lucha armada.
Por ello, el 4 de febrero
de 1905 explotó una tercera revolución radical encabezada nuevamente por
Yrigoyen que logró ocupar parte de la capital y algunas ciudades de la
provincia, pero fue finalmente sofocada por el ejército. Yrigoyen resultó
entonces proscripto, pero una ley de amnistía le permitió volver a hacerse
cargo de sus funciones como dirigente del partido radical. Fue entonces, en
1912, que se sancionó la llamada "Ley
Sáenz Peña", que garantizaba el voto universal, obligatorio y secreto
para los varones adultos y la representación para la primera minoría, con lo
que la Unión Cívica Radical decidió volver a participar de las elecciones.
La idea de la elite
política gobernante era que la oposición radical habría obtenido en el mejor de
los casos la minoría, pero en los comicios del 2 de abril 1916 Yrigoyen resultó
electo presidente de la República. Al asumir el cargo el 12 de octubre de ese
mismo año, Yrigoyen fue llevado en andas por sus simpatizantes desde el
congreso de la nación hasta la casa de gobierno, por una distancia de más de un
kilómetro y medio. La política de este no introdujo novedades sustanciales en
la economía argentina, ligada entonces al mercado mundial a través de la
exportación de alimento -sustancialmente cereales y carnes- y la importación de
productos manufacturados.
Sus preocupaciones eran
esencialmente político-institucionales, y por lo demás casi nadie consideraba
importante realizar cambios en un modelo económico que había consagrado al país
como "granero del mundo".
La Primera Guerra Mundial, favoreció en principio las exportaciones argentinas
a los países en conflicto y activó la producción de manufacturas para
reemplazar las importaciones que a causa de la guerra no llegaban regularmente
al país. Pero al finalizar el conflicto se vio resentido lo que constituía el
"motor" de la economía argentina, lo que puso al gobierno radical ante
situaciones de difícil resolución.
Yrigoyen no pudo más que
seguir una política relativamente restrictiva del gasto público, situación nada
fácil por el hecho de que su partido, representante de las clases medias de
origen inmigratorio en ascenso, recibía fuertes presiones para premiar
fidelidades políticas con cargos y empleos en el aparato del Estado. Por otra
parte, la conflictividad social del momento dio lugar a importantes protestas
obreras, conducidas en general por dirigentes anarquistas. La más significativa
es la que se produjo en enero de 1919 en la ciudad de Buenos Aires y que se
conoce con el nombre de "Semana
Trágica". Durante esos días la ciudad fue escenario de tiroteos entre
obreros y policías, y por primera vez el ejército tomó parte en la represión.
Otros hechos de gravedad
se produjeron durante las huelgas en la Patagonia en 1921, donde la protesta
anarquista fue aplastada por el ejército con notable ferocidad. En cuanto a la
política exterior, el gobierno radical se mantuvo en todo momento neutral, a
pesar de que se produjeron algunos incidentes con el gobierno imperial alemán
(en 1917 un barco mercante argentino fue hundido por un submarino alemán y el
embajador del imperio fue expulsado del país acusado de transmitir mensajes
agraviantes para el país).
Una delegación argentina
presidida por el ministro de relaciones exteriores Honorio Pueyrredón y en la
que participaba además el ministro plenipotenciario argentino en Francia Dr.
Marcelo T. de Alvear, tomó parte en las sesiones de la Liga de las Naciones
inauguradas en 1920. En ellas propusieron ciertas enmiendas al Pacto de la Liga
que tendían a limitar su alcance político, lo que suscitó desacuerdos y
determinó el retiro de la delegación argentina.