PROGRAMA Nº 1168 | 24.04.2024

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HIPÓLITO YRIGOYEN

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Político argentino que alcanzó la presidencia de la República. Cursó sus primeros estudios en el Colegio San José de los padres bayoneses y más tarde en el colegio de la América del Sur. Ingresó después en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, pero no consta que lograra recibirse con el título de abogado. La situación económica de su familia le obligó a trabajar desde su temprana juventud en empleos modestos, que desempeñó sucesivamente en una compañía de transportes, en las oficinas de un abogado y luego en el Estado, como escribiente de la contaduría general, en 1870.

Dos años más tarde obtuvo el puesto de comisario de policía de una de las parroquias en las que se dividía en el plano político y administrativo la ciudad de Buenos Aires. También desde joven se sintió atraído por la actividad política, y este interés lo indujo a participar en los acontecimientos turbulentos de la revolución encabezada por el general Bartolomé Mitre en 1874, aunque luego apoyó a la facción del gobierno y del candidato a presidente electo Nicolás Avellaneda. En 1877 se alejó del cargo de comisario que todavía ocupaba, al parecer por cuestiones políticas que no quedan del todo claras, y en 1878 logró imponerse como candidato a diputado provincial hasta que los sucesos de 1880 y la federalización de Buenos Aires dieron fin a su mandato.

Sin embargo, en ese mismo año resultó electo en los comicios realizados a fin de sustituir a los diputados que habían quedado cesantes y se desempeñó en el cargo durante dos años, al cabo de los cuales se retiró a la vida privada. En este período atendió a la administración de campos de su propiedad situados en la provincia de Buenos Aires y a la enseñanza en un instituto de estudios superiores. La llamada "Revolución del 90" lo encontró entre sus más entusiastas protagonistas, y a partir de entonces, Yrigoyen ya no volvió a abandonar la vida pública. Durante los sucesos de la revolución, uno de cuyos cabecillas era su tío Leandro N. Alem, Yrigoyen fue propuesto y aceptado por las fuerzas revolucionarias para ocupar el cargo de Jefe de Policía en caso de que se concretase el triunfo y se impusiera un gobierno provisional.

A partir del 90 pasó a ser una figura significativa de la política argentina. El presidente de la República Carlos Pellegrini lo instó a participar en negociaciones entre los partidos políticos en pugna, y el también presidente Luis Sáenz Peña lo invitó incluso a incorporarse a su gabinete, pero Yrigoyen, animado por una férrea intransigencia con respecto al régimen político de la época, rechazó ambos ofrecimientos. De hecho, 1893 lo encontró nuevamente involucrado en una revolución, esta vez al frente de los sublevados, en su calidad de presidente del Comité Central bonaerense de la recientemente fundada Unión Cívica Radical.

Durante los sucesos del 93 Yrigoyen logró involucrar en el movimiento a un importante número de oficiales del ejército, dirigió personalmente las operaciones militares y participó de la ocupación de varias ciudades de la Provincia de Buenos Aires. Fue proclamado por la revolución gobernador de la Provincia, pero Yrigoyen renunció al cargo. El sistema electoral vigente entonces en la Argentina daba lugar a abusos y manejos por parte de quienes ejercían el poder político, de modo que el único medio que los radicales vislumbraban para la conquista del poder era la abstención electoral y la lucha armada.

Por ello, el 4 de febrero de 1905 explotó una tercera revolución radical encabezada nuevamente por Yrigoyen que logró ocupar parte de la capital y algunas ciudades de la provincia, pero fue finalmente sofocada por el ejército. Yrigoyen resultó entonces proscripto, pero una ley de amnistía le permitió volver a hacerse cargo de sus funciones como dirigente del partido radical. Fue entonces, en 1912, que se sancionó la llamada "Ley Sáenz Peña", que garantizaba el voto universal, obligatorio y secreto para los varones adultos y la representación para la primera minoría, con lo que la Unión Cívica Radical decidió volver a participar de las elecciones.

La idea de la elite política gobernante era que la oposición radical habría obtenido en el mejor de los casos la minoría, pero en los comicios del 2 de abril 1916 Yrigoyen resultó electo presidente de la República. Al asumir el cargo el 12 de octubre de ese mismo año, Yrigoyen fue llevado en andas por sus simpatizantes desde el congreso de la nación hasta la casa de gobierno, por una distancia de más de un kilómetro y medio. La política de este no introdujo novedades sustanciales en la economía argentina, ligada entonces al mercado mundial a través de la exportación de alimento -sustancialmente cereales y carnes- y la importación de productos manufacturados.

Sus preocupaciones eran esencialmente político-institucionales, y por lo demás casi nadie consideraba importante realizar cambios en un modelo económico que había consagrado al país como "granero del mundo". La Primera Guerra Mundial, favoreció en principio las exportaciones argentinas a los países en conflicto y activó la producción de manufacturas para reemplazar las importaciones que a causa de la guerra no llegaban regularmente al país. Pero al finalizar el conflicto se vio resentido lo que constituía el "motor" de la economía argentina, lo que puso al gobierno radical ante situaciones de difícil resolución.
Yrigoyen no pudo más que seguir una política relativamente restrictiva del gasto público, situación nada fácil por el hecho de que su partido, representante de las clases medias de origen inmigratorio en ascenso, recibía fuertes presiones para premiar fidelidades políticas con cargos y empleos en el aparato del Estado. Por otra parte, la conflictividad social del momento dio lugar a importantes protestas obreras, conducidas en general por dirigentes anarquistas. La más significativa es la que se produjo en enero de 1919 en la ciudad de Buenos Aires y que se conoce con el nombre de "Semana Trágica". Durante esos días la ciudad fue escenario de tiroteos entre obreros y policías, y por primera vez el ejército tomó parte en la represión.

Otros hechos de gravedad se produjeron durante las huelgas en la Patagonia en 1921, donde la protesta anarquista fue aplastada por el ejército con notable ferocidad. En cuanto a la política exterior, el gobierno radical se mantuvo en todo momento neutral, a pesar de que se produjeron algunos incidentes con el gobierno imperial alemán (en 1917 un barco mercante argentino fue hundido por un submarino alemán y el embajador del imperio fue expulsado del país acusado de transmitir mensajes agraviantes para el país).

Una delegación argentina presidida por el ministro de relaciones exteriores Honorio Pueyrredón y en la que participaba además el ministro plenipotenciario argentino en Francia Dr. Marcelo T. de Alvear, tomó parte en las sesiones de la Liga de las Naciones inauguradas en 1920. En ellas propusieron ciertas enmiendas al Pacto de la Liga que tendían a limitar su alcance político, lo que suscitó desacuerdos y determinó el retiro de la delegación argentina.

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