La
Virgen de San Juan de los Lagos o Cihualpilli es una pequeña imagen de la
Virgen María en su advocación de la Inmaculada Concepción, venerada en el
santuario ubicado en la ciudad de San Juan de los Lagos, en el estado de
Jalisco, de la cual es patrona. Se trata de una tradición de más de 100 años de
antigüedad. La imagen es visitada por millones de peregrinos al año, llegados
de todos los rincones de México, parte de los Estados Unidos, América Latina y
lugares de Europa. Es la segunda más visitada en México después de la Virgen de
Guadalupe en el Cerro del Tepeyac. En 2006 se informó la concurrencia de 7
millones de personas, en tanto que se estima en unos 2 millones de peregrinos
los que visitan San Juan de los Lagos durante la fiesta de La Candelaria, el 2
de febrero de cada año.
Fue
fray Antonio de Segovia primer evangelizador en este poblado, encomendando a,
fray Miguel de Bolonia el cuidado pastoral de esas tierras, logrando pacificar
la región, congregando a los errantes, y refundando pueblos con indios ya
cristianizados, donando una imagen a la pequeña capilla hecha de adobe y techo
de paja, no fue si no hasta el año de 1623 que la imagen comenzó adquiriendo
admiración debido a lo que se le conoce localmente como «El primer milagro». Según la historia de 1623 basada en testigos
oculares, una familia de cirqueros que se dirigían a la ciudad de Guadalajara
llegó a descansar a esta región, trayendo con ellos varios espectáculos, entre
ellos, el de una niña que brincaba en un trapecio sobre una cama con dagas. En
un acto, la niña no equilibró bien y cayó sobre la misma provocándole la muerte
de inmediato.
Poco
antes del entierro de la niña, una indígena llamada Ana Lucía, esposa de Pedro
Andrés, que se encargaba de cuidar la pequeña capilla, al ver el dolor de
los padres de la niña pidió llevar a una pequeña imagen que ella llamaba «La Cihualpilli» (que significa La Gran Señora), diciendo que era
milagrosa, ya que en ocasiones la imagen cambiaba de lugar, de la sacristía al
altar y en el transcurso de la noche cambiaba de lugar en repetidas ocasiones.
Según las narraciones, la colocó en el pecho de la niña quien con este hecho
volvió a la vida. También se cuenta que el dueño en agradecimiento llevó
consigo la imagen a Guadalajara para ser restaurada. Cuando quiso pagar el
trabajo de reparación, los responsables de la misma habían desaparecido, por lo
que se adjudicó la restauración a una intervención angélica.
La
pequeña imagen de Nuestra Señora de San
Juan de los Lagos mide 33,5 centímetros, y pesa 321,9 gramos. Está
elaborada en pasta de caña de maíz por artesanos de la región de Patzcuaro,
Michoacán. Representa a la Inmaculada Concepción, de pie con sus manos ante el
pecho y su rostro un poco inclinado al frente. Llevaba a sus pies las puntas de
una media luna, la cual le fue retirada posteriormente. Está vestida en la
misma talla de pasta con su vestido rojo y manto azul estrellado, adornado por
una cenefa de oro fino. Su rostro es ovalado del color del marfil y rosado en
el rubor de sus mejillas; los ojos rasgados pintados de un color café
almendrado; la nariz recta; la boca cerrada, muy pequeña y bien modelada; las
cejas delgadas y bien delineadas. Su pelo se esparce en dos mechones que le
caen de forma ondulada por los hombros hasta los codos. Su cabeza es más grande
en proporción con el tamaño del cuerpo, tal vez, con este detalle, el escultor
trató de representar la pureza de María como la de una niña pequeña.
En
el año de 1904, después de varias solicitudes desde 1900, se recibió en la
ciudad de Guadalajara el 29 de enero la respuesta afirmativa del papa Pío X
para la coronación canónica de la imagen de Nuestra Señora de San Juan. La
facultad para imponer canónicamente la corona de oro a la Virgen fue adquirida
por el arzobispo de Guadalajara, José de Jesús Ortiz y Rodríguez. La solemne
coronación se llevó a cabo el 15 de agosto de 1904 con una corona encargada al
Instituto Pontificio de Artes Cristianas de Benzinger Brothers en la
ciudad de Nueva York, así como los dos ángeles colocados uno en cada lado de la
imagen para sostenerla llevando una cinta semicircular en la parte superior,
grabada con la inscripción: Mater
Inmaculata. Ora Pro Nobis (Madre
inmaculada, ruega por nosotros), con una altura de 18 centímetros y
elaborada con oro de 18 quilates.
El
templo recibe peregrinaciones multitudinarias de fieles,1 lo que se puede
constatar con la cantidad de personas y expresiones de fe que le rinden los
devotos. Es por esto que, además de la belleza del santuario que aloja a la
Virgen, se ha convertido en el principal promotor del turismo en la región. Debido
a su manufactura, el tiempo del que se remonta su devoción, y la autoría de la
imagen, se considera hermana de las otras imágenes jaliscienses de la Virgen de Zapopan y Virgen de Talpa. El 8 de mayo de 1990
fue visitada por el papa Juan Pablo II.