LA INDEPENDENCIA ARGENTINA
Muchos, como Moreno o Belgrano, ya tempranamente quisieron declarar la independencia, dándonos un himno, la bandera, la escarapela, una moneda propia y enfrentando sin claudicaciones a los realistas en toda la geografía de las colonias españolas.
Pero la situación Europea influye e influyó siempre en nuestros políticos, en muchos casos por cuestiones lógicas, pues la diplomacia internacional sigue el ritmo de sus propios intereses. En 1815 Napoleón fue vencido, y en nuestras tierras muchos pensaron que los reyes que volvían victoriosos a sus tronos jamás aceptarían desmembrar su imperio.
Por otra parte, las otras potencias no arriesgarían sus relaciones diplomáticas legitimando una nueva república con aires democráticos, algo para nada de moda entonces. El rey Fernando VII retomó su corona y quiso con todo vigor recuperar sus colonias americanas. Hasta febrero de 1816 logró en parte su propósito. Uno a uno fueron cayeron los gobiernos revolucionarios de México, Venezuela y Chile.
Los sueños independentistas parecían evaporarse. Pero quedaba un escollo, que pronto se convirtió en una obsesión: el plan de liberación de José de San Martín. Entonces los realistas decidieron avanzar sobre las provincias del norte argentino, para entorpecer los preparativos del Libertador y matar de raíz el problema.
En ese momento, San Martín había logrado que lo nombraran gobernador de Cuyo. Organizó el Ejército de Los Andes con el propósito de recuperar Chile. Y luego, desde allí realizar un ataque combinado por tierra y mar a Perú, sede del Virrey de Nueva Castilla y principal foco realista en Sudamérica.
En ese entonces, la palabra independencia tardó tres o cuatro años en incorporarse al vocabulario revolucionario en las Provincias Unidas del Río de la Plata. Más bien se hablaba de libertad y el concepto de emancipación se reservaba para una etapa posterior, cuando las armas patriotas alejaran el peligro de una derrota. Ese momento para San Martín era inminente.
La situación política desde mayo de 1810, a julio de 1816 cuando se declaró la independencia distó mucho de ser estable. Tuvimos a la Primera Junta, la Junta Grande, dos triunviratos, y, para la época de la Declaración de Tucumán, un Directorio, creado en enero de 1814 por la Asamblea General Constituyente, conocida históricamente como Asamblea del Año XIII.
El Directorio duró hasta 1820 como forma de gobierno. En el interín el Director Ignacio Álvarez Thomas convocó al Congreso Nacional General Constituyente a reunirse en Tucumán, que, como su nombre indica, tenía entre sus objetivos dotarnos de una constitución nacional. Juan Martín de Pueyrredón era diputado por San Luis, pero el Congreso lo designó Director Supremo.
Intrigas, traiciones, cambios de rumbo que dieron o sufrieron las políticas de los distintos directores, que provocaban escozor en patriotas como San Martín o Belgrano que veían a los doctores disputarse las parcelas de poder mientras aún no se había vencido a los españoles ni asegurado la independencia. Mientras sesionaba en Tucumán el Congreso, desde Cuyo, San Martín le escribía a Godoy Cruz, el congresal por Mendoza:
"¿Hasta cuándo esperaremos para declarar nuestra independencia? Es ridículo acuñar moneda, tener el pabellón y escarapela nacional y, por último, hacer la guerra al Soberano de quien se dice dependemos, y permanecer a pupilo de los enemigos".
Mientras, se desgañitaban por darnos una forma de gobierno. El Congreso resolvió que el único sistema posible en ese momento era el monárquico constitucional. Sí, aunque no lo crean, una cantidad importante de políticos y militares entendían que lo único que los europeos aceptarían para legitimar un gobierno independiente local, sería un rey. Así que se las vieron de maravillas para pensar quién podría ser ese Rey de Argentina.
Esta conclusión respondía tanto a la decisión de las potencias europeas de monarquizarlo todo como a la necesidad de unir a los pueblos sudamericanos a través de la figura de una figura fuerte y centralizadora. Por ejemplo, Belgrano sostuvo que la Revolución Americana había perdido prestigio y toda posibilidad de apoyo europeo y que:
"Había acaecido una mutación completa de ideas en Europa en lo respectivo a la forma de gobierno. Que como el espíritu general de las naciones, en años anteriores, era republicarlo todo, en el día se trataba de monarquizarlo todo” Y por ello, nuestro creador de la bandera, postuló que "en su concepto la forma de gobierno más conveniente para estas provincias sería la de una monarquía temperada; llamando la dinastía de los Incas por la justicia que en sí envuelve la restitución de esta Casa tan inicuamente despojada del trono".
Hoy inquieta nuestra imaginación el pensar que se hubiese restaurado a los Incas como gobernantes. El Congreso debatió el tema los días varios día y finalmente, rechazó terminantemente tanto a la dinastía incaica como al régimen federal. En medio de estos debates, y bajo la influencia de San Martín, el 9 de julio de 1816, el Congreso de Tucumán resolvió tratar la Declaración de la Independencia. Presidía la sesión el diputado por San Juan, Juan Francisco Narciso de Laprida. El secretario Juan José Paso, leyó la propuesta y preguntó a los congresales si:
"Querían que las Provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli".
Los diputados aprobaron por aclamación y luego, uno a uno expresaron su voto afirmativo. Acto seguido, firmaron el Acta de la Independencia el 9 de julio de 1816… El 19 de julio, en sesión pública, quedó acordada la fórmula del juramento que debían prestar los diputados y las instituciones:
"¿Juráis por Dios Nuestro Señor y esta señal de cruz, promover y defender la libertad de las provincias unidas en Sud América, y su independencia del Rey de España, Fernando VII, sus sucesores y metrópoli, y toda otra dominación extranjera ? ¿Juráis a Dios Nuestro Señor y prometéis a la patria, el sostén de estos derechos hasta con la vida, haberes y fama? Si así lo hiciereis Dios os ayude, y si no, El y la Patria os hagan cargo".
El 21 de julio la Independencia fue jurada en la sala de sesiones por los miembros del Congreso, en presencia del gobernador, el general Belgrano, el clero, las comunidades religiosas y demás corporaciones. En los papeles, éramos libres. Los libertadores San Martín y Bolívar, sellarán en los campos de batalla la independencia real para Sudamérica.