Comentario Bíblico
Del Evangelio de Lucas (17,11-19)
El relato de los leprosos
curados por Jesús, tal como lo trasmite Lucas, que es el evangelio del día,
quiere enlazar de alguna manera con la primera lectura, aunque es este
evangelio el que ha inducido, sin duda, la elección del texto de Eliseo. Y tenemos
que poner de manifiesto, como uno de los elementos más estimados, la acción de
gracias de alguien que es extranjero, como sucede con Naamán el sirio y con
este samaritano que vuelve para dar gracias a Jesús.
El texto es peculiar de
Lucas, aunque pudiera ser una variante de Mc 1,40-45 y del mismo Lc 5,12-16. No
encontramos en el territorio entre Galilea y Samaría, cuando ya Jesús está
camino de Jerusalén desde hace tiempo. Lo de menos es la geografía, y lo
decisivo la acción de gracias del extranjero samaritano, mientras que los
otros, muy probablemente judíos (eso es lo que se quiere insinuar), al ser
curados, se olvidan que han compartido con el extranjero la misma ignominia del
mal de la lepra.
Ahora, liberados, se
preocupan más de cumplir lo que estaba mandado por la ley: presentarse al
sacerdote para reintegrarse a la comunidad religiosa de Israel (cf Lev 13,45;
14,1-32), aunque Jesús se lo pidiera. ¿Es esto perverso, acaso? ¡De ninguna
manera! En aquella mentalidad no solamente era una obligación religiosa, sino
casi mítica. Y es algo propio de todas las culturas hasta el día de hoy. No son
unos indeseables lo que esto hacen, pero se muestra, justamente, las carencias
de esa religiosidad mítica y a veces fanática que tan hondo cala en el sentimiento
de la gente, y especialmente de la gente sencilla.
El samaritano, extranjero,
casi hereje, sabe que si ha sido curado ha sido por la acción de Dios. Pero
además, el texto pone de manifiesto que no es la curación física lo importante
sino que, profundizando en ella, se habla de salvación; y es este samaritano
quien la ha encontrado de verdad viniendo a Jesús antes de ir a cumplir
preceptos. Quien sabe dar gracias a Dios, pues, sabe encontrar la verdadera
razón de su felicidad.
Lo extraño del relato,
como alguien ha hecho notar, es que mientras estaban enfermos de muerte,
estaban juntos, pero ahora curados cada uno va por su camino, casi con intereses
opuestos. La intencionalidad de relato es mostrar que la verdadera acción de
gracias es acudir a quien nos ha hecho el bien. Lo hace un hereje samaritano,
que para los judíos era tan maldito como el tener todavía la lepra. Por eso el
samaritano-hereje -sin religión verdadera para la teología oficial del
judaísmo-, expresa su religión de corazón agradecido y humano. Porque una
religión sin corazón, sin humanidad, sin entrañas, no es una religión, simplemente
no es nada...