El capítulo 12 del Apocalipsis describe una impresionante visión en la que una Mujer está a punto de dar a luz, mientras un dragón rojo busca devorar al niño en cuanto nazca. El relato dice así: “Un gran signo apareció en el cielo: una Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Está embarazada y grita con los dolores del parto, por el sufrimiento de dar a luz. Luego apareció otro signo en el cielo: un gran Dragón Rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y con una corona en cada una de sus cabezas. Con la cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las lanza sobre la tierra” La tensión de la escena aumenta en el párrafo siguiente: “El Dragón se detuvo justo delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo tan pronto como naciera. Y la Mujer dio a luz un hijo varón, el cual ha de gobernar a todas las naciones con cetro de hierro. Pero su hijo le fue arrebatado y llevado ante Dios y ante su trono. Y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un lugar, para ser allí alimentada durante 1.260 días” (12:1-6).
Los que han leído alguna vez esta página del Apocalipsis se han preguntado: ¿quién si no la Virgen María puede ser esta mujer que aparece radiante en el cielo, brillando como el sol y rodeada de las estrellas y la luna? ¿A quién más puede referirse aquí el autor, si hasta dice que su hijo es el Mesías que va a gobernar a todas las naciones, es decir, Jesucristo? Así razonaron durante siglos los intérpretes de la Biblia. Incluso los Santos Padres al comentar este capítulo veían, en esa Mujer, la figura escondida de María. Y en esta interpretación se basaron los artistas y los pintores cristianos que más tarde representaron a María en sus obras de arte. Pero actualmente los biblistas ya no piensan así. Han encontrado algunas imprecisiones e incoherencias en esta opinión. En primer lugar, el Apocalipsis dice más adelante que cuando el Dragón vio frustrada su intención de devorar al niño, “se fue a hacer la guerra al resto de los hijos de la Mujer” (12:17). ¿Cuáles son los otros hijos que tuvo María? Además, el libro describe a la Mujer gritando y sufriendo terribles dolores de parto. Jamás la tradición de la Iglesia presentó a María (ni en cuadros, ni en relatos, ni en iconos, ni en pinturas, ni de ninguna manera) con dolores de parto (aun cuando debió haberlos tenido). ¿Por qué aparece aquí representada de un modo tan inusual?
Otro detalle extraño del relato es que, apenas la Mujer dio a luz al niño, este fue llevado inmediatamente al cielo para que el Dragón no pudiera devorarlo. ¿Cómo puede decir aquí, si se refiere al parto que María tuvo en Belén, que Jesús murió apenas hubo nacido? También cuenta que la Mujer huyó al desierto para ser cuidada y alimentada por Dios. Pero ¿cuándo huyó la Virgen María al desierto, si las noticias que tenemos sobre ella nos informan que después de la muerte de Jesús permaneció en Jerusalén viviendo en tranquila oración junto a los apóstoles (Hch 1:14)? Vemos, pues, cómo los estudiosos encuentran hoy serios problemas cuando quieren identificar a la misteriosa Mujer del capítulo 12 con María. Y hay otras dificultades, como por ejemplo, ¿por qué el autor del Apocalipsis describe a María vestida de sol, con una corona de estrellas y la luna a sus pies, en una época en que María aún no era venerada ni honrada por la Iglesia como lo es hoy? ¿Qué tiene que ver María con las águilas, para que diga que le dieron a ella dos alas de águila cuando huyó al desierto (12:14)?
Estas razones han hecho que hoy los biblistas busquen una interpretación más segura para identificar a la Mujer del Apocalipsis. Ante todo, debemos notar que el autor al presentarla comienza diciendo: “Un gran signo apareció en el cielo”. Por lo tanto, de entrada nos advierte que la Mujer que va a aparecer no es una mujer real, sino un signo, es decir, simboliza algo. Pero ¿a quién? Ahora bien: cada vez que en el Apocalipsis aparece una mujer, en realidad se trata de una ciudad, o de un pueblo, o de un grupo humano personificado. Por ejemplo, la gran Prostituta vestida de púrpura (17:1-4) simboliza la ciudad de Roma (17:18). La Novia bajada del cielo (21:2) simboliza Jerusalén (21:10). La profetisa Jezabel (2:20) simboliza una secta peligrosa de la ciudad de Tiatira. Por lo tanto, la mujer vestida de sol debe ser también un grupo, no una persona. ¿Pero qué grupo? La respuesta acertada es: el pueblo de Israel. Y entonces sí, los detalles misteriosos que no encajaban al imaginar que la Mujer representaba a la Virgen María, se aclaran y encuentran su explicación. Si la Mujer del Apocalipsis es el pueblo de Israel, se entiende por qué aparece vestida de sol y con la luna a sus pies: porque así se solía describir a Jerusalén en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, el libro de Isaías dice: “Tu sol no se ocultará jamás, ni tu luna perderá su luz, porque yo, el Señor, seré tu luz eterna” (60:20). Y también: “La luna te alumbrará como el sol, y el sol te rodeará siete veces más fuerte” (30:26). Y en el Cantar de los Cantares se lee: “¿Quién es esta que se asoma, hermosa como la luna y radiante como el sol?” (6:10). Todos los lectores sabían, pues, que se hablaba de Jerusalén.
Se entiende, además, por qué lleva una corona de doce estrellas en la cabeza. Porque las doce estrellas representan a la mentalidad judía las doce tribus del pueblo de Israel (Gn 37:9). También se aclara ahora por qué la Mujer llevaba un niño en su vientre y daba a luz en medio de fuertes dolores de parto: la metáfora del alumbramiento es muy empleada en el Antiguo Testamento para referirse al pueblo de Israel cuando atravesaba situaciones difíciles en su historia. Así, leemos en Isaías 26:17: “Como mujer encinta cuando llega al parto, que se retuerce y grita en sus dolores, así éramos nosotros”. Y en Isaías 42:14: “Como una mujer en medio del parto grito, gimiendo y jadeando entrecortadamente”. Y el profeta Miqueas exclama: “Retuércete y grita, ciudad de Sión, como una mujer con dolores de parto” (4:10). Se trata, pues, de una imagen muy usada por los antiguos profetas. Y al ser el pueblo de Israel (y no la Virgen María) la Mujer del Apocalipsis, se entiende por qué aparece dando a luz a Jesucristo (v.5): porque Jesús es descendiente del pueblo hebreo y, por lo tanto, hijo de esta “Mujer”. Con esta interpretación se aclara, además, la curiosa presentación que el libro hace de la vida de Jesucristo. Dice que apenas nace, el Niño sube al cielo (en la Ascensión), como si los años que vivió y predicó Jesús en la tierra no hubieran tenido ninguna importancia. Pero si esta Mujer es simbólica (el pueblo de Israel), entonces aquí puede tratarse del nacimiento simbólico de Jesús: su resurrección, es decir, su nacimiento a la vida eterna, como enseñaban los primeros apóstoles. Por lo tanto, lo que el autor está contando es cómo Jesús, luego de nacer —no en Belén, sino en su resurrección— fue llevado al cielo. Por esto no podía incluir los años de su vida pública entre estos dos acontecimientos.
Ariel Alvarez Valdez
Biblista