El
Carnaval de Santiago de Cuba es una de las fiestas más grandes, famosas y
populares que tiene toda la Isla de Cuba. Durante estas celebraciones la
música, el baile, los ritmos contagiosos y también el ambiente de alegría sin
dudas se adueñan de la comunidad. Estas fiestas carnestolendas son la ocasión
que los santiagueros han encontrado para olvidarse del estrés y drenarlo con la
música y el baile. Otra de las importancias de la celebración del Carnaval es
que con él se honra su historia y la cultura popular. Se celebra cada año
después de la primera mitad del mes de julio hasta finales del mes; como un
recordatorio de la Fiesta Nacional de Cuba el 26 de julio, además del
aniversario del Ataque a los Cuarteles de Moncada en la misma fecha.
De
manera similar a otros carnavales de la Isla, el Carnaval de Santiago de Cuba
requiere varios meses de preparación por parte de los locales. En esta fiesta
todas las familias se involucran, y ponen su aporte material y humano en la
realización de desfiles, disfraces y carrozas. Como resultado de este trabajo
en unión, el ambiente festivo se siente desde los preparativos y finalmente
llega a su auge en el mes de julio. En estas fechas, es común ver a la gente
celebrando en las calles al son de la música mientras que disfrutan de una rica
cerveza. La capital santiaguera se caracteriza por recibir un sinfín de
influencias españolas y africanas, lo cual se evidencia en los carnavales.
Probablemente esta sea la causa del predominio de ritmos como la Conga, Rumba y
Salsa en los desfiles realizados en un paseo frente al mar.
El
Carnaval de Santiago de Cuba tiene su origen en los festivales de Mamarrachos,
una fiesta realizada en el invierno desde el siglo XVII. Según los
historiadores en esta época la comunidad celebraba la conclusión de la
temporada de la cosecha, tiempo en el que los trabajadores descansaban. Durante
estos días, la calle era toda una fiesta y las familias preparaban platillos
tradicionales, se presentaban grupos teatrales y musicales, y grandes hogueras.
Los santiagueros también se disfrazaban y usaban máscaras, mientras que
bailaban, sonando campanas y disfrutaban de un colorido desfile de carruajes tirados
por animales. Sin dudas es una fiesta nacida del propio pueblo cubano con una
viva sangre africana, notable en los bailes y los ritmos que acostumbraban
tocar. Estos esclavos, en consecuencia, desarrollaron ritmos particulares
implementando instrumentos como tambores y maracas que se convirtieron en
emblema musical del Carnaval de Santiago de Cuba.