La pandemia permitió advertir la importancia de la
agricultura familiar y campesina, porque mientras gran parte de la agricultura
para la exportación genera divisas, la agricultura familiar da de comer
productos sanos, destacó el ingeniero agrónomo Fausto Falconí, al exponer en el
conversatorio para construir el futuro en medio de la pandemia. El encuentro
virtual se desarrolló la tarde del pasado jueves 2 de julio, por iniciativa
conjunta de SIGNIS ALC, la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz, SIGNIS Ecuador
y el Instituto de Espiritualidad Santa Teresa del Niño Jesús.
En el conversatorio el ingeniero Falconí, que también es
productor agroecológico, lamentó que al inicio del estado de emergencia, por la
expansión de la pandemia, las autoridades no estuvieron preparadas y no
entendieron la logística para abastecer los mercados, lo cual ocasionó un
desabastecimiento pronunciado de productos alimenticios en los supermercados.
Consideró como improvisada y desordenada la política de
implantación de semáforos para limitar la movilidad, lo cual complicó la cadena
de abastecimiento alimenticio, a tal punto que los más multados fueron los
productores agrícolas, porque trataban de llegar con sus productos a los
mercados. “La logística no permitió que haya un abastecimiento fluido”, pero
surgieron alternativas de distribución con entregas a domicilio y los
productores también tuvieron que cambiar la logística de distribución y
empezaron a crear vías de acceso para llegar al consumidor de forma directa,
destacó. Lamentó que no hubo y no hay el
apoyo gubernamental a los productores y que por el contrario “hay bloqueo”.
Según dijo, los supermercados no han podido suplir las ofertas que tenían
antes, porque la gente se aisló y la producción no pudo salir y abastecer a los
mercados.
Solidaridad y
trueque: No obstante, valoró que, en medio del confinamiento por la
pandemia, la gente se dio el modo de conseguir los alimentos y los productores
empezaron a llegar, por rutas alternas a las grandes ciudades. Se evidenciaron
expresiones de solidaridad e inclusive se activó una modalidad de intercambio y
de trueque entre productos que se cultivan en la región andina con productos
del mar o del trópico.
Comentó que el confinamiento ha permitido también que la
gente se interese por tomar una serie de cursos virtuales sobre cultivos
urbanos y familiares para empezar sus pequeños cultivos y procurar comer sano.
Para el experto agrónomo, los campesinos y pequeños productores agrícolas se
han interesado también en organizarse para mejorar la producción y llegar a los
mercados, lo ha significado toda una revolución diferente frente a la realidad
que se tenía antes de la pandemia. Así también, destacó experiencias
interesantes de apoyo a los productores para garantizar el suficiente
abastecimiento en los mercados, como lo registrado en la ciudad de Cuenca, en
donde las autoridades fueron facilitadores para que los productos sean
transportados, así como la organización de un centro de acopio, lo cual
coadyuvó para que el abastecimiento se garantice. Según señaló, con el cambio
de semáforos y la flexibilización de las restricciones de movilidad la gente
está volviendo a los mercados, en donde se vive una relación de cercanía entre
el comprador y su caserita, con quien acostumbra no solo dialogar sino también
escoger los productos, apuntó el ingeniero Falconí.
Ferias que
construyen comunidad: De igual manera enfatizó en la importancia de las
ferias agroecológicas en las cuales se crea una comunidad, no solo de
conocimientos sino de intercambio entre el proveedor y el consumidor, que se
había roto durante el confinamiento. Según dijo, en Ecuador el 85% de la tierra
está en manos de la gran agricultura agroexportadora, que representan divisas,
que genera el 30% de las exportaciones y el 51% de las no petroleras, pero que,
por otro lado, hay otra agricultura oculta que ocupa el 20% del área agrícola
pero que cubre el 60 o 70 por ciento de la producción de los alimentos que
abastece los mercados.
Agroecología para
garantizar la alimentación sana: Cuestionó la estrategia de poder de la
gran industria y la agroexportación de lo que dijo la “tecnología química” que
busca desplazar al productor, y que inclusive la legislación que se aprueba y
que impide la producción sin químicos, que son estructuradas por la gran
industria.
Insistió en que la necesidad de valorar la agricultura
orgánica, agroecológica, que permite sostener la alimentación del país, pero
que lamentablemente las políticas estatales se orientan más a favorecer la
agroexportación. Así también, denunció que la gran agricultura agroexportadora
tiene una estrategia que busca matar la tierra a través de los agroquímicos,
fertilizantes, plaguicidas y que está encaminada a desplazar al productor del
campo, bajo la lógica de que se necesitan consumidores y no productores, dijo.
Enfatizó en que la única alternativa para enfrentar la política agroexportadora
y de la tecnología química que mata la tierra es la agroecología, que permite
tener una variedad enorme de productos y no necesitan insumos externos y que
los costos de producción son más bajos, pero que sobre todo producen salud,
porque los productos son ricos en nutrientes y minerales y no están intoxicados,
como sí están los productos que se cultivan a base de agroquímicos.
La fuente de esta información es SIGNIS ALC, la
Asociación de la Comunicación para América Latina y el Caribe.