La Transfiguración acontece después del
primer anuncio de la muerte de Jesús (Mt 16,21). Este anuncio trastorna la
cabeza de los discípulos, sobre todo la de Pedro (Mt 16,22-23). Ellos tenían
los pies en medio de los pobres, pero la cabeza estaba perdida en la ideología
dominante de la época. Esperaban a un rey glorioso. La cruz era un impedimento
para creer en Jesús. La Transfiguración, donde Jesús aparece glorioso en lo
alto de la montaña, era una ayuda para que ellos pudiesen superar el trauma de
la cruz y descubrir en el Maestro al verdadero Mesías. Pero aun así, muchos
años después, cuando la Buena Nueva ya estaba difundida por Asia Menor y por
Grecia, la cruz seguía siendo un gran impedimento para que los judíos y para
que los paganos aceptaran a Jesús como Mesías. “El mensaje de la cruz es una
locura para los que se pierden, pero para los que se salvan –para nosotros– es
fuerza de Dios”, así nos recuerda (1Cor 1,18). Uno de los mayores esfuerzos de
los primeros cristianos consistió en ayudar a las personas a que percibiesen
que la cruz no era escándalo ni locura, sino la expresión más preciosa del
poder y de la sabiduría de Dios (1 Cor 1,22-31).
• Mateo 17,1-3: Jesús cambia aspecto. Jesús
sube a una montaña alta, Lucas añade que subió allí para rezar (Lc 9,28). Allí
encima, Jesús aparece en la gloria ante Pedro, Santiago y Juan. Junto con el
Maestro aparecen Moisés y Elías. La Montaña alta evoca el Monte Sinaí, donde,
en el pasado, Dios había manifestado su voluntad al pueblo, entregando las
tablas de la ley. Los vestidos blancos recuerdan a Moisés que quedó fulgurante
cuando conversaba con Dios en la Montaña y de él recibía la ley, (Ex 34,29-35)
Elías y Moisés, las dos mayores autoridades
del Antiguo Testamento, conversaban con Jesús. Moisés representa la Ley, Elías,
la profecía. Lucas informa que la conversación fue sobre el “éxodo” (la muerte)
de Jesús en Jerusalén (Lc 9,31). Así queda claro que el Antiguo Testamento,
tanto la Ley como los Profetas, enseñaban ya que para el Mesías, el camino de
la gloria tenía que pasar por la cruz.
• Mateo 17,4: A Pedro le gusta, pero no
entiende. A Pedro le gusta y quiere asegurarse ese momento agradable en la
Montaña. Se ofrece para construir tres tiendas. Marcos dice que Pedro tenía miedo,
sin saber lo que estaba diciendo (Mc 9,6), y Lucas añade que los discípulos
tenían sueño (Lc 9,32). Ellos son como nosotros: tienen dificultad en entender
la cruz.
• Mateo 17,5-8: La voz del cielo aclaró los
hechos. Cuando Jesús es envuelto en la gloria, una voz desde lo alto dice: Este
es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo".
La expresión “Hijo muy querido” evoca la figura del Mesías Siervo, anunciado
por el profeta Isaías (cf. Is 42,1). La expresión “Escúchenlo” evoca la
profecía que prometía la llegada de un nuevo Moisés: “El Señor, tu Dios, te
suscitará un profeta como yo; lo harás surgir de entre ustedes, de entre tus
hermanos, y es a él a quien escucharán” (cf. Dt 18,15).
En Jesús, las profecías del AT se están
realizan. Los discípulos no pueden dudar. Jesús es realmente el Mesías glorioso
y el camino para la gloria pasa por la cruz, según había sido anunciado en la
profecía del Mesías Siervo:
“Despreciado, desechado por los hombres,
abrumado de dolores y habituado al sufrimiento, como alguien ante quien se
aparta el rostro, tan despreciado, que lo tuvimos por nada. Pero él soportaba
nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias, y nosotros lo
considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. El fue traspasado por
nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da
la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos
errantes como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, y el Señor hizo
recaer sobre él las iniquidades de todos nosotros. Al ser maltratado, se
humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero,
como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca. Fue detenido y
juzgado injustamente, y ¿quién se preocupó de su suerte? Porque fue arrancado
de la tierra de los vivientes y golpeado por las rebeldías de mi pueblo. Se le
dio un sepulcro con los malhechores y una tumba con los impíos, aunque no había
cometido violencia ni había engaño en su boca” (Is 53,3-9).
La gloria de la Transfiguración lo
comprueba. Moisés y Elías lo confirman. El Padre lo garantiza.
Jesús lo acepta. Ante todo lo que estaba aconteciendo, los discípulos
quedan con mucho miedo y caen rostro en tierra. Jesús se aproxima, los toca y
dice: "Levántense, no tengan miedo" Los discípulos levantan los ojos
y ven sólo a Jesús y a nadie más. De aquí en adelante, Jesús es la única
revelación de Dios para nosotros. Jesús, y solamente él, es la clave para
poder entender la Escritura y la Vida.
• Mateo 17,9: Saber guardar el silencio.
Jesús pidió a los discípulos que no dijeran nada a nadie hasta que él hubiese
resucitado de los muertos. Marcos dice que ellos no sabían lo que significaba
resurrección de los muertos (Mc 9,10). De hecho, no entiende el significado de
la cruz que no enlaza el sufrimiento con la resurrección. La cruz de Jesús es
la prueba de que la vida es más fuerte que la muerte. La comprensión total
del seguimiento de Jesús no se obtiene por medio de la instrucción teórica,
pero sí por el compromiso práctico, caminando con él por el camino del servicio,
desde Galilea hasta Jerusalén.
La Transfiguración se narra en los tres
evangelios: Mateo (Mt 17,1-9), Marcos (Mc 9,2-8) y Lucas (Lc 9,28-36). Señal de
que este episodio recogía un mensaje muy importante. Como hemos dicho, se trató
de una ayuda muy grande para Jesús, para sus discípulos y para las primeras
comunidades. Confirmó a Jesús en su misión en cualidad de Mesías-Siervo. Ayudó
a los discípulos a superar la crisis que la cruz y el sufrimiento les causaban.
Llevaba a las comunidades a profundizar en su fe en Jesús, Hijo de Dios, Aquél
que reveló el Padre y que se convirtió en la nueva clave para interpretar la
Ley y los Profetas.
La Transfiguración continúa siendo una
ayuda para superar las crisis que el sufrimiento y la cruz nos producen hoy.
Hay momentos en la vida en los que el sufrimiento es tan grande que una persona
llega a pensar: ¡Dios me ha abandonado! Y de improviso la persona descubre que
Él jamás se ha alejado, sino que la persona tenía los ojos vendados y no se
daba cuenta de la presencia de Dios. Entonces todo cambia y se transfigura.
¡Es la Transfiguración! Sucede cada día en nuestra vida.