PROGRAMA Nº 1168 | 24.04.2024

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ERMITAÑO

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Tan solo pronunciarlo nos hace experimentar diferentes sensaciones y se acumulan pensamientos que pueden ser más producto de fantasía que de realidad, también pienso en misticismo. Desde que ha existido la civilización, hay personas que por decisión se aíslan para vivir de manera solitaria. En el cristianismo, la tradición del ermitaño inició con los Padres del desierto, un movimiento de ascéticos que se fueron a vivir al desierto de Egipto porque estaban en contra de la riqueza y los excesos de la iglesia primitiva. Tuve la oportunidad de conocer a un ermitaño y no fue nada de lo que alguna vez imaginé.

Fue en un viaje a España, muy cerca de Cuenca. Llegar a la ermita fue una verdadera odisea, los caminos accidentados y la pendiente que no acababa me hicieron agotarme. Al llegar a lo más alto del lugar se admiraba una vista majestuosa, simplemente impresionante. Nos recibió un hombre en jeans y camisa colorida. Las presentaciones y saludos se intercambiaron, me enteré que era la única persona que estaba en ese lugar, llevaba viviendo varios años, era el ermitaño. Estaba a cargo de ese lejano lugar, la mayor parte del tiempo estaba solo y su decisión por estar lo hacía sentir inmensamente feliz.

Nos explicó que lejos del mundo, se sentía más cerca de Dios, que la oportunidad de cuidar la ermita lo había acercado a entender más la vida y que la manera de vivir lejos de las personas, lo acercaba más a comprenderse. Argentino, realmente muy simpático y sin duda daba la impresión de que era feliz, le pregunté por su familia y me comentó que se había acostumbrado a extrañarla, una o dos llamadas al año para saber cómo estaban las cosas allá. – ¿Qué comes? Le pregunté.

Su respuesta fue muy sencilla: Lo que la naturaleza del lugar me da, realmente no necesito mucho,  vivo solo. No perdí la oportunidad de preguntarle que si se consideraba una especie de monje solitario y me dijo: No, no soy monje, simplemente vivo aislado del mundo, confiando en Dios y siguiendo a la Iglesia católica, cuando vienen algunos sacerdotes, aprovecho para confesarme y disfrutar la Santa Misa, pero no soy monje, por eso visto así.

Nos despedimos después de unas horas y de haber disfrutado con sus enseñanzas, su manera tan sencilla de vivir su vida. Nos fuimos de ahí con una gran cantidad de reflexiones, una sensación de tranquilidad por haber conocido a un ermitaño que por decisión propia está disfrutando su vida en la montaña.

La psicología de los ermitaños los vuelve independientes, ya que no siguen a la multitud, son personas seguras porque no reciben comprensión de quienes les rodean y saben vivir en soledad y austeridad.

Thomas Merton, un monje trapense que vivió durante muchos años como ermitaño y que publicó varios libros sobre la soledad, escribió: "Si vas al desierto simplemente para escapar de la gente que no te agrada, no encontrarás paz ni soledad; sólo te aislarás con un montón de demonios".


Desde México en su segmento exclusivo “La Sencillez del Amor” Rafael Salomón


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