Fueron 14 meses de rodaje. Más de 400 días recorriendo los lugares más recónditos, los rincones más inhóspitos de una Nueva Zelanda llamada a convertirse en cuna cinematográfica de la Tierra Media. Desde el 11 de octubre de 1999 hasta el 22 de diciembre del año 2000, la adaptación a la gran pantalla de las novelas de Tolkien se materializó en uno de los proyectos más ambiciosos de la historia del cine al involucrar a siete unidades de rodaje en la grabación, simultánea e ininterrumpida, de tres películas. ¿El resultado? Una trilogía prodigiosa, monumental, como la literatura de la que bebía. 560 minutos de metraje que marcarían el paso del género fantástico en la industria del séptimo arte desde su estreno en diciembre de 2001 en una de las salas del Odeon Leicester Square de Londres.
¿Recuerdas el momento en el que Gandalf se choca contra una de las vigas de Bolsón Cerrado? El golpetazo en la cabeza de Ian McKellen es real y no estaba en el guion, pero la reacción del actor fue tan admirable que Peter Jackson decidió incluir esta toma “fallida” en el montaje final de la película.
¿Y alguna vez te has preguntado por qué solo vemos el lado izquierdo de la cara de Aragorn durante la secuencia de la tumba de Balin en Moria? El motivo fue un accidente que Viggo Mortensen sufrió mientras practicaba surf, un deporte al que se aficionaron todos los miembros del reparto durante su estancia en Nueva Zelanda. El golpe era tan fuerte que los maquilladores no pudieron disimular la hinchazón y los hematomas del rostro del actor, de ahí que Peter Jackson tuviera que ingeniárselas en el rodaje de esta escena para no mostrar a cámara las heridas de Viggo.
El actor que dio vida a Saruman era el único miembro del reparto que había conocido en persona a Tolkien. Su fascinación por la obra del escritor era tan grande que leía una vez al año los tres libros de ‘El señor de los anillos’, desde su fecha de publicación en 1954 hasta el año de su muerte en 2015. Por lo que podemos decir que Christopher Lee había leído la trilogía hasta en 61 ocasiones.
El diseño del anillo fue encargado a un prestigioso joyero neozelandés llamado Jens Hansen. El artista, que presentó hasta 12 diseños diferentes, no llegó a ver su trabajo de orfebrería en la gran pantalla al fallecer durante el rodaje de la primera película. Fue sustituido por su hijo Thorkild, quien se encargaría de adaptar el diseño final del anillo a 3 tamaños principales: uno muy pequeño para los hobbits, otro de medida humana para los actores principales y un tercero a gran escala, de 20 centímetros de diámetro, usado para los primeros planos del anillo.
Y antes de olvidarnos del apartado musical, ¿sabías que Howard Shore, compositor de la banda sonora de la trilogía, encargó a una comunidad hippie de Nueva Zelanda que fabricara instrumentos musicales para recrear aquellos acordes y notas de reminiscencias medievales que escuchamos en la película?
Quien tardó menos en alcanzar su objetivo fue Orlando Bloom. El actor se hizo con el papel de Legolas dos días antes de terminar sus estudios en la escuela de arte dramático, y eso que, en realidad, había hecho la audición para el personaje de Faramir. En tan solo dos meses, su simbiosis con un elfo del Bosque Negro le permitió disparar flechas como si hubiera nacido con un arco bajo el brazo.
Fuente:
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