La Fiesta de la Divina
Misericordia tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada
persona el siguiente mensaje: Dios es Misericordioso y nos ama a todos... "y cuanto más grande es el
pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia"
(Diario, 723). En este mensaje, que Nuestro Señor nos ha hecho llegar por medio
de Santa Faustina, se nos pide que tengamos plena confianza en la Misericordia
de Dios, y que seamos siempre misericordiosos con el prójimo a través de
nuestras palabras, acciones y oraciones... "porque
la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil" (Diario, 742).
Con el fin de celebrar
apropiadamente esta festividad, se recomienda rezar la Coronilla y la Novena a
la Divina Misericordia; confesarse -para la cual es indispensable realizar
primero un buen examen de conciencia-, y recibir la Santa Comunión el día de la
Fiesta de la Divina Misericordia.
La esencia de la devoción
se sintetiza en cinco puntos fundamentales:
1. Debemos confiar en la
Misericordia del Señor Jesús, por medio de Sor Faustina nos dice:
"Deseo conceder gracias inimaginables a las almas
que confían en mi misericordia. Que se acerquen a ese mar de misericordia con
gran confianza. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán
fortalecidos en el bien. Al que haya depositado su confianza en mi
misericordia, en la hora de la muerte le colmaré el alma con mi paz
divina".
2. La confianza es la
esencia, el alma de esta devoción y a la vez la condición para recibir gracias.
"Las gracias de mi misericordia se toman con un
solo recipiente y este es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más
recibirá. Las almas que confían sin límites son mi gran consuelo y sobre ellas
derramo todos los tesoros de mis gracias. Me alegro de que pidan mucho porque
mi deseo es dar mucho, muchísimo. El alma que confía en mi misericordia es la
más feliz, porque yo mismo tengo cuidado de ella. Ningún alma que ha invocado
mi misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco
particularmente en el alma que confía en mi bondad".
3. La misericordia define
nuestra actitud ante cada persona.
"Exijo de ti obras de misericordia que deben
surgir del amor hacia mí. Debes mostrar misericordia siempre y en todas partes.
No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. Te doy tres formar de
ejercer misericordia: la primera es la acción; la segunda, la palabra; y la
tercera, la oración. En estas tres formas se encierra la plenitud de la
misericordia y es un testimonio indefectible del amor hacia mí. De este modo el
alma alaba y adora mi misericordia".
4. La actitud del amor
activo hacia el prójimo es otra condición para recibir gracias.
"Si el alma no practica la misericordia de alguna
manera no conseguirá mi misericordia en el día del juicio. Oh, si las almas
supieran acumular los tesoros eternos, no serían juzgadas, porque la
misericordia anticiparía mi juicio".
5. El Señor Jesús desea
que sus devotos hagan por lo menos una obra de misericordia al día.
"Debes saber, hija mía que mi Corazón es la
misericordia misma. De este mar de misericordia las gracias se derraman sobre
todo el mundo. Deseo que tu corazón sea la sede de mi misericordia. Deseo que
esta misericordia se derrame sobre todo el mundo a través de tu corazón.
Cualquiera que se acerque a ti, no puede marcharse sin confiar en esta
misericordia mía que tanto deseo para las almas".
La Congregación para el
Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el 23 de mayo del 2000
un decreto en el que se establece, por indicación de Juan Pablo II, la fiesta
de la Divina Misericordia, que tendrá lugar el segundo domingo de Pascua. La
denominación oficial de este día litúrgico será «segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia».
Ya el Papa lo había
anunciado durante la canonización de Sor Faustina Kowalska, el 30 de abril: «En todo el mundo, el segundo domingo de
Pascua recibirá el nombre de domingo de la Divina Misericordia. Una invitación
perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia
divina, las dificultades y las pruebas que esperan al género humano en los años
venideros».
Sin embargo, el Papa no
había escrito estas palabras, de modo que no aparecieron en la transcripción
oficial de sus discursos de esa canonización. Santa Faustina, que es conocida
como la mensajera de la Divina Misericordia, recibió revelaciones místicas en
las que Jesús le mostró su corazón, fuente de misericordia y le expresó su
deseo de que se estableciera esta fiesta. El Papa le dedicó una de sus
encíclicas a la Divina Misericordia («Dives in misericordia»).
Los apóstoles de la Divina
Misericordia están integrados por sacerdotes, religiosos y laicos, unidos por
el compromiso de vivir la misericordia en la relación con los hermanos, hacer
conocer el misterio de la divina misericordia, e invocar la misericordia de
Dios hacia los pecadores. Esta familia espiritual, aprobada en 1996, por la
archidiócesis de Cracovia, está presente hoy en 29 países del mundo. El decreto
vaticano aclara que la liturgia del segundo domingo de Pascua y las lecturas
del breviario seguirán siendo las que ya contemplaba el misal y el rito romano.